domingo, 25 de noviembre de 2018

Modernidad verde

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 25 de noviembre de 2018

Ferrol tiene más de cincuenta mil vecinos censados. Esto es un hecho objetivo (un dato es un dato, que diría Manquiña) aunque es verdad que los concejales inquilinos de la Casa Consistorial se empeñan en reducir la cifra y hacer que la ciudad descienda en el escalafón. De momento ahí está, en el grupo de esas más de ciento cincuenta ciudades más pobladas de España. Para ellas el Gobierno tiene previstos muchos planes, como no podía ser de otra manera. Uno de los más importantes será el de la restricción del tráfico en los centros urbanos, para 2023, con el objetivo de frenar la contaminación. Las ciudades más grandes, españolas y europeas, ya lo están haciendo. Algunas impiden que los coches más contaminantes circulen uno o varios domingos al mes. O toman medidas cuando hay alertas por contaminación dejando solo que circulen coches con matrículas pares o impares. Hay ciudades que han potenciado el uso de la bicicleta, el tranvía y los microbuses eléctricos o híbridos. Berlín, modelo de ciudad cuidadosa con su entorno, tiene en estudio la gratuidad del transporte público, aunque ya en este momento es barato y extraordinariamente eficiente. Y aquí, en nuestra admirada Villa de Madrid, vemos como se continúan peatonalizando calles o enlenteciendo su tráfico, en zonas tan relevantes como la Gran Vía.

El camino hacia una modernidad verde es imparable. Cada día nos familiarizamos más con los conceptos de sostenibilidad, transición ecológica, economía circular y similares. La lucha contra el ascenso de las temperaturas, el cambio climático y la contaminación -de todo tipo- ha dejado de ser territorio de unos pocos científicos ecologistas. Todos los programas políticos recogen la intención de favorecer cambios y mejoras en esta dirección, salvo los de algunos iluminados negacionistas que, desgraciadamente, presiden los gobiernos de potencias como EEUU o China. 

El caso de Ferrol es paradójico. Le afectarán las medidas restrictivas que impondrá el Gobierno si bien es verdad que no parece que, justo en su centro urbano, padezca un problema de contaminación del aire producido por el tráfico. Las calles trazadas con tanta exactitud en el barrio de La Magdalena, de diez varas castellanas de ancho (8,36 metros), ya fueron pensadas para que el aire circulara libremente y la luz llegara a las casas. Se habían tomado todo tipo de medidas “higienistas”: pavimentos en las calles, eliminación de soportales, prohibición de tener animales en las casas, creación de una alameda, por citar algunas, en aquel momento de gran crecimiento de la población. La historia nos hace un guiño; antes fueron medidas higiénico-sanitarias, ahora lo serán contra la contaminación del aire.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Ni está ni se la espera

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 18 de noviembre de 2018

Entre unos y otros han conseguido situar la candidatura de Ferrol de la Ilustración en el lugar al que nunca debió llegar: la confrontación política, las acusaciones entre partidos, las disputas entre administraciones. El gobierno local, que parece que ahora quiere tomar las riendas de la gestión (después de que estuvo dando tumbos durante años en manos de diferentes gestores), acusa a la Xunta de ninguneo, de que no se le hace caso y de que solo se acuerda de las candidaturas de la Ribeira Sacra y de las Islas Atlánticas. Los departamentos correspondientes de la Xunta acusan al gobierno ferrolano de que han hecho mal las cosas, de que la documentación tiene muchos errores y de que todavía no se ve el órgano ni el plan de gestión escritos en el texto. El resto de administraciones implicadas, especialmente las llamadas a formar parte del futuro Consorcio, Fundación, Consejo, Patronato, o lo que proceda, están en compás de espera. En el documento presentado por el actual gobierno –que es poco más que un “collage” de la documentación ya existente, gracias a la diosa fortuna- se recoge una declaración de intenciones a favor de tener en cuenta a la Armada, la Universidad, Academia de Bellas Artes, etc…, como si se dejara caer una invitación a terceros en discordia. Da la sensación de que la empresa consultora que lo redactó dio por superados otros textos (como el presentado en Europa para solicitar los fondos EDUSI) y ya no se considera una amenaza la dependencia de buena parte del patrimonio del Ministerio de Defensa, ni una debilidad que el patrimonio musealizado lo gestione la Armada y no pertenezca a la ciudad. Aquí caben una reflexión y algunas preguntas. ¿Alguien, en su sano juicio, puede imaginar que se incluya en un plan de gestión un bien como la Catedral de Santiago sin tener en cuenta al Arzobispado compostelano? ¿Hay quien pueda creer, si tiene dos dedos de frente, que sería posible trazar el futuro de la Torre de Hércules, un faro en pleno funcionamiento, sin contar con la Autoridad Portuaria? Por la misma regla de tres, ¿es razonable intentar dar los pasos definitivos en la candidatura de Ferrol de la Ilustración, cuyo corazón y razón de ser es el Arsenal ilustrado que fuera asombro del mundo, sin la concurrencia principal de la Armada Española? 

Se anuncia para dentro de unos meses la presentación de un nuevo documento revisado y corregido. Es, probablemente, una buena ocasión para simplificar el actual, eliminar redundancias y algún que otro párrafo inoportuno. Si se busca el beneplácito del Ministerio de Cultura y el reconocimiento de la Unesco será imprescindible superar este contraproducente embrollo de luchas partidistas. Veremos.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Proyectos... ¿Qué proyectos?

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 11 de noviembre de 2018

Hace mucho tiempo, una eternidad, presidía el Gobierno de España Mariano Rajoy, aquel pontevedrés nacido en Compostela. Ustedes se acordarán. Era un político curtido en la administración local, primero, y la autonómica, después, hasta que “tropezó” con Manuel Fraga quién lo desterró a Madrid. Su paso por la política nacional tanto en cargos orgánicos del partido conservador como al frente de distintas carteras ministeriales es de sobra conocido y, por algunos, aplaudido. Como aplaudidas –con gran entusiasmo y alegría- fueron las medidas guiadas por los recortes y la austeridad que tomó nada más hacerse con el control del ejecutivo. Una política austericida de manual que en lenguaje rajoniano explicaba así: “Hay que hacer la economía como dios manda”, “No se puede gastar lo que no se tiene” “A mí me gustan los bancos”, y otras similares. Tanto le gustaban, los bancos digo, que pidió a Europa un carro de miles de millones de euros para su rescate, en nombre del Reino de España, que está por ver de qué forma y en cuántos años se devuelven a las arcas públicas. Y todo esto en beneficio de España y los españoles, naturalmente, frase machaconamente repetida por Rajoy hasta convertirla en su eslogan.

Servidor de ustedes estaba convencido de que este enfoque basado en los grandes ajustes macroeconómicos había sido ya superado. Varios países europeos y hasta el Fondo Monetario Internacional habían reconocido que no se podía ralentizar ni devaluar tanto la Economía. Era necesario hacer crecer el consumo y los salarios. Se abría la posibilidad de reactivar las políticas de inversiones, el refuerzo del estado del bienestar, la mejora de los servicios a los ciudadanos. Es paradigmático el caso de Portugal, aunque su peso no sea muy grande en el concierto internacional. Sin embargo, aquí en casa, por los pasillos del palacio municipal y en el salón de los “plenos de corrala” (calificados así por Jorge Suárez), se vuelven a escuchar frases similares a las de Rajoy. El alcalde Suárez quiere pasar a la historia por ser el que más redujo la deuda municipal. En su mandato devolverá a los bancos 11 millones de euros, detrayendo los recursos de las inexistentes inversiones. Lo justifica así: “Amortizar deuda es positivo” “Quién mucho abarca poco aprieta” “Isto vai en beneficio da veciñanza” o, la más graciosa de todas: “Es que no hay tiempo ni proyectos en los que invertir”.

Ferrol, ciudad sin tiempo ni proyecto. Ferrol, sin inversiones ni obras que lo mejoren. Ferrol, que ve como un gobierno rebelde se comporta igual que su antecesor gobierno conservador y aplica sus mismas recetas económicas. Ferrol, que conoce su pasado, sufre su presente y busca su futuro.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Progreso

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 4 de noviembre de 2018

El doctor Lores, alcalde de Pontevedra, explicó las virtudes de las ciudades gallegas y sus magníficas condiciones para convertirse en lugares agradables donde vivir. Incluso en Ferrol. El alcalde Lores, que había estado destinado en Lugo como médico de familia, comenzó hablando de la belleza de Lugo. Continuó con Santiago y Ourense, como dejando claro que estas tres ciudades, junto con Pontevedra, eran sus preferidas. Pero fue más allá y se atrevió a diagnosticar el potencial de A Coruña y Vigo, aunque sin gran entusiasmo. Y ya, cuando parecía que daba por finalizado su recorrido, se acordó de la ciudad departamental para exclamar su famosísimo “incluso Ferrol”, remarcando que hasta Ferrol tenía posibilidades. Con estas dos palabras, incluso Ferrol, el alcalde Lores dejó escrito un tratado completo del estado de crisis de la ciudad, de su peor posicionamiento en el grupo de las siete grandes ciudades gallegas, y hasta de su valentía política para afirmar que, con sus conocimientos y experiencia, sería capaz de sacar a la ciudad naval del mal estado en que se encuentra y convertirla en un lugar acogedor y agradable. ¡Qué grande el doctor-alcalde Lores!

Me acordé de esta reflexión del político pontevedrés cuando estaba leyendo un informe publicado recientemente acerca del gran momento histórico en que vivimos. A estas alturas del siglo XXI los grandes indicadores del progreso demuestran que, sin duda de ningún tipo, cualquier tiempo pasado fue peor. Incluso en Ferrol. En 1950 más de la tercera parte de la población mundial padecía miseria extrema; hoy esta tasa ha caído por debajo de la décima parte. Cada vez vivimos más y disfrutamos de mejor salud; ha mejorado considerablemente la alimentación, el uso de vacunas y el control de natalidad. Incluso en Ferrol. La educación es la tercera partida presupuestaria de los países desarrollados; el número de personas capaces de leer y escribir nunca había sido tan alto, incluso en Ferrol. Los incrementos de las libertades individuales y colectivas, la capacidad de participación y decisión de la ciudadanía son los mayores de la historia; hay menos tiranías, dictaduras y poder heredado de origen sagrado que nunca, habiéndose generalizado el sistema democrático como el mejor aceptado por todos. Incluso en Ferrol.

Somos conscientes de que todo va mejor aunque no estemos en el mejor mundo posible. Steven Pinker en su libro En defensa de la Ilustración sostiene que no podemos aceptar el fatalismo, la desigualdad, los autoritarismos, los fanatismos y el rechazo a la ciencia, por mucho que hayamos avanzado en los últimos tres siglos. De ese espíritu de la Ilustración, precisamente en Ferrol, sí competimos por los puestos de cabeza.