domingo, 31 de mayo de 2015

Acuérdense de alcanzar acuerdos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 31 de mayo de 2015

Se lo digo a los políticos electos, a los 25 magníficos procedentes de los 5 partidos o plataformas que obtuvieron representación. Muy especialmente a los que, previo acuerdo, salgan elegidos miembros del equipo de gobierno con el alcalde al frente. Una corporación que cambiará de signo político, como manda la tradición ferrolana, y que necesariamente se ha de fundamentar en algún tipo de acuerdo, dado que ningún grupo obtuvo mayoría absoluta. Esta es la situación, perfectamente conocida por todos ustedes y perfectamente no predecida por todos los sondeos y encuestas electorales realizadas. Ni siquiera atisbada por las quinielas de los propios candidatos alcaldables. Nada, que no se acertó ni por casualidad.

Pero el asunto es que ahora toca remangarse y ponerse a la faena. Los discursos y lamentos del tiempo de descuento, en el que nos encontramos, casi que sobran. Unos dirán que se debió cambiar la ley electoral para que gobernase la lista más votada, y que había que evitar el gobierno basado en pactos de perdedores. Otros dirán que la suma de sus votos es mayor que la obtenida por la lista más votada, y que hay que obedecer la soberanía de los electores. Los acuerdos forman parte de las reglas del juego democrático.

Y un tercero, este cronista, se atreve a formular la necesidad de que en la próxima legislatura se produzcan el máximo de acuerdos posible, y no sólo el que permita formar gobierno. Por dos razones. Porque la ciudad necesita un clima político de consenso, de unidad, de acuerdo mayoritario no sólo de los políticos sino también de los sindicatos, asociaciones, empresarios y toda la sociedad civil. Un gran consenso que permita plantarle cara a la alarmante situación en que se encuentra. Y además, porque en los grandes temas el acuerdo es alcanzable. Así se puede deducir de las propuestas escritas en sus programas y esbozadas en el Foro Voz la semana previa a la votación. Todos están de acuerdo en que hay que frenar la sangría demográfica, apoyar al sector industrial –especialmente al naval-, avanzar en el saneamiento de la ría, mejorar el transporte público, revitalizar la candidatura a patrimonio de la humanidad, ser solidarios con los más golpeados por la crisis, rehabilitar los cascos históricos, potenciar el comercio local y los mercados de abastos, etcétera. Habrá diferencias de matices y de algún que otro criterio en la forma de hacerlo, algo por lo demás lógico. Pero el salvar estas dificultades, queridos políticos, formará parte de su día a día y va incluido en el sueldo. Como el hacerlo de forma participativa y transparente. En esto, el acuerdo no lo firmarán en la plaza de Armas; ya quedó rubricado en las urnas, con la ciudadanía.


   

miércoles, 27 de mayo de 2015

El bolígrafo de Manuela

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 27 de mayo de 2015

Las empresas demoscópicas están revisando sus procedimientos y metodologías, especialmente las que tienen que ver con el “cocinado” de los datos y la estimación del voto oculto e indeciso. Aquí no supieron ver que la traducción de la indignación y el hartazgo de la ciudadanía se iba a decantar hacia la izquierda, mientras sus colegas ingleses tampoco supieron atisbar la mayoría del voto conservador. En su defensa diré que hacer inferencias estadísticas lleva implícito un margen de error mayor que simplemente hacer descripciones, si bien es verdad que ya cuentan con decenas de contiendas electorales en las que se realizaron sondeos con muestras significativas y que, por lo tanto, el acercamiento a lo que hará el universo de electores debería ser más ajustado.

El mapa político azul del 2011 se transformará en multicolor dentro de unos días. Ayuntamientos, Diputaciones y parlamentos autonómicos acogerán a nuevos jugadores que llegan con ímpetu: Podemos, Ciudadanos y candidaturas abiertas de progreso. El cambio es muy profundo. En el nuevo escenario comienza a perfilarse la ansiada regeneración democrática y política, llamada por algunos la segunda transición. También, un importante relevo generacional, en el que los protagonistas serán los Sánchez, Rivera, Iglesias, Garzón y otros muchos, entre ellos una joven de 71 años llamada Manuela Carmena.

Manuela ha dejado aparcada su empresa solidaria “Yayos emprendedores” para hacer dos cosas por el precio de una. Gobernar la ciudad de Madrid e impartir clases de una nueva forma de hacer política. Política, con mayúsculas, moderna, social, participativa, solidaria y con amplitud de miras. Las primeras lecciones las impartió en la campaña electoral. Manuela ha estado disponible en todo momento, con una sonrisa, explicando sus propuestas y enseñando cómo se dialoga. Mantuvo siempre un enorme respeto por sus interlocutores, incluida la señora Aguirre, especialista –además de en rodearse de corruptos- en injuriar, agredir, atacar y tratar de aniquilar a todo aquél que piensa diferente; ese es su concepto de la política. Por el contrario Manuela Carmena invita a los madrileños que le votaron a que intenten seducir, que no vencer, a los que no lo hicieron. Y también le tiende un puente de diálogo amable y sincero a la propia Aguirre, porque en el fondo Manuela “cree mucho en la reinserción” (esta frase recoge lo mejor de toda la contienda electoral, a mi juicio).

La joven jueza Manuela Carmena salió a saludar a sus seguidores con un bolígrafo en su mano; tenía también un cuaderno y una botella de agua. Un bolígrafo bic, democrático, reconocible y familiar. Un bolígrafo que todos podemos tener, que no se parece en nada a los bolígrafos de la trama Gürtel. Asequible, económico, fácil de encontrar, transparente. Un bolígrafo con el que gesticulaba Manuela explicando que el triunfo era de todos, que se tenía que abrir una etapa nueva en la que lo económico estaría al servicio de lo social. Con él seguro que firmará la normativa que impedirá dejar a las familias en la calle, las ayudas para paliar la pobreza, las normas que devuelvan al ámbito público la sanidad, la educación, la cultura, y las ayudas a la dependencia.

En la esquina atlántica coruñesa, en la que vivo, es probable que los tres ayuntamientos más significativos tengan alcaldes que provienen de candidaturas afines a la de Ahora Madrid, y sustituirán a los actuales alcaldes conservadores. Martiño Noriega en Santiago, Xulio Ferreiro en A Coruña y Jorge Suárez en Ferrol, promedian edades en torno a 30 años menos que Manuela Carmena. Son los cabezas de lista de las mareas de progreso y representan los mismos valores que tantas otras en el resto de España. Tienen por delante un reto muy difícil y, al mismo tiempo, apasionante. Podrán mirar de reojo al magisterio que impartirá Manuela desde Madrid, con su bolígrafo popular (no Popular), abriendo un nuevo camino de esperanza (no como Esperanza) para una nueva forma de entender la política, desde las personas y para las personas. 

lunes, 25 de mayo de 2015

Somos resilientes

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 24 de mayo de 2015

Pues ya lo saben. Nos levantamos un día cualquiera por la mañana y nos dicen, a los gallegos en general y a los ferrolanos particularmente, que somos resilientes. Vamos, que tenemos resiliencia.
   -Ah, estupendo. Mire usted que yo siempre creí que a los ferrolanos nos gustaba ir a pescar chocos a la ría, cantar en los bares y hablar mal de lo propio. Pero bueno, si usted dice que además tenemos resiliencia, pues mejor que mejor. Y ya que tenemos ese atributo, ¿me puede usted explicar en qué consiste, y de paso, decirme si es una buena o mala cosa?
   -Pues claro, faltaría más.
   Resiliencia es un término utilizado en Psicología que indica la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Esto es, de adaptarse a las crisis o al mal infortunio, y salir bastante airoso cuando tocan mal dadas. Y fíjense, este concepto propio de las personas, ahora, se le aplica también a las ciudades, a los territorios. El caso es que el Instituto de Economía, Geografía y Demografía, dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha realizado una investigación sobre como está afectando la crisis a las diferentes regiones españolas. Sus principales resultados están recogidos en una publicación llamada el ‘Atlas de la crisis’. En ella, pásmense ustedes conmigo, podemos leer que el oeste menos desarrollado resiste mejor que el este (la costa mediterránea), es decir, regiones como Galicia resisten mucho mejor que Cataluña, la Comunidad Valenciana o Baleares. Y lo mejor del asunto, la canela del arroz con leche que diríamos, que ciudades como Ferrol o Vigo resisten estupendamente, vamos, que casi ni notan la crisis. ¡Manda truco!
   -¿Y saben ustedes por qué somos tan resilientes y resistimos tan bien esta nefasta situación?
   -Pues no, qué vamos a saber. Usted nos dirá.
   Muy sencillo. No lo digo yo, lo dicen los autores del estudio. Ciudades como Ferrol (y Vigo) no notan tanto los efectos de esta crisis porque todavía no se recuperaron del enorme impacto de la reconversión de la industria naval que sufrieron en los años 80. O sea, que como llevamos más de 30 años padeciendo las consecuencias de una nefasta política industrial, y sin disfrutar de unos niveles de desarrollo similares a los de la vertiente mediterránea, ahora aguantamos mejor este nuevo varapalo. ¡Que bien razonan estos nachiños, oigan!
   La España mediterránea no podrá tener tantas alegrías como les daba la Fórmula 1 y la Copa América. Que se le va a hacer. Sin embargo los ferrolanos, todos los gallegos, estamos contentos aún con una renta de menos del 80% de la suya. ¡Como somos más resilientes! Lo de la industria y el empleo...¡ni comparación con tener resiliencia!



miércoles, 20 de mayo de 2015

Apáticos y atónitos

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 20 de mayo de 2015

La comunicación política y el marketing electoral están cambiando. Las campañas electorales, aquellas orgías partidarias en las que se competía por ver quién llevaba más gente a las plazas de toros, quién tenía más coches con megáfonos a toda pastilla repitiendo sus soniquetes y eslóganes, quién pegaba más carteles con los candidatos en cada rincón de las ciudades (que luego quedaban meses formando parte de la decoración), se han acabado. Ahora estamos en plena campaña electoral y la cosa está más bien triste, con una alta dosis de apatía aderezada con comportamientos que rozan la ridiculez. 
   ¿Apatía de los electores y ridiculez de los candidatos?
   ¡Claro! Los electores ya no juegan a la tómbola de promesas de los partidos políticos y los candidatos ya no saben qué hacer para resucitar el carnaval electoral. Una candidata se desnuda para ser portada de una revista; otro se rodea de aplaudidores para que le jaleen en todos sus actos; muchos se ponen a cantar y bailar, para hacer más ameno el mensaje; algunos hacen vídeos simpáticos con personajes como Obama, Putin o Suárez; otros se quitan la chaqueta para rememorar su habilidad ciclista...y lindezas así. ¡Debe ser cosa del marketing!
   ¿Pero no queríamos políticos cercanos, transparentes, que fomenten la participación y se comporten como “seres humanos normales”? (Rajoy dixit) Pues esto, parece, es lo mejor que saben hacer.
   Sin embargo, la reacción de la “masa electoral” no parece ser la deseada -el abandono de la apatía y la desafección- y los responsables de las campañas se muestran muy preocupados. Las últimas encuestas y sondeos (datos del CIS, Metroscopia y Sondaxe) reflejan que el 75% de los electores eliminarían o recortarían la duración de las campañas; que sólo el 5% de los residentes en las ciudades han acudido a actos de los partidos; y que entre el 30 y el 45% -según la fuente y el tipo de elección, municipal o autonómica- se declaran indecisos.
   ¡Qué desastre, apáticos y además indecisos!
   Uno de cada tres, pongamos por término medio. Entre ellos estarán los que se avergüenzan de su voto a los partidos tradicionales y lo ocultan. Los que sienten indignación, rabia y asco ante tanta corrupción y no votarán. Algunos de los que votarán en blanco. Estarán los auténticos indecisos, que tal vez decidan su voto en el último momento. Y también los que no quieren saber nada de las empresas demoscópicas, convencidos de que el “cocinado” de los datos que presentan tienen un sesgo intencionado. Vamos, un poco de todo.
   A todo este guirigay se suman las exigencias de la transparencia mediática, la presión de quienes manejan micrófonos y cámaras, y las normas de las Juntas Electorales. Se han puesto exquisitos y ya no dejan ni que voten los muertos, ni que se puedan empadronar veinte o treinta familiares en el pisito del alcalde de 40 metros cuadrados, ni inaugurar las obras en plena campaña. Aunque no estén terminadas, que para el caso bien servirían. Y si no que se lo digan al Concello de A Coruña, que al mismo tiempo que mantiene a los obreros trabajando un domingo con sus compresores y taladros, coloca unos metros más allá a unos músicos tratando de afinar sus guitarras para celebrar la pavimentación de un trozo de paseo. Los demás ya llegarán, no hay prisa. Pero estos metros cuadrados hay que festejarlos y visitarlos, que no inaugurarlos, en cuanto los decibelios de las máquinas y de los instrumentos musicales consigan sincronizarse.
   Atónitos estaban los turistas ante el espectáculo. Atónitos estamos los ciudadanos ante los comportamientos inmaduros y ridículos de los viejos y nuevos aspirantes a representantes políticos. Apáticos, a pesar de la enorme importancia de lo que está en juego. Así, muchos manifiestan no tener decidido su voto. Otros elegirán al que consideran menos malo o al malo conocido. Y algunos mantendrán su ilusión en lo que debiera ser una nueva fiesta de la democracia, del mejor sistema de representación que tenemos al alcance de todos. Aunque se note más bien poco.
   
   
   

viernes, 15 de mayo de 2015

Tranquilos, las instituciones funcionan

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 14 de mayo de 2015

Cada vez que un político le enseña a un rival alguna fotografía o le increpa con un caso de corrupción de su partido, la respuesta es siempre la misma: 
   -Mire esa es, precisamente, la prueba de que las instituciones funcionan. ¿No ve usted como le han cogido? No pasa nada. Solo es preciso que los tribunales, esta vez sí, actúen con rapidez. 
   El razonamiento que subyace a esto viene a ser algo así como que el Estado funciona correctamente y vivimos en un país serio y decente, aunque eso no impida que, de vez en cuando, fallen algunos de los mecanismos de control. Pero –suelen afirmar- cualquier desviación será corregida, no hay espacio para la impunidad, el que la hace la paga y todos somos iguales ante la Ley. Hasta el anterior Jefe del Estado tuvo que salir a la palestra en alguna ocasión para recordarnos este extremo a todos los españoles, o tal vez lo que estaba haciendo era un ejercicio de autoconvencimiento y reafirmación después de tantos años de jefatura sin estar sometido, prácticamente, a ningún tipo de control.
   Tampoco lo hubo en la financiación de los partidos políticos; en la creación de miles de chiringuitos paralelos a la Administración; en el exceso de organismos burocráticos, su falta de racionalización y las duplicidades en sus competencias; en los múltiples casos de nepotismo: Tribunales de Cuentas, CNI, SEPI; en la connivencia entre buena parte de la clase política y las empresas adjudicatarias de construcción y servicios; en la fijación de sus políticas salariales; en el nombramiento de comisarios políticos que influían en los noticieros de las televisiones autonómicas, y hasta la estatal; en la desacreditación y vaciado de contenido de las funciones de los interventores y demás habilitados nacionales; en la inoperatividad del Banco de España y la CNMV; en la gestión de buena parte del sistema financiero; en la infradotación de medios a la Justicia, la inspección de Hacienda y la policía especializada en delitos fiscales. Tampoco en el mantenimiento y correcta explicación del funcionamiento y utilidad de tantos Consejos Asesores, Consejo de Estado, de las Autonomías, Senado, Diputaciones. Ni en la excesiva producción de leyes por parte de los parlamentos nacional y autonómicos, muchas de ellas con articulados contradictorios que obligan al Constitucional a dedicar buena parte de sus esfuerzos en dirimir cual se ajusta a la Carta Magna.
   Pero vamos, no pasa nada. Fallan los controles, pero alguna institución lo solucionará. Tarde o temprano, aunque sea con años de retraso. Y asunto resuelto. Ahora toca campaña electoral, hacer alguna foto en un mercado de abastos, o cantando, o con un niño en brazos, o en la tómbola de las decenas de promesas que ayudarán a capturar el voto de los más incautos.
   Pero aquí es donde falla el argumento, eso espero. La crisis económica tuvo su origen en la pérdida de confianza dentro del sistema financiero originada por el bluf de las subprime. ¡Qué lejos queda eso! Varios años más tarde, la incompetencia y el descrédito político español, unido a la indignación por la corrupción, hace que la falta de confianza –esta vez en la clase política- fuerce un cambio en las reglas de juego. En la nueva etapa, con una democracia ya regenerada, la gestión de la cosa pública deberá ser transparente. Se reclamarán nuevos espacios de participación, el cumplimiento de la ley y la limpieza en el conjunto de los representantes. 
   Fueron los ciudadanos, ejemplares y enfadados, los que acudieron a la policía y los juzgados a denunciar toda clase de corrupciones, corruptelas, tejemanejes y tocomochos. Esa será una de las claves. En este nuevo tiempo será la sociedad, las personas con nombres y apellidos, las que van a controlar a los controladores, exigiendo la mejor gestión de los recursos de todos. Los representantes que salgan de las urnas, seguramente, estarán aprendiendo la lección e interiorizando el papel que se espera de ellos. Si les ayuda, pueden repetir ante las cámaras, una y otra vez, que el Estado es de los españoles, que las Instituciones deben funcionar y que la Ley es igual para todos. Como hizo el anterior Jefe del Estado.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Galicia resiste...¿o no existe?

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 6 de mayo de 2015

El estudio Atlas de la crisis puso de manifiesto lo que ya sabíamos: el norte no se comporta como el sur, ni la vertiente atlántico-cantábrica como la mediterránea, y hay zonas más vulnerables que otras. Gracias al estudio de 15 variables demográficas, geográficas, económicas y sociales, un grupo de investigadores dirigidos por el demógrafo Ricardo Méndez, director de una institución dependiente del CSIC, se ha podido contrastar empíricamente algunas de las evidencias sociales que están en el trasfondo de muchos de los análisis políticos y económicos. 

Del análisis de las informaciones recogidas en los medios, cualquier responsable de un ministerio poco informado (el ministro, no el ministerio, lo que le sucede a la mayoría, que dicen no tener tiempo para leer los informes que les resumen sus colaboradores, que dicen estar saturados con tanto informe) podría extraer la conclusión errónea de que Galicia, que forma parte del norte, resiste bien la crisis por las mismas razones que el País Vasco: diversificación industrial, apuesta por las tecnologías avanzadas, exportación, etcétera. Porque según el Atlas de la crisis, Galicia pinta bien, con una resistencia media de las provincias de A Coruña y Pontevedra y una alta resistencia de las de Lugo y Ourense. Y es que, en general, el oeste (el lejano oeste para quien esté lejos, que diría Camba) es resistente, mientras que el este es el perdedor.

Pero claro, si profundizamos un poquito más en el estudio, y conocemos con más detalle los territorios (que ambos factores son complementarios) constatamos que esta situación de resistencia a la crisis actual, con datos medidos entre el 2006 y el 2013, es consecuencia de que no se había superado todavía la crisis de los años 80. Así se especifica, por ejemplo, para las ciudades de Vigo y Ferrol: “no sufren especialmente la crisis actual porque todavía no se recuperaron del enorme impacto de las reconversiones de la industria naval de los años 80”. 
   -¡Acabáramos!, que diría cualquier ferrolano o vigués reconvertido, desempleado o prejubilado con una pensión mínima. 

Y lo mismo podríamos concluir de las provincias de Lugo y Ourense, dos de las últimas del ranking español –y europeo- en percepción de rentas por cuenta ajena, de mayor descenso demográfico, mayor desequilibrio entre población activa y perceptores de prestaciones públicas, con saldos vegetativos negativos desde hace varias décadas y convertidas en una fuente de emigración de su población más joven, preparada y en edad de tener hijos. En fin, lo dicho, como Galicia ya estaba a la cola de España y no había participado de los años de crecimiento (en la misma medida que los ejes Bilbao-Madrid-Valencia-Barcelona) pues ahora resiste mejor, tiene menos que perder y sufre menos.

La insuficiente o mala lectura de este tipo de informes –no afirmo que este sea el caso- tal vez puedan explicar comportamientos políticos calificados como de “agravios” por los gallegos. Ya la señora Álvarez en su día, aquella ministra socialista que bien podría pasar a la historia como la peor ministra de Fomento desde la creación del ministerio en el siglo XVIII, metió en un cajón aquel “Plan Galicia de mierda” (sic), tal vez considerando que no hacía falta. O los actuales ministros Soria y Montoro, también en las primeras posiciones en sus ministerios para alcanzar la misma gloria que la señora Álvarez, cuando en el Congreso afirmaban que ya en Ferrol había mucho trabajo en los astilleros y se estaban cortando chapas, y disparates de semejante cariz, totalmente alejados de la realidad. O posiblemente de aquí deriven los comentarios de los políticos mediterráneos (aquí lo dejo) acerca de la inconveniencia de seguir invirtiendo en el AVE que acerque a los gallegos al resto de España.

Galicia continúa 20 puntos porcentuales en renta por debajo de la media europea; Madrid, Cataluña y País Vasco están por encima del 110%. Sumida no en una crisis demográfica, sino en una catástrofe demográfica sin precedentes, como explican los profesores de las universidades locales. Con una política industrial inexistente, y un peso tanto de este sector como del sector servicios, todavía por debajo del agroalimentario. Resistiendo el impacto de la crisis a base de bajos salarios, desempleo por encima del 30% en zonas industriales, exportando graneles y materias primas sin elaboración que aportarán valor añadido a sus compradores y a las industrias transformadoras, y perdiendo peso porcentual tanto en su aportación al PIB español como al padrón de habitantes. Pero, con todo, Galicia existe, y para conocerla hace falta algo más que venir en el vuelo de la mañana, ver el botafumeiro, comer un poco de marisco y regresar en el primer vuelo de la tarde. 

PD. El estudio del CSIC está hecho desde Valencia. No, si no lo digo por nada. Es un apunte más.

domingo, 3 de mayo de 2015

Dinamizar el comercio

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 3 de mayo de 2015

Es un clásico de todas las campañas electorales. Me refiero a las promesas de dinamizar el comercio que, según de que lado del espectro político vengan, más pareciera que prometen dinamitar el comercio. Con “t” de trapallada, con perdón. Especialmente el comercio tradicional, el cercano, el de siempre. 

Permítanme que centre el relato con unos pocos datos, así, a voleo. Los Estados Unidos van a cumplir una década en que no construyen grandes centros comerciales. En España su ritmo de construcción cayó significativamente, y no solo debido a la crisis económica; hay zonas del país con una legislación muy restrictiva, por ejemplo Cataluña. Galicia cuenta con 32 centros comerciales, un 7% del total español, cuando su población es menor del 5%. Alguno de ellos ya tuvo que cerrar, pese a lo cual hay ciudades que continúan con su carrera desenfrenada. Vigo anuncia la apertura del centro comercial Bandeira y desde su Ayuntamiento apuestan decididamente por la promoción del de Porto Cabral que, si se hace, será el más grande de España. En Lugo se abrirá en unos meses el nuevo CC Abella. Y la cuenta sigue, con la única excepción de Pontevedra, ciudad multipremiada, amable con las personas y los comercios.

¿Y en Ferrol qué, hay alguna idea clara al respecto? Pues no, claro que no, sería la excepción. En Ferrol cualquier analista comercial tiene que codificar noticias del siguiente tenor. En el año 2013 fue la única ciudad de España en que se abrió una gran superficie comercial. Todos los partidos políticos prometen grandes inversiones en los mercados de abastos que, dicho sea de paso, son de los que peor trato han tenido entre los más de 100 que hay en  Galicia. Los comerciantes y hosteleros tienen que desarrollar múltiples programas de actividades promocionales para poder sobrevivir. El Gobierno de España reedita un nuevo Plan de Apoyo a la Competitividad del Comercio Minorista, al que se ha de acceder a través de las Cámaras de Comercio (¡la ferrolana está en proceso de disolución!). Se anuncia la posibilidad de que se construya una nueva superficie comercial en el Sánchez Aguilera, contemplada en el convenio de cesión de Defensa al Concello. Y un nuevo espacio comercial y de ocio en el lugar usurpado por las instalaciones provisionales del mercado de A Magdalena (ya estaban dejando de ser provisionales). Y así, anuncio tras anuncio, de unos y de otros, jugando a ver quién demuestra valorar más la actividad comercial de la ciudad...hasta una nueva cita con las urnas.

Una vez más déjenme hacer una vigorosa y rotunda apuesta por el comercio tradicional, el que da vida a los barrios y los cascos históricos. Es un asunto serio, que necesita acuerdos, y no efímera política electoral.