domingo, 24 de junio de 2018

Acogida

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 24 de junio de 2018

Ferrol es una ciudad acogedora. Una ciudad cargada de historia de integración de miles de hombres y mujeres provenientes de otros puntos del territorio nacional, europeo y americano, fundamentalmente. Desde hace más de dos siglos se hizo imprescindible que llegaran a la Villa de Ferrol personas que ayudasen en la construcción de los arsenales y en la construcción de buques. Ferrol inscribió en su padrón de habitantes a ingenieros muy cualificados y operarios sin ninguna cualificación, incluso de la llamada cuerda de maleantes y malentretenidos. Recibió con los brazos abiertos una “colonia inglesa”, en la constructora naval, que ayudó a mejorar considerablemente la ciudad, con su teatro inglés, su escuela británica, la creación de un equipo de fútbol y los scouts; el resultado fue un vocabulario único en el mundo: el ferrolano. Llegaron en diferentes etapas familias de comerciantes procedentes de la maragatería y cántabros y catalanes. Y continúan haciéndolo muchos profesionales de la Armada. Ferrol es, en definitiva, una gran mezcla integradora, acogedora, civilizada y culta de miles de apellidos de diferentes orígenes. El carácter del ferrolano, sus costumbres y su posición ante la vida, se puede entender -al menos intentarlo- sólo desde esta perspectiva de mestizaje e integración de lo diferente.

Desde la corporación municipal se anunció que Ferrol se iba a convertir en una ciudad de acogida para ayudar a dar solución a la llegada de refugiados en el buque Aquarius. Una muy buena decisión que muestra los auténticos valores de nuestra sociedad. Lamentablemente a la hora de escribir esta crónica (jueves 21 a las 10,00 hs.) nuestra ciudad continúa sin aparecer en el listado oficial emitido por la Federación de Municipios y Provincias, en el que sí están 30 ciudades y villas gallegas y más de 300 de toda España. De nuestro vecindario figuran Moeche y Mugardos, gesto que además de honrar a sus pueblos demuestra agilidad y eficacia en sus representantes políticos. Esperemos que esta deficiencia se subsane pronto y la ciudad se prepare para acoger, una vez más, a algunas de las personas que buscan sobrevivir. Hombres y mujeres que escapan de la miseria, del terrorismo, de la guerra. Huérfanos que saben que el ébola les mataría muy pronto, como mató al resto de su familia. Jóvenes que tienen una esperanza de vida no muy superior a los 45 años. Personas de diferentes religiones y nacionalidades que entregaron todo su dinero a las mafias para comenzar una travesía de hambre y sed, de violaciones, golpes y muerte, en muchos de los casos; dispuestos a enfrentarse a una mar desconocida, sin saber nadar ni conocer su destino. Con el único horizonte de conservar su propia vida.

domingo, 17 de junio de 2018

Sociedad de Amigos del País de Ferrol

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 17 de junio de 2018

Este mes de junio se reunieron en Jaén representantes de las más de cincuenta Sociedades Económicas de Amigos del País activas en España. En Galicia contamos, desde 1784, con la Real Sociedad Económica de Amigos del País de la Ciudad de Santiago, institución sobre la que ya hablamos en estas páginas. Las Sociedades Económicas forman parte del legado de la Ilustración. Nacieron amparadas por el rey Carlos III e impulsadas por Campomanes, creador del llamado Manifiesto de Campomanes en el que se expresa “el deseo de que se establezcan estas sociedades por España y América para conseguir la pública felicidad de la nación”. En ellas se involucraron muchos de los hombres más cultos del país: militares, clérigos, comerciantes, filósofos, pensadores y hombres de ciencia, con el noble propósito de desterrar la desigualdad, el analfabetismo y el atraso secular heredados del Antiguo Régimen. Figuras como Jovellanos y Olavide tuvieron la valentía de enfrentarse a los preceptos de la Inquisición -del rezo, silencio y orden debido- para estimular la creación de tertulias, lecturas de periódicos y fomentar la educación. Se hizo popular el lema “Socorrer Enseñando”, explicativo del empeño en crear escuelas de Primeras Letras, de Artes y Oficios, de Agricultura, escuelas de Hilazas y Mantelerías, estudios sobre la pesca, además de escuelas de dibujo, música y otras artes.

En Galicia, además de la de Santiago se creó una Sociedad Económica en Lugo (se mantuvo activa pocos años) y el Real Consulado en La Coruña, entidad que desempeñó funciones similares en materia educativa además de las propias del comercio marítimo. Ambas ya desaparecidas, aunque del Consulado coruñés sigue funcionando su Biblioteca. Pero también se registró, en un intento frustrado, la Sociedad de Amigos del País y Escuelas Prácticas de Agricultura de Ferrol. Consta en el archivo municipal el acta firmada un 17 de junio de 1813 por treinta y tres personalidades de esta ciudad, entre los que reconoceremos los nombres del marqués de San Saturnino, el intendente Francisco Roldán, el capitán de navío Manuel Herrera, el abogado Ventura Taxonera, Andrés Antelo como director de la Fábrica de Moneda de Jubia y el diputado en las Cortes de Cádiz José Alonso López Nobal. Se hicieron los trámites para su puesta en marcha en un triste y desgraciado momento. Fernando VII había alcanzado el trono y un infausto 4 de mayo de 1814 firmó el Decreto de Valencia por el que se derogaba el régimen constitucional de 1812 y la práctica totalidad del reformismo ilustrado. La Sociedad de Amigos del País de Ferrol no pudo desarrollarse. Nacía otro período oscuro de nuestra historia.

domingo, 10 de junio de 2018

Casi todo vale menos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 10 de junio de 2018

A Mariano Rajoy se le pasó el tiempo rapidísimo, tanto que no tuvo ocasión de pensar en el futuro. M. Rajoy dedicó sus esfuerzos a recrearse en la herencia recibida al tomar posesión como presidente del gobierno. No hubo un solo discurso importante en el Congreso de los Diputados, desde el atril del Palacio de la Moncloa o a través del plasma de Génova, que no tuviera como hilo argumental la situación catastrófica en la que había encontrado España y los ímprobos esfuerzos que tuvo que hacer para rescatarla. Así empezó su primera legislatura, aprobando un gran paquete de recortes, eliminando inversiones, pidiendo dinero a Europa para rescatar a una parte ineficiente del sistema financiero y aumentando todo tipo de impuestos y tasas para incrementar los ingresos públicos. Fue memorable aquella intervención en el Congreso de los Diputados, en medio de aplausos, sonrisas y vítores por parte de la bancada conservadora. Tanto que marcó el resto de sus mandatos, en los que el expresidente Rajoy continuó aplicando tenazmente su estrategia política: no gastar lo que no se tiene, hacer las cosas como Dios manda, no adelantar acontecimientos, no tomar ninguna decisión porque eso es también una decisión, no jugar al pan para hoy y hambre para mañana y saber gobernar sin volverse loco. Una estrategia inspirada en su propia filosofía rajoyniana: salvar las cuentas de España aunque se devaluase la vida de los españoles. Y en eso estaba cuando una mayoría absoluta del Congreso le arrebató su presidencia y su Gobierno. Le pilló desprevenido, con los cálculos mal hechos sobre la aberrante corrupción, solo una semana después de haber conseguido el apoyo de esa misma Cámara para aprobar los presupuestos. Con un país cada vez más lejos de pertenecer al G-8. Una Sanidad que pasó de ser la décima del mundo al puesto diecinueve. Las relaciones laborales y los convenios colectivos devaluados. Los salarios y las pensiones con menor capacidad adquisitiva. Mariano Rajoy devaluó la libertad de expresión, la dignidad política, la cohesión social, el equilibrio territorial y la cultura. Despachó la brecha salarial entre hombres y mujeres con una sentencia: “mejor no entremos en esos asuntos”. Devaluó el juego democrático vetando desde Moncloa acuerdos tomados por mayorías parlamentarias. Asistió impávido a la pérdida de valor de su partido político a manos de un nuevo partido conservador carente de programa, de experiencia y de implantación territorial. Hasta devaluó el idioma castellano, creando decenas de expresiones sin sentido e incoherentes. Ferrol, en los mandatos de M. Rajoy, también perdió peso relativo en Galicia y Galicia dentro de España. Desgraciadamente.

domingo, 3 de junio de 2018

Un café con Torrente Ballester

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 3 de junio de 2018

En el mayor tratado en español sobre el café, Los cafés históricos escrito por Bonet Correa, están recogidas decenas de opiniones de los referentes del pensamiento, la filosofía, la política y la literatura. Para Benito Pérez Galdós un café era una gran feria en la que se cambiaban infinitos productos del pensamiento humano. Stefan Zweig definía a los cafés como los clubs de la democracia. Para el genial Gómez de la Serna el café era el Consejo de Estado que nadie va a consultar pero que forma parte de la opinión de la calle. Zamacois los definía como abreviatura del mundo. Y así podríamos continuar con figuras como Pessoa, Voltaire, Sartre, Steiner, Umbral, González Ruano, Azaña, Unamuno, Camba, Valle Inclán y, por supuesto, Gonzalo Torrente Ballester.

En la Fundación Torrente Ballester de la compostelana Rúa do Vilar tuvo lugar la exposición Un café con GTB. En la obra -y la vida- de Torrente Ballester se observan varias constantes. Sus referencias a la mar, el apoyo de muchos paisajes gallegos en miles de fotografías y su identificación con un tertuliano de café, son algunas de ellas. En la exposición se mostraron todos estos elementos. Don Gonzalo aparece fotografiado en el café Novelty de Salamanca, en el Monterrey de Baiona, en el Gijón de Madrid. Pero también se colgaron bodegones hechos por el propio Torrente, en los que combinaba teteras, cafeteras, tazas, máquinas de escribir y paquetes de Ducados. Y citas sobre las tertulias de café en algunas de sus obras, como la ferrolanísima La boda de Chon Recalde.

La escultura de Torrente en el Novelty daba la bienvenida a la exposición. Apoyado en la mesa-velador con sobre de mármol blanco y sentado en la silla thonet, invitaba a sentarse con él y recordar todas y cada una de las tertulias que en su vida fueron. Consideración especial debieran tener las de los cafés Suizos. En los años 40, en el Café Suizo de la calle Real ferrolana. Más adelante en el Suizo compostelano, al lado de la facultad de Geografía e Historia. Y, obviamente, como caballero de La Tabla Redonda, tertulia celebrada en el Café Suizo de Castroforte del Baralla que compartía con el obispo hereje Jerónimo Bermúdez, el canónigo Jacobo Balseyro, el almirante John Ballantyne y el vate Joaquín Barrantes.

El apego y cariño por los cafés históricos, como los Suizos, lo dejó escrito GTB en un artículo de 1984 titulado París bien merece una misa. Don Gonzalo alababa el interés de los franceses por conservar sus cafés mientras que los españoles siempre pensaban en cambiar sus decoraciones, e incluso en sustituir cafés por oficinas bancarias. Terminaba afirmando: “Un Café puede hacer historia, un Banco jamás. Ni apenas el Nacional”. Que gran enseñanza.