domingo, 27 de marzo de 2022

El futuro escrito en las hemerotecas

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 27 marzo 2022

 

Era otro mes de marzo y la prensa local se desvivía en agradecimientos. “La gratitud de Ferrol”, escribían los periodistas especializados en medirle la tensión arterial y el colesterol del malo a una ciudad decrépita y oxidada, cuando se produjo la gran noticia: se llevará a cabo la regeneración marítima. “Viva, intensa, perdurable es la gratitud de Ferrol a los ilustres políticos que laboraron en el realizado concurso de las obras que integran la habilitación de los puertos militares y la reconstitución de la flota de combate”. ¡Opa! ¡Por fin se construirán nuevos buques para la Marina! Maura, presidente de Gobierno y Ferrándiz, ministro de Marina, con la aprobación de los jefes de las minorías parlamentarias Moret y Canalejas (nuestro ilustre vecino), aprobaron la Ley para la Reforma Naval. Se construirán nuevos acorazados, destroyers, torpederos y cañoneros. La Armada, institución ninguneada desde la pérdida de las colonias, sería recompensada de su amargura y volvería a ocupar su posición como una de las grandes potencias navales. Los astilleros ferrolanos se rehabilitarán y podrán eliminar su estigma infamante de poseer unas plantillas de “personal obrero tardo e ineficiente y unas maestranzas inhábiles y perezosas”. Nuestros astilleros, decían las crónicas, volverán a competir con los mejores del mundo. La nación española se encariñará con sus buques de guerra, rezaba la tercera razón, y el país entero apreciará que solo por el dominio del mar pueden ser poderosas las naciones continentales. La Patria, en el futuro, jamás tendrá que sonrojarse y ceder ante las imposiciones de los más fuertes. ¿Y la cuarta razón? La fundamentada aspiración del derecho a la vida (nada menos) de la ciudad, lejos de cualquier egoísmo local o ambición desmedida.

 

Ferrol vería garantizado un brillante porvenir en los próximos años, gracias a la popular Ley de Escuadra Maura-Ferrándiz. Era el año 1909, también en su mes de marzo, y se presentaban los proyectos que para la flota de combate dibujara la Sociedad Española de Construcción Naval (aquí, La Constructora), con la “garantía técnica de la casa Vickers”. Es decir, la tecnología y el capital ingleses habían desembarcado en España o, como lo diría más tarde Wenceslao Fernández Flórez, el rey de Inglaterra había puesto sus intereses en una industria subdesarrollada como la nuestra.

 

Este mes de marzo, el de ahora, nos presenta un mejor porvenir con la mayor inversión en un programa naval de la historia. Las F111 Bonifaz, F112 Roger de Lauria, F113 Menéndez de Avilés, F114 Luis de Córdoba y F115 Barceló, serán los nuevos acorazados España, Alfonso XIII y Jaime I. ¿Vivirá Ferrol otra Edad de Plata?

domingo, 20 de marzo de 2022

Escribanía de mar

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 20 marzo 2022


Una escribanía puede ser descrita de diferentes formas y obedecer a múltiples significados. Para los académicos de la lengua española una escribanía puede ser la oficina del escribano, un escritorio o mueble para guardar papeles o una caja portátil en la que habría un tintero y un estuche para las plumas. Entre otras cosas. Para los académicos de los buscadores de internet hay escribanías de barco, escribanías de sobremesa, algunas de cuero, otras de bronce o plata, y un sinfín de artilugios incluidos en la misma categoría que sirven de soporte a un par de tinteros. Todo parece valer como escribanía…excepto para nosotros, los ferrolanos. Aquí, en el departamento marítimo del norte, una escribanía o es de mar o no es nada. Los anticuarios y chambones vendían escribanías de mar como también vendían metopas, arcones de alcanfor, sables medio oxidados y gorras de plato con la galleta de oficial de la Armada. Eran -y son- cajas de caoba con esquineras, cantoneras, asas y bocallave de latón. Suelen tener en la tapa una chapa, también de latón, destinada a grabar el nombre o las iniciales del propietario. Y en su interior los espacios para contener el recado de escribir, naturalmente.

 

El recado de escribir, al contrario que la escribanía, está perfectamente definido. Lo hizo César González Ruano, cronista de cafés, en un artículo así titulado. “El recado de escribir consta oficialmente de un tinterillo, generalmente con tapón de corcho, un manguillero con su pluma arañante y una carpeta de hule negro, donde alguna vez hay un papel secante además de un pliego y un sobre”. Era un utensilio imprescindible en los cafés de preguerra, en una etapa anterior al modernismo de las plumas estilográficas. Los cerilleros los alquilaban por 15 ó 20 céntimos y el temido escritor de café tenía en su mano la posibilidad de escribir la crónica diaria, un poema, una carta o un capítulo de su nueva novela.

 

Mi escribanía de mar tiene a bordo el recado de escribir al estilo ferrolano, que no es un estilo cualquiera. Contiene una mezcla de aromas de café y coloniales finos traídos de ultramar; y las cartas cifradas del espía Jorge Juan con las claves inglesas para construir mejores barcos; y los motivos de Torrente Ballester para entretenerse con La boda de Chon Recalde; y el recorte del periódico con la noticia del asesinato de Canalejas, probablemente nuestro mejor político; y la solicitud de creación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Ferrol que nunca llegó a funcionar; y los bocetos del mascarón de proa del Galatea; y el maravilloso diseño de las ventanas de guillotina en las galerías, invento exportado al mundo y aún no superado; y los planos de la Escuela Naval que no se construyó; y…

domingo, 13 de marzo de 2022

El apeadero de Wenceslao

De guarisnais

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 marzo 2022

 

En el patio trasero de Villa Florentina hay una escalinata de piedra que va a dar a la Fraga de Cecebre. “La Fraga es un tapiz de vida apretado contra las arrugas de la tierra”. Así comienza El bosque animado, tal vez la mejor novela de Wenceslao Fernández Flórez. Una fraga llena de árboles pacíficos, bondadosos y siempre entretenidos porque no miraban a la tierra sino al cielo, y el cielo, decía Wenceslao, cambia tanto según las horas y las nubes que jamás es igual a sí mismo. Y de ríos, y prados, y flores, y brezos, y musgos, y miles de animales. Una fraga en la que había casas pobres como la de Marica da Fame que no tiene horno porque tampoco tuvo nunca pan que cocer; o la de Geraldo, un cajón de oscura piedra pizarrosa por el que nadie daría por ella ni lo que cuesta una vaca. Pero también casas ricas como el pazo de los Dabondo, con un señor muy aficionado a pescar truchas y unas señoras encantadas de recibir a Manuel, el loco de Vos, empeñado en regalarles el oro y el moro además de todos sus bienes de América. 

 

En la fraga de Cecebre, ese mágico bosque animado, había de todo y por su orden. Un alma en pena como la de Fiz de Cotovelo que buscaba un penitente que fuera a San Andrés de Teixido porque a él se le había olvidado ir de vivo. Un ladrón de caminos como Xan de Malvís, conocido por el terrorífico nombre de Fendetestas que asaltaba a cualquier despistado por aquellas corredoiras para ganarse el botín de unos duros o unos cigarros al grito de ¡alto, me caso en Soria!. La fraga tenía su Santa Compaña, naturalmente, que hacía sonar las campanas que solo podía oír el llamado a incorporarse a su ringlera de difuntos. Y su bruja a la que llamaban Moucha, la única que sabía el oficio y era capaz de leer los remedios en el libro de San Ciprián.

 

La Fraga de Cecebre está de enhorabuena porque crecerá muchos miles de metros cuadrados gracias al relleno de la gravera que hay al pie del apeadero. Robles, castaños y avellanos se plantarán en esos terrenos cerca de las vías donde el escritor se subía al tren para ir de acá para allá. Wenceslao Fernández Flórez era gran conocedor de la vida en los trenes, casi tanto como de la vida en las fragas. Con el tiempo, también lo fue de la vida en el Congreso de los Diputados, cuando tomó el testigo de Azorín para hacer las crónicas parlamentarias recogidas en sus Acotaciones de un oyente. Nadie como él dibujó la política española previa a la guerra civil únicamente esbozando extraordinarias caricaturas de sus señorías. Eso sí, con un sentido del humor inigualable. Un humor que Wenceslao, de espíritu antibelicista y anticlerical, deseaba que sobreviviese a las atrocidades de la guerra, de todas las guerras.

domingo, 6 de marzo de 2022

El reloj de Feijóo

De guarisnais

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 6 marzo 2022

 

Alberto Núñez Feijóo mide el tiempo a su manera. Su reloj no cuenta las horas pero tampoco está parado. Sigilosamente el reloj de Feijóo se sincroniza con el que instaló el ferrolano Antelo en 1832 en la torre Berenguela de la Catedral de Santiago y desde entonces da la hora de Europa cumplidamente. Pero Feijóo no le hace caso. Rige sus días, quehaceres y decisiones por aclamaciones, sin importarle el transcurrir del tiempo. Prepara el terreno de operaciones políticas para dar pasos cuando tiene la certeza de que aprobará por aclamación, sin competir con adversarios, sin discutir con contrincantes, sin poner a prueba su ideario. Alberto Núñez Feijóo cuenta su vida política por aclamaciones y, dicho sea de paso, tiene ya unas cuantas.


Cuando comenzó a hacer pasillos por la toupeira de San Caetano, recién fichado por los populares gallegos, tomó buena nota de cómo medía los tiempos su jefe Fraga: “Cada cosa a su debido tiempo”, repetía el villalbés. Su sucesor ya extraditado a Madrid, M. Rajoy, también fue un buen alumno: “No adelantemos acontecimientos”, “No hacer nada es una buena opción” o “El que resiste gana”, fueron axiomas de su filosofía política. Alberto Núñez Feijóo ha demostrado ser un discípulo aventajado con sus confesiones de estos días: “Ha sido una decisión muy meditada” y “Ha sido una decisión precipitada”, afirmó casi al mismo tiempo en la misma entrevista. Pero una decisión, al fin y al cabo, que la toma cuando tiene la seguridad de que será aclamado en el congreso que le  nombrará presidente del PP. Feijóo parará en ese mismo instante su reloj hasta convencerse de que será aclamado nuevamente si se presenta a candidato a presidente del gobierno (no adelantemos acontecimientos) y una tercera vez buscará la aclamación de los votos en las elecciones generales, que para eso hace el esfuerzo terrible de ir al Madrid de los espías, los comisionistas y las mártires que cuidan de sus familias como bien sagrado.

 

Ahora Feijóo dice que tiene experiencia en la gestión de la cosa pública y que está preparado en las artes de la política. Vamos, que no es un chiquilicuatre al estilo de los inquilinos de Génova calificados así por Esperanza Aguirre. ¿Aplicará su recetario gallego a la política nacional? Si así fuese, Feijóo se protegerá de los suyos (“Cuerpo a tierra que vienen los míos” era otro principio acuñado en la toupeira), se parapetará en los líderes territoriales -los de la boina- en contra de los orgánicos -los del birrete-, se rodeará de perfiles que no le hagan sombra y guardará en un cajón las siglas del PP, su gaviota, sus colores y sus músicas, para hacer un gran cartel con su cara y el lema “Feijóo”. Son las claves de su éxito gallego. Veremos que hace en España.