domingo, 24 de septiembre de 2017

El valor del patrimonio

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 24 de septiembre de 2017

No me referiré en esta crónica al concepto de valor catastral de un inmueble catalogado, ni al valor de la tasación arquitectónica o a su valor de mercado. Quisiera centrarme en el valor patrimonial de un bien cultural con el añadido de todos sus atributos adicionales: históricos, culturales, sentimentales, identitarios… Así, sin ir más lejos, ¿podemos ponerle valor a la muralla romana de Lugo, la catedral de Santiago o la Torre de Hércules, todos ellos bienes Patrimonio de la Humanidad? ¿Sabemos cuánto vale la Sala de Armas, Herrerías, el cuartel de Dolores, la puerta del dique del Arsenal o el castillo de San Felipe? Y si hablamos de patrimonio inmaterial, ¿qué valor le atribuimos a tener la Alameda más antigua de Galicia o un barrio ilustrado trazado de forma simétrica y proporcionada, como la Magdalena?

Tal vez no tenga demasiado sentido referirnos a estos bienes culturales únicamente en términos de valor, y mucho menos lo tiene cuantificarlos en cuanto a sus costes de mantenimiento. Los que sean. El sentido a la ecuación monetaria de la conservación y disfrute del patrimonio cultural, material e inmaterial, se lo da el respeto a la historia y su legado a las siguientes generaciones. Se lo da también la comunicación de lo que se posee, para el disfrute de quien lo quiera contemplar. Eso se llama turismo. Y, por supuesto, el mantenimiento y puesta en valor del patrimonio tiene que tener, como objetivo irrenunciable, el máximo retorno de la inversión posible: alquiler de espacios, venta de publicaciones, centros de interpretación, merchandising, entradas, y demás.

Aquí está el meollo del asunto, que no es otro que entender cómo se consigue que la inversión efectuada retorne y se transforme en ingresos. Esto sucede ya en muchos bienes patrimoniales y podría suceder con los ferrolanos, en caso de alcanzar su reconocimiento como Patrimonio Mundial. La candidatura de Ferrol de la Ilustración cumplió este año su décimo aniversario desde que la UNESCO la incluyó en la lista de bienes a estudiar. Previamente, desde 2001, se han realizado gestiones un tanto anárquicas, inconexas y, algunas, poco transparentes. No se sabe, a ciencia cierta, cuánto dinero se lleva invertido en esta candidatura (las cifras oscilan entre los ochocientos mil y el millón y medio de euros), ni lo que costó cada partida: publicidad, patrocinios, gastos de personal, gastos de gestión, inmuebles, documentación y estudios, publicaciones, etc…; ni se tiene claro su horizonte inmediato, sujeto a los vaivenes del gobierno local de turno. Así van pasando los años y el patrimonio ferrolano (lo gestione quién lo gestione) sigue a la espera de recobrar su valor. Pacientemente.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Cuidado con las deudas

Gentes de trato
Publicado en páginas generales de La Voz de Galicia, como tribuna de opinión en reportaje sobre gasto familiar, el 17 de septiembre de 2017

Sabemos que es imprescindible una alta dosis de confianza para que crezca la Economía, con mayúsculas. Lo mismo sucede en el terreno concreto del consumo, particularmente en el consumo de los hogares y de los particulares. En los gastos a los que, cada mes, todos tenemos que hacer frente, dicho en plata. El volumen total de este consumo interno está creciendo en España a tasas cercanas al 3%. Confirma la expectativa generada con los datos de los gastos medios de los hogares para 2016, finalizados con un crecimiento del 3,5%, descontando el efecto precios. Se va moderando, en cierta medida, y los pronósticos para 2018 son que se moderarán un poco más. La cita es de FUNCAS: “El consumo privado frenará su dinamismo fruto de la pérdida de poder adquisitivo de las rentas salariales”. Esta afirmación contiene un dato irrefutable, y es el de la devaluación salarial (entre el 8 y el 10%) a que nos hemos visto sometidos los españoles desde el 2008. Estamos, por tanto, ante un escenario en el que tenemos menos poder adquisitivo y sin embargo el consumo interno es uno de los principales motores del crecimiento. ¿Por qué?

El primer elemento a considerar es que el dato total de consumo incluye también el consumo de los turistas, lógicamente. La burbuja del turismo ha sustituido ya a la burbuja inmobiliaria. Y sigue creciendo. Vendrán cada vez más turistas y gastarán más dinero, con lo que su peso en el PIB será cada vez mayor. Pero el consumo de los españoles, aunque crece de forma más moderada (racional y sostenible) también lo hace. Los gastos en telefonía y comunicaciones, artículos para el hogar y cuidado personal, son los que más han subido en el último año, aunque el mayor porcentaje del dinero disponible se lo llevan la vivienda, agua, luz y gas, seguidos de alimentos y transporte, ocio y tiempo libre. Lo que más se ha abaratado es la enseñanza y la sanidad, aunque para la educación el mes de septiembre es un mes punta: matrículas, libros, ropa, etc…

El segundo elemento, y más importante en el momento actual, es la confianza de los consumidores. El Índice de Confianza elaborado por el CIS correspondiente a agosto 2017 y publicado el pasado día 13 de septiembre, presentó un nuevo máximo histórico: 108,8. Esto supone mantenerse por encima de 100 desde el mes de abril y un diferencial de 11,5 puntos sobre agosto de 2016. Los españoles, en cuanto a su comportamiento de compra, se muestran optimistas. Creen que la situación económica es mejor, que las expectativas son favorables y que se pueden permitir unos gastos que no hicieron en los años más duros de la crisis. Se dice en un observatorio de precios de alimentación, de una manera muy gráfica, que “los españoles vuelven a salir de la madriguera”. Algo que es positivo, siempre y cuando se haga de forma moderada, responsable y con suficiente margen para hacer frente a las deudas contraídas. 

domingo, 10 de septiembre de 2017

Aquel Canido lleno de vida

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 10 de septiembre de 2017

Les oíamos a nuestros mayores, a los más apegados a la mar, aquello de que un canido era una lengua de tierra dentro de una ría. Ferrol antiguo -y Canido, su barrio alto-, forman, en efecto, un gran cabo entrado en la ría, flanqueado por las ensenadas de A Malata y Caranza. Probablemente se trata del canido más grande existente en las rías gallegas, como el Canido de la ría de Vigo o la punta Canide cercana a Mera, en la ría de A Coruña. 

El Canido de aquí es un lugar histórico citado por primera vez como Villam de Canito en un documento del año 1111, depositado en el archivo de la Catedral de Mondoñedo. Los historiadores suelen referirse a este barrio como un núcleo poblacional dedicado a la agricultura y la ganadería, basado en su propia subsistencia y muy apegado al terreno. Lo sería, con toda probabilidad, durante siglos, hasta el despegue industrial y comercial de Ferrol. Sus vecinos, como los demás, pasaron entonces a engrosar las filas de los gremios de operarios y oficiales de las industrias de la ciudad. En los años 60 y 70 la vida en el barrio hervía a partir de las cinco de la tarde, después de la salida de los cativos del colegio Reyes Católicos y el despertar de la siesta de los trabajadores con turno de mañana. Había muchos operarios de Bazán y Astano. También de la Fenya y la fábrica de lápices Ilasa, que estaba enfrente. Otros iban de madrugada a la central de As Pontes. O trabajaban en las empresas del muelle y A Malata: la Frigorífica, la Peninsular Maderera, la fábrica de lápices Hispania. Algunos en el sector de la pesca y los repuestos navales, y hasta hubo consumeros de los fielatos, aunque ya estaban a punto de jubilarse. Y el barrio estaba lleno de gentes de oficios, como sastres (alrededor del Crucero había tres), carpintero, pintor-empapelador, tapicero, electricista; y contaba con papelería-librería, tiendas de ultramarinos, bares, y el cura don Gabriel, siempre risueño, había habilitado un bajo en Alonso López para instalar iglesia propia, sin depender ni de San Rosendo ni del Socorro. Hasta en eso de las creencias Canido quiso ser autosuficiente.

La iniciativa de las Meninas consiguió llamar la atención sobre el estado decadente del barrio. Es ya un referente nacional gracias a la tenacidad de su organizador y el mecenazgo de las empresas que la sustentan. Las casas del corazón del barrio en el Crucero, Alonso López, la Tahona, Alegre…, están ahora llenas de pinturas y hace poco estaban abandonadas. Alguna se ha restaurado. Hubo un tiempo en que estuvieron llenas de niños, de hombres y mujeres que llenaron de vida un barrio, aunque para ir al cine, a la farmacia o los comercios fuera necesario “bajar al centro”. ¡Opa Canido!

domingo, 3 de septiembre de 2017

A los heroicos defensores de Ferrol

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 3 de septiembre de 2017

Se ha instalado en el saber colectivo ferrolano, particularmente en el de los vecinos más jóvenes, la idea de que la batalla de Brión fue algo así como una escaramuza, una refriega entre unos cuantos ingleses aburridos y los lugareños ferrolanos que no se dejaron invadir. Eran épocas conflictivas entre ingleses, franceses y españoles y, de vez en cuando, tocaba medir las fuerzas de unos y otros; y esa vez, agosto de 1800, tocó regañina entre ingleses y españoles. En realidad el asunto tuvo, de escaramuza, poco o nada. El almirante Waren, con muy mala uva y peores intenciones, se presentó frente a las costas de Ferrol al mando de siete navíos, seis fragatas, cinco bergantines, dos balandras, una goleta y ochenta y siete buques de transporte, con un total de 13.000 hombres. Querían dar un golpe de mano, nos dice Montero Aróstegui en su Historia de Ferrol de 1858, que en pocas horas cubriese de oprobio a la nación española, destruyendo y reduciendo a cenizas los arsenales y buques que tantos dispendios le habían costado. En frente se encontraba un departamento mal abastecido, con pocas tropas, sin repuestos ni víveres y en un lastimoso estado. Sólo se pudieron reunir unos 3.000 hombres, entre marinos, soldados y las milicias voluntarias. Y se armó la marimorena. El paseo militar inglés se encontró con unos hombres bajitos y mal alimentados pero valientes y agresivos, dispuestos a dejarse la vida en cada combate antes que rendirse. Montero Aróstegui detalla cada movimiento realizado para defenderse de los arreones ingleses por la bocana de la ría, con el fuego cruzado entre los castillos de San Felipe, La Palma y San Martín; las posiciones en los montes de Brión y La Graña, y la perfecta estrategia armada por civiles y militares durante los días 25 y 26. El resultado, más de mil muertos y ochocientos heridos en el bando inglés, frente a treinta y seis muertos, ciento un heridos y cinco extraviados en el bando español. Los ingleses embarcaron y se fueron, derrotados, rendidos ante un “glorioso hecho de armas que jamás debiera borrarse de la memoria de los ferrolanos ni de los españoles todos”, en palabras de Montero Aróstegui. 

A principios de agosto me acerqué a rendir homenaje a los heroicos defensores de Ferrol. El monumento, realizado por Guillermo Feal, está instalado en el baluarte de San Juan desde 1978. Las figuras de los remos, fusiles, hachas y el brazo que sostiene la corona de laurel, símbolo de la victoria, luchan ahora contra las malas hierbas y las hiedras que se apoderan del granito. Mal asunto este de que un pueblo no honre y valore a quienes generaciones atrás lo honraron, defendiéndolo de invasiones extranjeras.