jueves, 30 de julio de 2015

La nueva hostelería

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 30 de julio de 2015

Un trimestre tras otro comprobamos que el canal hostelería (HO.RE.CA) continúa aguantando el tipo. Es verdad que se han perdido establecimientos hosteleros en España desde 2008; en promedio, y dependiendo de las fuentes consultadas, podríamos estimar un 10% del total. Aún así, siguen manteniendo su actividad entre 280.000 y 300.000 locales, si incluimos en la base de datos a todos aquellos estacionales: chiringuitos de playa, de camping, terrazas de hoteles de verano, de piscinas, etcétera. Los datos de empleo en este canal reflejan su mantenimiento en torno al millón y medio de trabajadores, y su aportación al PIB se mantiene igualmente un poco por encima del 12%. 

Las razones que explican este comportamiento son muchas. La casuística que está detrás de cada traspaso, cierre, apertura o cambio de negocio, también. Cerraron negocios por obsolescencia, por su ubicación en pueblos que se están deshabitando, por la construcción de autovías o autopistas que evitan el tráfico por muchos núcleos poblacionales, por jubilaciones, por la finalización del período de mora de la renta antigua y la actualización de unos precios de alquiles inasumibles, y otras muchas causas. Se mantienen la mayoría, e incluso crecen en número, en las zonas de mayor impacto turístico (creciendo en turistas y en gasto per cápita), como la franja mediterránea y los archipiélagos. También, debido a que España sigue manteniendo una diferencia en su hora oficial que alarga artificialmente las horas de día y, además, tiene una permisividad horaria mayor que el resto de Europa. Y porque pese al impacto de la tecnología en la sociedad actual, los locales de hostelería siguen siendo puntos de reunión, de tapeo, auténticos lugares donde se fragua una parte importante de eso que llamamos socialización.

El momento actual es de gran dinamismo en este sector. Lástima no poder decir lo mismo de otros, especialmente vinculados a la transformación y la industria. Pero en el canal horeca sí se comprueba –como en otras épocas- un alto nivel de iniciativa, profesionalización y búsqueda de su nicho de mercado en buena parte de las nuevas aperturas. Locales que apuestan por decoraciones “vintage”; por compartir espacio con otras líneas de negocio: venta de libros, de ropa, de muebles y objetos de decoración; locales con actuaciones musicales y venta de instrumentos y discos; con talleres de reparación y alquiler de bicicletas; de fotografía, pintura; locales integrados en los mercados de abastos; muchos que utilizan la fórmula del “take away” o reparto de desayunos, aperitivos y demás a otros comercios y oficinas; locales con elaboración de cervezas artesanales; con venta de productos de alimentación: conservas, miel, pan; locales que vuelven a fomentar las tertulias, las charlas, las microconferencias sobre temas muy variados; incluso alguno, en La Coruña, que importó el formato de una tertulia sobre la muerte, al parecer un tema muy arraigado en determinados pubs ingleses. Y así podríamos continuar.

Es positivo, a mi juicio, que sigamos contando con cerca de 300.000 establecimientos hosteleros en España. El propio sector se reajusta y adapta a las nuevas formas de consumo y al nuevo perfil de los usuarios y consumidores españoles. También lo harán los específicamente orientados al turismo. Mientras tanto, lamentablemente, leemos noticias como el cierre de cafés históricos, emblemáticos, de gran valor cultural y social como el Café Comercial. Una pena. 

domingo, 26 de julio de 2015

1772

El siglo XVIII supuso el paso de la Villa de Ferrol a la Corona española. Se desarrollaron los astilleros, la base naval, se creó ex-novo el nuevo poblado de la Magdalena, el cementerio de Canido, la alameda más antigua del norte de España, se empedraron las calles, se hizo el alcantarillado, etc, etc... La huella de la Ilustración todavía está presente en Ferrol. Esperemos que pronto se reconozca, con la aprobación de la candidatura a Patrimonio Mundial por parte de la Unesco.

Más claro que el agua

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 26 de julio de 2015

Incolora, inodora e insípida. Estas eran las tres características que definían el agua en el antiguo bachillerato. Después se vio que no, que el agua tenía un cierto color, hay grandes diferencias de sabores y, además, los buenos catadores hasta diferencian los olores de los gases que se encuentran en los manantiales, pozos y embalses. Lo que no tiene que tener son trihalometanos, esos elementos perjudiciales para la salud que la convierten en no potable, y que trajeron de cabeza a miles de ferrolanos durante tres interminables días. Un barullo. ¿Y ahora qué? Ahora lo de siempre. Más barullo, turbidez política, lanzamiento de culpas y algunas investigaciones en curso. Pocas, a mi entender. Se ve que Ferrol en esto de los expedientes y las investigaciones no pinta demasiado. ¡Se anuncian solo cuatro, una nimiedad!. La que puso en marcha de forma inmediata la Fiscalía, palabras mayores. La que comenzó el Valedor do Pobo. Una, que dicen que servirá para aprender, de la Xunta de Galicia. Y la investigación interna del Concello. ¿Y ya está?

Estarán de acuerdo conmigo en que aquí falta mucha investigación, comisión y expediente por abrir. Se echa de menos la de la Diputación de A Coruña, ¿o es que acaso no se vieron afectados vecinos de varios municipios de la comarca? La propia de Emafesa, empresa mixta en la que dicen que manda Florentino Pérez (el del Real Madrid) a través del 49% de participación que tiene Urbaser, filial de medioambiente de ACS. Don Florentino, liado como estaba con el traspaso de Casillas, ni se enteró y no le comentó nada al alcalde Suárez, presidente de la empresa en representación del 51% del concello que, según parece, es el que no manda (¡cousas veredes!). Sería necesaria también una investigación por parte de la Delegación del Gobierno. Por supuesto, del Congreso de los Diputados y del Senado, futura cámara de representación territorial (¡es broma!). Y, cómo no, de la Armada Española y la Diócesis Mondoñedo-Ferrol, aunque ahora no tenga obispo titular. Obviamente el caso requerirá de múltiples investigaciones periodísticas, con sus programas y suplementos monográficos. Aunque sin duda de ningún tipo, la madre de todas las investigaciones debería realizarse en el Parlamento de Galicia, ya saben, ese lugar en el que los políticos leen, gritan, se acaloran y se insultan. ¿Y hablan, debaten, acuerdan y deciden? No, eso no. De eso no hay constancia, como tampoco la hay de que ninguna comisión investigadora llegase a conclusiones concretas, útiles y eficaces. Pero a alguna cosa tendrán que dedicar sus señorías su valioso tiempo. 

Del asuntillo de marras, eso del agua, ya dirán el fiscal y el juez lo que procede hacer. Es lo único claro.

domingo, 19 de julio de 2015

Trajes de época

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 19 de julio de 2015

A ver, ferrolanos, un poco de interés lúdico. Se está produciendo en toda Galicia un fenómeno novedoso con excelente acogida por parte de la ciudadanía, y Ferrol se queda rezagado. Consiste en organizar algún tipo de fiesta o evento propio de cada pueblo en el que toda la vecindad se vista para la ocasión, pasee sus trajes, se haga fotografías, las suba a las redes sociales y compita en calidad de la indumentaria y número de gentes vestidas apropiadamente. Es un fenómeno emergente. Antes había más orden en esto de las figuraciones y cada uno sabía perfectamente cual era su rol en la fiesta. Los capuchones se vestían para la ocasión y los ciudadanos los veían procesionar. Las rondallas se subían al escenario y el público aplaudía. Incluso en las primeras ferias medievales se veía quién era comerciante y quién no. Bueno, pues esto que sigue siendo igual en nuestra ciudad, ha cambiado completamente en otras muchas. Ahora vemos a los vecinos vestidos de romanos en el Arde Lucus; de piratas en Pontevedra, buscando el tesoro de Benito Soto; luchando contra la invasión de los vikingos en Catoira; recreando la reconquista contra los franceses en Vigo, y la “arribada” de la carabela Pinta en Baiona, en el tornaviaje del descubrimiento de América; vestidos de época de presencia judía en la Festa da Istoria de Ribadavia, o del renacimiento en el Viveiro visitado por Carlos V. Aunque, tal vez, lo que está teniendo mayor realce es el Ribadeo Indiano, con muchos vecinos vestidos de blanco, con sombreros panamá y bastones los señores, y trajes largos de verano con tornasoles las señoras. Vamos, que todo pueblo que se precie ha buscado un tema histórico, sus comerciantes se preocupan de tener los trajes y complementos a módicos precios y los alcaldes animan a sus convecinos a vestirse de época en sus jornadas festivas.

Y digo que se precie, aunque parece que esta moda no tiene atisbos de prosperar en Ferrol. ¿Y por qué habría de prosperar? Y además, ¿de qué época tendría que vestirse la ciudadanía ferrolana? No me diga más, o sí, de la época de la Ilustración. Ya me imagino a las gentes vestidas de los más variados oficios: carpinteros, calafates, agricultores, comerciantes, también algunos vagos y malentretenidos que convivían con los ilustrados, ingenieros, matemáticos, políticos, marinos de guerra, unos cuantos burócratas y cobradores de impuestos, todos ellos paseando por la Alameda ahora que tiene pajarera y todo. Incluso con su marqués de la Ensenada, para que no falten títulos nobiliarios. Oiga, y el que ponga el traje de marqués, ¿tendrá que vestirse con colores chillones metalizados, pintarse la cara de gris naval y andar como un robot, como la escultura que pusieron en Herrera? 

miércoles, 15 de julio de 2015

Turismo

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 15 de julio de 2015

Tal vez sea falta de experiencia en la acción de gobierno, o falta de coordinación entre las diferentes concejalías. Se le añade sobreexposición mediática, cierto afán de protagonismo e, incluso, exceso de celo a la hora de ser transparente y facilitar el mayor grado de información a la ciudadanía. Pero el caso es que, en demasiados temas, se está produciendo el efecto contrario al deseable. Esto está sucediendo estos días con las manifestaciones acerca del turismo, del exceso de turistas en nuestro país a juicio de muchos políticos emergentes. La alcaldesa de Barcelona ha tenido que rectificar sus primeras declaraciones sobre la moratoria de las licencias para usos hoteleros indicando que estudiará en detalle las que ya están concedidas. La alcaldesa de Madrid ha salido a la palestra desautorizando lo manifestado por el concejal del ramo en el sentido de implantar una tasa a los turistas en la capital del Estado. En Baleares, ya se recuperó la imposición de esa tasa. En Canarias, a su nuevo presidente le parece muy elevada la cifra de 13 millones de turistas en el archipiélago; no sabemos si también le parece muy alta que la participación de ese sector en su PIB sea del 30%.

En Galicia, donde el turismo tiene una significación menor, escuchamos declaraciones en el mismo sentido. El alcalde de Santiago quiere limitar el número de nuevas licencias para hoteles con encanto y tiendas de regalos dentro del casco histórico. Puntualmente, se notifican problemas de afluencia de peregrinos en el camino francés, en el acceso a la Catedral o en otras zonas naturales, como las visitas a las islas Cíes o a la playa de las Catedrales.

El asunto no es intrascendente. Hasta el ministro Soria, quien ya ha demostrado su incapacidad para desarrollar el sector industrial y visto lo que ha sido capaz de hacer con el energético, ha salido a la tribuna para indicar que con el turismo no se juega, que somos la segunda potencia mundial y que mejor no enfadar a los operadores ni dar pistas de otros destinos a los más de 65 millones de visitantes.

Es verdad que no debemos continuar inflando la burbuja del turismo a cualquier coste, pero tampoco levantar barreras que pongan en riesgo los ingresos generados en el sector. Probablemente sea preciso trabajar mucho más eficazmente en estrategias de diversificación, desestacionalización y potenciación de todas las variantes de las que disponemos en nuestro país: turismo de interior, cultural, rural, enoturismo, turismo industrial, etnográfico, sobre geoparques, de cruceros, asociado a eventos, y un larguísimo etcétera. Dicho de otro modo, acerca de todo lo que en los congresos y los múltiples planes estratégicos se contempla, pero puesto, de verdad, en práctica.

Mientras tanto, prudencia. Conviene estudiar a fondo -es decir, con euros detrás de cada frase- cada propuesta antes de lanzarla a las redes sociales y a los medios de comunicación. Conviene clarificar las ideas dentro de cada gobierno local, provincial y autonómico. Y no conviene estar dando tumbos, a las pocas semanas de la formación de los gobiernos, en un tema de la trascendencia que tiene el turismo en España. 

domingo, 12 de julio de 2015

Humanizar los mercados

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 12 de julio de 2015

En las últimas semanas pudimos leer con cierta frecuencia: “vamos a hacer un plan para humanizar y modernizar los mercados”. Lo dicen los nuevos concejales que se van a encargar de la cuestión comercial. Lo explicaron así también desde el consistorio ferrolano, a cuyo concejal se le titula como de promoción económica, industria, mercados y comercio. ¡Casi nada! El caso es que los nuevos ediles, después de unos días de estudio y visitas sobre el terreno, están llegando a la misma conclusión: es preciso humanizar los mercados. Y esto, señores míos, es algo imposible de hacer porque ya está implícito en su propia esencia. Pocas cosas hay tan específicamente humanas como los mercados, el comercio, las relaciones entre un comprador y un vendedor, al arte de cambiar una mercancía por otra (trueque) o el intercambio del valor de un producto por su importe en dinero. El comercio es cosa de humanos, de personas, como lo es estudiar el teorema de Pitágoras, ir al dentista o tocar la bandurria.

Para explicarme mejor déjenme que les invite a unos guarisnais mientras paseamos por un mercado cualquiera. Por ejemplo, el feirón de Pontedeume. En él podrán encontrar a un comerciante que tiene como único puesto una mesa y una silla plegables, y vende miel de dos tipos, de flores y de brezo. Yo compré un frasco de miel de brezo, y mientras el vendedor lo metía en una bolsa y me cobraba me explicó que, si yo quería, para futuras compras no tenía más que llamarle por teléfono y me enviaría la miel a casa, “y si le gusta me la paga”. Me quedé estupefacto. ¿Cómo, que envía usted el producto, pongamos por caso a Madrid, y después espera que se lo paguen? ¿Y sin conocer al cliente? El apicultor, un señor de As Pontes, me contestó que sí, y que en todos los años que lleva haciendo esto sólo le falló una venta. Aún así, mi impresión sigue siendo la misma: se trata de una insensatez y una temeridad. Quien sabe si el cliente al que le manda la miel es miembro de uno de esos partidos políticos que acostumbra a pagar en diferido; o si es un banquero y le envía como pago una acción preferente de esas que valen cero patatero; o se encuentra con uno de esos espabilados que no saben conjugar el verbo pagar, y no pagan ni a sus empleados, ni sus impuestos, ni el ático en el que viven.

El caso es que a este comerciante las cosas le van bien así. Vende un producto, confía en sus clientes y éstos cumplen fielmente con su obligación de pagárselo. El trato, les decía, la comunicación, el intercambio, la confianza, forman parte de la condición indudablemente humana que hay en toda acción de comprar y vender, en cualquier relación comercial. Por cierto, la miel es excelente y la vende a muy buen precio.

domingo, 5 de julio de 2015

Otra cosa bien distinta

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 5 de julio de 2015

A mí esta afirmación del alcalde Suárez me quitó el sueño. ¡Qué incertidumbre! Se refirió don Jorge al conjunto de las obras que se están realizando en los jardines de Herrera y los bajos de la cuesta de Mella. Con muy buen criterio dejó claro que el proyecto va a continuar y que de ninguna manera se perderán los fondos europeos que lo financian, aunque habrá modificaciones en el uso que se dará a los bajos. En resumen, que ya no se dedicarán al Centro de Interpretación de la ciudad, sino que tendrán un uso bien distinto. ¡Y ahí dejó la cosa! Sin dar más pistas ni explicaciones el alcalde Suárez hizo un rajoy en toda regla: va a haber cambios pero no los digo; todavía no están decididos, o sí; no adelantemos acontecimientos. ¡Qué forma de comenzar un mandato!

Se me dio, así a ratos, por cavilar sobre el asunto. Fíjense ustedes que tontería. Pienso si será cosa de la nueva arquitecta-concejala de Urbanismo que tiene un criterio diametralmente opuesto a su predecesor. Si es así, visto lo visto, es algo que llevamos ganado. O si será cosa de escuchar a los que propusieron hacer un Museo sobre la Semana Santa. Bueno, no, esto no parece que vaya a prosperar. Tal vez le suena mejor al alcalde Suárez la idea de hacer el Museo de Ferrol, o un museo específico sobre la época de la Ilustración. O un espacio dedicado a la historia industrial y comercial de la ciudad, o tal vez al papel relevante de la música, ya saben, las Pepitas, las rondallas, las orquestas, las corales, los orfeones, que de todo hubo y de muy alta calidad. Pudiera ser, por qué no, un espacio dedicado a la influencia inglesa en el idioma (el habla, dialecto o lo que sea nuestro “ferrolano”), la fundación del Racing, el desarrollo tecnológico, los grupos de scouts, la masonería y hasta los nombres de los comercios, los cafés y los salones de baile. Otra opción pudiera ser dedicar esos metros cuadrados a los vecinos que jugaron un papel relevante en la política, local y nacional; esto lo dejo aquí. O a las grandes figuras de la cultura, las artes y las ciencias: escritores, pintores, arquitectos, científicos, y demás.

El alcalde Suárez se enfrenta a una importante decisión. Probablemente trate de consensuarla con el equipo de gobierno o la quiera llevar a un pleno municipal. O tal vez piense que esta puede ser una buena ocasión para poner en marcha el reglamento de participación ciudadana. Incluso, la de proponer varias alternativas y votarlas en asambleas o a través de una consulta a todos los vecinos. Pronto terminarán las obras y será el momento de decidir su destino final. Será una cosa bien distinta a sus anteriores usos de bunquer antiaéreo, sala de fiestas, local de ensayo musical y alguno más.