lunes, 29 de agosto de 2022

Gallegos -y políticos- en el laberinto

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 29 agosto 2022

 

Era lo que nos faltaba para afianzar nuestros instintos complejos y rebuscados. Llevamos milenios fabricando una reputación. Somos, los gallegos en general y los políticos en particular (aprendices, profesionales, recurrentes y plastas, sobretodo plastas), maestros cum laude en la indefinición, la ambivalencia, el circunloquio y el no digo nada y te lo digo todo. Perfeccionamos las herramientas del depende, el contestar preguntando, hacer equilibrios en la escalera, el ti vai facendoy el ya veremos, como nadie en el mundo. Sólo los gallegos sabemos a dónde va la Santa Compaña, tenemos la clave de la existencia o no de las meigas y conocemos el final del camino a San Andrés de Teixido de Fiz de Cotovelo. Y ahora, después de toda esta metafísica bien ajustada nos aparece un laberinto. Y no un laberinto cualquiera si no el laberinto más grande de todas las Españas, mayor que el Laberinto de Horta de Barcelona, el Capricho de la Alameda de Osuna y el de la Granja de San Ildefonso. Nada menos. El Laberinto de Breogán, en su nombre en la página web Labirinto de Breoghán, nació en Vilarmaior, a un paso de Pontedeume, de las manos del paisajista José Luis Meitín y de la cabeza del diseñador Raúl Castellar, a la sazón discípulo de Adrián Fisher quien pasa por ser el mejor constructor de laberintos vegetales de toda Europa. Más de 4.000 árboles, 6.120 metros cuadrados de superficie y un diseño rebuscado le convierten en, así lo definen, un intrincado lugar de fácil acceso y del que es difícil salir. Uno de esos sitios en los que se pierde la perspectiva, te envuelve en una atmósfera claustrofóbica, te sitúa ante una trama de caminos enmarañada hasta que consigue la sensación de desorientación, pérdida y extravío. Vamos, el lugar en el que parecen haberse instalado nuestros políticos de raza, gallegos y ferrolanos de pura cepa. A Alberto Núñez Feijóo la desorientación en la que está inmerso le lleva a aferrarse a lo que mejor sabe hacer: culpar, de lo que sea, a los demás. Al Gobierno, a los partidos opositores, a los de su partido, a los periodistas que le malinterpretan, al INE que cuenta mal los empleos, a Hacienda por hacer mal las cuentas y a Navantia por no haber contratado más floteles de aquellos que iban a salvar Ferrol. Yolanda Díaz está perdida en el laberinto o no está. No está en Podemos, ni en Galicia en Común, ni en el Partido Comunista, ni en ANOVA, ni en SUMAR. Más bien está dividida entre su faceta de ministra de lo laboral, cosa que hace bien, y la institucional de vicepresidenta, cosa que no hace ni bien ni mal. ¿Y los políticos locales ferrolanos, en que vericueto laberíntico se encuentran? Pues parece que perdidos, como buscándose a sí mismos.

lunes, 22 de agosto de 2022

Vamos al cine... o no

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 22 agosto 2022

 

Vamos al cine. Pasaremos un par de horas divertidas en un ambiente fresco, por poco dinero. O todo lo contrario. Ir al cine, en aquellos tiempos (los que fuesen) era una actividad cultural de primer orden. El cine era más que una distracción la mayor parte de las veces aunque hay que reconocer que había muchas películas “de relleno”. Cinema, A las 4 “Capricornio uno”. A las 6, 8 y 10,45 (mayores 14 años) María Pacome y Tonie Marshall en: “Los cateados”. ¿Conoces a los artistas? Ni idea. ¿Sabes de qué va la peli? Pues tampoco. Otra, en el Avenida: 5,30, 8 y 10,45, (mayores 18 años) Malcolm McDowell y Teresa Mannani en “Calígula”. A ver, esta sí que sabemos de qué va pero es para mayores de 18. No sé si pedirán el carnet, aunque en el Avenida si hay mucha gente no se paran tanto. Es verdad, es un poco coladera. Y tienen el aire acondicionado a tope, que casi hay que ponerse chaqueta si no quieres pillar un resfriado. Capitol: 5,45, 8, 10,45 (mayores 16 años), Franco Nero y Sibila Banninang en “El día del Cobra”. Esta estará bien, porque Franco Nero sólo hace buenas películas. Es para mayores de 16 con lo que seguro que no pedirán el carnet. Vale, el Capitol es una buena opción. ¿Y que dan en el Jofre? (Una anotación. En el argot ferrolano se podía decir “dan”, “echan” o “ponen” una película indistintamente, aunque solía emplearse mayoritariamente la expresión “dan” tal película). Jofre: 5,45, 8, 10,45 (mayores 16 años) Chevy Chase y Rodney Dangerfeld en: “El club de los chalados”. Ves, lo que decíamos. Una película de relleno. Una de esas intrascendentes, sin argumento, de risa fácil y decorados cutres. Mejor nos olvidamos del Jofre. Madrid-París: 4, 6, 8, 10,45 (mayores 18 años) André Chanel y Thievy de Bren en “Parejas cómplices”. Pues esta tampoco suena de nada y para eso no hace falta ir hasta el Madrid-París, que queda un poco alejado. ¿Y no hay nada en el cine Callao? Pues no, sigue cerrado y dicen que lo van a tirar. ¿Y en el Rena? Aquí sí. RENA: 5,45, 8, 10,45 (mayores 18 años), Melody O’Brian y Sascha Helan en “Criaturas en celo”. Bueno esta es de destape, claramente. Suena también a cine cutre, del montón, con unos artistas que no los conocen ni en su casa. Vale. Decidido. Nos vamos al Capitol, ¿a las 8? A las 8.

 

Era la década de los 80. En el barrio de la Magdalena había cines y teatros. Algunos llevaban en pie décadas, como el Teatro Renacimiento. Ferrol. Teléfono 40. El local que exhibe las mejores producciones cinematográficas sonoras de las más acreditadas marcas mundiales, rezaba su publicidad. Ahora es una ruina a la que han lavado la cara pintando su fachada, después de decenas de años cerrado. La metáfora de una ciudad triste y decadente. 

domingo, 14 de agosto de 2022

Piedra, rojo y pirulitos

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 14 agosto 2022


Francisco Franco, vecino de Ferrol, militar mediocre de los últimos de su promoción, almirante frustrado porque cateó en su ingreso a la Armada, dictador cruel, leyó su discurso desde el balcón del nuevo palacio municipal el 15 de septiembre de 1953 : “Se hace realidad lo que fueron ilusiones de tantos años y el trabajo se intensifica en los talleres y ya no es una pesadilla el vivir del calor del impulso del gobierno central”. Franco, en esa visita a su pueblo, había venido a inaugurar las viviendas de Recimil, la Escuela de Aprendices, la Exposición Industrial, la plaza de España y, por supuesto, el majestuoso palacio municipal. Ya puestos, aprovechó su filípica para reprochar a los ferrolanos que vivieran de la sopaboba del Estado. “Es necesario que las poblaciones tengan vida propia, porque 80.000 almas son muchas para que puedan pretender vivir exclusivamente de los presupuestos del Estado”. ¡Acabáramos! A ver quien le llevaba la contraria en la abarrotada plaza al pequeño franquito, individuo que, por lo demás, no hizo nunca otra cosa que cobrar (y apropiarse) de emolumentos del erario público.

 

A Gonzalo Torrente Ballester aquello no le pareció bien. Lo del palacio municipal, quiero decir. Y lo del vecino dictador, tampoco, a pesar de haber vestido camisa azul y lucirla en las terrazas del Casino. En 1962 don Gonzalo firmó el manifiesto en defensa de los mineros asturianos en huelga y se jugó el puesto de profesor en la Escuela de Guerra Naval. Fue expulsado, naturalmente. Comenzó un periplo de destinos en institutos por la geografía española que le permitieron ganar los garbanzos para su extensa familia. Los libros no daban para mucho. En uno de ellos, Dafne y ensueños, aprovechó para recordar dos hechos nefastos, a su parecer, firmados por el general Franco, el traslado del Obelisco de Churruca y el destrozo de la plaza ilustrada ahora llamada de Armas. Lo escribió así: “Pues el general Franco permitió que destruyesen la plaza, instalasen en su costado norte uno de los edificios más horripilantes del mundo, piedra, rojo y pirulitos, y que llevasen a trasmano el obelisco del homenaje y del recuerdo”.

 

La actual corporación municipal asalta el castillo de los pirulitos y los va a eliminar. ¿Por seguridad? Eso dicen. ¿Y las buhardillas? Porque no les gustan. ¿Y las tejas? Por supuesto, en su lugar colocarán zinc. ¿Le cambiarán el color? Claro, el rojo es una mala imitación del ladrillo cara vista. ¿Y quitarán a Juan Carlos? Eso…Tal vez se caiga, se haga añicos y los técnicos digan que bueno, que qué se le va a hacer…¿Y don Gonzalo, qué diría del edificio horripilante si ya no es rojo ni tiene pirulitos? Ah, pues habrá que acercarse al jardín botánico del campus y preguntárselo…

domingo, 7 de agosto de 2022

Sujétame la corbata

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 7 agosto 2022

 

Esta vez hizo los deberes. El Gobierno presidido por Pedro Sánchez actuó con prontitud y eficacia. No sobreactuó, como cuando salió a la palestra a decir aquello del chuletón al punto imbatible respondiendo a la necesidad de reducir el consumo de carne que había sugerido el ministro Garzón. Bueno, el ministro Garzón, media Europa y la comunidad científica especializada. El asunto, visto ahora, pasó de ser serio a extremadamente preocupante. Hay evidencias a toneladas del impacto del calentamiento global y el cambio climático. La ciencia aporta cada año decenas de investigaciones que la ONU sintetiza con las alertas sobre la destrucción del planeta. Nuestro modelo de vida no es sostenible; cada año consumimos los recursos disponibles de la tierra en menos tiempo. Ahora, un proveedor mundial de energía, Rusia, nos está dando un nuevo revolcón. Pedro Sánchez, como sus pares europeos y occidentales, nos alienta a ahorrar energía. Es preciso bajar la calefacción, enfriar menos los edificios, consumir menos gasolina, ahorrar agua, apagar las luces, comer menos carne procedente de grandes explotaciones y, cuando se puede, prescindir de la corbata. Cuando sea posible, apostilló Sánchez ante los periodistas a cuello descubierto o descamisado o algo así, que diría Bono, aquel socialista que no lo era ni pretendía serlo. 

 

A mi me dio que pensar la tibieza con la que Sánchez trató el trascendental asunto de la corbata. Me confirmó la teoría defendida por Wenceslao Fernández Flórez en su famoso artículo La importancia de las corbatas. El gran cronista parlamentario escribió: “El hombre, que vence a las fieras más poderosas, que domina a los elementos, que ha conseguido arrebatar a la muerte las armas de ciertas enfermedades, no ha logrado aún domeñar las corbatas”. Y así seguimos, si nos atenemos a la prudente recomendación de Sánchez. Las corbatas, al parecer, poseen un alma misteriosa y no siempre se puede prescindir de ellas. Esos trozos de tela que los mercenarios croatas llevaron a Francia en el siglo XVII, las kravatas, y que tanto le gustaron a los reyes titulares de Versalles, más preocupados por los adornos del vestir que de su utilidad, se transformaron en prendas imprescindibles en el mundo de las finanzas, la empresa, la política, la milicia y toda clase de instituciones de orden protocolario y jerarquizado. 

 

Anchas, estrechas, de colores, negras, anudadas al estilo Windsor o con una lazada simple, las corbatas sólo sirven para subir la temperatura corporal dos grados y hacer que los aires acondicionados funcionen a toda pastilla. Son, dicho en corto, objetos insostenibles e inútiles, que ya no rellenan el hueco del chaleco. Y el chaleco, dónde se habrá metido…