domingo, 26 de enero de 2020

Pescar basura

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 26 enero 2020

En todas partes vemos, leemos y oímos hablar del saneamiento de la ría. Es un clásico. Los partidos políticos, todos, lo escriben en sus programas electorales y lo repiten en todas las campañas. Los proyectos y líneas estratégicas de cualquier representante de la ciudadanía hacen mención a una ría sana, limpia, sin contaminación. Un paraíso. Y una fuente inagotable de riqueza. Y en eso llega la hora, un año más, en que los pescadores y mariscadores hacen balance del año anterior. No tienen dudas al respecto. Viven cada día en una ría diagnosticada, por unanimidad, como en “estado crítico, dramático, límite”. La ría, dicen estos profesionales, no tiene capacidad productiva. Ya no basta con no verter residuos al mar. No es suficiente no contaminar, aunque en la ría ferrolana todavía se siga haciendo. Es preciso regenerarla a través de medidas del tipo: arado de sustratos, aporte de áridos lavados, retirada de chatarras, aporte de semillas, y otras similares, que los técnicos sabrán valorar y recetar en cada caso. Las almejas están desapareciendo como ya lo hicieron en su día los berberechos, ostras y erizos. Si queda algún pulpo, nécora o centolla, es que se ha despistado. Ya no se pescan robalizas ni sargos; tampoco panchos o fanecas. Como mucho algún baralloco acostumbrado a vivir en aguas no demasiado aconsejables. 

La ría ferrolana agoniza pero tiene solución: ¡pescar y mariscar basura! Así, de una tacada, se limpia la ría y se consiguen salarios. En Marín, Cambados, A Coruña y Vigo se ejecutaron experiencias exitosas, todas con nombres sugerentes: Upcycling the Ocean, Oceanets, CleanAtlantic, Repescaplás, son algunas. Todo tiene valor. Pescar plásticos de botellas y depósitos de combustible. Pescar redes, nasas y aparejos. Mariscar botas, chubasqueros y neumáticos. Por no decir carritos del súper, bicicletas, lavadoras, cocinas, carritos de bebé y teclados de ordenador. Todo se podrá vender para reciclar, aunque los productos estrella seguirán siendo los metales pesados: mercurio, cadmio, plomo y sus compañeros de la tabla periódica.

El Foro Económico Mundial comprobará que sus pronósticos no se cumplirán en la ría ferrolana. Eso de que en 2050 habrá en el mar más plásticos que peces sucederá en otros mares y océanos, pero no en las 6 millas protegidas por los castillos. Con la nueva faena de pescar y mariscar basuras el mar de dentro y las ensenadas volverán a tener profundidad, aguas claras, francas, y peces y mariscos libres de contaminación. Los monjes benedictinos podrán volver al Priorato de La Cabana y los cluniacenses al Monasterio del Couto, y comprobarán que la abundancia del mar descrita hace siglos será, de nuevo, una realidad. Veremos…o no.

domingo, 19 de enero de 2020

El ministro de lo nuestro

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 19 enero 2020

Ya tenemos Gobierno. Los nuevos ministros ya pueden funcionar sin estar en funciones. Ahora necesitan un presupuesto de verdad, actualizado, que sea algo más que unos números prorrogados de otros números prorrogados. El alcalde Ángel Mato no debe demorarse en nombrar a un ministro de lo nuestro, de lo ferrolano. Los alcaldes departamentales tienen una larga tradición -ya de siglos- en enfrascarse en dimes y diretes con los  ministros de Defensa o de Industria, con los almirantes destinados en la Capitanía o en el Arsenal, o incluso con los responsables del Puerto. Pero tienen poca práctica en relacionarse con otros ministerios. 

En los últimos decenios hemos comprobado como aumentaban el aislamiento y la despoblación de la ciudad, asuntos que algunos primeros ediles consideraron secundarios mientras hubiera chapa que cortar en el astillero. El resultado es que ahora mover mercancías o personas dentro y fuera de Ferrol es una odisea. Hay que invertir mucho más tiempo y dinero que en nuestras ciudades vecinas. Los trenes son lentos, los peajes caros. El transporte urbano continúa en manos de la Xunta a pesar de la obligatoriedad de asumirlo la ciudad porque tiene, todavía, más de 50.000 habitantes. El proyecto de ciudad, sencillamente, ni estuvo ni está.

Por eso la corporación de los tres alcaldes ha de nombrar nuevo ministro de lo nuestro al maestro Ábalos. El maestro Ábalos, portador de la cartera en la que caben las obras públicas, los transportes, las políticas de movilidad y la agenda urbana, es el responsable de más del 80% de los dineros que el Ejecutivo podrá invertir en los próximos años. Al maestro Ábalos -esa era su profesión anterior a la política- se le debe invitar a la ciudad y nombrarle formalmente ministro de lo nuestro. El acto central podría celebrarse en uno de los magníficos cafés del centro, para así evitar disgustos en el palacio municipal por la lluvia de agua, cascotes, cornisas, pináculos, desprendimientos de buhardillas o incidentes inoportunos de ese tenor. Una vez realizado el nombramiento, el ministro de lo nuestro José Luis Ábalos ya podría dar instrucciones para que Ferrol tuviese una estrategia propia de desarrollo urbano de carácter integrado, que se pudiese revitalizar la ciudad existente evitando más dispersiones, que se fomentase la cohesión social, que se avanzase en las comunicaciones con políticas de movilidad sostenible, que se impulsase una economía urbana y circular y que la ciudad naval, en definitiva, se volviera a enganchar al tren de las ciudades en desarrollo, crecientes y sostenibles.

Sería fantástico que Ábalos aceptase ser ministro de lo nuestro. ¡Y qué celos iba a provocar en la fenesa Yolanda Díaz y la coruñesa Nadia Calviño!


domingo, 12 de enero de 2020

Parlamentarios de malas digestiones

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 12 enero 2020

La sesión de investidura comenzó bien. Y terminó mal. El discurso del candidato estaba lleno de propuestas y palabras alentadoras. Sobre ellas se podía armar un debate, apoyarlas, rebatirlas, solicitar su concreción en plazos y presupuestos. O incluso negarlas. Durante hora y media larga oímos hablar de justicia social, fiscalidad justa, economía social de mercado, educación, sanidad, dependencia, derechos y libertades, cohesión territorial, reto demográfico, lucha contra el cambio climático, revalorización de las pensiones, revolución tecnológica, crecimiento económico y creación de empleo, trabajo digno, estable y de calidad, lucha contra el fraude, futuro verde, cuarta revolución industrial, derechos de los trabajadores autónomos, mundo rural y sector pesquero, protección de espacios naturales, impulso a la cultura y el deporte, renovación del Pacto de Toledo, revalorización de las pensiones, incremento del salario mínimo, gratuidad de la educación obligatoria, uso social de la vivienda, transparencia, regeneración y lucha contra la corrupción, derecho a una muerte digna, violencia de género, España del autogobierno de las Autonomías, racionalización de los horarios, integración europea, cultura del acuerdo y no del enfrentamiento, y cosas así. Aunque lo que vino después fue precisamente enfrentamiento y la que se armó fue la marimorena. El Congreso de los Diputados renunció a ser una cámara parlamentaria. La palabra sabia, reposada, serena y firme se sustituyó por los gritos, insultos y descalificaciones. En medio de un vocerío tumultuario y chabacano sobresalían otro tipo de expresiones: franquismo, terrorismo, ETA, felonía, romper España, golpe de Estado, represión, presos políticos, fascismo, traición, trincheras. La clase política había decidido actuar con poca clase, sin educación, sin decoro parlamentario, haciendo gala de un estilo guerracivilista muy alejado de la mejor tradición parlamentaria. La historia se repite aunque ahora se parezca más a una lavadora, dice Benjamín Prado, que da vueltas sobre sí misma destruyendo la ropa al tiempo que la lava. Julio Camba ya vivió una situación similar y se lamentó en una de sus maravillosas crónicas parlamentarias añorando “una oratoria propicia a las buenas digestiones…que no abandonaba la sonrisa sin perder la intención, sin gritos inoportunos ni puñetazos inesperados”. Era, decía Camba, “la única oratoria que tiene razón de ser, puesto que ninguna verdad hay en el mundo que merezca la pena de decirse a gritos”. Los nuevos representantes de la ciudadanía han dado muestras una vez más de que la gobernabilidad de España les importa un comino. Lo confirmó una diputada independentista.

domingo, 5 de enero de 2020

Albalat dibujó el futuro

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 5 enero 2020

Fue un referente de las Bellas Artes. Arquitecto, maestro de arquitectos. Un arquitecto humanista, más preocupado por los usuarios de los edificios que por los edificios. Urbanista, sociólogo, diseñador, Andrés Fernández-Albalat Lois fue una especie de sabio renacentista capaz de traducir sus conocimientos en la arquitectura más moderna de la segunda mitad del siglo XX. La fábrica de Coca-Cola coruñesa, el concesionaro de SEAT, el estadio de San Lázaro y la facultad de Matemáticas en Compostela, la rehabilitación de la fortaleza de Monterrei y el complejo industrial de Sargadelos en Cervo (declarado bien de interés cultural), son algunos ejemplos de su arquitectura joven, diferente, innovadora.

También lo fue su visión futurista, revolucionaria, muy avanzada para aquella Galicia. Ingresó en el Instituto Cornide a finales de los años 50 y lo hizo con un discurso basado en el proyecto de La Ciudad de las Rías. Allí Albalat dibujó el futuro. Proyectó tres puentes que unirían las tres rías del Golfo Ártabro (La Coruña, Ares-Betanzos y Ferrol) con la finalidad de favorecer las comunicaciones entre las ciudades de Ferrol, La Coruña y todas las demás villas ribereñas. Tenía el diseño en su cabeza de una gran área metropolitana apoyada en las comunicaciones, recursos y servicios compartidos por algo más de medio millón de habitantes. Un ente supramunicipal dibujado veinte años antes de aprobarse la Constitución, cuyo articulado ampara su creación y desarrollo. 

En el siglo XXI se han hecho varias revisiones de La Ciudad de las Rías. Lo debatieron nuevas generaciones de ingenieros, arquitectos, sociólogos y urbanistas. Se publicaron nuevos enfoques, impartido conferencias y, por supuesto, algunos homenajes a su creador, el profesor Albalat. Se sumó la Diputación con la edición de un libro que recoge toda su historia y vuelve a poner de actualidad el proyecto. Oiga, don Andrés, ¿no cree usted que sería demasiado caro hacerlo ahora? La respuesta fue parecida a esta: “Pregúntate si es caro o barato hacer un puerto exterior o una Ciudad de la Cultura. Depende de la voluntad política y el interés de los ciudadanos”.

Andrés Fernández-Albalat era escéptico y creía poco en la clase política. En voz baja me confesó que los políticos ferrolanos nunca habían sido receptivos a estudiar La Ciudad de las Rías. Estaban instalados en la idea de ciudad-estado, autosuficiente, más demandante de recursos de Madrid que relacionada con las otras ciudades de su entorno. Yo le confirmaba esta impresión. En todos estos años la ciudad naval optó por reivindicar su aislamiento, el deseo utópico de volver a ser la ciudad más poblada de Galicia…mientras continúa su declive. Descanse en paz, Albalat.