domingo, 27 de septiembre de 2020

Ballenas en la ensenada de Prior

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 27 septiembre 2020

Los mares de Galicia son mares de ballenas, de antiguo y de ahora. Los mares de Galicia son como autopistas que cruzan de norte a sur el Atlántico y tanto sirven para el tráfico de barcos como lugares de paso para las ballenas, cachalotes, orcas, delfines y demás cetáceos. Pero además los mares de Galicia, dicen los biólogos, son lugares excelentes para que estos grandes animales marinos se alimenten, por aquello del fenómeno del afloramiento que siempre mantiene las aguas frescas, limpias y cargadas de nutrientes. De esto se aprovechan también las sirenas, asunto conocido por los escritores de café pero todavía no abordado por los técnicos de los institutos marinos. El licenciado Molina no era ni escritor de café ni biólogo marino pero sí era un sabio que ya en el siglo XVI escribió en su Descripción del Reino de Galicia: “Las ballenas ocurren donde las ondas y el mar andan siempre muy altas…aquí (en Galicia) hay gran matanza de ellas…porque de un ballenato, aunque sea pequeño, se sacan 200 arrobas o cántaros de aceite, el cual sirve para todo lo que aprovecha el de los olivos salvo para el comer”.

La costa gallega estuvo siempre salpicada de ensenadas y puertos balleneros. Probablemente el más antiguo -o el primero del que se tiene noticia escrita- fue el ubicado en el puerto do Prioiro. La ensenada de Prior fue un punto de recalada para los balleneros vascongados y franceses, en primer lugar, y gallegos (ferrolanos) después. Se cita ya en 1158, en escrito de donación del rey Fernando II a favor del Monasterio de Sobrado, a cuya comunidad debían pagar un quiñón (una quinta parte) de las ballenas que allí se matasen. Además de en cabo Prior se establecieron puertos balleneros en Estaca de Bares, Rinlo, Cervo, Caión, Cangas, Malpica, Corcubión, Bueu y otras villas, dejando constancia en algunos de los muchos museos marítimos que, afortunadamente, se conservan.

Los mamíferos marinos tienen buena memoria, tal vez tanta como las tortugas. Sobre todo para grabar las rutas por las que deben transitar, como si tuvieran en su código genético las coordenadas de posicionamiento de sus propias cartas náuticas. Por eso los delfines se adentran una y otra vez en las rías, las ballenas y cachalotes suben y bajan siempre por sus corredores y las orcas “costean” cada verano por las cercanías de nuestros cabos y promontorios. Este verano un pequeño grupo de orcas jóvenes estuvieron especialmente activas, jugando con las embarcaciones de menor porte y curioseando más de lo habitual sobre la presencia de navegantes y pescadores. Estaban donde les trajo su memoria, entre cabo Prior y la Estaca de Bares, en estos mares de ballenas -y sirenas- tan llenos de vida.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Inoculados en el Hospital de Marina

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 20 septiembre 2020

Los últimos resultados del CIS muestran que el 40% de los encuestados no son partidarios de vacunarse contra el covid-19. El dato es cuanto menos sorprendente y merecedor de seguimiento los próximos meses. Aunque pensándolo bien no parece que sea nada nuevo en esta España poco dada a la innovación y los avances científicos. Y es que esto sucede ahora con las vacunas, pero ya había sucedido antes con las técnicas de inoculación. La práctica inoculatoria en nuestro país generó un debate de más de treinta años y obtuvo el consentimiento legal para su uso con medio siglo de retraso en comparación con Inglaterra y Francia. Pero  afortunadamente los dictámenes de las reales academias fueron por un lado y algunos grandes precursores continuaron (jugándose la reputación y el pellejo) avanzando por el camino de la ciencia y la investigación.

Este fue el caso de Timoteo O’Scanlan, irlandés nacido en 1726, formado como médico en París y alistado en el regimiento de Hibernia del ejército español en 1756. El médico O’Scanlan era conocedor del método de la inoculación y se convirtió en uno de sus más firmes defensores, algo a lo que contribuyó decisivamente su destino en Ferrol. En 1763 figura en su expediente la anotación de doctor en Medicina, primer médico del Hospital Real y protomédico del Departamento de Marina de Ferrol. Y fue aquí donde profundizó en los estudios sobre la inoculación como técnica eficaz contra la viruela y donde se convenció de que “llegará, pues, tiempo que la España, siguiendo el ejemplo de La Inglaterra, La Francia y La Rusia, adopte sin recelo esta utilísima operación”. La seguridad del doctor O’Scanlan tenía además fundamento empírico. En 1771 se decidió a inocular en Ferrol a “ciento y cincuenta criaturas, conmovido del estrago general que les causaban las viruelas naturales y viendo que ninguno de los remedios que ordinariamente se usan alcanzaba a contener el curso de aquel fatal contagio”. Esto lo escribió en su libro Práctica moderna de la inoculación (1784), que junto a su Ensayo apologético de la inoculación de 1792, formarían dos de los textos básicos para que, finalmente y ya en 1798, se publicara una real cédula aprobando esta técnica predecesora de la vacuna.

Timoteo O’Scanlan murió en 1800 y no alcanzó a saber de los grandes avances de la vacuna de Jenner ni ver partir la Expedición Filantrópica del doctor Balmis del puerto de La Coruña en 1803. Las ciento cincuenta criaturas inoculadas en Ferrol contra la viruela deberían ser recordadas como los veinticinco niños que llevaron en sus cuerpos la vacuna a los territorios de ultramar. Y su extraordinario papel en la historia de la medicina, también.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Doce litines por una peseta

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 septiembre 2020

Ni tristes ni melancólicos. La morriña es cosa del pasado y la saudade es más bien cosa de nuestros hermanos portugueses. Los gallegos somos un pueblo alegre, muy alegre. Lo afirma tajantemente el nutricionista, dietista y tecnólogo de los alimentos Manuel Portela Collazo, profesor de la Universidad de Vigo. Y la culpa, dice este experto en las cosas de comer y beber, la tiene la gran cantidad de litio que contiene el agua de Galicia. ¡Viva el litio!, deberíamos gritar ahora en lugar de alabar el vino o la cerveza, especialmente cuando tomemos como guarisnai un buen vaso de agua rebosante de sales de litio.

En realidad el asunto no es nada nuevo aunque sí es un tanto llamativo. A finales del siglo XIX y principios del XX era frecuente encontrarse en las farmacias diferentes preparados de litio en sobres. Con una caja de doce pueden prepararse doce litros de “agua de litines”. Precio: 1 peseta. Los más famosos eran los “Lithinés del Dr. Gustín”, nacidos en Francia y castellanizados como los litines. Cada sobre hacía el milagro de transformar un litro de agua corriente en una bebida con propiedades muy saludables. “Prescriben contra la gota, la diabetes, el reumatismo, afecciones del estómago, hígado, riñones y previenen cólicos hepáticos y nefríticos”. ¡Y por que no cabían más recomendaciones en la caja y la ciencia médica aún no estaba al tanto de los beneficios en el ánimo y el humor de las personas! Hoy ya sabemos que el litio es eficaz también para combatir la depresión, el desánimo, los trastornos maníaco-depresivos y la inestabilidad emocional. Vamos, que el litio tanto sirve para recargar las baterías de los móviles o los coches como para recargar las baterías anímicas de los gallegos más tristones y convertirlos en el paradigma del tipo alegre del siglo XXI.

Ángel Mato, actual alcalde-presidente departamental (cosa para la que no hacen falta estudios) es Químico de profesión (cosa esta para lo que sí tuvo que estudiar duramente). Como alcalde-químico que es ya está tardando en mandar echar unos camiones de litio en el embalse de As Forcadas. Los ferrolanos se convertirían en los gallegos más alegres, abandonarían la depresión y los impulsos autodestructivos y le darían a la ciudad un nuevo título. Ferrol, la ciudad naval, la cuna de las fragatas, el paraíso de las anclas y la ciudad de los lápices, pasaría a ser también la villa de la alegría. Ángel Mato, alcalde-químico vecino de Canido, debe recordar aquella vieja canción: “Es en Canido donde reina la alegría / Es en Canido donde reina el buen humor / No cambiaremos de carácter ningún día / Aunque nos dieran un millón…” Allí se cantaba, a la sombra del depósito de aguas repleto de sales de litio…que ya no está.

domingo, 6 de septiembre de 2020

La Ilustración está funcionando

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 6 septiembre 2020

Permítanme que traiga aquí la cita completa de Steven Pinker. La Ilustración está funcionando: desde hace dos siglos y medio se viene utilizando el conocimiento para fomentar el florecimiento y el progreso humano. Steven Pinker es uno de los grandes expertos en la Ilustración a nivel mundial. Psicólogo experimental, profesor en Harvard y autor del manual En defensa de la Ilustración, Pinker ha dedicado buena parte de su dilatada carrera a estudiar en profundidad los cuatro pilares que sustentan esta extraordinaria corriente de pensamiento, la Razón, la Ciencia, el Humanismo y el Progreso. Miles de estudios e investigaciones y cientos de teorías validadas dotaron a la Ilustración de un capital de conocimientos que comenzó con la Enciclopedia de D’Alembert y Diderot y llega a nuestros días tratando de explicar, por ejemplo, qué es el virus sars-cov-2 y cómo produce la enfermedad covid-19. Y es que la Ilustración, por resumirla en una frase breve extraída de los propios textos de Pinker, es sobre todo un proceso continuo de descubrimiento y perfeccionamiento.

La ciencia y el conocimiento nos sustentan. Los humanos somos una especie cognitiva que depende de las explicaciones del mundo. Aunque es verdad que determinados individuos se empeñan, también a lo largo de los siglos, en tergiversar, falsear, negar y ocultar las enseñanzas adquiridas gracias a la ciencia. Hoy los llamamos negacionistas. Ciudadanos que se instalan en sectas, se amparan en el anonimato de las redes sociales, dedican su tiempo a propagar bulos y mentiras y rechazan cualquier razonamiento basado en pruebas científicas. Los negacionistas sospechan de cualquier información proveniente de fuentes oficiales, creen que todo el mundo tiene intenciones oscuras y piensan que son víctimas de una persecución organizada. Se apoyan en cuentas falsas o el anonimato que permite Internet para negar la existencia de la pandemia, la eficacia de las vacunas y los grandes avances que la ciencia médica aportan a la humanidad.

Frente a la sinrazón y al negacionismo no caben las explicaciones pero sí el conocimiento. El pasado agosto el CSIC editó en su plataforma de Salud Global el informe Una visión global de la pandemia covid-19. Es público, gratuito y transparente. Recoge los avances de más de 300 grupos de trabajo interdisciplinares en las áreas de prevención, tratamiento clínico, contención y diagnóstico, estudios sobre fármacos y vacunas y el impacto global de la pandemia. La ciencia habla y habla claro. Y nos ayuda, como escribió Álvaro Cunqueiro, a no caminar con largas zancadas hacia el analfabetismo, la barbarie y el menosprecio de la inteligencia.