domingo, 26 de agosto de 2018

La iguana ferrolana

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 26 de agosto de 2018

Se llamaba serpiente de verano a aquella noticia intrascendente, de relleno, casi un chascarrillo, propia de aquellos meses estivales en los que no pasaba nada. Las redes sociales están llenas de serpientes de verano en todas las estaciones del año. También de noticias repetitivas, falsas, de cotilleo y así. Hasta que empiece el curso político y la liga de fútbol, que entonces la cosa cambia. Aunque en Ferrol, sitio distinto, la ciudad del abrazo perdido, dónde se acaba el mar o dónde Europa comienza, según el poeta que le cante, a la serpiente de verano le salió una competidora: la iguana ferrolana. Una iguana de cerca de dos metros que se escapó de su terrario y se precipitó a la calle desde el segundo piso en el que vive. A dónde querría ir, ¿a la playa para mascotas? Nada, en Ferrol no hay. ¿A estirar las patas un rato? Muy ingenua la iguana, no sabe que el adoquinado ferrolano es, a su altura, peor que pasar una pista militar o un campo de fochancas sin fondo. ¿A una fiesta indiana, por aquello de que sus orígenes son latinoamericanos? En Ferrol no la iba a encontrar. Las fiestas indianas las celebran en Ares, Fene, Cedeira y ahora Betanzos, en una preciosa romería en su Pasatiempo. Definitivamente, la iguana ferrolana tenía un despiste extraordinario; menos mal que la policía, alertada de su presencia, la retuvo en el cuartel de San Juan hasta que apareció su dueño.

El mismo despiste lo tuvieron, en este verano caluroso, varios políticos departamentales. Al concejal Basterrechea le costó un disgusto que se filtrara el cartel y el programa de las fiestas de verano. Los críticos festivaleros están poniendo de vuelta y media el cartel, que no gusta, y las fiestas, que no tienen orquesta. ¡Menudo panorama! Al alcalde Suárez, en sus días de descanso, le filtraron la no-noticia de que no se iban a convocar las oposiciones municipales. El primer edil no tuvo más remedio que dar una rueda de prensa para desmentir el desmentido, y de paso anunciar la retahíla de asuntos pendientes que lleva tres años anunciando: obras en el mercado de Caranza, pasarela de Santa Marina, reforma de la plaza de Armas, etc, etc… Aunque su auténtica serpiente/iguana veraniega la está teniendo el señor Suárez con la tumba que la familia Franco tiene en Catabois. ¡Menudo lío tiene en su fuero interno el alcalde-presidente!

En fin. Que este verano preelectoral pasará a la historia porque en él aparecieron la tumba de la familia del dictador y una iguana grande, mucho más grande que un lagarto y más pequeña que un dragón. Por lo demás, me pregunto a 30 grados a la sombra, cuáles serán las razones para tener como mascota a una iguana vegetariana, indiana y ferrolana…

domingo, 19 de agosto de 2018

Todo el saber del mundo

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 19 de agosto de 2018

El navegante cartagenero Pérez-Reverte retrató como nadie el espíritu de la Ilustración en su novela Hombres buenos (Alfaguara, 2015). Pérez-Reverte, reportero, periodista, escritor y académico, armó allí una trama para describir el clima de agitación intelectual y moral del Siglo de las Luces. La Real Academia Española le hizo el encargo a dos de sus miembros, el bibliotecario Hermógenes Molina y el almirante Pedro Zárate, de viajar al París de finales del siglo XVIII y comprar la enciclopedia editada por D’Alembert y Diderot, prohibida en España. La Enciclopedia ilustrada, fruto del trabajo de filósofos, científicos, artistas, políticos y literatos, orientados por las luces de la razón, estaba destinada a arrinconar las viejas ideas absolutistas; contenía todo el saber del mundo, los conocimientos más avanzados, las nuevas ideas que permitirían conseguir la felicidad de las gentes. Eran, por supuesto, los años de las tertulias en los cafés, del despegue académico, de las agitaciones políticas y sociales. Eran años en los que también se fortalecían los Estados, sus estructuras administrativas, sus ejércitos. Arturo Pérez-Reverte lo lee bien en la huella de su Cartagena natal, y también lo vemos reflejado en los departamentos de Ferrol, Cádiz y el extraordinario desarrollo del Madrid dieciochesco.

Ferrol, -del que Pérez-Reverte lamenta que no le dé más importancia a su heroica defensa ante el ataque inglés en la batalla de Brión-, comenzó a atesorar, en esos mismos años, todo el saber que llegaba a la ciudad. Lo conserva en la Biblioteca Naval, una de esas bibliotecas que bien pudieran encajar en la definición borgiana del paraíso. Muebles de maderas nobles procedentes de antiguos buques, instrumentos navales, metopas y cuadros que decoran los escasos espacios en las paredes que dejan libres los enormes armarios libreros. El de las enciclopedias: Gran Enciclopedia Rialp; Gran Larousse Universal; Encyclopaedia Británnica; Encyclopedie Methòdique. El armario de los diccionarios de idiomas. El que contiene los libros de leyes, usos y costumbres de los pueblos. El armario librero de los atlas y tomos de geografía. El de los libros de viajes y expediciones. Y el extraordinario armario que contiene los libros de astronomía y las ciencias de navegación. 

Tal vez, en algún momento, en los estantes de esta biblioteca estuvieron los tomos de la Enciclopedia de D’Alembert y Diderot, al servicio de los ingenieros, maestros, marinos y amantes de la filosofía, las ciencias y las artes. En cualquier caso, la pátina que a sus paredes impregnaron con todo el saber del mundo los filósofos e ingenieros progresistas de la Ilustración permanece allí, cientos de años después.

domingo, 12 de agosto de 2018

El bando del alcalde Juan Flórez

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 12 de agosto de 2018

El ferrolano Juan Flórez, alcalde de La Coruña, escribió uno de sus bandos municipales en julio de 1854. Hace 164 años que este político liberal, teniente de navío de la Armada e hijo de otro ferrolano marino de guerra, consideró oportuno llamar la atención sobre los “excesos de los muchachos que cometían múltiples desmanes”. Juan Flórez había vivido su infancia y juventud en Ferrol, donde cursó estudios en la Escuela de Guardiamarinas. Después de pasar varios años en la Marina ocupó diferentes destinos en organismos públicos con sede en La Coruña. Allí tomó la decisión de dedicarse plenamente a la política. Fue alcalde herculino en un par de ocasiones y después diputado en las Cortes madrileñas. Las crónicas hablan muy bien del legado de Juan Flórez y la ciudad le dedicó una de sus calles principales. El alcalde Flórez luchó contra el hambre y la pobreza, reforzó las ayudas a la beneficencia, potenció las obras públicas en las que se contrataba a los vecinos desfavorecidos para que obtuvieran un salario y mejoró considerablemente los hospitales, el acceso al agua y la educación. No debemos olvidar lo que suponía ser liberal en el siglo XIX: progreso, respeto a la Constitución vigente, apoyo a los avances científicos, políticas de igualdad, etc…Pero también suponía una apuesta decidida por los valores de la convivencia, el civismo y la condición de ciudadanos de pleno derecho. Por eso Juan Flórez, ante las justas quejas de los vecinos, decidió poner freno a las batallas con piedras, carreras desmedidas e insultos a los mayores, y en un bando delicioso dejó claro que se prohibían estas malas prácticas, siendo “corregidas todas estas faltas gubernativamente con multas a los padres…que impondré sin contemplación ninguna”. En caso de insolvencia de los padres, “los hijos serán detenidos en la Casa Consistorial por el tiempo proporcional a la multa, para que les sirva de corrección”. Vamos, como diríamos en Ferrol, pasarían un buen tiempo en el cagarrón, que así se llamaban las celdas municipales. 

Transcurrieron 164 años de aquel bando. Los periódicos recogen estos días actos vandálicos graves ejecutados por los muchachos de hoy. Pintadas a monumentos como el de Pablo Iglesias o el marqués de la Ensenada; grafitis en la catedral de Santiago; destrozos en jardines de todas las ciudades gallegas después de celebrar sus botellones semanales; roturas del mobiliario urbano y de los centros deportivos, mercados de abastos, vagones del ferrocarril, etc... Juan Flórez, el marino ferrolano alcalde de La Coruña, intentaría frenar todos estos desmanes “que sólo pueden proceder del abandono de los padres en la vigilancia y educación de los hijos”. 

domingo, 5 de agosto de 2018

Filántropos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 5 de agosto de 2018

Se está celebrando en Londres y París el aniversario del nacimiento de Sir Richard Wallace, viejo conocido ferrolano -dicho sea de paso-. Richard Wallace nació en julio de 1818 en Londres. Fue llevado a la edad de 6 años a París por su madre Agnes Jackson, donde lo dejó al cuidado de una niñera. Heredero de una importante fortuna, Wallace dedicó buena parte de su vida a coleccionar obras de arte. En el Wallace Museum se conserva una importantísima muestra de pinturas, muebles, joyas, porcelanas, armas y toda clase de artes decorativas. Pero además, en su etapa parisina, el refinado Wallace dedicó una buena parte de sus dineros a hacer obras en beneficio de la comunidad. Su inclinación por ayudar desinteresadamente a los demás le llevó a financiar un hospital y comprar grandes lotes de víveres para repartir entre los vecinos. Y contribuyó, decisivamente, a dotar de agua limpia, potable y gratuita a toda la población parisina, gracias a las conocidas como fuentes wallace. Se conservan en la Ciudad de la Luz unas 120 fuentes wallace, en sus diferentes tipologías. El escultor Charles Auguste Lebourg había recibido el encargo del filántropo Wallace para diseñar y construir fuentes de hierro fundido, duraderas, reconocibles, eficaces, capaces de suministrar agua sin contratiempos ni averías y, además, que tuviesen importante valor estético y ornamental. Se construyeron fuentes adosadas a paredes, otras de tipo columna y, las más llamativas, las grandes fuentes cuyo cuerpo central son cuatro figuras femeninas. ¿Saben de cual les hablo? Efectivamente, del modelo de la fuente wallace de nuestro parque municipal. Un conjunto escultórico que según algunas interpretaciones se basa en la representación femenina de la sobriedad, bondad, caridad y simplicidad. Otros autores ven allí las cuatro estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Y hay quien eleva el simbolismo hasta las cuatro virtudes cardinales descritas por Platón: justicia, prudencia, fortaleza y templanza. Probablemente el gran protagonista de esta crónica, Don Juan Romero Rodríguez, era poseedor de todas estas virtudes. Juan Romero, industrial del comercio, fue el benefactor que compró la fuente wallace en la Exposición Universal de París de 1889 y la donó al pueblo ferrolano. Primero se instaló en el mercado de abastos, después en la plaza del marqués de San Saturnino y, por último (aunque esto no se pueda dar por definitivo), como un adorno rodeado por una pileta de agua, en el parque municipal. Ferrol se suma así a la nómina de ciudades que atesoran una fuente wallace, en la que bien podría recordarse con una placa el noble gesto del señor Romero Rodríguez, comerciante y filántropo.