domingo, 21 de mayo de 2023

La carta cifrada de Jorge Juan

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 21 mayo 2023

 

Los ocho candidatos están sentados al amparo del monumento a Jorge Juan en el jardín trasero del palacio de los almirantes, antigua Capitanía General de la Zona Marítima del Cantábrico. Los ocho candidatos, los alcaldables, están colocados mirando al Arsenal, ese lugar en el que habitan buques pintados de color gris naval, sólidos edificios de granito reforzados con cerchas de hierro fundido capaces de soportar impactos de balas de cañón, diques, dársenas y muelles, construidos por el ingenio de las cabezas mejor amuebladas de las Luces españolas. Entre ellas la destacada de Jorge Juan, marino, sabio y espía. Un magnífico espía, que comenzó en una misión mandada por el marqués de la Ensenada, el de la escultura que está a pocos metros de allí echando pestes porque le moldearon sin su bicornio ni su bastón, dejándole en una postura robótica para la eternidad. Jorge Juan, decía, comenzó su espionaje a los ingleses y no lo dejó jamás, por lo que es probable que tomase buena nota del debate electoral que a sus pies se estaba celebrando. Hoy el tema era obvio. Los aspirantes a tomar asiento en el salón de plenos de la plaza de Armas debían centrar sus diatribas sobre dos cuestiones. Primera: qué sabe usted del Arsenal, su historia, funciones, dependencias, unidades con base permanente, misiones que desde él se comandan, sistema de aprovisionamiento y total de personal embarcado. Segunda, indique cuántos metros de muralla (muro, murallón, paredón, que de todas formas le llamaron) se compromete a tirar, bajo la promesa de que miles y miles y miles de ferrolanos puedan aposentarse en sus lindes a contemplar el mar o lo que sea que puedan ver y que no sería el mar. Expliquen con brevedad, por favor, su posición.

 

Jorge Juan esperaba pacientemente las explicaciones de los políticos. Ante la primera cuestión la respuesta de todos fue el silencio, un silencio incómodo y eterno que hasta permitía oír los ecos de Churruca en la batalla de Trafalgar. Sobre lo de tirar la muralla sí, ahí sí que se animaron los alcaldables. Hubo quien proponía tirarla entera, y después tirar todo lo demás y pedirle a los “privilexiados” que se llevaran los barcos militares a otra parte. Otros hablaban de lo contrario, de ampliarlo y hasta de traer un batallón de legionarios (oiga, que la Legión no es un cuerpo de la Armada, le recriminaron). Y algunos propusieron tirar media muralla, la parte superior, sustituyéndola por una verja y dejar la mitad inferior, por si acaso. Jorge Juan escribía: …106.280.103.197.65.370.388.59…etcétera, como cuando en 1749 enviaba las cartas cifradas sobre los planos de navíos de Rooth, el instrumental náutico, la confección de velas… ¿Alguien tiene un libro de claves?

domingo, 14 de mayo de 2023

Mirando a la fuente wallace

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 14 mayo 2023


Los ocho candidatos han de sentarse alrededor de la fuente wallace. Les ayudará a concentrarse en Ferrol, lo ferrolano, los ferrolanos, los asuntos que les preocupan y los que no les interesan en absoluto. La fuente wallace ejerce en los aspirantes a la alcaldía un efecto hipnótico. Seguramente les incitará a pensar en lo local y les infundirá un renovado interés por el municipalismo. O debería. La fuente wallace es motivo de reflexión. Nació del genio de un benefactor, Sir Richard Wallace, quien le encargó al escultor Charles Lebourg la construcción de múltiples fuentes que abastecieran de agua a los vecinos de París. La pieza ferrolana, del tamaño grande, fue diseñada y firmada por Lebourg en 1872, comprada y traída a nuestra ciudad por el benefactor Juan Romero en 1889, ubicada en el antiguo mercado de la Magdalena y trasladada primero a la plaza del marqués de San Saturnino y después a su ubicación actual en el parque municipal.

 

El asunto del debate electoral que nos ocupa tiene que ver, por supuesto, con las fuentes, parques, jardines, alamedas, estatuas, quioscos y, lo más importante, el arbolado que vive -o peor, malvive- en la ciudad. Rey Varela, (PP) fue el último alcalde en alcanzar el mérito de haber secado una fuente en la plaza de España y convertirla en una jardinera vulgar e irrelevante. A su lado, en círculo artúrico, Ángel Mato (PSOE), Jorge Suárez (FeC), Iván Rivas (BNG), Aitor Cordero (Podemos), José Enrique Fernández (VOX), Carmen Rodríguez (Centro Democrático) y Iolanda Teixeiro (Ligando). 

 

¿Por qué a la alameda de Ferrol no se la cita como la más antigua de Galicia? ¿Por qué las publicaciones sobre jardines botánicos no recogen el del campus universitario, anteriormente hospital de Marina, joya trazada por manos ilustradas? ¿Por qué los árboles de plazas y calles no son bien tratados, que hasta algunos colectivos vecinales pretenden cambiar árboles por asfalto para coches, y las fuentes secadas y cambiadas de sitio (Fama, Churruca, plaza de España, etc…) y el parque del Montón no avanza, y algunos tilos de Armas tienen alcorques chapuceros y de emergencia? 

 

La verdad es que a los ocho alcaldables, por sus hechos al frente de la alcaldía, como concejales o simples aspirantes en sus declaraciones, parece que todo este asunto de alamedas, parques, fuentes y jardines les preocupa poco o nada. El tema, por lo demás, no parece ser nuevo. Wenceslao Fernández Flórez llegó a Ferrol en 1906 y en uno de sus primeros artículos, titulado Crisantemos, tuvo oportunidad de compadecerse de los escritores ferrolanos que no podían recoger en sus cuartillas bellas historias de jardines, escasos  y descuidados, de la ciudad. Pocos cambios en siglo y pico.

domingo, 7 de mayo de 2023

Pajarera, invernadero o algo así

Escribanía de mar 

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 7 mayo 2023

 

Los ocho candidatos a presidir el pleno municipal están preparados. Las ocho sillas para el debate, también. En esta ocasión será en la pajarera, invernadero, quiosco o lo que quiera que sea esa estructura colocada en medio de los cantones. El asunto a debatir, como procede en una ciudad con un pasado glorioso y rimbombante, es de la máxima importancia. Qué será Ferrol cuando presente un padrón de menos de cincuenta mil habitantes y se caiga de la lista de las grandes ciudades españolas. No, podría ser un tema de interés, pero no. Y el futuro de la base naval, o la ampliación y actualización de los astilleros, y el desarrollo de la Universidad, y la creación de empleo de calidad, y la prestación de servicios de primer nivel, como limpieza, iluminación, pavimentos sin fochancas, calles humanizadas, parques y jardines de ensueño, transportes públicos, etc…, son temas tan manoseados que no parecen despertar interés entre los alcaldables. Por no mencionar lo relativo a la educación, sanidad, dependencia y asuntos menores en lo que corresponde a las competencias municipales, algo obvio y bien sabido por todos. Nada de eso. El asunto central de ese debate es precisamente el futuro de la propia casoupa en la que están debatiendo. ¿Qué será esto, una pajarera, un invernadero, un quiosco de refrescos, una mini sala de exposiciones o nada de lo aquí citado?

 

Los candidatos de las derechas, mayoritarias en votos en las últimas citas electorales, están a favor de enjaular canarios, petirrojos, loros o cualquier clase de animal alado. Es más, seguro que el aspirante de la ultraderecha redoblaría su apuesta por convertirlo en un criadero de pichones, para el mejor fomento de la caza y el uso de armas, cosas que defienden en sus programas electorales. Los candidatos socialistas, centristas y socialdemócratas (en caso de que hubiese alguno) seguro que apuestan por hacer un expositor de artes de la Ilustración: trajes, joyas, bastones y juegos de café. Ferrol en Común, por su parte, optaría por hacerlo sede del espíritu rebelde, combativo, de trincheras y frentes comunes contra lo que sea. Tal vez Podemos se sume a esto (con perdón de la expresión sumar, ellos me disculparán). Y los soberanistas gallegos optarán por quitarle al tinglado su espíritu opresor, de estructura en la que se exhiben las propiedades -fauna o flora- traídas de otros lugares colonizados.

 

El tenderete del Cantón no llegó a ser ni casa de fieras, ni zoológico ni aviarium.Tampoco alcanzó la categoría de jardín de aclimatación, estufa botánica o un pequeño invernadero. Es un quiero y no puedo plantado en un espacio de recreo al que debiera dedicarle una jornada de estudio el próximo alcalde presidente. O no.