domingo, 28 de julio de 2019

Toneladas de desconfianza

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 28 julio 2019

Enrique Tierno Galván, el librepensador alcalde de Madrid, decía que la democracia es, sobre todo, confianza. Llegó a la alcaldía con una larga trayectoria detrás, un discurso pausado y su inevitable aire profesoral. Inspiraba confianza. En el plano económico otro profesor, Fuentes Quintana, dejó escrito: “El progreso económico depende de que circule algo de dinero pero, sobre todo, toneladas de confianza”. Afirmación hoy compartida por economistas progresistas y conservadores, y por los ciudadanos en cuanto agentes económicos. Se compra algo, se invierte en algo, se consume algo, en tanto es confiable, creemos que vale lo que cuesta y de que no nos dan gato por liebre. 

Los ciudadanos expresan, una y otra vez, que no se fían de los políticos, ni de los partidos políticos ni de la política. Los análisis sociológicos del CIS son tozudos. No sólo no hay confianza en la clase política, sino que se percibe como el segundo gran problema de España. Los políticos son incapaces de generar confianza y, en cuanto tienen ocasión, demuestran que tampoco se fían unos de otros. Ninguno es de fiar, dicen los señores diputados. También lo expresan así los concejales, alcaldes, senadores y demás representantes. Sánchez no se fía de Iglesias, Iglesias desconfía de Sánchez. Los aznaristas Rivera, Casado y Abascal, no se fían unos de otros y firman pactos pero sin juntarse demasiado y a través de correveidiles. Los políticos separatistas no se fían ni de sí mismos ni de la sarta de mentiras y tergiversaciones sobre las que construyeron sus relatos. Pero a todos, gracias a nuestro Estado Social, Democrático y de Derecho, no les queda más remedio que confiar en el poder judicial.

Estos días asistimos a un capítulo más de la campaña electoral en la que el país está atascado desde hace tres años. Se produjo otra investidura fallida. Los partidos de izquierda intentaron coaligarse, sin éxito. Dicen que les falta experiencia. En la ciudad naval la tenemos a toneladas. De aquel gobierno en el que la señora Díaz, de Izquierda Unida, le dio un portazo al señor Irisarri, del PSOE. La misma Yolanda Díaz que ahora, diputada por Pontevedra en Galicia en Común, predica la necesidad de acordar, negociar, dialogar y cosas así. Un par de gobiernos después, la señora Sestayo, del PSOE, le devolvió el portazo al señor Suárez, de Izquierda Unida envuelta en Ferrol en Común.

En fin, que las izquierdas no se fían y las derechas no se pueden ni ver ni fotografiar. Y les piden a los votantes su confianza, una palabra casi vacía en este país que describía Delibes como poco leído, lleno de prejuicios, en el que hablar de contemporizar, dialogar, transigir, apenas tiene sentido. 

domingo, 21 de julio de 2019

La lotería de la política

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 21 julio 2019

Ramón Gómez de la Serna era un apasionado de los cafés. Escribía en los cafés, mantenía tertulias en los cafés, pensaba en los cafés…vivía en los cafés. Estaba tan convencido de su importancia que reprochaba a los políticos que no le otorgasen un papel más relevante. En su obra La sagrada cripta de Pombo escribió: “Los partidos políticos, al confeccionar las muchas Constituciones con que han intentado hacernos felices, han cometido un grave error no colocando entre sus leyes orgánicas la institución del Café, ese gran nivelador de la sociedad española…” Una afirmación semejante la defendió en el Café de la Iberia (el de Madrid, aunque hubo otros así llamados como el ferrolano de la calle Magdalena), el café político por excelencia. Era el café donde los políticos se reunían “a jugar al ajedrez o a la lotería de la política”.

Hoy a la lotería de la política se juega, y se juega mucho, en Twitter y en las entrevistas de televisión. Se juega a la política virtual, la posibilista, la política efímera o, como escuché recientemente, la yenka política. Los jugadores, los nuevos líderes políticos, han querido jugar el papel, unos, de redentoristas, regeneradores de un sistema trasnochado y corrupto; otros, de apocalípticos, defensores de los valores sagrados enraizados en la piel de toro; y algunos más de adanistas, inventores de la democracia, creadores del bienestar y la felicidad de los pueblos de España. 

Pero todos, casi sin excepción, se olvidaron que para conseguir las metas políticas es preciso recurrir al entendimiento entre los de su clase, permitir que las instituciones funcionen, se gestionen adecuadamente y la sociedad pueda hacer frente a los desafíos futuros. Aquí los actuales jugadores políticos fracasan. Porque desprecian el pasado, eso que Saramago decía que es lo único que no pasa, que siempre está ahí. Desprecian el entendimiento o lo hacen tan difícil como creía Ignacio Aldecoa: “Es muy difícil entenderse; las conversaciones, las voces, los chillidos de todos forman una mezcolanza que absorbe lo que se quiere decir”. Y no muestran voluntad para afrontar el futuro, más allá de la próxima cita electoral.

Memoria, entendimiento y voluntad, las tres potencias del alma (sea esto lo que sea) que Camilo José Cela colocaba en sus personajes con maestría. Cela aconsejaba leer con calma los periódicos para estimular “los instintos, los sentidos y las potencias del alma: la memoria para recordar la bonanza y la calamidad, el entendimiento para saber de qué va la cosa y la voluntad que nos mantiene alerta contra el hastío”.

Pues eso. Combatamos el hastío leyendo la prensa y con un buen café, deseando que nos toque la lotería de la política. 

domingo, 14 de julio de 2019

La Cartilla de Antelo

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 14 julio 2019

En nuestra querida ciudad naval, cuna de las fragatas, capital mundial de las anclas y sede acogedora –que lo fue- del departamento marítimo del Cantábrico, ha pasado totalmente desapercibida la celebración del Día Internacional de las Ayudas a la Navegación Marítima. Se celebró, por primera vez, el pasado 1 de julio. Y eso que sobre las ayudas a la navegación tendríamos mucho que decir. ¡Muchísimo! Tanto como recordar la figura de Agustín Antelo, ferrolano, maestro mecánico relojero y piloto de la marina mercante. Agustín Antelo, hijo de Andrés Antelo, (ya se acordarán, el sabio que además de inventar prodigios en el Arsenal y en la Fábrica de Jubia, construyó el reloj de la catedral de Santiago y otros relojes de torre por toda Galicia), fue el creador de un mecanismo de relojería encargado de hacer rotar la linterna de la Torre de Hércules. Sus conocimientos del mundo de la mar y el “crédito de que gozaba, por la bondad de la fabricación de sus maquinarias”, escribió sobre él Tettamancy, le hicieron acreedor del nombramiento como director de la primera Escuela de Torreros de Faros creada en España, en 1849, con sede en la Torre de Hércules. Tenía pocos años de vida la Comisión de Faros (1842) y era reciente la puesta en marcha del Plan General para el Alumbrado Marítimo de las costas españolas (1847). Había llegado el momento de seleccionar y entrenar a los torreros de faros, esa tan honrosa como árida profesión, y Agustín Antelo asumió el reto. De forma inmediata redactó la Cartilla de Instrucción para servicio de los Faros Catadióptricos y Catóptricos, publicada en La Coruña en 1851, libro de enseñanza imprescindible que pasó a conocerse como La Cartilla de Antelo.

En la Cartilla de Antelo se enseña la importancia de los faros y la responsabilidad de prestarles servicio. Se explica como se colocan las lámparas sobre el aparato de rotación, como se carga el aceite, como se procede al encendido y se realiza la limpieza diaria. También el modo de reducir el exceso de humo, cambiar las válvulas, los émbolos y demás piezas necesarias para que la “sagrada luz pueda alumbrar las costas y ayudar a los Marinos”. Fue el libro de cabecera para el entrenamiento de 150 torreros que se formaron en el Faro de Hércules, hasta que en 1854 la escuela se trasladó al Faro del Cabo Machichaco. Torreros que tenían además la misión de hacer observaciones meteorológicas, auxiliar a náufragos, vigilar la costa y hasta defender su faro y a su familia, con la carabina corta y munición para 20 disparos que les enseñaban a manejar. Torreros destinados por la península y las islas españolas, que llegaron a recitar de memoria la famosa Cartilla de Antelo, de los Antelo de la calle del Carmen de Ferrol.

domingo, 7 de julio de 2019

Añicos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 7 julio 2019

España es una democracia plena. El Democracy Index le otorga la posición 14 de Europa y 19 del mundo. El Rule of Law Index sitúa a nuestro país en el puesto 23 sobre 113 en calidad del Estado de Derecho. Los indicadores referidos a pluralismo y calidad de los procesos electorales, eficacia gubernamental, participación política, cultura política, libertades políticas y civiles, respeto a los Derechos fundamentales y tratamiento justo ante la ley, hacen de España una democracia consolidada, respetable y respetada por los organismos internacionales. A corregir, se señala en uno de los peritajes, el nepotismo y la corrupción, algo por todos conocido, especialmente los funcionarios de prisiones que se encargan de custodiar a cientos de corruptos procedentes de la peor clase política, financiera y empresarial.

Sin embargo, en el fuero interno, los españoles consideramos que la política, los políticos y los partidos políticos, son el segundo de los problemas más importantes de nuestro país, solo por detrás del paro. Particularmente los partidos políticos, herramientas constitucionales que detentan el poder de representación de la soberanía popular, están de capa caída. Los nuevos y los no tan nuevos. Los que hicieron la transición y los que acaban de llegar. Los del denostado régimen del 78 y los que llevan medio telediario y hacen sus asambleas en una cafetería. Todos, en conjunto, son un problema importante y están, según los datos del último CIS, lejos de ser una solución.

El consistorio ferrolano es un reflejo de esta situación. Se presentaron 11 partidos políticos a las elecciones municipales y obtuvieron representación 4. Se han constituido en dos bloques enfrentados. El conservador con un solo partido, el PP, ganador de las elecciones pero sin mayoría absoluta debido a los votos que le restaron las otras dos derechas, Ciudadanos y Vox, que resultaron inútiles. El progresista con tres partidos, PSOE, FeC y BNG, suma mayoría pero se muestra incapaz de articular un gobierno estable. Los dos bloques políticos están más que fragmentados. Están hechos añicos. Con problemas internos el PSOE. Disgregándose el PP. En franca descomposición los rupturistas rebeldes: Ferrol en Común, En Marea, Izquierda Unida y Partido Comunista (¿se sabe algo de ellos?), Anova, Podemos, Verdes y sus confluencias. Sin nuevo proyecto político en el BNG, con el mismo discurso de hace 30 años.

Es el momento del diálogo y la gobernanza. De la gestión presupuestaria. Del acuerdo que haga posible destinar recursos a proyectos que mejoren la ciudad y la vida de los vecinos. Pero esto lo tienen que hacer los representantes políticos que son calificados por la ciudadanía como un problema grave. Algo no va bien.