domingo, 30 de abril de 2017

La vida en los Cafés

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 30 de abril de 2017

Cuando cierra sus puertas un establecimiento centenario en el centro de la ciudad o en sus barrios cierra algo más que un negocio. Ya se trate de una farmacia, un ultramarinos, una ferretería, una librería y, especialmente, un café, su cierre implica la desaparición de un trozo de la historia ciudadana, de la memoria de sus vecinos, de sus vivencias. Un café con más de un siglo de vida como era el Café Tupinamba, presenta una hoja de servicios llena de personajes y anécdotas, de gentes que quedaron para ir juntas a hacer algún recado. O de amigos que se citaron para “ocupar el ocio agradable de discutir cosas que no sirven para nada, es decir, asuntos importantes”, según la definición que hacía Carlos Casares de las charlas de café. 

En la España reciente nadie le dio la categoría de pieza de arte a los cafés históricos como Antonio Bonet Correa, quién los hizo objeto de estudio durante muchos años y sobre los que escribió nada menos que su discurso de recepción en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Bonet Correa llevó los cafés históricos a los salones académicos y los hizo entrar por la puerta grande en 1987. Años más tarde, en ediciones del 2012 y 2014, publicó en Cátedra el más amplio manual en castellano que recoge las investigaciones sobre estos espacios de sociabilidad. En uno de sus primeros párrafos dice: “El café es un lugar de reunión y de encuentro, de conversación e intercambio social. Es un espacio público y ciudadano. Ágora y plaza mayor cubierta, con un nuevo carácter cívico, en el que igual transcurren lentas las aguas de lo cotidiano que se desbordan las riadas históricas”. Definición que sin duda firmarían Gómez de la Serna: “el café nació como andén de la vida”, o el muy cafetero Josep Plá: “el hombre, además de hijo de sus obras, es un poco hijo del café de su tiempo”.

Ferrol es una ciudad de Cafés y de consumo de café. Es verdad que los cafés se instalaron un poco tarde, a mediados del siglo XIX, en el barrio de la Magdalena. En aquel momento estaban abiertas multitud de tabernas y tiendas de aguardientes, pero la afición por el “licor cerebral” llevó a la apertura del Café del Ángel en la calle Real y, sobre todo, el Café de la Iberia, en la calle Magdalena, en una casa contigua al Teatro Principal. Desde entonces los cafés ocuparon siempre un lugar destacado en las costumbres del ferrolano, ya sea como escenario de operaciones para arreglar los asuntos pendientes, escribir unas letras en un cuaderno, leer el periódico o darle un repaso en condiciones a las gentes políticas de turno. Y siempre saboreando los mejores cafés, que el cacao y la cascarilla ya la toman otros y el té es cosa de algunos ingleses que nos quisieron invadir.

domingo, 23 de abril de 2017

Pescadores de río

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 23 de abril de 2017

Esta temporada los ríos llevan poca agua, tienen pocas truchas y los visitan pocos pescadores. ¡Qué catástrofe! Las informaciones recientes hablan de que hay un treinta por ciento menos de pescadores desde que comenzó la crisis, dato que, de extrapolarse a la comarca ferrolana, supone un auténtico desastre. Al parecer no hay relevo generacional por lo que, si continúa esta tendencia, pronto asistiremos a la primera de las extinciones, la del pescador de río ferrolano.

El pescador de río ferrolano no es un pescador cualquiera. Ustedes ya son conocedores de la hipótesis que yo sostengo, fruto de intensas y sesudas averiguaciones. El pescador de río ferrolano es el más fiel heredero de la Ilustración, del saber enciclopédico y del pensamiento racionalista. Es, dicho en corto, un científico, una fuente de conocimiento que se acerca al río no para hacer deporte ni para pasear por un entorno natural, ni siquiera como un jugador dispuesto a engañar a las truchas y demostrarles su alto grado de pericia con los aparejos de pesca. El pescador de río ferrolano es, como ya demostré en esta misma columna, antes que nada un gran dibujante, analista y observador de todo lo que le rodea. En su escenario natural es capaz de identificar todas las especies de moscas, mosquitos, libélulas, polillas, mariposas y demás bichos voladores que sirven de alimento a las truchas. Posee la habilidad y los conocimientos para hacer el mejor de los análisis físico-químicos con solo saborear el agua y, ya de paso, detecta si hay trazas de pesticidas o fosfatos que impidan que los peces estén merodeando por allí. No hay otros pescadores, vengan de donde vengan, capaces de medir la altura del sol, la velocidad del viento y la probabilidad de lluvia como el pescador de río ferrolano. Y, por supuesto, ningún otro sitúa en la escena de la contienda las mejores habilidades de estrategia y táctica, tan necesarias para sortear el comportamiento huidizo de la trucha, engañarla, capturarla y, naturalmente, volver a soltarla en el río fresca y lozana. 

Esta es una gran verdad. Si pudiéramos entrevistar a las truchas de la comarca veríamos que son las que más echan de menos a los pescadores ferrolanos, aquellos con los que se encuentran a salvo porque los reconocen como amigos. Saben que son amantes de las buenas tertulias sobre la biología, la fauna, flora y el estado de los ríos. Saben que muchas mañanas de pesca las dedican a hacer dibujos y bocetos que luego transformarán en bellísimas acuarelas. Y saben, por supuesto, que los pescadores de río ferrolanos siempre prefieren una tabla de quesos a un plato de truchas. Son unos racionalistas ilustrados en vías de extinción. Una pena.

domingo, 16 de abril de 2017

No salen las cuentas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 16 de abril de 2017

El ministro Montoro presentó los Presupuestos y se armó la marimorena. España entera se consideró agraviada porque a todos les faltan dineros. Los ayuntamientos y comunidades autónomas han puesto el grito en el cielo, algunas con especial virulencia, llamando al ministro y al presidente del gobierno mentirosos, situándolos en ese espacio recién creado de la postverdad. Hasta los independentistas catalanes, a pesar de que Rajoy les prometió cuatro mil millones adicionales, dicen que no se lo creen, que llueve sobre mojado y que solos estarían mejor. 

A nadie le salen las cuentas, excepto a Montoro, lógicamente. España cumplió objetivos en 2016 y los volverá a cumplir en 2017, aunque para ello tenga que seguir cuadrando los presupuestos a mandarriazos y, de paso, salir a dar explicaciones a los pasillos del Congreso del tipo: “es que no han leído bien las cifras; hagan el favor de leerlas bien y verán como estarán de acuerdo con ellas”. Núñez Feijoo, del partido de Montoro, ha dicho que él sí las había leído con detenimiento, que sabe diferenciar lo que se presupuesta de lo que en realidad se gasta, y que va a poner en marcha la comisión de seguimiento que en su día le puso a Zapatero para hacerle un férreo marcaje a los números y para que los gallegos nos enteremos de todo. ¡Tiembla ministro! La federación de municipios gallegos contesta en la misma línea; afirman haberse estudiado los números y presentarán una batería de medidas en su contra para tratar de corregir las diferencias de ingresos con la media de los municipios españoles. 

¿Y cómo van los cálculos en la Plaza de Armas? Sencillamente no van. A la corporación local se le acumulan los deberes de tal forma que los habilitados nacionales (interventor, secretario y tesorero) estarán al borde del ataque de nervios, como en la película de Almodóvar. No son capaces de hacer el presupuesto municipal y continúan modificando el de 2015. Tienen que ir a la repesca de las inversiones europeas por haber suspendido en primera convocatoria. Han de seguir las inversiones de la Xunta y la Diputación. Ahora tendrán que reivindicar las cuentas que Montoro dejó en barbecho para la comarca ferrolana, ya saben, mejoras del tren, contratación de las fragatas F110 y demás.

Al gobierno municipal, por lo visto, se le dan mejor las cuentas galanas basadas en cálculos alegres, lisonjeros y poco fundados, que las cuentas reales, las de ingresos y gastos, las del ayuntamiento y el resto de administraciones, cada una en su ámbito de actuación. La verdad es que son muchas y, tal vez por eso, del galimatías competencial que tenemos en nuestro país resulta el galimatías presupuestario, y así no hay forma de que les salgan las cuentas.

domingo, 9 de abril de 2017

El invernadero

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 9 de abril de 2017

Ya han pasado unos años desde que se terminara la obra, algo que se ha convertido en habitual; véase el edificio de la cuesta de Mella, lo que sucedió con el Hospicio, varios centros cívicos…Ya se hicieron distintos anuncios -con sus correspondientes desmentidos- acerca de a qué se iba a dedicar la instalación y cuando comenzaría su actividad. Quiosco, negocio hostelero, galería de arte, y alguna idea más que, afortunadamente se quedaron en meras ocurrencias. Por fin, superados los plazos y las tentativas imaginativas, las gentes políticas del castillo de los pirulitos anuncian que, definitivamente, el proyecto de pajarera se convertirá en un invernadero. ¡Menos mal! Una noticia buena, lógica, coherente y razonada que recorre la Alameda ferrolana.

El invernadero del Cantón no es el Palacio de Cristal del Retiro, ese que se había construido para cobijar una exposición de la flora tropical de Filipinas. No se asemeja, tampoco, a la estufa de Graells, bellísima instalación del Real Jardín Botánico dedicada a proteger las plantas que no resistían el clima exterior madrileño. Ni al enorme umbráculo del Parc de la Ciutadella de Barcelona, que tiene la categoría suficiente como para ser incluido en su ruta modernista. El invernadero del Cantón es más modesto, más cuquiño, más de ver las exposiciones desde fuera porque dentro no se cabe. Pero es un invernadero. O pretende serlo. Un gran escaparate desde el que ver el mundo de las plantas aromáticas, o de las camelias, o el de los frutales de la comarca. Un lugar que nos enseñe los distintos tipos de vides con los que se producen los vinos, y los cereales alimenticios, y los árboles de los que se extraían las maderas para construir los mejores navíos, o los que daban sombra en los parques y alamedas. También los que se trajeron de ultramar, o las plantas que ayudaron a generar alguno de los grandes cambios en los hábitos y costumbres sociales hace unos siglos: cacao, café, té y tabaco.

El invernadero -ya estoy impaciente por ver su primera exposición- viene a complementar la alameda dieciochesca, la primera en construirse en Galicia para procurar salud, diversión y esparcimiento a los vecinos. Junto al parque y al jardín botánico del campus de Esteiro (el tesoro desconocido), dan forma al pulmón de la ciudad, a esos espacios verdes diseñados para pasear, respirar aire limpio y charlar con los demás. El invernadero del Cantón no ha querido ser una pajarera, y en eso tuvo mucho que ver el espíritu de Julián Sánchez Bort, uno de los diseñadores de la ciudad, cuyo pequeño monumento está en el estanque a solo unos pasos de distancia. Él también estaría contento y alguna vez, estoy seguro, se asomará a ver la flora que allí se exponga. 

domingo, 2 de abril de 2017

Consejos, propuestas y directrices

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 2 de abril de 2017

El Consello Económico e Social de Galicia (CES, en adelante) es un órgano consultivo, una plataforma de diálogo y participación, en la que caben las organizaciones empresariales, sociales y ciudadanas de todo tipo. Eso nos dice su presidenta, la ferrolana Corina Porro, en la página de bienvenida. Allí fija un gran objetivo para esta institución: alcanzar grandes acuerdos que permitan encontrar salidas y proyectar un “futuro de sostenibilidade e cohesión social” (sic). Objetivo loable donde los haya, aunque por otra parte pueda leerse en cualquier declaración de instituciones, organismos y empresas de nuestra geografía. En definitiva, se trata de un Consejo que, como todos los de su mismo rango, se dedica a emitir dictámenes y directrices basadas en cuestiones generales -vagas, lugares comunes- y se concluyen propuestas poco concretas que no molestan a ninguna de las partes implicadas. 

Esto es lo que acaba de suceder con su última publicación: Informe sobre Ferrol e a súa área de influencia. La ferrolana Corina Porro, exalcaldesa de Vigo, le vino a contar al vigués Jorge Suárez, alcalde de Ferrol, todo aquello que contiene el informe y que todos los ferrolanos ya conocen, de largo. Un informe que contiene un análisis DAFO (acrónimo de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) similar a cualquier otro informe que se precie. En sus conclusiones se citan, a modo de propuestas y directrices estratégicas (¡cuánto se abusa de este término!) todas aquellas que cada día se debaten en los cafés tomando unos guarisnais: impulsar un plan de empleo, redefinir y diversificar la política industrial, mejorar las infraestructuras, proteger y sanear la ría, aprovechar el conocimiento generado en el campus industrial, etcétera…

Pues, qué quieren que les diga… Cada vez que leo uno de estos informes que todo lo abarcan y nada concretan, valoro más el trabajo realizado por los sabios ilustrados, como Jovellanos. El asturiano Jovellanos era uno de esos adelantados a los que el Consejo de Castilla, es decir, el monarca español, le pedía que hiciera ensayos sobre diferentes problemas: agrícolas, educativos, sanitarios, de buenas costumbres. La diferencia, ¡enorme diferencia!, era que de esos ensayos salían recomendaciones claras, directas, que se ponían en práctica de forma inmediata. Hoy sería algo así como pasar de la estrategia a la táctica, a los planes de acción, para lo que se requiere, sin duda, mayor conocimiento y compromiso. Valores en los que los filósofos y políticos del siglo dieciocho superaban, con creces, a los gobernantes actuales, poco dados a eso que se conoce como analizar, gestionar y resolver los problemas inmediatos.