martes, 24 de abril de 2018

Paisaje, arte y ciencia

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 24 de abril de 2018

La candidatura titulada El Paseo del Prado y El Retiro acaba de conseguir el apoyo del Consejo Nacional de Patrimonio para entrar en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, en su apartado de Paisaje Cultural. La Villa de Madrid está de enhorabuena. En un par de años tendrá este reconocimiento y su estatus como una de las ciudades más importantes del mundo, desde el punto de vista cultural, saldrá reforzado. 

La unión de cultura y naturaleza forma uno de los pilares de la candidatura. El 75% de las 190 hectáreas que abarca son zonas verdes y contienen tres espacios singulares: El Paseo del Prado, primer paseo arbolado europeo; el Real Jardín Botánico y su cuidado archivo con las expediciones botánicas a ultramar; y el parque de El Retiro, muestra de la cultura del ocio y esparcimiento para disfrute de la ciudadanía. En su entorno están situados nada menos que el Museo del Prado, el Museo Naval (cada vez más visitado y valorado), el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo Nacional de Antropología y el Museo de Arte Reina Sofía.

Otros centros culturales y científicos están incluidos: el Real Observatorio Astronómico, la Real Academia Española de la Lengua y la Casa de América. Y un buen número de instituciones de diverso tipo, con arquitecturas y finalidades diferentes, conviven en el mismo espacio: el Palacio de Cibeles, el Banco de España, la Bolsa, el Congreso de los Diputados, la Iglesia de los Jerónimos, los hoteles Palace y Ritz, entre otros. Todos unidos por calles tan emblemáticas como la Cuesta de Moyano y plazas que albergan las fuentes de Cibeles, Apolo y Neptuno. 

Probablemente en ningún otro lugar de Europa se pueda respirar el espíritu de la Ilustración como en este sitio recogido bajo el nombre de El Paseo del Prado y El Retiro. Las reformas realizadas en la mitad del siglo dieciocho, especialmente, dejaron su impronta gracias a la creación de todas estas construcciones que acogieron las academias, observatorios, museos, archivos y bibliotecas, algunas de las cuales se conservan intactas. 

Fue, ciertamente, el mismo espíritu ilustrado que vio con claridad la necesidad de poseer una Armada fuerte y bien instruida, potenciando para ello los astilleros y arsenales en los departamentos de La Habana, Cádiz, Cartagena y Ferrol. ¡Ah, Ferrol y su Puerto de la Ilustración! Ferrol y su candidatura a Patrimonio Mundial que, a diferencia de la de Madrid, sigue dando tumbos sin un horizonte claro. Ferrol y su Puerto de la Ilustración que no fue ni siquiera mencionado por el director general de Patrimonio de la Xunta de Galicia, presente en el Consejo Nacional. Ferrol que, visto lo visto, tendrá que esperar muchos años a que “su Ilustración” se reconozca. 

miércoles, 18 de abril de 2018

Debate estéril

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 18 de abril de 2018

A Julio Camba le desagradaba que un político fuese al Congreso a leer un discurso. Decía que al Congreso no se va a leer, sino a hablar. Eso implicaba disponer de facilidad para la oratoria, cierta rapidez de pensamiento y capacidad para escuchar a otros interlocutores. El régimen parlamentario es un régimen de palabras en el que destacan los oradores claros, reposados y serenos, capaces de entablar conversaciones llenas de anécdotas y de ironías, sin indignarse jamás, sin descomponerse nunca, sin abandonar la sonrisa ni perder la intención, escribió Camba en Diario de un escéptico.
Claro que para poder hablar en el Congreso –o en el pleno municipal ferrolano- hay que saber hablar, hay que hablar bien. Álvaro Cunqueiro, por su parte, hizo un pequeño estudio de lo visto y escuchado en la televisión de su época de los dirigentes políticos, a los que llamaba “gentes del cotarro” que incluía a los gobernantes o que aspiraban a gobernarnos y se quedó sorprendido “para decirlo en corto y por derecho de lo mal que hablan” (sic).

El presidente Mariano Rajoy se acaba de referir, hace pocos días, al guirigay montado en el caso Cifuentes como el de un debate estéril. En realidad M. Rajoy considera que cualquier debate y todos los debates son estériles. No es partidario de hablar y debatir. Se encuentra más a gusto pensando, en silencio, por la ruta da pedra e da auga de Ribadumia (lugar precioso), un sitio en el que se piensa muy bien, según declaró, al mismo tiempo que pasea rápido, anda deprisa, marcha apurado o sea lo que sea lo que hace cuando viene a Galicia.

El extremo opuesto, el del debate excesivo, repetitivo, abrumador y también estéril lo padecemos más cerca, en los plenos municipales mensuales. Los concejales departamentales se dotaron de un reglamento en el que cada intervención no tiene límite de tiempo, con lo que creían fomentar la libertad de expresión como principio democrático. Los plenos no parecen tener final: empiezan por la tarde y terminan de madrugada, en el mejor de los casos. En otras ocasiones tiene que suspenderse antes de que los concejales huyan o se queden dormidos, dos cosas igualmente desagradables a juicio del maestro Camba. 

Todo esto debido a la escasa capacidad para exponer las propuestas de manera clara y concisa; la gran afición a leer los discursos ya preparados; la nula disposición a escuchar con atención los argumentos de los adversarios políticos y, en definitiva, la gran dificultad que muestran las gentes políticas para encontrar las palabras justas y expresarlas con seguridad y eficacia. Además de cierta dosis de educación, por aquello de que ninguna verdad merece ser dicha a gritos y entre insultos.

domingo, 8 de abril de 2018

Aceite de hígado de bacalao

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 8 de abril de 2018

La fotografía circula libremente en internet, compartida en las redes sociales. Está fechada en 1960. Hay una fila de niños de unos diez años de edad. Ninguna niña. Todos visten igual y tienen el mismo corte de pelo. Tal vez se trate de niños internos en algún orfanato, hospicio, casa-cuna o institución similar. Frente a los niños está sentada una maestra, enfermera o dama de auxilio social vestida con una limpísima bata blanca. Tiene en su mano izquierda una botella grande de vidrio y en la derecha una cuchara, con la que le da a cada niño su cucharada de aceite de hígado de bacalao. Me pareció un documento relevante y lo compartí en uno de los grupos locales de Facebook…y el aceite de hígado de bacalao hizo, una vez más, el milagro de reconfortar y fortalecer el carácter de los ferrolanos. Por una vez -y gracias al brebaje- se volcaron decenas de opiniones, recuerdos y comentarios en un tono distendido, alegre, un tanto nostálgico pero con un claro trasfondo positivo. Se mezclaron vivencias personales, de familiares, amigos y compañeros de escuela.

“Es que en Ferrol teníamos la PYSBE (Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España, S.A.) y ya se sabe que cuando los barcos volvían de sus campañas en junio y diciembre, caía una lluvia de aceite de hígado de bacalao que nos enganchaba a todos”, se dice en uno de los comentarios. Aunque había botellas de aceite de otras marcas, incluso americanas, o que se vendían en farmacias como la famosa Gadional. Todas sabían fatal, como a pescado podrido, fue una opinión unánime. Algunas madres –que no tomaban el dichoso potingue- daban a sus hijos una cucharada de azúcar o incluso una naranja, para aliviarles el repulsivo sabor. En los colegios no se acompañaba con nada; a palo seco, que es como “mejor se aprovechan sus vitaminas y os pone como robles” decía un director.

El aceite de hígado de bacalao sirvió para traer a nuestros días otros remedios que se utilizaban en aquellos tristes años de posguerra. Años de escasez, de mala alimentación, de raquitismo y enfermedades devastadoras que trataron de curarse con lo que se tenía a mano. De vez en cuando, ponches de leche con yema de huevo. O Calcio 20, para fortalecer los huesos. Y una copa de quinito o quina San Clemente, en muchos casos, después de inhalar los vahos de hojas de eucalipto para combatir los catarros y demás enfermedades respiratorias.

Un ferrolano fiel a la causa comenzó a tomar el aceite de hígado de bacalao en los años cincuenta y continúa tomándolo en la actualidad. Eso sí, en cápsulas de gelatina y con sabor a menta o a limón, que ahora no hay porque pasar aquellos malos tragos. Los tiempos cambian que es una barbaridad… 

domingo, 1 de abril de 2018

La casa-teatro de Settaro

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 1 de abril de 2018

El pasado martes 27 de marzo fue el Día Mundial del Teatro. Lo celebré leyendo de nuevo un breve ensayo de Pizzicato titulado El Teatro en Ferrol, una efeméride, publicado en el Almanaque de 1907 dirigido por Leandro de Saralegui y Medina. Pizzicato se lamentaba de que, hasta esa fecha, nadie se había ocupado de escribir una historia del teatro en nuestra antigua villa, aun siendo reconocida la afición a los espectáculos escénicos con una intensidad verdaderamente insólita. Afirma el cronista Pizzicato que Nicolás Settaro, maestro de óperas, natural de la ciudad de Somma en el antiguo reino de Nápoles, construyó en 1769 una casa-teatro entre las de la viuda de D. Agustín Salomón y Rosa Quijano, vecina de La Graña, es decir, “en el mismo solar que hoy ocupa el Café del Comercio, Magdalena 41 e Iglesia 47”. Era un teatro importante para la época, mayor que los que el propio Settaro había construido en La Coruña y Santiago. Contaba con cuatro puertas, dos a cada calle, una gran cazuela central, 29 palcos, 11 lunetas, una araña grande de cristal, distintos bancos y mesas, escaleras para subir al tablado y todo tipo de aperos para el mejor servicio de las representaciones de comedia, musicales y festejos de casino. Era un “espléndido edificio donde nuestros abuelos se solazaron olvidando, al conjuro de la emoción artística, las impresiones de la vida real…”  Ferrol merecía tener un teatro así, tal y como lo demuestra su calendario de éxitos en los últimos años del siglo dieciocho, en buena medida debido al gran crecimiento de su población y a la presencia permanente de un gran contingente de personal de tropas y marinería. La asistencia de todas estas gentes a las representaciones de comedias hizo que los mejores empresarios solicitasen al Ayuntamiento licencias para estrenar sus comedias. Al mismo tiempo por parte del Alcalde Mayor de la Villa de Ferrol y de La Graña, se solicitó al Capitán General de Marina y al Gobernador Militar de la Plaza, que tomasen medidas para que el personal bajo su jurisdicción “observasen buen método y orden, sin mezclarse los hombres con las mujeres en la Cazuela, ni fumar, silbar, palmetear, hacer algazara, ademanes impropios y otros excesos que interrumpan y causen escándalo, etc…”. El teatro llenó todas sus funciones de forma continuada hasta 1800, fecha del ataque de las tropas inglesas -derrotadas en la batalla de Brión-. La crisis de la Armada, la posterior guerra contra los franceses y los problemas económicos y de suministros de la población, desembocaron en el incendio, tal vez intencionado, del coliseo de Settaro en 1807. Diez años más tarde, en 1817, D. Vicente Lembeye levantó el Teatro Principal, pero esa es otra historia.