domingo, 27 de octubre de 2019

Las cuentas claras

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 27 octubre 2019

Estamos en un escenario terrible para que nos presenten -y podamos ver-las cuentas claras. Vivimos, al mismo tiempo, dos de los procesos en los que la claridad y la transparencia se ausentan del tablero político: elecciones y presupuestos. Anuncios y más anuncios. Promesas acerca de obras y proyectos que ya sabemos -y ya saben quienes las hacen- que jamás se cumplirán. Programas electorales que repiten propuestas antiguas, olvidadas en un cajón, que tendrán como destino otro cajón, tal vez distinto. Y presupuestos que repiten partidas económicas ya presupuestadas pero no ejecutadas en ejercicios anteriores, a las que sucederá lo mismo en el siguiente ejercicio. Las promesas electorales y presupuestarias son dos caras de la misma moneda que provocan en los ciudadanos un único efecto: la desafección por pérdida de credibilidad. Hoy día, desgraciadamente, un programa electoral y un presupuesto están tendiendo a alcanzar el mismo valor: cero. Forman parte de la retahíla de documentos colgados en los portales de transparencia de las administraciones y las páginas web de los partidos políticos, que casi nadie lee. Sólo los más fervientes seguidores, algunos periodistas de investigación y los especialistas en la materia se asoman a descifrar todo lo que allí se escribe. El conjunto de los ciudadanos, votantes o no, reciben la información de la mano de la incipiente, algorítmica, efímera y adanista clase política. Toda ella cumple las mismas tres características. Prometen lo que queda bien, lo que mola, lo que toca y es aconsejado por los gurús asesores de marketing político. Basan sus menajes en decir lo que tienen que hacer los demás. Y desprecian abiertamente los proyectos o presupuestos del contrincante político, no porque los proyectos sean malos o no contribuyan al interés general, sino sencillamente porque los presenta un enemigo al que no hay que dar tregua jamás.

Con este panorama parece necesario un poco de orden y un mucho de transparencia y claridad. El consistorio ferrolano, sin ir más lejos, reconoce en su Índice de Transparencia de los Ayuntamientos (ITA) que no dispone de un protocolo que indique como tratar la información de las obras de infraestructura realizadas y, en su caso, las aprobadas pendientes de ejecución y, por tanto, presupuestadas. Declara que no tiene modelos de informes, comunicados, notas de prensa... etcétera, adecuados para transmitir a la opinión pública el estado real de los proyectos y las cuentas. Se trata de una herramienta imprescindible para poder ver con claridad las actuaciones que se realizan en la ciudad con cargo a presupuestos de la Xunta, Diputación, Estado, Europa y el propio Ayuntamiento. Es hora de tener las cuentas claras.

domingo, 20 de octubre de 2019

La plaza que envejece mal

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 20 octubre 2019

Hay lugares -como las personas- que envejecen mal y otros que envejecen bien. Hay rincones, villas y pueblos que, como algunas personas, miden el paso de los años con una báscula más que con un calendario. A unos les pesan los años, aunque no sean tantos, como losas. Y por otros parece que no pasan los años y se acomodan al paso del tiempo de forma inteligente, que diría Piaget. Los ochocientos años de Betanzos y Mondoñedo, aún con algunos achaques, les han sentado bien. Sin embargo los menos de trescientos años de nuestra ciudad ilustrada han envejecido mal, con la excepción de unos pocos rincones. 

Un espacio que evolucionó muy bien es el campus universitario. Mantiene su esencia de lugar recogido, con edificios rehabilitados de los viejos pabellones hospitalarios y otros nuevos muy bien integrados. Todos dan cobijo al jardín botánico en el que antes respiraban aire fresco y limpio los enfermos y ahora lo disfrutan los estudiantes. La plaza de Amboage mantiene intacto su aire ilustrado; es otro de los rincones que los ferrolanos identificamos como lugar bien cuidado, agradable, que resiste bien el paso de los años. Tuvo que luchar a brazo partido contra los intereses de una gran empresa que le quiso aparcar coches en sus entrañas, y lo consiguió. Es un lugar acogedor.

El caso opuesto es su simétrica, la plaza de Armas. Nació como la más importante de Ferrol, el lugar en que se celebraba el mercado principal. Fue una plaza con árboles tan relevante que en ella se asentó la fuente de Churruca, un obelisco rodeado por una pileta, con cuatro caños, en una plaza de edificios reconocibles, ferrolanos. Pero perdió su esencia. Dejó de ser mercado, le secuestraron (y secaron) la fuente y la transformaron en plaza Mayor. En 1953 le plantaron el palacio municipal y ahí se acentuaron sus achaques. Años después le introdujeron el parking, la llenaron de coches y la vaciaron de personas. El parking envejeció mal, el palacio municipal envejeció mal y la plaza envejeció mal. El juicio sumarísimo lo emitió en la novela Dafne y ensueños nuestro escritor universal Gonzalo Torrente Ballester: “Pues el general Franco permitió que destruyesen aquella plaza, que instalasen en su costado norte uno de los edificios más horripilantes del mundo, piedra, rojo y pirulitos, y que llevasen a trasmano el obelisco del homenaje y del recuerdo”. ¡Menuda sentencia!

Toca, de nuevo, buscarle sentido a nuestra plaza mayor. De la plaza de Armas se expulsan los coches y se plantan tilos y al palacio se le quitan los pirulitos, el color rojo de mal encaje y las buhardillas. La plaza y el edificio consistorial buscan una nueva oportunidad, volver a ser un lugar querido y amable. El tiempo dirá.

domingo, 13 de octubre de 2019

Emergencias

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 octubre 2019

Los españoles somos muy de proclamar emergencias. Los titulares de los periódicos, las cabeceras de los telediarios y los boletines oficiales están llenos de emergencias. En realidad, los españoles somos un tanto pendulares, ciclotímicos, obsesivo-compulsivos o maníaco-depresivos. Vamos, que pasamos de no hacer nada a declarar emergencias en menos tiempo del que Rivera cambia de chaqueta. El término para lo primero es el de procrastinación, palabra no muy fácil de pronunciar que significa retrasar las actividades, postergar decisiones ante situaciones que deben atenderse y dedicarse a tareas más agradables en que entretenerse. Mariano Rajoy la traducía en sus grandes principios políticos como: “No adelantemos acontecimientos” y “La mejor decisión es no tomar ninguna decisión”. ¡Qué gran pensador hemos perdido! Claro, el paso inmediato se produce cuando uno no se adelanta a los acontecimientos y los acontecimientos le sobrepasan a uno. Ese es el carácter español. En ese momento deviene el toque de corneta, la llamada a rebato o la declaración de los estados de emergencia. 

Tenemos de todo tipo. Emergencia demográfica, cuando llevamos 30 años con descenso de los índices de natalidad. Nos acordamos ahora de la España vaciada, el envejecimiento de la población, el crecimiento exponencial de las partidas de las pensiones y los cambios del modelo asistencial. Emergencia climática, a pesar de que algunos políticos conservadores defienden posiciones negacionistas. Ahí tenemos a los simpáticos herederos del aznarismo acuñando el término “camelo climático” y tildando a los científicos (es enorme el caudal de estudios y evidencias contrastadas) de apocalípticos. Emergencia energética y emergencia industrial, ambas vinculadas a la imposibilidad de continuar quemando carbón y combustibles fósiles. Emergencia por contaminación del aire, ya cuantificada en miles de muertos por causas directas de las partículas que respiramos, a pesar de lo cual nuestras ciudades no están alineadas con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Emergencia social y laboral, derivada de la inexistencia de planes industriales que acompañen a una transición en los modelos de producir y consumir energía. Llegó el momento de cerrar industrias altamente contaminantes y nos han pillado con los deberes sin hacer. Emergencia financiera, declaró la Xunta de Galicia ante el gobierno de Madrid, y emergencia cinegética, para permitir cazar jabalíes, ahora que ya se habían hecho tan familiares paseando por los parques urbanos y comiendo los cultivos a mantel puesto.

Pero vamos, que todo se andará, que ya veremos, que hay tiempo, que no nos volvamos locos ni adelantemos acontecimientos. 

domingo, 6 de octubre de 2019

El fútbol de los constructores de barcos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 6 octubre 2019

Esta mañana compré un cupón de la ONCE para el sábado 5 de octubre y me encontré, de casualidad, con una bonita imagen: “1919-2019, 100 Años Racing de Ferrol”. Esta vez me toca, seguro, pensé como lo hago cada vez que compro lotería. (Este artículo se publicará el domingo 6 y, si hay alguna novedad, ya les informaré). 

En realidad al fútbol en Ferrol ya se jugaba con anterioridad a 1919. Y en otros muchos puntos de España. La presencia de técnicos y operarios ingleses que habían venido a trabajar a industrias españolas, especialmente en ciudades portuarias, así lo atestigua. A finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX existe constancia formal de equipos de fútbol en Gijón, Santander y Bilbao. Todavía se escribía foot-ball y se nombraban como Sporting, Racing o Atlhetic, por ceñirnos a ellos. En Galicia este deporte había calado ya en Villagarcía de Arosa, aunque en esta ocasión se debiera a que esa ría se utilizaba como fondeadero de descanso para las tripulaciones de la marina inglesa desde 1874. En 1902 se constituyó el Club Alfonso XIII, uno de los más antiguos de España junto al Recreativo de Huelva, en cuya alineación había muchos operarios ingleses de las minas de Rio Tinto.

El caso ferrolano es paradigmático. La creación de la Sociedad Española de Construcción Naval en 1909 con la participación en el capital de la británica Vickers, fue el revulsivo. Al astillero llegaron decenas de técnicos y operarios ingleses. A los pocos meses, en 1910, crearon el Shipbuilding F.C. (algo así como Constructores de Barcos Fútbol Club) y jugaron un partido organizado reglamentariamente contra el Calvet coruñés –precursor del Deportivo- con la siguiente alineación: Stewart, Pratt, Johnson, Smith, Rowe, Corr, Campbell, Albéniz, Marshall, Bacar y Jenkin. ¡Todos ferrolanos de pura cepa a excepción de Albéniz, claro está! 

La influencia inglesa era más que notable. El viceconsulado inglés en nuestra ciudad también fomentó nuevos hábitos en el deporte, las costumbres y la sociedad de la época. Sobre todo en los períodos en que sus titulares fueron Emilio Antón Iboleón, hombre formado en Inglaterra, empresario y alcalde en tres períodos, y su sucesor como vicecónsul William V. Martin. Ambos tuvieron mucho que ver con el desarrollo del fútbol, la creación de un club ciclista (importando velocípedos ingleses), la formación de un grupo de scouts, el apoyo a la Escuela Inglesa y el desarrollo de las colonias infantiles siguiendo la tradición de la instrucción física e higienista. El fútbol, la Constructora, y medio Ferrol hablaban inglés, o mejor una mezcla de inglés-gallego-español que derivó en ferrolano. ¡Larga vida al Racing! 

jueves, 3 de octubre de 2019

Al Consejo de Estado

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 29 septiembre 2019

En cuanto termine de tomar este guarisnai con ustedes me pongo a escribir una carta al Consejo de Estado. Así, por derecho. Con lenguaje alto y claro, como el nuevo voto que nos piden en noviembre. Consejo de Estado, a la atención del Letrado Mayor, Palacio de Uceda, calle Mayor 79, Villa de Madrid. Remite: Pepe de Canido, Ferrol. Con eso bastará. En el sobre pondré un sello de Felipe VI, para darle solemnidad al envío. 

Escribiré que soy consciente de que me dirijo al supremo órgano consultivo del Gobierno. Y soy conocedor de que tienen preparado desde hace tiempo un dictamen con la propuesta de reforma de la Constitución. Esto lo sé porque nos lo dijo el profesor Portero Molina a los asistentes a una de las tertulias que organiza el Club de Prensa ferrolano. Portero Molina, uno de los grandes constitucionalistas españoles, avanzó que la propuesta recogía temas como el encaje de las Comunidades Autónomas, la entrada en Europa, la sucesión a la Corona, y otros varios capítulos.

Les pediré en la carta que incluyan la reforma del artículo 99. Ya saben, ese que dice que en el Congreso se elegirá al Presidente del Gobierno en primera votación con mayoría absoluta (la mitad más uno de los votos) o en segunda votación con mayoría simple (más síes que noes). 

Solicitaré que la reforma tenga el calado suficiente para garantizar que no se pueda repetir, por los siglos de los siglos, el espectáculo bochornoso que hemos dado al mundo en esta legislatura inútil: ni presidente, ni ejecutivo, ni una sola ley aprobada. Si es preciso, que incluya amenaza de cónclave, con la puerta cerrada con llave -y a pan y agua- en las futuras sesiones de investidura y una vez escuchado al pueblo soberano. Del Congreso se sale con un presidente investido sí o sí.

Explicaré que llego a esta reflexión preocupado por la salud mental de los españoles (otra campaña electoral, el sentimiento de culpa por que votamos un poco mal, más tertulias televisivas con las mismas soflamas, el vacío del tiempo perdido…) y el propio equilibrio emocional de los líderes aspirantes. Ahí están, los pobres. Uno ve bandas por todas partes, otro sueña con asaltar sillones ministeriales, otro ya ni puede dormir, otro tiene pesadillas porque los inmigrantes le roban los bocadillos, otro sufre porque no le da la suma para un partido único, grande y libre.

Y finalizaré diciendo que un servidor, en noviembre y cuando sea, irá a votar. Que todavía recuerda alguna carrera delante de los grises por la plaza de España pidiendo el voto a los 18 años en lugar de a los 21 como estaba. Y se consiguió. Por aquello de participar en el sistema democrático y no dejar algo tan serio como la Política solo en manos de los políticos.