sábado, 31 de diciembre de 2022

Limpia, sostenible y barata

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 31 diciembre 2022

 

No me refiero a la ría, no crean que las fiestas navideñas me provocaron eso que ahora se llama niebla mental. Sus aguas no están limpias, la flora y fauna no tienen garantizada su sostenibilidad y sacudirle la contaminación, lejos de ser barato, costará el equivalente al presupuesto de inversiones municipales de varios años. Me refiero a la energía producida por la fusión nuclear. Es más segura, inagotable, no produce gases de efecto invernadero, no genera residuos radiactivos, requiere menos recursos que la energía eólica y la solar, y es muy barata. La ha conseguido el equipo del Lawrence Livermore National Laboratory de California hace pocas semanas, según le contó al mundo la vicesecretaria de Seguridad Nuclear de EE.UU. Por que sí, efectivamente, se trata de fabricar un sol en un laboratorio o, lo que es lo mismo, de reproducir en condiciones experimentales explosiones similares a las de las bombas nucleares. 192 haces de láser dispararon a una bola de plasma de hidrógeno del tamaño de un guisante y consiguieron arrancarle 3 megajulios de energía empleando únicamente 2. Técnicamente le llaman ignición: reacción en la que se fusionan núcleos de átomos produciendo más energía de la que cuesta inducir la propia reacción. El avance tecnológico entrará en los libros de historia y será reconocido como uno de los mayores logros científicos en lo que a generación de energía se refiere.

 

Somos 8 mil millones de seres humanos. Muchos sin acceso al agua potable, a una alimentación sana, sin la posibilidad de acudir a una escuela, a una consulta médica y disponer de recursos tecnológicos que les ayuden en su vida. Y otros muchos, los del primer mundo, empeñados en destruir el planeta de todos. Somos los de las sociedades industriales, aquellas alimentadas con la combustión del carbono que contienen, en su misma esencia, el combustible de su propia destrucción. El Índice de Desempeño Ambiental es catastrófico. Calentamiento global, contaminación del aire, agua y suelo, fenómenos climáticos adversos, sequías y hambrunas, bosques degradados, océanos llenos de plásticos, prácticas alimentarias insostenibles, problemas de salud física y mental, retroceso en la calidad de las condiciones de vida, etcétera. Y, paradójicamente (seguimos siendo inteligentes) somos capaces de generar el conocimiento que impedirá nuestra extinción, al menos antes de lo que los paleoantropólogos lo aprueben: un millón de años, semana arriba o abajo. Steven Pinker sentenció que “el equipo que traiga al mundo energía limpia y abundante beneficiará más a la humanidad que todos los santos, héroes, profetas y laureados de la historia juntos”. Bien, ese equipo ya llegó y está en California.

domingo, 18 de diciembre de 2022

La Terraza, edificio inteligente

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 18 diciembre 2022

 

El nuevo seleccionador nacional de fútbol, quien todavía no ha dirigido ningún partido, acaba de presentarse como el valedor de la inteligencia futbolística. ¡Qué buena noticia!, un nuevo tipo de inteligencia que sumar a la de las ciudades inteligentes, coches inteligentes, teléfonos inteligentes y aspiradores, yogures, abonos para plantas y toda clase de objetos, aparatos, alimentos y demás categorías que se les ocurran. Todo es inteligente de manera natural, artificial o híbrida. El ranking lo lidera la aplicación chatGPT, esa especie de wikipedia con verborrea que lo mismo trata de resolver un problema de geometría que escribir un relato fantástico al modo de García Márquez. La gran referencia para muchos aunque para Gary Marcus se trate de un algoritmo que junta palabras almacenadas, las pega y las presenta con una cierta lógica. Marcus, profesor en la Universidad de Nueva York, fundador de empresas y autor de libros sobre la materia, cree que es algo parecido a “poner un mono delante de un teclado” y obtener una respuesta que no sabe si es verdad o mentira.

 

Los coruñeses, capitalinos o provincianos que tanto da, estamos de enhorabuena con la designación de La Terraza como sede de la Aesia, Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. La Terraza vivirá un nuevo proceso de transformación, prueba inequívoca de que se adapta inteligentemente a su entorno. Edificio modernista diseñado en 1921 por Antonio de Mesa y Pedro Mariño, a lo largo de su vida ha servido para salón de baile, cine, banquetes, sede de la OJE y la Falange, de las oficinas de la Metro Goldwyn Mayer, del Deportivo de La Coruña y, últimamente, de la RTVE por obra y gracia de José María Calviño. Ahora, su hija Nadia Calviño, vicepresidenta y ministra verdaderamente inteligente (aunque no sea frecuente observar la categoría de políticos inteligentes) colocará una placa que ennoblecerá aún más a este edificio señorial e impactante de los jardines del relleno de la capital. Seguro que a las esculturas de Emilia Pardo Bazán, Vilar Ponte, Salvador de Madariaga, Juan Fernández Latorre, Wenceslao Fernández Flórez, Manuel Murguía, Pérez Lugín y Julio Camba, les asomará una cómplice e inteligente sonrisa de oreja a oreja. Fueron esculpidas por Docha López y viven en la cubierta de La Terraza, por si había alguna duda de cual debiera ser la sede de la inteligencia artificial, que la humana ya la atesoran por arrobas. Camba, por ejemplo, nos había enseñado como hacer un periódico sentado toda la noche, tomando café, de cháchara con los colegas y dejando que la rotativa se las arreglase sola. Vamos, como el chatGPT de hace un siglo, pero cargado de inteligencia y sentido del humor.

 

 

domingo, 11 de diciembre de 2022

Felicidad social

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 10 diciembre 2022 con el título Ferrol, un millón de bombillas y felicidad social 

 

Un millón de bombillas, ¿son muchas o pocas? Y si le añadimos las de la pajarera (o lo que quiera que sea) del Cantón y las de las grúas de los astilleros, ¿son suficientes? A Coruña tiene más de tres millones y la alegría de que las empresas multinacionales la quieren y el gobierno de España la nombra sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial, asunto en el que lleva más de veinte años enfrascada. Vigo colocó más de once millones y su alcalde se autoproclama rey de la Navidad y dicta su comienzo en todo el planeta, nada menos. ¿Estas ciudades se esfuerzan más que Ferrol en alcanzar la felicidad social o estos gestos son irrelevantes? Las emociones, los deseos y las pulsiones de sus vecinos ¿están más satisfechas? Parece que sí. O depende. O quién sabe.

 

José Antonio Marina nos enseña el concepto de felicidad social acuñado en el siglo XVIII, aquellos tiempos en los que las aldeas de Ferrol, Canido y la Graña se vieron transformados por arte de birlibirloque en una villa próspera. Pero eso sí, sin capacidad de decisión, sin control de su deseo colectivo, sin conciencia de lo que iba a construir allí la corona borbónica. Sin opciones. Indefensos y atentos a lo que venía para poder trabajar, sobrevivir y tener una vida mejor. La idea de felicidad enlaza, por primera vez, con la de justicia, con disponer de derechos, con el comienzo de lo que más tarde se convertiría en el embrión de un estado de bienestar. Se combatía la ignorancia, favorecedora de la crueldad y la violencia como bien dice Emilio Lledó. Crecían las relaciones comerciales y económicas, bases imprescindibles para el desarrollo social como siempre apuntó José Luis Sampedro. Ferrol estaba por primera vez en Europa, en aquella Europa que comenzaba a ser la comunidad llena de cafés que contaría George Steiner. Todo eso ¿fue suficiente para crear una identidad sólida capaz de procurar la felicidad social?

 

La fiesta navideña, la tradición belenista y la Semana Santa las trajeron los marinos de tierras gaditanas, sevillanas y cartageneras. El teatro, las rondallas y los trovadores, empresarios italianos. El comercio, los catalanes y maragatos. Las academias, la instrucción y el nivel educativo vinieron de la mano de la Armada. Como las prácticas higiénicas y sanitarias. El desarrollo tecnológico se copió, literalmente, de los técnicos ingleses. Y desde el trazado de la ciudad hasta el modernismo de algunos edificios fueron obra de grandes personajes que vinieron de otros lugares. Ferrol, dicho en corto, es un puzzle de ideas aisladas, la suma de múltiples talentos que, con su buen hacer, trataron de alcanzar su felicidad, individualmente. Un artefacto social poco consistente.

domingo, 4 de diciembre de 2022

Dinero fantasma

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 4 diciembre 2022

 

Antes de contar su gran descubrimiento Gonzalo Torrente Ballester confesó sus carencias. Naturalmente, dijo, “no entiendo una palabra de Economía”. De ella sólo atisbó a ver que se trata de una ciencia compleja “donde se barajan magníficas abstracciones expresadas en fórmulas verbales maravillosas”. Se ve que a don Gonzalo le llamaban la atención las palabras grandilocuentes de los economistas, habitualmente empleadas como mecanismos de defensa ante una realidad compleja imposible de abarcar. Siempre se ha dicho que los economistas eran unos científicos sociales excelentes para explicar lo ya sucedido, pero incapaces de acertar en los pronósticos de futuro. Sobre todo para anunciar las grandes crisis económicas y financieras. Nos dicen que la inflación es alta y toca apretarse el cinturón cuando a los cinturones de los españoles ya no les queda ni un solo agujero libre.

 

El descubrimiento de Torrente Ballester, publicado en un artículo de 1964, fue que el dinero no existe. Así, tal cual. “El dinero no existe y publico mi descubrimiento para tranquilidad de los pobres, descanso de los ricos -que se verán libres de su temida justicia distributiva- e inquietud de los economistas”. El dinero es un fantasma y, como todo el mundo sabe, los fantasmas no existen aunque Álvaro Cunqueiro crea en ellos, concluía don Gonzalo.

 

El dinero, ahora lo sabemos, existe pero escasea. Los euros no llegan para pagar la compra, la factura de la luz, el recibo del alquiler y el tanque de gasolina. Así, es evidente, no hay forma de ser feliz, como explicó don Gonzalo en otro de sus artículos:¿Por qué no somos felices?, y corroboraron los expertos de la Universidad de Princeton en múltiples investigaciones. El dinero, explican, puede hacer más feliz especialmente al que tiene poco. ¡Sabia conclusión!, la de los economistas, sociólogos y psicólogos de esa prestigiosa universidad. No es casualidad que salieran de sus aulas varios premios Nobel, algunos presidentes de Estados Unidos y Jeff Bezos, fundador de Amazon, tipo que de contar dólares parece que sí sabe algo. Y por eso Albert Einstein impartió allí varios años de docencia. El dinero, dicen en Princeton, no da la felicidad absoluta pero sí ayuda a mejorar mucho la satisfacción con la vida; al menos la de aquellas personas que sabían lo que es pasar apuros económicos. 

 

Cuánto le gustaría a Torrente Ballester conocer el fruto de tan maravillosa investigación, más de sesenta años después de su descubrimiento. Sabría que las fórmulas verbales actuales dicen que el dinero aumenta el bienestar, aporta tranquilidad, reduce el estrés y elimina la ansiedad de todo aquel al que se aparece y no se le esfuma como un escurridizo fantasma.