martes, 30 de junio de 2015

Es hora de gestionar, aunque sigamos en campaña electoral

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 30 de junio de 2015

A falta de algunos días para que se organicen definitivamente las nuevas corporaciones locales y todavía con algunas negociaciones pendientes, el mapa político quedó claramente conformado. La exalcaldesa de Valencia clavó, en su día, el diagnóstico para los suyos: ¡qué hostia, qué hostia!. Entraron en bucle algunos de los sistemas de procesamiento de la información del presidente del gobierno (otros siguen a su bola), algo que no es de extrañar después del impacto que le causó tal pérdida de respaldo electoral y de poder municipal y autonómico. En pocos días se le oyó decir: no tengo pensado hacer cambios en el partido ni en el gobierno; bueno sí, tal vez sea preciso modificar algunas cosas antes del verano; pero no alimenten sus expectativas. Al final, hizo un único cambio: se puso al frente del partido, después de darle un solemne pescozón a sus compañeros-subordinados del tipo: en el gobierno estuve muy pendiente y las cosas van bien, mientras que en Génova os dejé un poquito de autonomía y no supisteis trasladar el mensaje, conectar con la gente ni entender a la sociedad civil, sea lo que sea esa cosa. El resto fueron pequeños retoques cosméticos, el nombramiento de unos cuantos jóvenes con facilidad de palabra y la sustitución del ministro Wert, que ya hizo méritos suficientes para pasar a la historia como el peor ministro de Educación y Cultura desde la época de Carlos III.

A lo largo y ancho de las casas consistoriales, entes provinciales y autonómicos, se produjeron los relevos consecuencia del resultado electoral, al que se sumaron el diálogo y los acuerdos necesarios para alcanzar las mayorías suficientes que permitiesen gobernar. ¡Ay!, qué difícil está resultando hacer entender la esencia de la democracia a los partidos más propensos al ordeno, mando, que gobierne la lista más votada y fin de la cita. 

Las crónicas de estos días dieron para todo. Vimos a la alcaldesa electa con cara de sorpresa y risa nerviosa: “no venía vestida pensando que saldría alcaldesa”. Al que tampoco lo esperaba y después de dejar el bastón de mando tuvo que salir del consistorio escoltado por la guardia civil. Al líder de la lista más votada y anterior alcalde que tuvo que pasar a jefe de la oposición, por culpa de un par de votos de un partido minoritario que apoyó a la oposición: “eso es chantaje”. Frente a él, al que se votó a sí mismo perjudicando a su partido y dándole el gobierno a su principal opositor, y ahora no quiere dimitir. Algo así como “o yo o la nada”. Al alcalde que obtiene un resultado tan abultado que se permite ningunear a la oposición de su ciudad, buscando contrincantes políticos en otras ciudades o en el gobierno de su región. A los que tuvieron una derrota sonada, después de décadas de mandato, y no quisieron pasar por el trance de entregar su bastón, su coche, su despacho y sus hábitos de antiguo a cualquier advenedizo que lleva medio telediario en esto de la política. Al que descabalgaron de la alcaldía y pregunta todos los días que hay de su sueldo en la oposición, y si va a tener alguna tarea especial o algún Consejo que llevarse a su tiempo libre. Algunos otros que, precisamente para llenar ese tiempo libre, son comisionados por su jefe de partido para hacer un estudio de campo y tratar de escuchar a la ciudadanía, mientras pone en marcha algunas medidas sociales que traten de paliar las desigualdades económicas  pero, eso sí, despacito.

Pasada la algarabía tocó enfrentarse con el día a día, con la realidad presupuestaria, con la gestión -palabra malsonante para muchos- y la puesta en práctica de aquello de que las decisiones se tomarán entre todos. Alcaldes que, para empezar, pidieron auditorías porque no se fían del estado de cuentas que le entregaron sus predecesores. Los que declaran que se van a fiar a muerte de los informes de los habilitados nacionales. Aquellos que van a apoyar su labor de gobierno en llamativas políticas de gestos. Unos, cambiando los retratos de Felipe VI por los de sus líderes de referencia. También los que continúan echando de menos a Franco y ahora tendrán que ir a darse un paseo por el juzgado a dar explicaciones de por qué sigue manteniendo su foto colgada. Otros deshaciendo tanto lío con las banderas; a ver, aquí hay demasiadas, veo la española, la de la autonomía, ¿y esa otra cual es? Esa es la del ayuntamiento, alcalde, la del ayuntamiento, le sopla con discreción el secretario municipal. ¡Ah, vale, entonces la dejamos!. Alcaldes que llegan a la faena antes que los funcionarios, con lo que se puede comenzar a trabajar a la hora en punto, ¡qué presión!. Otros que ponen en venta tanto coche oficial. Los que cambian las concejalías poniéndoles nombres imposibles, sin reparar en los gastos que acarrean. Los que se bajan el sueldo y los que se suben el sueldo. Los que fichan a sus parejas y familiares de asesores o cargos así: “no es nepotismo, es casualidad”. ¡Acabáramos!. Los que ya viven sabiendo que pronto les caerá una moción de censura. Y algunos que guardarán como oro en paño el texto de su juramento extralargo y estrafalario, para dejar claro que luchará por los Derechos Humanos, la paz en el mundo y esas cosas. Al menos hasta que la Junta Electoral o quien proceda dictamine si es posible, o no, que cada cual tome posesión cambiando las fórmulas legales a su buen parecer y entender.

Los ciudadanos de a pie asistimos al desarrollo de tantos extraordinarios acontecimientos un poco perplejos y un mucho expectantes. Conscientes de que la campaña electoral sigue su curso. Un partido en gira nacional. Otro nombrando equipos de sabios que perfilen su mejor programa. Alguno en pleno estado de desintegración. El que gobierna no haciendo cambios a lo loco, que las cosas van bien, la economía da buenas señales y los españoles (muchos y muy trabajadores) ya no hablan de paro. Y mientras pretendemos que las ciudades estén limpias, que nadie se quede sin vivienda, que las ayudas sociales y a los dependientes lleguen a quien lo necesita, que nadie se acerque al umbral de la pobreza y la exclusión, que se arreglen los problemas del tráfico, y de contaminación, y de salubridad, y de seguridad, y que en las ciudades, villas, pueblos y aldeas se pueda vivir dignamente. Vamos, que se gestionen eficazmente los euros de todos. Sin más chascarrillos.


domingo, 28 de junio de 2015

Adivina, adivinanza...

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 28 de junio de 2015

Les quiero proponer hoy un pequeño juego. Una adivinanza. Algo parecido a una cata a ciegas, pero no una cata de vinos (aquí se jugaría con ventaja), ni de cafés o de aguas minerales, tan de moda últimamente. Una cata o concurso de adivinación sobre frases políticas y nuevas ideas surgidas de las últimas elecciones. Yo les reproduzco algunas, literalmente, y ustedes vayan pensando qué político o políticos pueden ser sus autores.

Comienza el juego: “escuchar a la gente”; “la crisis económica ha derivado en una de confianza”; “la prioridad ha de ser el bienestar de las personas”; “las organizaciones políticas han de ser ahora una herramienta al servicio del ciudadano”; “...cambios en las políticas de la mano de la sociedad civil”; “tenemos que superar la idea de que se puede controlar el partido y después a la gente” (sic). Qué, ¿tienen ya idea de quién está detrás de estas afirmaciones? Les daré dos pistas. Se trata de frases dichas por una sola persona recogidas de una entrevista a este periódico, y no, no pertenece a ningún movimiento emergente, ni candidatura ciudadana, ni partido de izquierdas.

¡Sorpresa! Toda esta batería de ideas salieron del pensamiento y de la boca del exalcalde departamental Rey Varela, actualmente líder de la oposición y flamante Coordinador de la ponencia encargada por el presidente Feijoo para renovar as políticas e actitudes do PPdG. Ni más ni menos. Ideas que bien podrían ser firmadas por el actual alcalde Suárez, por cualquier integrante de las Mareas, por los partidos IU, BNG o los instalados en la socialdemocracia, e incluso por la organización moderada (así se definen) de Ciudadanos. 

Ya se lo imaginan. En los planos más domésticos correspondientes a las administraciones locales y autonómicas, y ya preparando los nuevos comicios en este año electoral interminable, los ferrolanos y el conjunto de los gallegos escucharemos los mismos mensajes repetidos por todo el arco político. Ya no habrá la clara dicotomía entre los que abogaban por la “participación y transparencia” (progresistas) y los de la “recuperación económica y empleo” (conservadores). Núñez Feijoo ya nos adelantó su nuevo eslogan: “centralidad y cercanía”, tal vez para mostrar una nueva alternativa al inmovilismo de Rajoy, tal vez porque en Galicia duele especialmente la pérdida de poder y respaldo popular, o porque quiere acercar su posición al movimiento de las mareas. Y eligió para esta tarea al ferrolano Rey Varela, que coordinará a un grupo de políticos jóvenes procedentes de diferentes lugares de Galicia. ¿Saldrá de aquí un nuevo discurso o una nueva filosofía política? ¿Será verdad eso de que han captado el mensaje? Adivina, adivinanza, que tiene el rey en...

domingo, 21 de junio de 2015

¡Qué manías tienen las ciudades!

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 21 de junio de 2015

Verán, yo soy de los que creen que cada ciudad tiene las suyas. Me refiero a la ciudad en sí, no a las manías de sus habitantes, en su sentido particular. En este caso, cada uno se organiza la vida con las suyas y todo va bien, siempre que no entren en disputa con las manías de sus cercanos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo o colegas de partida de dominó, por poner algún ejemplo. 

¿Y cómo va a tener una ciudad sus propias manías? ¿Para qué las quiere? Para nada y para todo, que decimos por aquí. Las manías, en su sentido de inclinación excesiva por hacer algo, pueden ser buenas o malas, enriquecedoras o destructivas, simpáticas o desagradables, y yo creo haber encontrado algunas, en las ciudades más grandes de Galicia, sobre las que seguro que ustedes ya habrán reflexionado.

A Coruña tuvo la manía, durante muchos años, de crecer en vertical, hacia arriba y hacia abajo; estaba empeñada en levantar torres de pisos, sin ningún control ni plan establecido, y al mismo tiempo perforaba el subsuelo hasta inundarlo de coches y de agua. Santiago se empeñó en reverdecer sus ensanches, para darle un contraste verde y natural a la piedra milenaria de su casco histórico. Vigo, ciudad ágil y emprendedora, se afanó en hacer edificios ilegales y rotondas imposibles; sus constructores siempre fueron mucho más rápidos que los funcionarios tramitando las licencias, con lo que cuando terminaban las obras se preguntaban ¿y ahora qué?. Lugo, por su parte, tiene la manía de rehabilitarse y reencontrarse con sus antepasados romanos de forma permanente. Ourense tiene una clara inclinación por sus propios cuidados y por la salud de sus habitantes, proporcionándoles las mejores aguas termales y excelentes viandas. Pontevedra adquirió la manía, en los últimos años, de ganar premios y convertirse en una ciudad amable, humana, acogedora.

¿Y Ferrol, aparte de la costumbre de cambiar de alcalde cada cuatro años, tiene alguna inclinación más? Pues sí, varias, algunas positivas, aunque yo creo que la más destacable es la manía de autocementarse, de una querencia casi patológica hacia el cemento y el hormigón. Independientemente de sus regidores y sus vecinos, la ciudad se empeñó en llenar la ría de hormigón, en sustituir las losas y pavimentos de materiales nobles por hormigón, en adosar a las murallas de granito escaleras (que nadie usa) de hormigón y de “modernizar” el paseo de las Delicias, hoy Cantón de Molíns, con un pavimento de hormigón pulido. Algo, que no se lleva nada bien con su condición de ser un tramo histórico del camino inglés a Santiago, como es bien sabido.

¡Vaya! ¿Y ustedes creen que el sentidiño ferrolano recapacitará y corregirá tan perniciosa manía? 

domingo, 14 de junio de 2015

Arquitectura

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 14 de junio de 2015

¿Les gusta nuestra arquitectura? Al Colexio de Arquitectos de Galicia (COAG), no, visto el resultado del concurso correspondiente a obras realizadas en 2014. A los miembros de la Academia de Bellas Artes, tampoco. Ni a los expertos en el movimiento Modernista. Ahora me explico. Recientemente se otorgaron los premios de arquitectura 2014 por parte del COAG, en todas sus modalidades: vivienda unifamiliar, rehabilitación, diseño urbano, equipamientos, reforma interior, arquitectura efímera, de bajo coste, arquitecto novel, divulgación y al mejor proyecto fin de carrera. A varias de esas categorías optaban obras realizadas en Ferrol: reformas interiores en farmacias y peluquerías, viviendas en Mugardos, Cedeira y Narón, la promoción de viviendas de O Bertón y la obra estrella, la rehabilitación del Antiguo Hospicio. Junto a ellas competían decenas de obras de toda Galicia. ¿El resultado? Obras premiadas en Ferrol: ninguna. Ni una mención, nada destacable para ser entrevistado por los reporteros de AG/Arquitectura de Galicia, la revista especializada del ramo. ¡Qué infortunio!

Había escrito unas notas sobre el tema, que tuve aparcadas por el lío electoral, cuando leo: Bellas Artes exige la protección de 13 edificios del movimiento moderno, racionalista, de obras construidas en el período 1925 a 1965 con especial significación y valor cultural. De un total de más de 200 recogidas en Galicia correspondientes a colegios, fábricas, lonjas, edificios residenciales, barrios, conventos, etc..., los académicos solicitan la máxima  protección para un grupo de 13. ¿Ya adivinaron cuántas son de Ferrol? Pues eso: ninguna. La lista incluye el mercado de San Agustín y el barrio de las Flores de A Coruña, el embalse de Belesar, el poblado minero de Fontao, y otras. Es preciso recordar que en esa época se construyeron magníficos edificios en nuestra ciudad, reconocidos y muy valorados por los expertos. Dos ejemplos. El Cine Callao, de 1935, edificio de gran singularidad y diseño racionalista, derribado en 1976. Y la fábrica de lápices Hispania, de 1934, obra del arquitecto Nemesio López, uno de los mejores ejemplos gallegos de arquitectura industrial racionalista, derribada muy recientemente en el mandato del señor Rey Varela. ¡Qué despropósito!

¿Y qué creen que sucede con el Modernismo? Pues lo mismo. Ferrol no es ni siquiera mencionado en la denominada Ruta del Modernismo Europeo. De nuestro país destaca Barcelona como el mejor exponente, con todas las obras del maestro Antonio Gaudí, a la que acompañan las ciudades de Salamanca (la casa Lis), Cartagena y Melilla. Del conjunto de edificios proyectados por Rodolfo Ucha, ni de su persona, aparece nada de nada. ¡Qué olvido!

martes, 9 de junio de 2015

Love your local market


Más de 2.000 mercados se sumaron a esta iniciativa europea. En Galicia aproximadamente 50, del total de 103 existentes. Los mercados de abastos tendrán mayor protagonismo en el consumo que viene. Productos frescos, de alta calidad, muchos cultivados de forma orgánica, sostenible, con una huella de carbono prácticamente inexistente. Galicia no los trató bien, hasta ahora. Los partidos políticos emergentes incluyen en sus programas planes para su reactivación. Algunos, como el mercado de San Agustín, están -además- a punto de ser incluidos en el catálogo de protección cultural, como muestra de arquitectura industrial racionalista. 

Mercado de San Agustín, A Coruña

lunes, 8 de junio de 2015

¡Fiesta en los mercados de abastos!

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 7 de junio de 2015

¡Qué risas!¡Qué animación!¡Qué buen ambiente en los mercados de abastos durante el mes de mayo! ¿Y qué buenas ventas? Ah, eso no lo sabemos. Estamos en Galicia, los mercados son propiedad de los municipios, y cada concello gestiona el suyo (o los suyos) como estima oportuno, incluido el publicar información acerca de su gestión comercial. No seamos tan impacientes ni adelantemos acontecimientos, que esto de la transparencia lleva su tiempo y sus legislaturas.

Pero volvamos a la fiesta. Comenzó cuando los aspirantes a políticos abrieron su manual de buenas prácticas en campaña electoral y leyeron, en el capítulo uno, que era imprescindible darse un paseo por los mercados de abastos, comprar unas parrochitas, sonreír, hablar un ratito con el abacero, tratar de que se quede con el folleto del partido y, en ese momento, poner cara de foto para subirla a las redes sociales y enviársela al periódico local. El capítulo dos ya recomienda dar allí mismo una charlita, con algunos paneles explicativos que recojan las promesas para este canal comercial (nosotros haremos el aparcamiento; nosotros arreglaremos la cubierta; nosotros haremos campañas promocionales...), pero esto ya está más difícil, básicamente porque entre los potenciales votantes y asistentes al micromitin no habrá ningún placero. Tienen trabajo que hacer, clientes que atender, y ya están de vuelta de promesas incumplidas. Vamos, de que les presenten un programa y cuando puedan aplicarlo le hagan un rajoy. Que ya se sabe lo que hay.

Pero la animación no terminó aquí. Después de un par de semanas de desfiles políticos y sonrisas a tutiplén, se celebró en algunos mercados (50 en Galicia de un total de 103) el día del “Quere o teu mercado”, una iniciativa nacida en el Reino Unido con el nombre de “Love your local market” a la que se sumaron más de 2.000 plazas de abastos. En su web podrán ver fotografías de grupos de vendedores, decoración con grandes corazones de cartón, gaiteiros amenizando las compras...En fin, un mes de mayo para no olvidar.

Bueno, es un decir. Porque olvidar, como poco, será lo que harán muchos de los políticos electos cuando ocupen sus asientos. Algunos incluso irán más allá, y menospreciarán este canal comercial. Créanme, sé lo que les digo. Con argumentos como que este tipo de venta está superado, que el futuro es de los canales de libreservicio, que los compradores más jóvenes no muestran interés por comprar productos frescos, de temporada, de muy alta calidad y cercanos. 

Por eso no harán otra fiesta hasta pasados cuatro años en los que, tal vez, repitan como candidatos y vuelvan a leer el manual de las campañas electorales, ese que les aconseja visitar los mercados de abastos.

domingo, 7 de junio de 2015

Hablando se entienden hasta los políticos

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 6 de junio de 2015

Qué días tan ajetreados están viviendo los políticos y los periodistas desde las elecciones. Conocidos los resultados para los ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas, a los políticos electos no se les ocurre otra cosa que ponerse a hablar. ¡Y de qué manera!, como si no hubiera un mañana. Con unas ganas y un desparpajo desconocidos hasta ahora, especialmente en los líderes nacionales de los partidos. Rajoy habla con Sánchez. Sánchez con Iglesias. Sánchez con Rivera. Rivera con todos. Rajoy con Iglesias...¡uy no!, estos no, que no tienen de qué hablar. Y Aguirre se calla. Algunos dirán que estará tratando de controlar la hemorragia de los casos de corrupción. Yo sin embargo creo que más bien debe estar reflexionando sobre la verbosidad excesiva de la semana pasada, para tratar de acordarse de a quién ofreció la alcaldía y a quién no, no vaya a repetirse y hacer el ridículo...nuevamente.

La cosa tiene tanta enjundia que pilló desprevenidos a buena parte de los periodistas encargados del ramo. Estaban cargando las baterías de las grabadoras cuando recibieron la noticia de que en un reservado de un hotel dos secretarios generales iban a compartir una ensalada. ¡Compartir!, he dicho bien. Por algo se empieza. Tal vez sea un primer paso para poder compartir ideas, proyectos, iniciativas, y encontrar soluciones a los millones de problemas existentes. Tantos como parados hay. Otro frente lo abrió el presidente Rajoy, citando en la Moncloa a otros representantes. Y otro, muy diferente, lo abren constantemente los políticos locales y autonómicos, comenzando ya a traspasar poderes, a contactar con posibles interlocutores financieros o juristas que tendrán que intervenir en la puesta de largo de sus primeras medidas, y cosas así. Todo esto, citan los medios de comunicación, de forma secreta, sin micrófonos, simplemente emitiendo comunicados finales que dicen cosas sin decir nada. ¡Para una vez que se ponen a hablar, deciden ser opacos!

Nuestra clase política, en esto, es de una pasta especial. Los emergentes tienen algún rasgo un poco más alentador de que sí, que saben escuchar, que son capaces de entender lo que se les dice y, además, contestar a lo que se les pregunta. Incluso, de manifestar una opinión pertinente a sus interlocutores. Vamos, que son capaces de hablar, de dialogar, y no sólo de leer y repetir machaconamente los argumentarios que alguien les escribió. Tengo cierta esperanza en que hagan bueno el refrán “hablando se entiende la gente”, clasificado por el Instituto Cervantes como de poco usado. Se basa en la recomendación de “establecer cierta confianza para poder entablar una conversación o explicar con franqueza los detalles de algo”. Confianza, franqueza, concreción en el arte de la conversación...¡uf!, todavía hay mucho camino que recorrer para que adquieran estas habilidades, aunque parece que se han puesto a la tarea.

Entre los no emergentes, los tradicionales, estoy seguro de que el que sí las tiene, pero no las usa, es el presidente Rajoy. Don Mariano en esto de la comunicación es un número uno, lo que sin duda, le ayudó en la designación del arrepentido Aznar y en que sus compañeros de partido no se atrevieran a cuestionarle hasta ahora. Para hacer esta afirmación me apoyo en Julio Camba, quien hace más de cien años escribió: “Eso de coger todos los días cuatrocientas o quinientas palabras, cada una de las cuales posee una significación concreta, y combinarlas de tal modo que todas juntas carezcan totalmente de sentido, no lo hace un cualquiera. Distribuidas al azar, las palabras siempre dicen alguna cosa, más o menos congruente, y sólo con una distribución inteligentísima se puede conseguir que no digan jamás cosa ninguna”. Pues eso. Lo que hace Rajoy. Que por algo es presidente.

En medio del ímpetu hablador conocemos las primeras encuestas acerca de las razones del voto recién emitido. La realizada por la empresa My Word refleja que la mayoría de los españoles (un 64%) aprueban el nuevo marco político que obliga a pactar. O sea, a dialogar. Tal vez sea este uno de los aprendizajes más importantes que nos deja esta interminable y calamitosa crisis económica-política-social. El otro, la obligación de ser transparentes y la de hacer partícipe a la sociedad, no sólo tomando decisiones, que también, cada cuatro años. Escuchando. Hablando con la gente, como les gusta decir. De verdad.