domingo, 29 de diciembre de 2019

La ciudad de los lápices

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 29 diciembre 2019

Cipriano García Sánchez y Jordi Solé Tura firmaron la pregunta en el Congreso de los Diputados sobre la “Crisis de las fábricas de lápices de la comarca de El Ferrol” (sic). Está recogida en el boletín oficial del Congreso del 15 de julio de 1980. En ella se expone la penosa situación de las fábricas de lápices Hispania –la del Muelle en aquel momento con 108 trabajadores-, e Ilasa –la de Canido, con 29-. Regulaciones de empleo, reducción de turnos de trabajo, aplazamiento en el pago de las cuotas a la Seguridad Social, dificultades para conseguir nuevos créditos y adeudamiento de nóminas a las plantillas, eran elementos comunes a las dos fábricas, ya claramente en decadencia. Hispania e Ilasa estaban en crisis y la comarca ferrolana, explicaban los diputados García Sánchez y Solé Tura, “se encuentra en una situación caótica a raíz de la caída en picado de la construcción naval, que originó en la comarca una racha de cierres de empresas…que afectaron a la construcción civil, comercio, reparación y venta de vehículos, hostelería, etcétera”. Finalizaba el texto interrogando al gobierno de Adolfo Suárez acerca de su opinión sobre la crisis en la comarca de Ferrol, la situación concreta de las fábricas de lápices Hispania e Ilasa y sobre el incremento del paro en una comarca “sumamente castigada” por las crisis de los sectores naval y pesquero.

Han pasado cuarenta años. España estrenaba Constitución (Solé Tura fue uno de sus redactores), la actividad parlamentaria comenzaba su andadura y la democracia alimentaba las ilusiones de los españoles. También comenzaba una nueva etapa en la que la economía se liberalizaría, se internacionalizarían los mercados y asomaba una competencia mucho más agresiva. Muchas empresas ferrolanas no supieron, no pudieron o no quisieron competir. Negociaron su cierre y liquidación, en una carrera desenfrenada cuyas consecuencias nos alcanzan hoy.

Ferrol fue la ciudad de los lápices. La única ciudad española que tuvo dos empresas trabajando al mismo tiempo, capaces de fabricar más de 200.000 lapiceros al día. Las marcas Hispania, Johann Sindel, Mercantil, Iberia, Competidor, Iris, Boy, Ilasa, decoraban los lápices de despacho, comerciales, técnicos, de dibujo, carpintero y aquellos lápices de colores que los niños llamaban pinturas. Lápices presentes en las dependencias de Marina, en los astilleros, colegios y comercios de toda la ciudad. Lápices que salían en camiones a toda España pero que no fueron capaces de subsistir ante los lapiceros alemanes ni los modernos bolígrafos BIC. Lápices que ahora reviven en forma de esculturas de dos metros de alto diseñadas por un grupo de artistas coordinados por Eduardo Hermida, el pintor de Canido. 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Cerezas a 18,50 euros el kilo

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 15 diciembre 2019

Antes de escribir esta crónica fui a una tienda del barrio a comprar grelos de Monfero. Allí estaban. Unos grelos hermosísimos que competían con los de Santiago. Eran vecinos de las demás verduras y hortalizas, lindando con el lineal de las frutas al que me acerqué a comprar uvas y naranjas, que están en temporada. Mi sorpresa fue mayúscula al ver, en lugar destacado, una caja de cerezas brillantes, luminosas, como barnizadas. “Cereza de importación. Chile. 18,50 € el kilo”. ¿En serio, en diciembre, cerezas? No parece lo más sostenible ni responsable. A ver, ¿es necesario comer cerezas en diciembre en el hemisferio norte? ¿A nuestra dieta y nuestra nutrición le falta algo si no consumimos esta fruta cuando no está en temporada? ¿Es razonable pagar más de 18 euros por un kilo de fruta únicamente por satisfacer un capricho? ¿Cuál es el coste medido en huella de carbono generado por la distribución, la conservación y la logística, que causa transportar productos perecederos tantos miles de kilómetros? ¿Es sostenible disponer de todos los productos, todas las épocas del año y en todo el planeta? Disculpen tanta pregunta; alguno de ustedes estará pensando que menuda perrencha he cogido al tropezar con las cerezas chilenas.

Chile nos ha traído estos días, además de sus frutas, la cumbre sobre el cambio climático. De su desarrollo no se esperaban grandes avances sobre lo firmado en el Acuerdo de París. Y no se produjeron. Pero sí se esperaba la presentación de los últimos conocimientos científicos y alguna que otra propuesta por parte de las autoridades públicas. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, hizo público el nuevo Pacto Verde Europeo, en sus líneas maestras, y ya sólo por esto la cumbre ha merecido la pena. Consta de diez ejes que nos involucran a todos -administraciones, empresas y ciudadanos- en el modo en que interactuamos con el medio ambiente. Las ciudades y quienes las habitamos tenemos que asumir una cuota de protagonismo mucho mayor que el actual. En nuestra mano está fomentar nuevos hábitos de consumo y desarrollar patrones de comportamiento sostenibles. Reciclar, reducir el uso del coche privado, favorecer las energías renovables, luchar contra la deforestación, disminuir el uso de fertilizantes y pesticidas, gastar menos agua, renovar los edificios poco eficientes energéticamente, utilizar menos plásticos, son algunas de las recomendaciones inmediatas.

El Pacto Verde Europeo tendrá en pocos meses armado su presupuesto y las normas de aplicación.Tenemos una compleja tarea por delante y poco tiempo para hacerla efectiva. Empecemos por cuidar nuestros mercados, los alimentos de proximidad y su consumo en temporada.

domingo, 8 de diciembre de 2019

El carbón ya lo hizo bien

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 8 diciembre 2019

El planeta está carbonizado, quién lo descarbonizará, el descarbonizador que lo descarbonice buen descarbonizador será. ¡Menudo trabalenguas! Podría servir como la principal conclusión de la cumbre que sobre el cambio climático se está celebrando en Madrid. Los científicos la firmarían, estoy seguro. La necesidad de descarbonizar el planeta y reducir drásticamente la emisión de gases que producen el efecto invernadero ya ha dejado de ser una opinión. Los hombres nos hemos beneficiado -y mucho- de los avances tecnológicos y científicos producidos a partir de las llamadas revoluciones industriales. Especialmente la primera, con el invento de la máquina de vapor generado por la combustión de carbón. Se pudieron construir grandes barcos y ferrocarriles que transportaron mercancías y personas. Fábricas de todo tipo: textiles, químicas, alimentarias, se movían con máquinas de vapor quemando carbón. Más adelante se consiguieron avances gracias a la quema de petróleo y gas. La electricidad y el automóvil tuvieron un desarrollo drástico a partir de la segunda guerra mundial. Y así hasta hoy. 

El IPCC, siglas en inglés del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, ha dicho que hasta aquí llegó este modelo. La atmósfera, los bosques y los océanos están seriamente comprometidos por la enorme cantidad de dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y metano (CH4) que generamos los humanos. Y, conviene recordarlo, el IPCC es la comunidad científica internacional. No expresa opiniones políticas ni elucubraciones, ni trabaja con ideas preconcebidas ni creencias. Recoge datos, resultados de investigaciones científicas, mediciones, observaciones contrastadas de forma rigurosa por universidades e institutos de todo el mundo. El IPCC, organismo de la ONU presidido por Hoesung Lee, emite periódicamente información científica, técnica y socioeconómica relevante sobre el cambio climático, así como sus potenciales impactos y las diferentes opciones posibles para su mitigación. Informes precisos y transparentes, que se pueden consultar en su página web. No hay lugar para bromas. Aunque claro, cuando hablamos de actividad humana siempre encontramos individuos a los que sí se les traba la lengua. Uno de los más recientes ha sido el señor Espinosa de los Monteros, político que ahora milita en Vox. Este hombre se hizo portavoz de las creencias supersticiosas de tipos como Trump o Bolsonaro, al más puro estilo creacionista y absolutista, y se personó en la cumbre madrileña negando lo que miles de informes científicos ya validaron. No sólo niega el cambio climático causado por el hombre; niega la ciencia y añora la vuelta al silencio y la superstición.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Cuando la mar quiere

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 1 diciembre 2019

Las aguas costeras de nuestra provincia marítima son navegables, si la mar quiere, casi todo el año. En los meses más invernales predominan los vientos del sur-suroeste (las suradas que dicen los marineros), cálidos y húmedos. En los más veraniegos mandan los del primer cuadrante, mayoritariamente del nordeste, frescos y secos. Suelen provocar mar de viento, marejadillas o marejadas que los hombres de la mar catalogan de salseiros que sirven para lavar la cubierta y poco más. La costa de nuestra provincia marítima, la número 4 de 30 en la que está dividida España, abarca desde Punta Carboeira (más o menos en Perbes, en el límite entre Pontedeume y Miño) hasta el meridiano de la Estaca de Bares. Dicho de otro modo, desde el medio de la ría de Ares-Betanzos, un fondeadero natural tranquilo, protegido, de fondos arenosos, hasta la punta más meridional de nuestro país, aquel lugar que el hombre eligió para dividir el océano Atlántico y el mar Cantábrico en el que las boyas fondeadas cerca de la costa no dejan de registrar las olas más altas de nuestros mares.

La costa de la provincia marítima de Ferrol se puede leer de muchas maneras. Los poetas llevan años tratando de contarla y cantarla (“donde se acaba el mar”, “donde Europa comienza”) para que en sus textos seamos capaces de imaginarla. Algunos vecinos mañosos colocan bancos en los acantilados que miran al oeste, para contemplar el horizonte y presumir que desde allí se ve la mejor puesta de sol del mundo. Otros muchos recorren las sendas costeras caminando de faro a faro, como hitos en el camino producto de la técnica y el conocimiento que ayuda a volver a casa a los navegantes. 

Aunque la mejor manera de leer la costa es desde la mar, si la mar quiere. Desde la mar, cerca de costa y a una distancia de respeto, nuestra provincia marítima nos enseña promontorios y calas, decenas de islotes rocosos, puntas con señales, playas y acantilados. Desde la mar sabemos que podemos “costear” sin despistarnos, si la mar quiere, con vientos y olas del suroeste o del nordeste. Pero la historia, las crónicas y los cientos de pecios nos hablan también de naufragios y muerte, de hundimientos de barcos por golpes de mar o, cuando la mar quiere, encallamientos contra las rocas. La mayoría suceden cuando hay mar de fondo del noroeste, esa mar peligrosa, larga, potente, en forma de trenes de olas gigantes (mar arbolada) que algunos dicen que se forman en las borrascas de Islandia o al norte de las Islas Británicas, pero otros pensamos que salen del fondo del Atlántico cuando luchan los dioses con las serpientes marinas. Algunas de esas olas hicieron caer a estribor al Blue Star y lo encallaron cerca de las Mirandas.


domingo, 24 de noviembre de 2019

Fragatas en la nube

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 24 noviembre 2019

Menudo revuelo (con perdón) se armó con esto de hacer fragatas en la nube. Fragatas virtuales que navegan en la red de redes, buques que no se tocan, ni se arman, ni se aprovisionan, ni se gobiernan, pero en los que se hace todo eso y más. Fragatas en las que trabajarán unos cuantos técnicos de Siemens, en colaboración con los ingenieros de Navantia y la Armada, naturalmente. 

El asunto, ustedes ya estarán al tanto, es que la empresa Siemens Digital Industries Software fue elegida por Navantia para diseñar el gemelo digital de las fragatas F110. Este sería el primer gran proyecto. Además, acompañará a los astilleros en su transformación digital, algo necesario en los tiempos que corren pero que, dicho sea de paso, ya forma parte de su día a día. En pocos lugares como en el astillero ferrolano se puede rastrear la evolución de todas las revoluciones industriales que en el mundo han sido, y también lo será la 4.0 y la revolución digital. El presidente de esta división de Siemens, Pascual Dedios-Pleite, hizo los honores de la presentación de semejante contrato en la sala de prensa (también en la virtual) de su compañía, delante de un retrato de su fundador Werner von Siemens y una frase lapidaria:”No podemos predecir el futuro pero sí inventarlo”. Y se vino arriba, a las nubes o a los cielos, uno ya no sabe. El señor Dedios-Pleite, en su comunicado, anunció que para hacer como dios manda todas estas tareas se crearía una oficina con un nombre de lo más rimbombante, el CESENA, Centro de Excelencia del Sector Naval, que tendría su sede en las oficinas regionales de Galicia, en el San Lázaro compostelano. ¡Qué tremendo patinazo el del señor Dedios-Pleite y su acompañante el señor Donato Martinez, a la sazón director de Tecnología y Transformación Digital de Navantia! ¡Diseñar fragatas, aunque sean digitales y naveguen por las nubes, en Compostela! El anuncio-misil cogió con el pie cambiado a todo quisque, incluido el alcalde compostelano José Bugallo que en esos días mantenía un rifirrafe con su colega de Vigo Abel Caballero acerca de si lo más importante era contar peregrinos o bombillas.

Ferrol, ciudad departamental, ciudad naval, capital de la provincia marítima y cuna de las fragatas, no consintió y no consentirá jamás perder el control del diseño de esta clase de buque escolta, en el que ha conseguido la excelencia a nivel mundial. Aquí se construyeron fragatas de todo tipo desde La Galga dieciochesca hasta la F105 Cristobal Colón. Se construirán las de la serie F110, tanto las reales como las virtuales. Y también las F120 que ya empieza a presentar la Armada. A esto, señores de Siemens y de la futura oficina CESENA, sí se le llama inventar el futuro.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Un café con Canalejas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 17 noviembre 2019

Al presidente Canalejas le han puesto un buen abrigo de bronce. Miguel Couto, el artista que hizo su escultura, pensó en un José Canalejas confiado, tranquilo, al que le gustaba pasear por aquel Madrid de principios del siglo veinte. Y lo trasladó al Cantón de Molins ferrolano, aunque don José naciera en Amboage. De Canalejas dicen los cronistas que era un hombre de temple, de fuerte personalidad y esmerada educación. Un patriota descomunal que se alistó en las tropas españolas para defender Cuba con más de cuarenta años y después de haber sido ministro de varias carteras. Políticamente fue un liberal progresista. Enfocó su trayectoria política en intentar hacer reformas democráticas que tuviesen como raíz la libertad de conciencia y las mejoras sociales. Cuando ocupó el cargo de presidente del Consejo de Ministros, entre 1910 y 1912, trató de solucionar los problemas surgidos en Marruecos, Canarias y Cataluña, propuso la reducción de impuestos a los productos básicos eliminando los consumos y los foros, intentó reformar las condiciones de trabajo nocturno de las mujeres y el descanso dominical, aprobó una ley de separación de los intereses entre Iglesia y Estado, reguló el servicio militar obligatorio eliminando el privilegio del pago para no ir a filas, luchó contra el caciquismo y a favor de la democratización de la política independientemente de que el Estado tuviese jefatura monárquica o republicana, y muchas cosas más.

No tuvo tiempo para desarrollar toda esa labor. El presidente Canalejas fue asesinado vilmente un frío mes de noviembre de 1912. Un anarquista sanguinario de los partidarios de las bombas y las pistolas le disparó tres tiros en la Puerta del Sol cuando miraba el escaparate de la librería San Martín, ya desaparecida. Acabó con la vida del ferrolano Canalejas, uno de los hombres más brillantes de la época que, a sus cincuenta y ocho años aún tenía mucho que decir. En el campo de la política y la jurisprudencia, el periodismo y la literatura. Este liberal demócrata, formado en Filosofía y Letras y Derecho, había sido decano del Colegio de Abogados, presidente del Ateneo y miembro de las Academias de la Lengua, Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Morales, además de asiduo colaborador de los diarios La Democracia y el Heraldo de Madrid, del que también fue director.

Noviembre nos está azotando con un tren de borrascas cargado de meteoros adversos. Se une a la tormenta política y la inestabilidad provocada por la fragmentación del Congreso de los Diputados. Es un buen momento, tal vez, para tomar un café con el presidente Canalejas y aprender de sus reflexiones cultas y razonadas, alejadas del fanatismo, la superstición y la intolerancia.

domingo, 10 de noviembre de 2019

El camposanto de Canido

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 10 noviembre 2019

Noviembre es el mes de los muertos. El de los santos y los fieles difuntos. El mes de las misas, del recuerdo, de los ramos de flores. Noviembre es, cada vez más, el mes de las tertulias sobre la muerte en los cafés capitalinos. De la santa compaña y los ofrecimientos en las capillas de las aldeas. De la disputa entre el Samaín, el Halloween y las guerras comerciales que rebajan los precios en las grandes superficies para que, entre tanto muerto, los vivos no se olviden de consumir. Y es, por derecho propio, el mes de los cementerios. De aquellos de primera categoría que forman parte de las rutas europeas y tienen cola para ir a sus visitas guiadas. Y de los que, construidos por afamados arquitectos, como el de Finisterre, siguen vacíos porque a los vecinos les parece un lugar muy poco recogido, a pesar de sus inmejorables vistas al mar. Cementerios y panteones ilustres, que conservan a su lado el antiguo camposanto ahora reconvertido en parque. Cementerios pequeñitos, familiares, como el de San Pedro de Leixa. Cementerios ingleses. Cementerios árabes. Cementerios en los atrios de las iglesias, en sus criptas, y cementerios civiles, municipales, acogedores de todos los muertos. 

Cementerios que recibieron un impulso notable en el reinado de Carlos III, aquel Borbón con el que Ferrol dejó de ser una aldea de pescadores. En 1787 dictó una Real Cédula en la que prohibió en España las inhumaciones en las iglesias, debido a la multitud de enterramientos causados por epidemias terribles y que producían un hedor intolerable en las iglesias parroquiales más relevantes. En el caso ferrolano la peste de 1769 se llevó por delante 1.173 adultos y 899 niños, según las cifras del alcalde mayor Fernando Vivero Calderón citadas por el historiador Alfredo Martín. La parroquia de San Julián y el convento de San Francisco, en las que se producían más de 1.500 enterramientos anuales, eran un auténtico foco de infección. Desde 1755 se habían habilitado ya tres ferrados de terreno en Canido, lugar alto, ventilado, que cumplía las condiciones higienistas dictadas por la Ilustración. Allí comenzaron a celebrarse los enterramientos muy a pesar de la Iglesia Católica, que vio menguar sus ingresos por la disminución de enterramientos en suelo sagrado. Y así se convirtió el cementerio de Canido en uno de los más antiguos de España, junto con el del Real Sitio de San Ildefonso y el del Poblenou en Barcelona. Ferrol era una ciudad modelo en el cuidado de su población. En períodos muy tempranos contó con alcantarillado, alameda, hospital y cementerio. El desaparecido cementerio de Canido, con su leyenda sobre la puerta grande: “Venid a meditar. Venid a aprender la ciencia de morir”. 

domingo, 3 de noviembre de 2019

Los líos de los tilos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 3 noviembre 2019

Declaro mi ferviente admiración por los tilos, hasta el punto de que de guarisnai esta semana tomaré una tila relajante a su salud. Les hablo de los tilos de la plaza de Armas, naturalmente. Esos tilos que estarán pero que no están, darán sombra pero todavía no se plantaron, perfumarán el barrio de La Magdalena aunque de momento siguen creciendo en su vivero holandés. Tilos de la especie tilia americana nova, tan apreciados por los enciclopedistas franceses, los botánicos ingleses y los naturalistas alemanes. Tilos descendientes de los hermosos ejemplares que desde el siglo XVIII habitan en plazas, parques, paseos, bulevares, jardines y alamedas de las ilustradas ciudades europeas. Tilos resistentes, tranquilos y tranquilizadores, urbanos, sensatos y relajantes. Lo dicho, soy un fan.

Pero es verdad que los tilos, que todavía no se plantaron, no son del agrado de todos. Por ejemplo, entre los alcaldes de la corporación municipal se generaron bandos (con perdón) a favor y en contra de los tilos. El exalcalde conservador Rey Varela presentó en su día un proyecto para la. plaza de Armas que ensalzaba el binomio palmeras y coches. Pretendía una plaza con aparcamiento para los coches y palmeras ultramarinas que hicieran juego con las de Amboage. Es el modelo insostenible de ir en coche a comprar tabaco y aparcar delante del estanco. Sus opositores, los alcaldes de izquierdas: el exalcalde Suárez, el actual alcalde Mato y el líder nacionalista Rivas (¡cuánto alcalde, por favor!), se mostraron siempre partidarios del proyecto de Carlos Pita, el arquitecto que diseñó la nueva plaza. La apuesta aquí es tilos y peatones, enviando los coches -y supongo que el tabaco- a otros lugares menos céntricos.

Por su parte la opinión de los ferrolanos expresada en las páginas más relevantes de las redes sociales es la que cabía esperar: ácida, autodestructiva, irascible e irracionalmente negativa. Lo habitual. Que si no habría cosas más importantes que hacer; que por qué los traen de Holanda; que era mejor plantar castaños y nogales para aprovechar sus frutos; que quién decidió que fueran tilos sin que los vecinos votaran; que seguro que alguien se llevará algunas comisiones de clo-cló; que así empezaron en la plaza de España (¡!); que por qué no se plantan especies autóctonas; que nadie mira nada por Ferrol; etcétera.

Pronto finalizarán las obras y traerán el convoy de tilos desde Holanda. Será un espectáculo. Algo parecido a cuando trajeron los cañones Vickers para artillar las baterías costeras. Los vecinos saldrán a aplaudir (es broma) el paso de los camiones con los 21 grandes tilos que vivirán en nuestra plaza mayor. Que sea por muchos años, más que los añorados Vickers.


domingo, 27 de octubre de 2019

Las cuentas claras

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 27 octubre 2019

Estamos en un escenario terrible para que nos presenten -y podamos ver-las cuentas claras. Vivimos, al mismo tiempo, dos de los procesos en los que la claridad y la transparencia se ausentan del tablero político: elecciones y presupuestos. Anuncios y más anuncios. Promesas acerca de obras y proyectos que ya sabemos -y ya saben quienes las hacen- que jamás se cumplirán. Programas electorales que repiten propuestas antiguas, olvidadas en un cajón, que tendrán como destino otro cajón, tal vez distinto. Y presupuestos que repiten partidas económicas ya presupuestadas pero no ejecutadas en ejercicios anteriores, a las que sucederá lo mismo en el siguiente ejercicio. Las promesas electorales y presupuestarias son dos caras de la misma moneda que provocan en los ciudadanos un único efecto: la desafección por pérdida de credibilidad. Hoy día, desgraciadamente, un programa electoral y un presupuesto están tendiendo a alcanzar el mismo valor: cero. Forman parte de la retahíla de documentos colgados en los portales de transparencia de las administraciones y las páginas web de los partidos políticos, que casi nadie lee. Sólo los más fervientes seguidores, algunos periodistas de investigación y los especialistas en la materia se asoman a descifrar todo lo que allí se escribe. El conjunto de los ciudadanos, votantes o no, reciben la información de la mano de la incipiente, algorítmica, efímera y adanista clase política. Toda ella cumple las mismas tres características. Prometen lo que queda bien, lo que mola, lo que toca y es aconsejado por los gurús asesores de marketing político. Basan sus menajes en decir lo que tienen que hacer los demás. Y desprecian abiertamente los proyectos o presupuestos del contrincante político, no porque los proyectos sean malos o no contribuyan al interés general, sino sencillamente porque los presenta un enemigo al que no hay que dar tregua jamás.

Con este panorama parece necesario un poco de orden y un mucho de transparencia y claridad. El consistorio ferrolano, sin ir más lejos, reconoce en su Índice de Transparencia de los Ayuntamientos (ITA) que no dispone de un protocolo que indique como tratar la información de las obras de infraestructura realizadas y, en su caso, las aprobadas pendientes de ejecución y, por tanto, presupuestadas. Declara que no tiene modelos de informes, comunicados, notas de prensa... etcétera, adecuados para transmitir a la opinión pública el estado real de los proyectos y las cuentas. Se trata de una herramienta imprescindible para poder ver con claridad las actuaciones que se realizan en la ciudad con cargo a presupuestos de la Xunta, Diputación, Estado, Europa y el propio Ayuntamiento. Es hora de tener las cuentas claras.

domingo, 20 de octubre de 2019

La plaza que envejece mal

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 20 octubre 2019

Hay lugares -como las personas- que envejecen mal y otros que envejecen bien. Hay rincones, villas y pueblos que, como algunas personas, miden el paso de los años con una báscula más que con un calendario. A unos les pesan los años, aunque no sean tantos, como losas. Y por otros parece que no pasan los años y se acomodan al paso del tiempo de forma inteligente, que diría Piaget. Los ochocientos años de Betanzos y Mondoñedo, aún con algunos achaques, les han sentado bien. Sin embargo los menos de trescientos años de nuestra ciudad ilustrada han envejecido mal, con la excepción de unos pocos rincones. 

Un espacio que evolucionó muy bien es el campus universitario. Mantiene su esencia de lugar recogido, con edificios rehabilitados de los viejos pabellones hospitalarios y otros nuevos muy bien integrados. Todos dan cobijo al jardín botánico en el que antes respiraban aire fresco y limpio los enfermos y ahora lo disfrutan los estudiantes. La plaza de Amboage mantiene intacto su aire ilustrado; es otro de los rincones que los ferrolanos identificamos como lugar bien cuidado, agradable, que resiste bien el paso de los años. Tuvo que luchar a brazo partido contra los intereses de una gran empresa que le quiso aparcar coches en sus entrañas, y lo consiguió. Es un lugar acogedor.

El caso opuesto es su simétrica, la plaza de Armas. Nació como la más importante de Ferrol, el lugar en que se celebraba el mercado principal. Fue una plaza con árboles tan relevante que en ella se asentó la fuente de Churruca, un obelisco rodeado por una pileta, con cuatro caños, en una plaza de edificios reconocibles, ferrolanos. Pero perdió su esencia. Dejó de ser mercado, le secuestraron (y secaron) la fuente y la transformaron en plaza Mayor. En 1953 le plantaron el palacio municipal y ahí se acentuaron sus achaques. Años después le introdujeron el parking, la llenaron de coches y la vaciaron de personas. El parking envejeció mal, el palacio municipal envejeció mal y la plaza envejeció mal. El juicio sumarísimo lo emitió en la novela Dafne y ensueños nuestro escritor universal Gonzalo Torrente Ballester: “Pues el general Franco permitió que destruyesen aquella plaza, que instalasen en su costado norte uno de los edificios más horripilantes del mundo, piedra, rojo y pirulitos, y que llevasen a trasmano el obelisco del homenaje y del recuerdo”. ¡Menuda sentencia!

Toca, de nuevo, buscarle sentido a nuestra plaza mayor. De la plaza de Armas se expulsan los coches y se plantan tilos y al palacio se le quitan los pirulitos, el color rojo de mal encaje y las buhardillas. La plaza y el edificio consistorial buscan una nueva oportunidad, volver a ser un lugar querido y amable. El tiempo dirá.

domingo, 13 de octubre de 2019

Emergencias

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 octubre 2019

Los españoles somos muy de proclamar emergencias. Los titulares de los periódicos, las cabeceras de los telediarios y los boletines oficiales están llenos de emergencias. En realidad, los españoles somos un tanto pendulares, ciclotímicos, obsesivo-compulsivos o maníaco-depresivos. Vamos, que pasamos de no hacer nada a declarar emergencias en menos tiempo del que Rivera cambia de chaqueta. El término para lo primero es el de procrastinación, palabra no muy fácil de pronunciar que significa retrasar las actividades, postergar decisiones ante situaciones que deben atenderse y dedicarse a tareas más agradables en que entretenerse. Mariano Rajoy la traducía en sus grandes principios políticos como: “No adelantemos acontecimientos” y “La mejor decisión es no tomar ninguna decisión”. ¡Qué gran pensador hemos perdido! Claro, el paso inmediato se produce cuando uno no se adelanta a los acontecimientos y los acontecimientos le sobrepasan a uno. Ese es el carácter español. En ese momento deviene el toque de corneta, la llamada a rebato o la declaración de los estados de emergencia. 

Tenemos de todo tipo. Emergencia demográfica, cuando llevamos 30 años con descenso de los índices de natalidad. Nos acordamos ahora de la España vaciada, el envejecimiento de la población, el crecimiento exponencial de las partidas de las pensiones y los cambios del modelo asistencial. Emergencia climática, a pesar de que algunos políticos conservadores defienden posiciones negacionistas. Ahí tenemos a los simpáticos herederos del aznarismo acuñando el término “camelo climático” y tildando a los científicos (es enorme el caudal de estudios y evidencias contrastadas) de apocalípticos. Emergencia energética y emergencia industrial, ambas vinculadas a la imposibilidad de continuar quemando carbón y combustibles fósiles. Emergencia por contaminación del aire, ya cuantificada en miles de muertos por causas directas de las partículas que respiramos, a pesar de lo cual nuestras ciudades no están alineadas con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Emergencia social y laboral, derivada de la inexistencia de planes industriales que acompañen a una transición en los modelos de producir y consumir energía. Llegó el momento de cerrar industrias altamente contaminantes y nos han pillado con los deberes sin hacer. Emergencia financiera, declaró la Xunta de Galicia ante el gobierno de Madrid, y emergencia cinegética, para permitir cazar jabalíes, ahora que ya se habían hecho tan familiares paseando por los parques urbanos y comiendo los cultivos a mantel puesto.

Pero vamos, que todo se andará, que ya veremos, que hay tiempo, que no nos volvamos locos ni adelantemos acontecimientos. 

domingo, 6 de octubre de 2019

El fútbol de los constructores de barcos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 6 octubre 2019

Esta mañana compré un cupón de la ONCE para el sábado 5 de octubre y me encontré, de casualidad, con una bonita imagen: “1919-2019, 100 Años Racing de Ferrol”. Esta vez me toca, seguro, pensé como lo hago cada vez que compro lotería. (Este artículo se publicará el domingo 6 y, si hay alguna novedad, ya les informaré). 

En realidad al fútbol en Ferrol ya se jugaba con anterioridad a 1919. Y en otros muchos puntos de España. La presencia de técnicos y operarios ingleses que habían venido a trabajar a industrias españolas, especialmente en ciudades portuarias, así lo atestigua. A finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX existe constancia formal de equipos de fútbol en Gijón, Santander y Bilbao. Todavía se escribía foot-ball y se nombraban como Sporting, Racing o Atlhetic, por ceñirnos a ellos. En Galicia este deporte había calado ya en Villagarcía de Arosa, aunque en esta ocasión se debiera a que esa ría se utilizaba como fondeadero de descanso para las tripulaciones de la marina inglesa desde 1874. En 1902 se constituyó el Club Alfonso XIII, uno de los más antiguos de España junto al Recreativo de Huelva, en cuya alineación había muchos operarios ingleses de las minas de Rio Tinto.

El caso ferrolano es paradigmático. La creación de la Sociedad Española de Construcción Naval en 1909 con la participación en el capital de la británica Vickers, fue el revulsivo. Al astillero llegaron decenas de técnicos y operarios ingleses. A los pocos meses, en 1910, crearon el Shipbuilding F.C. (algo así como Constructores de Barcos Fútbol Club) y jugaron un partido organizado reglamentariamente contra el Calvet coruñés –precursor del Deportivo- con la siguiente alineación: Stewart, Pratt, Johnson, Smith, Rowe, Corr, Campbell, Albéniz, Marshall, Bacar y Jenkin. ¡Todos ferrolanos de pura cepa a excepción de Albéniz, claro está! 

La influencia inglesa era más que notable. El viceconsulado inglés en nuestra ciudad también fomentó nuevos hábitos en el deporte, las costumbres y la sociedad de la época. Sobre todo en los períodos en que sus titulares fueron Emilio Antón Iboleón, hombre formado en Inglaterra, empresario y alcalde en tres períodos, y su sucesor como vicecónsul William V. Martin. Ambos tuvieron mucho que ver con el desarrollo del fútbol, la creación de un club ciclista (importando velocípedos ingleses), la formación de un grupo de scouts, el apoyo a la Escuela Inglesa y el desarrollo de las colonias infantiles siguiendo la tradición de la instrucción física e higienista. El fútbol, la Constructora, y medio Ferrol hablaban inglés, o mejor una mezcla de inglés-gallego-español que derivó en ferrolano. ¡Larga vida al Racing! 

jueves, 3 de octubre de 2019

Al Consejo de Estado

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 29 septiembre 2019

En cuanto termine de tomar este guarisnai con ustedes me pongo a escribir una carta al Consejo de Estado. Así, por derecho. Con lenguaje alto y claro, como el nuevo voto que nos piden en noviembre. Consejo de Estado, a la atención del Letrado Mayor, Palacio de Uceda, calle Mayor 79, Villa de Madrid. Remite: Pepe de Canido, Ferrol. Con eso bastará. En el sobre pondré un sello de Felipe VI, para darle solemnidad al envío. 

Escribiré que soy consciente de que me dirijo al supremo órgano consultivo del Gobierno. Y soy conocedor de que tienen preparado desde hace tiempo un dictamen con la propuesta de reforma de la Constitución. Esto lo sé porque nos lo dijo el profesor Portero Molina a los asistentes a una de las tertulias que organiza el Club de Prensa ferrolano. Portero Molina, uno de los grandes constitucionalistas españoles, avanzó que la propuesta recogía temas como el encaje de las Comunidades Autónomas, la entrada en Europa, la sucesión a la Corona, y otros varios capítulos.

Les pediré en la carta que incluyan la reforma del artículo 99. Ya saben, ese que dice que en el Congreso se elegirá al Presidente del Gobierno en primera votación con mayoría absoluta (la mitad más uno de los votos) o en segunda votación con mayoría simple (más síes que noes). 

Solicitaré que la reforma tenga el calado suficiente para garantizar que no se pueda repetir, por los siglos de los siglos, el espectáculo bochornoso que hemos dado al mundo en esta legislatura inútil: ni presidente, ni ejecutivo, ni una sola ley aprobada. Si es preciso, que incluya amenaza de cónclave, con la puerta cerrada con llave -y a pan y agua- en las futuras sesiones de investidura y una vez escuchado al pueblo soberano. Del Congreso se sale con un presidente investido sí o sí.

Explicaré que llego a esta reflexión preocupado por la salud mental de los españoles (otra campaña electoral, el sentimiento de culpa por que votamos un poco mal, más tertulias televisivas con las mismas soflamas, el vacío del tiempo perdido…) y el propio equilibrio emocional de los líderes aspirantes. Ahí están, los pobres. Uno ve bandas por todas partes, otro sueña con asaltar sillones ministeriales, otro ya ni puede dormir, otro tiene pesadillas porque los inmigrantes le roban los bocadillos, otro sufre porque no le da la suma para un partido único, grande y libre.

Y finalizaré diciendo que un servidor, en noviembre y cuando sea, irá a votar. Que todavía recuerda alguna carrera delante de los grises por la plaza de España pidiendo el voto a los 18 años en lugar de a los 21 como estaba. Y se consiguió. Por aquello de participar en el sistema democrático y no dejar algo tan serio como la Política solo en manos de los políticos.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Les queda grande

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 22 septiembre 2019

Llevamos cuatro años instalados en un ciclo electoral tedioso e inexplicable. Las instituciones del Estado funcionan al ralentí. No hemos sido capaces de aprovechar la salida de la crisis económica cuando asoma un nuevo ciclo de desaceleración. La producción legislativa necesaria para permitir que España progrese ha sido insuficiente. Lo mismo que las inversiones, prácticamente inexistentes porque la prórroga de los presupuestos así lo establece. Con esta clase política el país no va bien, nada bien. Y eso que los españoles hemos aprendido la lección del funcionamiento electoral y sabemos votar. Votamos mucho, votamos muchos y votamos bien. Lo atestiguan los organismos internacionales que califican a nuestro país como una de las veinte democracias plenas del mundo, en la que la participación electoral y las garantías en los procesos de elección de representantes políticos son muy elevadas. Después de algunos titubeos propios de la falta de entrenamiento en la Dictadura, hoy las elecciones en España son un ejemplo. Más de medio millón de ciudadanos participan en las mesas electorales, las campañas transcurren con limpieza (aunque con alguna que otra bronca) los cuerpos de seguridad se saben los procedimientos de carrerilla, las juntas electorales sólo tienen que intervenir en incidencias menores. Y los españoles acudimos a votar. Los vivos y los que cumplimos los requisitos legales. Los muertos ya no votan –ni cobran la pensión-, y tampoco lo hacen los caciques llenando las urnas con papeletas falsas ni algunos nostálgicos falsificadores de actas. Lo dicho, los españoles sabemos votar y votamos en conciencia y en directo, no votamos con derecho a devolución de las papeletas, ni votamos en diferido, ni casi votamos, ni votamos a medias. Entonces ¿es razonable que tengamos que volver a votar en noviembre? Definitivamente no. Es legal, es la solución a que nos aboca la actual clase política, es lo establecido en el artículo 99 de la Constitución. Y es una mala alternativa, derivada de la incapacidad, insolvencia, irresponsabilidad e inmadurez de muchos de los nuevos líderes políticos. El liderazgo de los partidos políticos y especialmente, el papel de representantes de la soberanía popular, les queda grande, muy grande. Son políticos de la inmediatez, del selfi, del vídeo adorando sus egos, de gestos, de luces cortas. Desde las elecciones de abril -limpias, democráticas e ilusionantes- han demostrado su afán por destruir a su enemigo y aún peor, su total desprecio hacia la voluntad expresada en las urnas. Es muy preocupante el escenario que se abrirá a partir del once de noviembre con estos políticos del pinchocarneiro, de la voltereta que no conduce a ninguna parte. 

domingo, 15 de septiembre de 2019

Raso y fino

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 15 septiembre 2019

Imagínense una escena parecida a esta. Hagan el esfuerzo -nada fácil a la vista de la estatuita de colorines que lo representa en los jardines de San Francisco-, de considerar a Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, como un hombre serio, un político de los catalogados como hombres de Estado. En una sala del Palacio Real se encuentran Carlos III, distraído, pensando en la temporada de caza que se avecina y tomando su inseparable taza de chocolate, junto al marqués de la Ensenada y el marino Jorge Juan -a este sí ya le hicimos una estatua un poco más decente y le nombramos insigne y esclarecido, que no está nada mal-. El marqués toma la palabra. Jorge Juan, machote, que la Armada quiere disponer de un buque raso y fino y no tenemos los planos ni las habilidades para su construcción. Esto lo saben hacer los ingleses. Así que si no te importa, mi joven amigo aventurero, te vas a ir a Londres unos meses, te haces pasar por un librero con el nombre de Mr. Sublevant y te dedicas al espionaje. Ya sabes, planos de barcos, libros, instrumentos náuticos, documentación sobre organización de arsenales y cosas así. Puedes llevarte a un par de guardiamarinas como ayudantes, pero adiéstralos bien para escapar de las zarpas del duque de Bedford. Este tipo, si se entera que estáis espiando a la corona inglesa, os meterá en prisión y colocará una soga al cuello. Menudencias. Todo sea por España. 

A principios de 1749 Jorge Juan estaba ya enviando correspondencia cifrada desde Inglaterra. No olvidemos que era un experto marino, matemático y científico ilustrado, conocedor del idioma inglés. Permaneció en Londres dieciocho meses y espió todo lo espiable en los astilleros del Támesis. Se hizo con los planos del Culloden, un buen navío inglés, documentos sobre las máquinas para blanquear cera, limpiar puertos, sobre fabricación de paños, etcétera. Y lo más importante, consiguió contratar a muchos maestros constructores, carpinteros, ebanistas, armadores, herreros y aserradores para que vinieran a trabajar en los astilleros españoles. El maestro Richard Rooth y una buena nómina de técnicos ingleses se asentaron, junto con sus familias, en Ferrol. Jorge Juan había cumplido su misión pero el duque de Bedford había sido advertido y al sabio marino español no le quedó más remedio que vestirse de mujer y embarcar hacia Francia, si quería mantener su nombre en el escalafón. Le fue mucha hora, que decimos por aquí. Llegó a Ferrol, escribió el Examen Marítimo teórico-práctico, los barcos comenzaron a construirse a la inglesa y nuestro Real Astillero de Esteiro se convirtió en uno de los más importantes del mundo y, por supuesto, la cuna de las fragatas. Y así sigue, 270 años después.  

domingo, 8 de septiembre de 2019

En peligro de extinción

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 8 septiembre 2019

A ver, que no es para pensar que estamos en riesgo crítico ni que vamos a desaparecer mañana del globo terráqueo. Pero sí es una evidencia empírico-matemática que los ferrolanos somos una especie (o algo así) en peligro de extinción. Llevamos varios decenios en declive constante o, si lo prefieren, mantenemos una curva bajista, con muy mala pinta, desde hace varias generaciones. El último padrón de habitantes, con datos provisionales cerrados de 2018, presenta 734 ferrolanos menos y se acerca ya a los 66.000 habitantes, en números redondos. Queda lejísimos aquella pretensión de llegar a los 100.000 habitantes, cuando parece que todo nos aboca a rondar los 50.000 en pocos años. Los institutos estadísticos, gallego y español, pronostican que este rincón del noroeste seguirá perdiendo población. En los próximos años España crecerá gracias a la inmigración (ya lo está haciendo), Galicia perderá el 5% de su censo y el área metropolitana Ferrol-Eume-Ortegal perderá el 10%, siendo Ferrol el ayuntamiento que más sufrirá. Aquí podemos declarar ya el estado de emergencia demográfica. Todos los indicadores lo aconsejan. Habrá más ferrolanos mayores de 65 años que menores de 15. Habrá menos nacimientos y más defunciones. El saldo vegetativo seguirá siendo negativo al menos hasta 2030, dicen los demógrafos. Se produce un aumento constante de la edad media y crece la población pasiva frente a los activos. Más pensionistas, menos cotizantes. Si fuéramos previsores (no se asusten, esta no es una cualidad ferrolana) al mismo tiempo que declarásemos la emergencia demográfica crearíamos un banco de material genético para poder reproducir al ferrolano tipo. Por si acaso. Los antropólogos y genetistas tendrían que perfilar finamente las características básicas del ferrolano de toda la vida, el de pura cepa, el de ocho apellidos ferrolanos e, incluso, del ferrolano “venidero” y convenientemente asentado. Todos escaseamos -porque desgraciadamente tampoco llegan muchos nuevos habitantes-: los que están en el padrón de habitantes y los dispersos por ese planeta también en peligro de extinción. En poco tiempo será más difícil encontrar a un ferrolano que a un torrero de faro, un seminarista con vocación religiosa, un español que hable sin gritar, un jugador de dominó o un aficionado a escribir postales con estilográfica. El ferrolano será una rara avis, tan difícil de atisbar como un político con sentido de Estado o con sentido de la razón política, o con sentido común o, simplemente, con sentido. Tenderemos a extinguirnos, como la píllara das dunas, el urogallo o el pulpo gallego. Pero eso sí, lo haremos en los bares y cantando, mientras perfilamos las formas de un nuevo barco.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Menú Cunqueiro

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 1 septiembre 2019

El de constructor de naves tenía que estar entre los más altos oficios humanos, escribió Álvaro Cunqueiro, “ya carpintero de ribera el que las construye, ya ingeniero naval”. Y miren que Cunqueiro era conocedor de la más extraordinaria nómina de oficios. Sabría contarnos en que emplea su tiempo un boticario, un trovador florentino, un obispo volador, un guerrero medieval, un navegante griego o incluso el paje del señor Merlín. Aunque a él, el más grande contador de historias de las tierras al oeste de León y Asturias, lo que le habría gustado era ser cocinero. Así se lo confesaba a Paco Umbral cuando tenían oportunidad de almorzar unas viandas en algún restaurante de la capital. “Lo que hubiera querido ser, Umbral, es cocinera de un ministro (sic)”, le decía al cronista madrileño, mientras se recetaba, contaba Umbral, “setas difíciles, lechones enteros, dulcerío del santoral y algún vino prior”. Porque a Cunqueiro se le daba bien comer, tanto como para definirse en una entrevista televisiva como un “gastrónomo practicante en el sentido de que me gusta comer, de que entiendo, que se elegir un menú, de que distingo en la preparación de platos, es decir, que soy un catador”; y lo necesario como para escribir el libro La cocina gallega junto a Araceli Filgueira, y ya solo La cocina cristiana de occidente y colecciones de artículos en Viajes y yantares por Galicia o El azafrán sedante y otras historias. Cunqueiro en su oficio de contador de guisados que, como las historias, precisan de adobo, no fue un cocinero creador de recetas, sino que hizo descripciones literarias de la manera de preparar cada plato y de cómo sacarle el mejor de los partidos a las exquisiteces de las tierras mindonienses, la mariña lucense y todas las huertas gallegas. Es fácil encontrar en sus ensoñaciones los platos de papas de avena, chanfaina asada, enharinada de torreznos, requesón y huevos hilados, el caldo de calabaza dulce y las magias que produce el aguardiente de Portomarín. “El hombre civilizado, decía Cunqueiro, ha puesto más imaginación en la cocina que, por ejemplo, en el amor o en la guerra”. 

Hoy vemos a Álvaro Cunqueiro en su casa museo de Mondoñedo escribiendo en su máquina Smith Premier nº 10. Está frente a la catedral y en las planta baja y primera podemos degustar un menú Cunqueiro elaborado magistralmente con referencia a las recetas de su cocina fantástica. Es fácil imaginar, en la sobremesa, la tertulia a la que asistía en su etapa compostelana con Fernández del Riego, García Sabell, Ánxel Fole y los ferrolanos Carballo Calero y Torrente Ballester. Estos dos, los departamentales, envidian la admiración que en Mondoñedo tienen por el hijo del boticario. No lo pueden evitar.  

domingo, 25 de agosto de 2019

Descalabro de los ingleses en Brión

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 25 agosto 2019

La corporación municipal encargó a Guillermo Feal la realización de una escultura que representara la enorme gesta de la Batalla de Brión. Era el año 1978 cuando por fin se pudo instalar el Monumento a los héroes de Brión en el baluarte de San Juan. La escultura sigue allí, de verdad, aunque si se acercan a verla –como hice un par de semanas atrás- no la verán. Está “comida” por las hiedras y la maleza y apenas asoma su tercio superior. Son las cosas de Ferrol, solemos decir. Se había conseguido la cesión del baluarte de San Juan en 1969 y los consistoriales consideraron que era el lugar adecuado, porque desde allí hay unas vistas fantásticas de los montes de Brión y la bocana de la ría, para instalar el monumento que mantuviera viva la memoria de aquella merecidísima victoria contra las tropas inglesas.

Porque verán ustedes, lo que sucedió los días 25 y 26 de agosto de 1800 fue una batalla en toda regla, y la ganaron los ferrolanos. El capitán de navío y académico de Historia y Bellas Artes, Cesáreo Fernández Duro, documentó en 1895 la historia de la Armada Española en nueve volúmenes, con todo lujo de detalles. Allí explicó en el apéndice del que he tomado el título de este artículo: Descalabro de los ingleses en Ferrol, cómo los textos referenciados tanto por el contralmirante Warren, al mando de la flota inglesa, como el general Pulteney, al mando de las tropas de más de 10.000 hombres, poco menos que vinieron a hacer una labor de reconocimiento. Pulteney lo escribió así: “Habiendo desembarcado sin oposición, avanzaron hasta tomar las alturas (de Brión), reconocieron desde allá las fortificaciones y reembarcaron sin perder un hombre”. Es decir, que vinieron a darse un paseo y tomar el fresco. La cruda realidad es bien distinta. Warren, Pulteney y sus presumidos muchachos “llevaban por mira la captura o destrucción de la escuadra y del arsenal…quemándolo todo, incluidos pertrechos y bajeles en carena y grada”. Sabían que en la plaza ferrolana sólo habría unos 4.000 militares, pero no contaron ni con su destreza ni con su valentía. El conde de Donadío distribuyó su fuerza en las alturas de Cobas y San Jorge; el capitán de navío Ramón Topete desembarcó a 500 infantes en Brión y La Graña. El comandante general Francisco Melgarejo, mandó reforzar los castillos de San Felipe y La Palma, y colocar en línea 6 cañoneras que defendieran la bocana de la ría. A esta fuerza se sumaron cientos de vecinos, dispuestos a darles a los ingleses lo suyo, como así fue.

La flota inglesa perdió la batalla y embarcó rumbo a Gibraltar. Los ferrolanos, militares y civiles, escribieron una página memorable en la historia de España. Lástima que no se recuerde como se merece.  

domingo, 18 de agosto de 2019

La escuela de carpintería naval

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 18 agosto 2019

Septiembre de 2020, un día lectivo cualquiera. Estamos en la escuela-taller de carpintería naval del Astillero de La Cabana. La jornada de hoy está repleta de actividades. A las 08:30 entran los alumnos y el jefe de estudios los distribuye en grupos para las horas de taller. Un grupo trabajará en el calafateado del trincado que está en el dique seco (el que con tanto orgullo se dice que es el único dique de mareas completo de Europa). El maestro carpintero les enseñará el manejo de los hierros y las mazas, los diferentes tipos de algodones, fibras naturales y breas. Un segundo grupo continuará con la reparación de la dorna que está en la campa. La tarea será sustituir una cuaderna y parte de la roda. El resto de los alumnos continuarán dentro del tinglado, en la construcción de la buceta. Los trabajos se desarrollarán hasta las 12:00, hora de la clase teórica. Hoy consistirá en una conferencia sobre los tipos de embarcaciones menores que, a lo largo de la historia, navegaron por las costas gallegas. Antes, a las 10:00 horas, vendrán unos guías voluntarios –antiguos marinos y empleados de Bazán- que enseñarán las instalaciones y el plan de estudios a niños de un par de colegios de secundaria. La clase de la tarde tendrá lugar en la Escuela de Maniobra, en la EN de la Graña. Será de instrucción marinera en las “balleneras” de la Armada, impartida por dos contramaestres. Tendrá como objetivo familiarizar a los alumnos en las maniobras a vela y remo, aprender el comportamiento de la embarcación en la mar, el ataque de los vientos, aprovechamiento de las corrientes y otras cuestiones prácticas. Finalizará la jornada sobre las 18:00 horas.

¿Se imaginan una escuela-taller así, en un astillero histórico, con los mejores formadores en construcción de buques? En Estados Unidos existen, también en Europa y ahora, desde hace poco tiempo, está la Factoría Albaola en el País Vasco. Ferrol podría tener las mejores instalaciones disponibles para los alumnos de un ciclo de carpintería naval en el dique de La Cabana. En una ciudad que cuenta con estudios universitarios de Ingeniería Naval, escuelas de la Armada de reconocido prestigio, estudios de grado en Diseño Industrial, con museos navales y archivos sobre los que poder aprender e investigar. Y en la que se podría contar con los mejores carpinteros de dornas de Arosa, galeones de La Guardia y botes de Ribadeo, por citar tres ejemplos.

La carpintería de ribeira será reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, más pronto que tarde. Ojalá que podamos ver, ahora que está restaurado, al Astillero de La Cabana lleno de alumnos, de embarcaciones, de maderas en los secaderos. Lleno de astillas.

domingo, 11 de agosto de 2019

A la portuguesa

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 11 agosto 2019

Las personas, seres sociales, buscamos referencias a las que compararnos. Casi siempre elegimos a los que creemos mejores en sus campos de actuación. Los españoles pensamos que los ingleses son un buen ejemplo en el respeto a sus tradiciones, los alemanes son el modelo a imitar en cuanto productividad en las empresas y los franceses en la defensa de sus valores patrios. Pero no suele ser habitual elegir un modelo de menor tamaño y que haya tenido problemas en el desempeño reciente. Y aquí viene lo bueno, lo que particularmente me genera más simpatía. El gobierno español en funciones, sustentado por el partido que claramente ha ganado las últimas contiendas electorales, afirma que vería con buenos ojos formar un gobierno a la portuguesa. ¡El ejemplo es Portugal! Un país que tiene casi cinco veces menos habitantes que España y un PIB tres veces menor. Un país que fue rescatado por Europa, y lo ha asumido y superado, no como el Reino de España que también pidió un rescate para salvar a la Banca envuelto en una sarta de mentiras y eufemismos, aunque el resultado será el mismo: lo pagamos entre todos. Pero un país que, gracias al gobierno de Antonio Costa en estos últimos cuatro años –con todos sus vaivenes y dificultades- ha conseguido situar el paro por debajo del 7% (España está en el 14%), mejorado sus servicios públicos, ha dado un salto de gigante en materia educativa y presenta ahora un Índice de Desarrollo Humano equiparable al de los mejores.

La fórmula del gobierno a la portuguesa no es nueva, por otra parte. Casi nada lo es. El partido mayoritario, los socialistas, formaron un ejecutivo con el apoyo de los partidos de izquierdas aunque sin coaligarse. Vamos, lo que hemos tenido en España en muchas ocasiones y tenemos ahora en Ferrol, sin ir más lejos. La novedad es que por primera vez en muchos años en España se habla de Portugal, país que para los gallegos no es un país vecino, es un país hermano.

El pueblo portugués es admirable porque valora su historia y su cultura. Se valora a sí mismo y por eso no da cabida a exabruptos independentistas. Ha convertido a Lisboa en un referente mundial. Se enorgullece de Camòes, Eça de Queiroz y Pessoa. De sus librerías Bertrand y Lello y de la biblioteca Joanina. Del fado de la Alfama y de Coimbra. Del primer News Museum de Europa, en Sintra. De la nao quinhentista de Vila do Conde, ciudad hermana de Ferrol. De los cafés históricos, del mercado de lavradores y del vino de Oporto. De vivir su día a día alrededor del Sol. 

Definitivamente es bueno que los políticos españoles miren al oeste y traten de aprender a hacer política sin gritos ni aspavientos ni sobreactuaciones mediáticas. A la portuguesa.

domingo, 4 de agosto de 2019

Cafés Suizos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 4 agosto 2019

Lorenzo Matossi y Pietro Fanconi, dos jóvenes nacidos en el cantón de los Grisones, Suiza, llegaron a Bilbao en 1811. Su objetivo era embarcar para hacer las américas. Tenían que esperar para conseguir pasaje y llenaban los días por el paseo del Arenal, lugar en el que veían a los niños merendando pan con chocolate. Matossi, que había trabajado de pastelero en Viena, tuvo la ocurrencia de preparar algunos bollos de leche, los suizos, que vendieron con gran éxito en aquellos jardines. Los dos amigos decidieron instalarse en Bilbao, abriendo una pequeña pastelería y el primer Café Suizo. Bajo su consejo algunos familiares se trasladaron a diferentes provincias españolas para abrir nuevos cafés y vender los ya famosos bollos suizos. La historia de los Cafés Suizos españoles la cuenta Antonio Bonet Correa en su tratado Los cafés históricos; cita a Dolf Kaiser, autor de la catalogación de los Cafés Suizos en todo el mundo.

En el Café Suizo de Madrid se hicieron tertulias de médicos, una presidida por Santiago Ramón y Cajal. Fue muy relevante el Gran Café Suizo de Sevilla que daba a la calle Sierpes. También los de Bilbao y Pamplona, y así hasta cincuenta y tres que hubo en toda España. El Café Suizo de Granada, otro de los destacados, sufrió la afrenta de los ataques urbanísticos hasta que salió en su defensa Antonio Muñoz Molina con un precioso texto titulado “Elogio de El Suizo”. Muñoz Molina elogiaba no sólo el Café Suizo como institución, sino también el edificio que lo albergaba y otros elementos del barrio de la Magdalena granadino: las puertas y los portales, los patios con columnas y las casas con historia. 

El Café Suizo de Ferrol había sido decorado por Máximo Ramos y contado por su gran amigo Wenceslao Fernández Flórez. Un establecimiento pequeño, pulcro, distinguido que, años más tarde, acogería una tertulia en la que participaba el campeón de los escritores de los cafés suizos, Gonzalo Torrente Ballester. Don Gonzalo fue tertuliano en el Café Suizo de Compostela, a escasa distancia del Toural. En el café del Hotel Suizo en el que se alojó cerca de la Facultad de Historia. Y, por supuesto, en el Café Suizo de Castroforte del Baralla (La saga/fuga de JB) donde se reunía la Tabla Redonda en corporación: el obispo Bermúdez, el nigromante Balseyro, el almirante Ballantyne, el vate Barrantes, el traidor Barallobre, el profesor Bendaña y el desgraciado Bastida. Allí hablaban de evolucionismo, espiritismo, apocalipsis, revelaciones, otras metafísicas y hasta de las razones que provocaban el ensimismamiento y levitación del pueblo entero. Ya ven, cualquier tema es adecuado para conversar en uno de los Cafés Suizos.

domingo, 28 de julio de 2019

Toneladas de desconfianza

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 28 julio 2019

Enrique Tierno Galván, el librepensador alcalde de Madrid, decía que la democracia es, sobre todo, confianza. Llegó a la alcaldía con una larga trayectoria detrás, un discurso pausado y su inevitable aire profesoral. Inspiraba confianza. En el plano económico otro profesor, Fuentes Quintana, dejó escrito: “El progreso económico depende de que circule algo de dinero pero, sobre todo, toneladas de confianza”. Afirmación hoy compartida por economistas progresistas y conservadores, y por los ciudadanos en cuanto agentes económicos. Se compra algo, se invierte en algo, se consume algo, en tanto es confiable, creemos que vale lo que cuesta y de que no nos dan gato por liebre. 

Los ciudadanos expresan, una y otra vez, que no se fían de los políticos, ni de los partidos políticos ni de la política. Los análisis sociológicos del CIS son tozudos. No sólo no hay confianza en la clase política, sino que se percibe como el segundo gran problema de España. Los políticos son incapaces de generar confianza y, en cuanto tienen ocasión, demuestran que tampoco se fían unos de otros. Ninguno es de fiar, dicen los señores diputados. También lo expresan así los concejales, alcaldes, senadores y demás representantes. Sánchez no se fía de Iglesias, Iglesias desconfía de Sánchez. Los aznaristas Rivera, Casado y Abascal, no se fían unos de otros y firman pactos pero sin juntarse demasiado y a través de correveidiles. Los políticos separatistas no se fían ni de sí mismos ni de la sarta de mentiras y tergiversaciones sobre las que construyeron sus relatos. Pero a todos, gracias a nuestro Estado Social, Democrático y de Derecho, no les queda más remedio que confiar en el poder judicial.

Estos días asistimos a un capítulo más de la campaña electoral en la que el país está atascado desde hace tres años. Se produjo otra investidura fallida. Los partidos de izquierda intentaron coaligarse, sin éxito. Dicen que les falta experiencia. En la ciudad naval la tenemos a toneladas. De aquel gobierno en el que la señora Díaz, de Izquierda Unida, le dio un portazo al señor Irisarri, del PSOE. La misma Yolanda Díaz que ahora, diputada por Pontevedra en Galicia en Común, predica la necesidad de acordar, negociar, dialogar y cosas así. Un par de gobiernos después, la señora Sestayo, del PSOE, le devolvió el portazo al señor Suárez, de Izquierda Unida envuelta en Ferrol en Común.

En fin, que las izquierdas no se fían y las derechas no se pueden ni ver ni fotografiar. Y les piden a los votantes su confianza, una palabra casi vacía en este país que describía Delibes como poco leído, lleno de prejuicios, en el que hablar de contemporizar, dialogar, transigir, apenas tiene sentido. 

domingo, 21 de julio de 2019

La lotería de la política

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 21 julio 2019

Ramón Gómez de la Serna era un apasionado de los cafés. Escribía en los cafés, mantenía tertulias en los cafés, pensaba en los cafés…vivía en los cafés. Estaba tan convencido de su importancia que reprochaba a los políticos que no le otorgasen un papel más relevante. En su obra La sagrada cripta de Pombo escribió: “Los partidos políticos, al confeccionar las muchas Constituciones con que han intentado hacernos felices, han cometido un grave error no colocando entre sus leyes orgánicas la institución del Café, ese gran nivelador de la sociedad española…” Una afirmación semejante la defendió en el Café de la Iberia (el de Madrid, aunque hubo otros así llamados como el ferrolano de la calle Magdalena), el café político por excelencia. Era el café donde los políticos se reunían “a jugar al ajedrez o a la lotería de la política”.

Hoy a la lotería de la política se juega, y se juega mucho, en Twitter y en las entrevistas de televisión. Se juega a la política virtual, la posibilista, la política efímera o, como escuché recientemente, la yenka política. Los jugadores, los nuevos líderes políticos, han querido jugar el papel, unos, de redentoristas, regeneradores de un sistema trasnochado y corrupto; otros, de apocalípticos, defensores de los valores sagrados enraizados en la piel de toro; y algunos más de adanistas, inventores de la democracia, creadores del bienestar y la felicidad de los pueblos de España. 

Pero todos, casi sin excepción, se olvidaron que para conseguir las metas políticas es preciso recurrir al entendimiento entre los de su clase, permitir que las instituciones funcionen, se gestionen adecuadamente y la sociedad pueda hacer frente a los desafíos futuros. Aquí los actuales jugadores políticos fracasan. Porque desprecian el pasado, eso que Saramago decía que es lo único que no pasa, que siempre está ahí. Desprecian el entendimiento o lo hacen tan difícil como creía Ignacio Aldecoa: “Es muy difícil entenderse; las conversaciones, las voces, los chillidos de todos forman una mezcolanza que absorbe lo que se quiere decir”. Y no muestran voluntad para afrontar el futuro, más allá de la próxima cita electoral.

Memoria, entendimiento y voluntad, las tres potencias del alma (sea esto lo que sea) que Camilo José Cela colocaba en sus personajes con maestría. Cela aconsejaba leer con calma los periódicos para estimular “los instintos, los sentidos y las potencias del alma: la memoria para recordar la bonanza y la calamidad, el entendimiento para saber de qué va la cosa y la voluntad que nos mantiene alerta contra el hastío”.

Pues eso. Combatamos el hastío leyendo la prensa y con un buen café, deseando que nos toque la lotería de la política. 

domingo, 14 de julio de 2019

La Cartilla de Antelo

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 14 julio 2019

En nuestra querida ciudad naval, cuna de las fragatas, capital mundial de las anclas y sede acogedora –que lo fue- del departamento marítimo del Cantábrico, ha pasado totalmente desapercibida la celebración del Día Internacional de las Ayudas a la Navegación Marítima. Se celebró, por primera vez, el pasado 1 de julio. Y eso que sobre las ayudas a la navegación tendríamos mucho que decir. ¡Muchísimo! Tanto como recordar la figura de Agustín Antelo, ferrolano, maestro mecánico relojero y piloto de la marina mercante. Agustín Antelo, hijo de Andrés Antelo, (ya se acordarán, el sabio que además de inventar prodigios en el Arsenal y en la Fábrica de Jubia, construyó el reloj de la catedral de Santiago y otros relojes de torre por toda Galicia), fue el creador de un mecanismo de relojería encargado de hacer rotar la linterna de la Torre de Hércules. Sus conocimientos del mundo de la mar y el “crédito de que gozaba, por la bondad de la fabricación de sus maquinarias”, escribió sobre él Tettamancy, le hicieron acreedor del nombramiento como director de la primera Escuela de Torreros de Faros creada en España, en 1849, con sede en la Torre de Hércules. Tenía pocos años de vida la Comisión de Faros (1842) y era reciente la puesta en marcha del Plan General para el Alumbrado Marítimo de las costas españolas (1847). Había llegado el momento de seleccionar y entrenar a los torreros de faros, esa tan honrosa como árida profesión, y Agustín Antelo asumió el reto. De forma inmediata redactó la Cartilla de Instrucción para servicio de los Faros Catadióptricos y Catóptricos, publicada en La Coruña en 1851, libro de enseñanza imprescindible que pasó a conocerse como La Cartilla de Antelo.

En la Cartilla de Antelo se enseña la importancia de los faros y la responsabilidad de prestarles servicio. Se explica como se colocan las lámparas sobre el aparato de rotación, como se carga el aceite, como se procede al encendido y se realiza la limpieza diaria. También el modo de reducir el exceso de humo, cambiar las válvulas, los émbolos y demás piezas necesarias para que la “sagrada luz pueda alumbrar las costas y ayudar a los Marinos”. Fue el libro de cabecera para el entrenamiento de 150 torreros que se formaron en el Faro de Hércules, hasta que en 1854 la escuela se trasladó al Faro del Cabo Machichaco. Torreros que tenían además la misión de hacer observaciones meteorológicas, auxiliar a náufragos, vigilar la costa y hasta defender su faro y a su familia, con la carabina corta y munición para 20 disparos que les enseñaban a manejar. Torreros destinados por la península y las islas españolas, que llegaron a recitar de memoria la famosa Cartilla de Antelo, de los Antelo de la calle del Carmen de Ferrol.

domingo, 7 de julio de 2019

Añicos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 7 julio 2019

España es una democracia plena. El Democracy Index le otorga la posición 14 de Europa y 19 del mundo. El Rule of Law Index sitúa a nuestro país en el puesto 23 sobre 113 en calidad del Estado de Derecho. Los indicadores referidos a pluralismo y calidad de los procesos electorales, eficacia gubernamental, participación política, cultura política, libertades políticas y civiles, respeto a los Derechos fundamentales y tratamiento justo ante la ley, hacen de España una democracia consolidada, respetable y respetada por los organismos internacionales. A corregir, se señala en uno de los peritajes, el nepotismo y la corrupción, algo por todos conocido, especialmente los funcionarios de prisiones que se encargan de custodiar a cientos de corruptos procedentes de la peor clase política, financiera y empresarial.

Sin embargo, en el fuero interno, los españoles consideramos que la política, los políticos y los partidos políticos, son el segundo de los problemas más importantes de nuestro país, solo por detrás del paro. Particularmente los partidos políticos, herramientas constitucionales que detentan el poder de representación de la soberanía popular, están de capa caída. Los nuevos y los no tan nuevos. Los que hicieron la transición y los que acaban de llegar. Los del denostado régimen del 78 y los que llevan medio telediario y hacen sus asambleas en una cafetería. Todos, en conjunto, son un problema importante y están, según los datos del último CIS, lejos de ser una solución.

El consistorio ferrolano es un reflejo de esta situación. Se presentaron 11 partidos políticos a las elecciones municipales y obtuvieron representación 4. Se han constituido en dos bloques enfrentados. El conservador con un solo partido, el PP, ganador de las elecciones pero sin mayoría absoluta debido a los votos que le restaron las otras dos derechas, Ciudadanos y Vox, que resultaron inútiles. El progresista con tres partidos, PSOE, FeC y BNG, suma mayoría pero se muestra incapaz de articular un gobierno estable. Los dos bloques políticos están más que fragmentados. Están hechos añicos. Con problemas internos el PSOE. Disgregándose el PP. En franca descomposición los rupturistas rebeldes: Ferrol en Común, En Marea, Izquierda Unida y Partido Comunista (¿se sabe algo de ellos?), Anova, Podemos, Verdes y sus confluencias. Sin nuevo proyecto político en el BNG, con el mismo discurso de hace 30 años.

Es el momento del diálogo y la gobernanza. De la gestión presupuestaria. Del acuerdo que haga posible destinar recursos a proyectos que mejoren la ciudad y la vida de los vecinos. Pero esto lo tienen que hacer los representantes políticos que son calificados por la ciudadanía como un problema grave. Algo no va bien.

domingo, 30 de junio de 2019

Rebumbio

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 30 junio 2019

Los españoles nos hemos dotado de un entorno sociopolítico bastante embarullado. Es mérito propio. Lo hicimos solitos, sin ayuda de nadie. Y ahí estamos enfangados, tratando de salir del monumental lío sin provocar graves daños colaterales. El ejército norteamericano se inventó un nuevo concepto para describir una situación semejante: entorno VICA. Es el acrónimo de: Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad. Se utiliza en los ámbitos sociales, económicos, militares y políticos para describir entornos en los que se suceden cambios a una gran velocidad, hay una cantidad de información disponible abrumadora, se desencadenan acontecimientos de forma imprevisible y donde las causas y efectos en la concatenación de los hechos ya no obedecen a una lógica conocida. Los sociólogos, analistas y predictores del comportamiento político y social han hecho suyo este concepto: vivimos en un entorno VICA. Dicho en ferrolano: un rebumbio macanudo.

En este rincón del planeta nos desenvolvemos en un idioma, el español, que tiene una riqueza extraordinaria para definir estos escenarios. Los siglos de picaresca, pillería, triquiñuelas y artimañas de toda condición han enriquecido nuestro idioma de tal forma que, estoy seguro, un académico podría escribir un larguísimo tratado. La política española actual, resultado del encontronazo entre la política tradicional y la virtual (la nueva, la videopolítica, la política líquida, la turbopolítica o la política efímera) se caracteriza por navegar en un gran desorden y confusión, aderezado con un alto nivel de alboroto. El griterío tertuliano, o lo que quiera ser y no es, enturbia todavía más este panorama. Allí se habla de banqueros que se dedican al espionaje. Espías que se dedican al chantaje. Chantajistas que trapichean con empresarios especialistas en pagar mordidas, amigos de políticos arribistas. Políticos expertos en montar chiringuitos en los que practican el antiquísimo arte del nepotismo. Generadores de noticias falsas, mentiras fabricadas por perfiles anónimos, creadores de bulos en los que apoyan el insípido análisis político. Y defensores de lo suyo, de su ADN, su territorio, su tribu, su raza, que tratan de imponer su verdad y sus creencias como lo hicieron cruzados e inquisidores en largos períodos de nuestra historia. 

Es un rebumbio perfecto en el que destaca la crispación, el cansancio social y la falta de ilusión hacia el futuro acompañada de nostalgia de cierto pasado. Un rebumbio sociopolítico del que tenemos que salir sin gritar aquello de “juego revuelto” para volver a empezar, como hacíamos en los partidos que jugábamos en las calles ferrolanas cuando el resultado no nos iba demasiado bien. ¡Qué gamberros!
 

domingo, 23 de junio de 2019

Un barrio con vistas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 23 junio 2019

Durante los primeros días desde su llegada a Ferrol, en diciembre de 1906, Wenceslao Fernández Flórez se dedicó a pasear por la ciudad para conocerla. Una tarde llegó hasta un “cinturón de murallas parduzcas, remendadas con vallas, agujereadas por brechas…Cerca divisé desde un recodo unos pequeños muros blanqueados, una verja, algunas cruces negras coronadas de plantas trepadoras. Más allá, sobre la puerta grande, como un simbolismo de la que todos hemos de franquear, leí una leyenda sentida: Venid a meditar. Venid a aprender la ciencia de morir”. Wenceslao tenía 21 años y se definía como un escritor impresionable, sensible y novelero. Ni que decir tiene que la frase dieciochesca de la puerta principal del cementerio de Canido le impactó, hasta el punto de dedicarle un artículo de prensa días más tarde. Pero más, si cabe, le impactaron las vistas que había desde ese cementerio ilustrado (hoy sería, dicen los historiadores, el segundo más antiguo de España). Desde lo alto de Canido, al pie del cementerio, Fernández Flórez contemplaba una playa fangosa que descubría la baja mar, en una ría de aguas mansas que a veces parecía un lago, en un “golfo diminuto, adorable y sombrío”. 

Y es que nuestro Canido ferrolano, ese que en los legajos del siglo XII custodiados en los archivos mindonienses figura como Villa de Canito es, además de un barrio noble, un barrio con vistas. Hay otros canidos y canides en Galicia ya que así se llaman los promontorios salientes al mar dentro de una ría o bahía. Ustedes conocerán los canidos de las rías de Vigo o de Oleiros, en A Coruña. Pero ninguno es un canido alto, grande, poderoso, que domina la ría de tal forma que desde todos sus rincones tiene unas vistas envidiables. Tan alto que allí se construyeron los molinos de viento y se instaló el depósito de agua para abastecer la ciudad. Tan despejado que la sirena de la Fenya se oía en todo el barrio y más allá. Tan poderoso que los chalés indianos se construían con torres-miradores para tratar de ver, en días claros, las tierras del otro lado del océano. Y tan inexpugnable que se le hacía imposible subir sus cuestas al carro de las gaseosas Los 15 Hermanos tirado por un caballo flacucho o, años después, al bus número 4 que, llegaba tan renqueante, que el chófer apagaba su motor para que tomara aliento antes de bajar a una nueva ruta. 

Porque desde Canido se tenía que bajar, naturalmente. Los mayores decían aquello de que bajaban a Ferrol, a hacer alguna compra. Y se bajaba al Rena, el cine de cabecera. O se bajaba a Copacabana, al Baluarte y al Muelle. Y se bajaba a la biblioteca del Ayuntamiento, o al cine Avenida, los domingos. Era lo que tenía vivir en un barrio alto, con vistas.

domingo, 9 de junio de 2019

Ciudad ideal

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 9 de junio de 2019

Fue el 19 de octubre de 1858. Don Ramón de Ocampo, caballero de la Real y distinguida orden de Carlos III, alcalde constitucional y presidente de este ilustrísimo Ayuntamiento, publicaba el bando de los bandos. Comunicaba a los vecinos que la Reina Isabel II había concedido a la Villa de Ferrol el título de Ciudad, así como el tratamiento de Señoría Ilustrísima a su Ayuntamiento. ¡Menudo subidón de orgullo ferrolano! 

El asunto se fraguó a raíz de la visita unos meses antes, en agosto, en la que a la joven reina le enseñaron los arsenales y astilleros, la invitaron a presidir la botadura de un buque y le obsequiaron con el libro sobre la historia de Ferrol escrito por Montero Aróstegui. La reina quedó muy impresionada, o al menos eso fue lo que dijo. Ferrol era merecedora del rango de ciudad. El alcalde Ocampo, con su bando publicado, había crecido un palmo y andaba más derecho que una vela por la Alameda y el Cantón de las Delicias.

A partir de aquí la historia es conocida por todos ustedes. Es la historia de una ciudad que no paró de crecer y mejorar. Una historia de éxito, extraordinario e indefinido, ¡Opa!. Ferrol es actualmente una ciudad moderna, verde, ecológica y sostenible. Bañada por una ría de aguas claras, sin contaminantes ni vertidos. Rodeada por bosques en los que no caben los eucaliptos ni otras especies foráneas. Sus calles están siempre limpias y bien pavimentadas. Cuenta con excelente mobiliario urbano. Las plazas, parques, alamedas y jardines son envidiables. Y sus fuentes. Están perfectamente señalizadas, tanto sus calles como sus monumentos y rincones de interés. Ferrol es el paradigma de una ciudad culta, repleta de cines, teatros, salas de arte y ateneos. Sin olvidar los mejores cafés y comercios. Posee una red museística encabezada por el Museo de la Ciudad, con salas dedicadas a sus pintores, escritores, pensadores, políticos, músicos, arquitectos y demás personajes relevantes. Se completa con los museos dedicados a la mar, por supuesto. Es, además, una ciudad antigua y moderna, respetuosa con su pasado y su patrimonio. Ciudad segura, tranquila y cómoda. El transporte público es limpio, eléctrico y gratuito. Combina con el tráfico sereno y fluido, los larguísimos carriles para bicicletas y las anchas y cómodas aceras que invitan a caminar. 

¡Ah, que maravilla! Ferrol, ciudad ideal, modélica, llena de oportunidades para los que quieren quedarse e irresistible para los que buscan una vida de la más alta calidad. Lugar del bienestar y los servicios sociales al alcance de todos. Perfecta ciudad planificada en la que de vez en cuando se elige nueva corporación y alcalde, tal vez con la única finalidad de que publique bandos como aquel del alcalde Ocampo.

domingo, 2 de junio de 2019

El Museo de Ferrol está en Galicia


De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 2 de junio de 2019

Les prometo a ustedes, ahora que los políticos dejarán de hacer promesas una temporada, que he seguido con atención cualquier noticia relacionada con el Museo de Ferrol. Recientemente, nada. Nada de nada. El Museo de Ferrol no está ni se le espera. Y no será porque el gobierno municipal no lo haya prometido, que sí lo hizo. Fue en noviembre de 2016, en el transcurso del ciclo Conversas no Parador del Club de Prensa, cuando Rosa Méndez, concejala de Patrimonio, anunció que la ciudad contaría con un museo en 2019. Hasta ahí llegó el anuncio. Y ahí se quedó. Estamos en 2019, finaliza el mandato del gobierno de Ferrol en Común, y del museo ferrolano no se ha vuelto a hablar. Ni del edificio, ni del proyecto museístico ni del presupuesto que lo sustenta ni nada parecido. Las promesas de los políticos ¿son una broma? ¿Les salen gratis? Cuando se hacen los anuncios sobre proyectos relevantes ¿tienen alguna base real que los sustentan? Ustedes me disculparán las preguntas retóricas. Todos sabemos las respuestas.

Pero no hemos de preocuparnos. Los tesoros de Ferrol están a salvo. El fabuloso tesoro castrense de Bedoya está bien custodiado en el Museo de Pontevedra. La obra del naturalista Víctor López Seoane está depositada en el Instituto José Cornide coruñés. La documentación sobre la expedición al Amazonas del aviador Iglesias Brage se encuentra en el Archivo del Reino de Galicia. En el Museo de Ciencia y Tecnología de la capital coruñesa podemos ver el sextante de Fulgencio Rodríguez y la enciclopedia mecánica de Ángela Ruiz Robles. En la biblioteca del Real Consulado está la obra del ilustrado José Lucas Labrada. Un paseo por Compostela nos permitirá una visita a la biblioteca del Parlamento para estudiar la obra de Ricardo Carballo Calero. Y en la Rúa do Vilar encontraremos (casi siempre cerrado) el coqueto museo dedicado a la obra y el mundo de Gonzalo Torrente Ballester. Desde hace unas semanas el Museo Provincial de Bellas Artes expone –de forma permanente- una soberbia colección de pinturas de Álvarez de Sotomayor, propiedad del Museo del Prado. También tiene la custodia de exquisitos paisajes y dibujos de Pérez Villaamil. Y probablemente en lugares no demasiado alejados estarán a buen recaudo las obras de Concepción Arenal, los discursos de Canalejas, los tratados de Alonso López, los proyectos de Rodolfo Ucha Piñeiro y otras muchas colecciones de grandísimos artistas, pensadores, políticos, médicos y escritores ferrolanos.

Menos mal –siempre nos queda este consuelo- que los políticos municipales no tuvieron ocasión de decidir nada sobre los fondos de los museos Naval y de la Construcción Naval. Si así fuera, hasta las anclas estarían a la pendura, lejos de Ferrol.

domingo, 5 de mayo de 2019

Alcaldables Fútbol Club

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 5 de mayo de 2019

El concejal Basterrechea entra en la sala de prensa del estadio de La Malata con cara de circunstancias. Le corresponde el honor de ser el delegado del combinado Alcaldables Fútbol Club, que jugará un extraordinario partido de fútbol contra el Racing. Teño o pracer de presentarvos ao noso seleccionador, Vituco da Fraga. Por si non o coñecedes (en la sala todo el mundo asiente y nadie le conoce), da Fraga é un entrenador que na súa vida xogou ao fútbol. Nin no recreo do colexio. Pero ten visto moitísimos partidos na internet e con gafas de realidade virtual. Tamén en videoxogos, nos que se aprende moitísimo. 

Vituco da Fraga hace uso de la palabra para dar, sin más preámbulos, la alineación. De portero Anicet Lavodrama (Sentimiento Ferrolano) que sabe usar las manos y no le marcarán goles por alto. En la banda derecha jugarán, en la posición que ellos quieran porque son intercambiables, Alejandro Langtry (Ciudadanos), José M. Rey Varela (Partido Popular) y Patricia Castro (Vox). Por la banda izquierda: Carlos del Río (Xuntos Actúa), Bernardo Lorenzo (Marea de Ferrol) e Iván Rivas (BNG). Y por el carril central, aunque un tanto escorado a la izquierda, Jorge Álvarez (CCD-Centristas), Ángel Mato (PSOE), Iolanda Teixeiro (Ligando), dejando el puesto de delantero centro para Jorge Suárez (Ferrol en Común). Con este equipo, indicó Vituco da Fraga, no nos queda otro remedio que jugar con una estrategia de despiste. La táctica será la del Ti vaille dando, una variante del más avanzado smartfútbol. Les indicaré a los alcaldables que deben jugar en común, no se mareen, confluyan en la portería rival y le den patadas a la pelota, que sí se puede.

Del otro lado del pasillo, en el vestuario, los alcaldables que estaban siguiendo la rueda de prensa por el circuito de televisión, comienzan a dar sus opiniones. Pois eu si collo a pelota vouna remunicipalizar. A mí que me pinten la táctica en español y en una pizarra. ¿Pero esto no iba a ser un partido de baloncesto? Yo prometo marcar cien goles y regalar una escultura pequeñita con cada gol. Aquí somos muy pocas mujeres, y hay demasiado mareante que ni sube ni baja ni confluye en el medio intermareal. Yo protesto, me dijeron que iba a ser el árbitro, que manda como un alcalde. Pois eu non xogo mentres non se proclame a república galega. Y otros muchos comentarios de este estilo continuaban mitineando  los alcaldables, mientras en el vestuario local los jugadores del Racing permanecían atónitos.

Media hora más tarde los equipos salen al campo. El concejal-delegado Basterrechea le indicó al seleccionador Vituco da Fraga dónde estaba el banquillo y para qué servía el árbitro. El gran espectáculo futbolístico-político va a comenzar.   

domingo, 14 de abril de 2019

Municipios sostenibles

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 14 de abril de 2019

En este mes de abril se cumplen cuarenta años de las primeras elecciones municipales. Pocos meses antes, en diciembre de 1978, se había votado y aprobado por una inmensa mayoría la Constitución. España daba sus primeros pasos en democracia con gran entusiasmo, alegría y optimismo. Nada podía ser peor que lo dejado atrás en los anteriores cuarenta años, y nada lo fue. Las instituciones reiniciaban su andadura en libertad y los ayuntamientos tenían un papel decisivo que jugar. Se eligieron las primeras corporaciones, comenzaron a aprobarse las primeras ordenanzas municipales, se armaron los primeros presupuestos y se adoptaron las primeras medidas de aquello que se definió como la política de cercanía, la pegada al terreno, la que entendían los ciudadanos y vecinos como propia. Cuarenta años después estamos, en este mes de abril, en otro período electoral. Llevamos así tiempo, porque ahora los partidos políticos dedican los fines de semana a realizar mítines electorales con la salvedad de que no piden directamente el voto para su formación. El resto del tiempo están en campaña electoral en medios de comunicación y en las mal llamadas redes sociales. Los tiempos han cambiado, los ayuntamientos también. Aunque algunos, como el ferrolano, han cambiado a mejor…pero poquito y de aquella manera. Dejémoslo correr.

El reto actual y futuro es cumplir los ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los municipios han hecho suyo el propósito de alcanzar los 17 objetivos y 169 metas incluidos en el documento firmado por 193 estados miembros de la ONU. Enumero sus títulos. 1) Fin de la pobreza. 2) Hambre cero. 3) Salud y Bienestar. 4) Educación de calidad. 5) Igualdad de Género. 6) Agua limpia y saneamiento. 7) Energía asequible y no contaminante. 8) Trabajo decente y crecimiento económico. 9) Industria, innovación, infraestructura. 10) Reducción de las desigualdades. 11) Ciudades y comunidades sostenibles. 12) Producción y consumo responsables. 13) Acción por el clima. 14) Vida submarina. 15) Vida de ecosistemas terrestres. 16) Paz, justicia e instituciones sólidas. Y 17) Alianzas para lograr los objetivos. 

España se encuentra, en este momento, en la posición 25 del ranking mundial, según el análisis realizado por la Red Española para el Desarrollo Sostenible en las cien ciudades de más de 80.000 habitantes. Ferrol, obviamente, ya no está en ese grupo y continúa haciendo méritos para distanciarse cada vez más. Es notoria la recomendación final del informe: “Los alcaldes y alcaldesas tienen la capacidad de guiarnos hacia una nueva era de prosperidad inclusiva y sostenible”. ¿En serio? ¿En Ferrol también? ¿Y con esta nueva política? Atentos a la campaña electoral…

domingo, 7 de abril de 2019

Un ajuste muy necesario

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 7 de abril de 2019

Estos días en que los partidos políticos ponen en marcha sus maquinarias internas para elegir a sus candidatos, los votantes asistimos a un espectáculo dramático. Sus líderes se acercan a los micrófonos para decir: de este proceso de primarias salimos más unidos; habrá mano tendida para los integrantes de la otra candidatura; aquí no ha perdido nadie ni sobra nadie, todos sumamos, y frases de este tenor. Sus caras y sus gestos en realidad están expresando todo lo contrario. El resultado es que cada ganador elige como compañeros de candidatura a los que le dieron su apoyo, con el pretexto de que son quienes le inspiran confianza y tratan a los demás como rivales políticos, como si fuesen de un partido adversario. Con algún matiz. Existen candidaturas ganadoras en una primera vuelta que son retocadas por los órganos de dirección. O candidaturas que contaron con el apoyo de los militantes pero no de los compromisarios. Incluso candidaturas que quisieron ser impuestas utilizando pucherazos. También las que salieron elegidas a través de un proceso telemático con una participación pírrica, insignificante desde un punto de vista estadístico, aunque legal. 

Todos estos procesos de elección interna de candidatos solo nos demuestran una cosa: en España los partidos políticos no tienen del todo desarrollada su democracia interna. Necesitan mejorar sus procedimientos por varias razones. La primera y más importante es por un mandato constitucional. La Constitución de 1978 –esa que muchos representantes políticos no han leído y otros muchos son incapaces de entender- dice en su artículo 6: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”. La segunda razón es porque estos desajustes internos y la falta de pericia democrática de sus estructuras está propiciando el abandono de muchos candidatos jóvenes, aparentemente bien preparados y con vocación de servicio público. Ahí están los casos de Eduardo Madina, Soraya Sáez de Santamaría y el relegado Íñigo Errejón, por citar algunos. Y, por último, el ajuste democrático tendría que hacer que los procesos electorales internos se convirtiesen en procedimientos ágiles, discretos y generadores de confianza para los militantes y simpatizantes de cada formación. Lo opuesto al esperpento de luchas internas, guerras entre facciones, dimisiones inexplicables, pucherazos y demás triquiñuelas que inundan los telediarios.

domingo, 24 de marzo de 2019

El arte de pasear

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 24 de marzo de 2019

El Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (USA) ha informado recientemente que España será el país más longevo del mundo en 2040, con una esperanza de vida de 85,8 años. Buena noticia, un tanto esperada y de la que ya estábamos apercibidos. Los españoles nos esforzamos en vivir más y mejor. Es una manía que tenemos de siempre, aunque a veces la hemos disimulado con guerras fratricidas y dictaduras sanguinarias. Pero últimamente no. Se nos ha dado por profundizar en eso que llamamos el estado del bienestar, entre otras cosas, y nuestra esperanza de vida aumenta año tras año. Los científicos americanos destacan cinco factores en los que los españoles somos catedráticos. El primero de ellos, el paseo. Es verdad que pasear constituye un arte no exclusivo de nuestros conciudadanos, aunque sí es muy propio de la larga tradición europea. Charles Dickens paseaba de noche por Londres, buscando el sosiego que combatiera su insomnio. Nícola Tesla mantenía la disciplina de pasear 12 kilómetros cada día. Charles Darwin hacía tres paseos diarios de 45 minutos, imprescindibles para estimular su creatividad. Albert Einstein andaba 5 kilómetros diarios hasta la Universidad de Princeton, donde impartía clases. Y Alexander von Humboldt paseaba bajo los tilos ante la Academia de Ciencias de Berlín, hasta cumplir 89 años. Los grandes científicos y pensadores fueron amantes del paseo, en compañía con la que mantener amenas charlas o en solitario para dialogar consigo mismo. 

El paseo, en el caso español, evolucionó hasta convertirse en una proeza en sí mismo, sin necesidad de tener que producir nada relevante. Ni una idea genial, ni un descubrimiento, ni un avance científico. Los españoles aprendimos a pasear por pasear, a pasear para perder el tiempo, a pasear para no hacer nada. Y ahí radica la clave del éxito del paseo español. Julio Camba explicaba la importancia del paseo: “es preciso que vayamos a él con la misma seriedad con que iríamos a un entierro”. El paseo, decía, debe ser el pulmón de la ciudad, un lugar al que ir sin prisas ni ansias. Un lugar “delicioso”, podríamos añadir los ferrolanos cuando bautizamos ese lugar especial como el Paseo de las Delicias (ahora Cantón de Molíns). A pasear, escribió Camba, hay que ir para darle una tregua saludable a los nervios y al espíritu. Hemos de darle la razón a los científicos americanos. Hoy paseamos por parques, alamedas y cantones. Tenemos paseos marítimos, hacemos paseos por las playas y los cascos históricos. Paseos sin rumbo, reflexivos y solitarios o con compañía y conversación. Paseos al estilo español, con un arte y prestancia que nos alarga la vida.

domingo, 10 de marzo de 2019

La pipa de la paz

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 10 de marzo de 2019

Pues claro que en los plenos municipales se toman acuerdos muy beneficiosos para la ciudad. Faltaría más. Por ejemplo, la aprobación del tratado sobre prohibición de armas nucleares. Los veinticinco concejales, hace unos días, repasaron el cuaderno de asuntos pendientes y necesidades municipales y vieron que estaba todo cubierto. En la ciudad naval no hay nada que hacer, las calles brillan, los jóvenes tienen trabajo, los vecinos salen a las plazas sonrientes y felices. Pensaron, entonces ¿qué hacemos? Pues lo obvio, declarar Ferrol territorio libre de armas nucleares. Y así fue. Se aprobó una declaración “simbólica”, nos dicen, sin efectos prácticos porque los Ayuntamientos son incompetentes en estos asuntos. Y, además, España ya tiene firmado con carácter indefinido desde 1995 el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. No importa. Ferrol ya tiene su declaración plenaria (irrelevante, simbólica, líquida o como quiera adjetivarse) y con eso ya nos quedamos más tranquilos y somos más pacifistas que nadie. Además, en esta ciudad inexpugnable no nos hacen falta los misiles nucleares para nada. ¡Menudos somos si algún enemigo nos quiere invadir! Rápidamente extendemos la cadena entre los castillos de San Felipe y San Martín y cerramos la entrada a los buques de guerra. Y la red antisubmarina Bullivant, las minas hidrostáticas Carbonit y los torpedos automóviles Schwartzkopff, activados de nuevo por la Estación Torpedista. Por supuesto, volveríamos a montar los enormes cañones Vickers que no acertaban en el blanco ni por casualidad, pero cómo asustaban. Y colocaríamos los cañones de la Cortina en sus cureñas, para que se vieran bien desde fuera de la ría y se lo pensaran dos veces antes de atacarnos. Las Herrerías volverían a producir a toda mecha toda clase de armas blancas, especialmente chuzos, con los que siempre tuvimos una habilidad especial. Y la Sala de Armas recobraría su función inicial; únicamente enseñando su foto en las redes sociales (los conflictos bélicos actuales se retransmiten por televisión y canales de internet) ya les infundiría un temor insuperable a los potenciales invasores.

Definitivamente queda demostrado el acierto de los concejales. Ferrol no necesita misiles nucleares. Es momento, ahora que tienen tiempo libre y la ciudad convertida en un paraíso, de que organicen una comitiva y visiten las sedes de la ONU y la OTAN para llevarles la resolución del pleno. Y explicarles, ya de paso, la gran ventaja que supone no tener bombas atómicas ante el largo período electoral que se nos avecina. Los candidatos tendrán que luchar cuerpo a cuerpo, como debe ser, y no lanzándose misiles desde quilómetros de distancia. Y al final, fumar la pipa de la paz.

domingo, 3 de marzo de 2019

Mercados de abastos 4.0

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 3 de marzo de 2019

Los mercados de abastos ferrolanos, Caranza, Recimil y Magdalena, están desatendidos, desamparados, faltos de cuidados. Lo digo así, con cierta “finura”, pero ustedes ya saben a qué me refiero y utilizarán el calificativo qué mejor les parezca. Siéntanse libres, por favor. Los mercados de abastos, propiedad de los municipios, están siendo rehabilitados y puestos en valor en muchas plazas de Galicia y España. Para no cansarles sólo citaré los ejemplos de Lugo, ya totalmente operativo, y Pontedeume, a punto de estarlo después de una profunda restauración. La lista es larga (en Galicia hay 105 mercados) y muy variada, si bien es cierto que en la mayoría de los Concellos se han tomado medidas para mejorar este canal comercial: ampliación de horarios, promociones, servicio a domicilio, aprovechamiento de todos los puestos de venta, diversificación, mejora de la hostelería, y cosas así. 

En Ferrol, poco o nada. Ahora que estamos en vísperas de elecciones algunos partidos políticos se acuerdan de las abandonadas plazas. El señor Rey Varela, candidato a recuncar a la alcaldía por el partido conservador, ha sacado del cajón una propuesta para los mercados de abastos que tenía traspapelada y se le olvidó ejecutar cuando era alcalde y tenía mayoría absoluta y a todas las administraciones gobernadas por sus compañeros de partido. El señor Suárez, actual alcalde y también candidato a recuncar por los Comunes (eso parece), ha presentado por enésima vez sus proyectos. Para Recimil un estudio de una empresa consultora; para Caranza unos planos “que ya son una realidad aunque las obras no han comenzado”; y para el mercado de la Magdalena unos proyectos para el derribo de la nave provisional “que tendrán que esperar a que se disponga de fondos”. La explicación, en este caso, se quedó corta y tendría que continuar “…ya que los dineros que había los hemos destinado a amortizar deuda en lugar de invertirlo en la ciudad para quedar bien con los bancos”.

Pero mantengamos la esperanza. Hay muchos alcaldables en liza y alguno nos presentará su propuesta Mercados de Abastos 4.0. Ya lo estoy viendo. Robots limpiando los pasillos, carritos autónomos que siguen a cada cliente, drones haciendo recados, pantallas de plasma contando cuándo fueron pescadas las parrochitas, sensores que se ocupan de purificar el aire, acomodar la temperatura y la luz ante cada puesto e, incluso, un sistema inteligente que avise si se pretende salir sin hacer bien la compra: “Señor Fandiño, se le olvida comprar el pan y un trocito de empanada de raxo”, “Doña Chuca, pásese a recoger los tomates y los pimientos del Couto”, y mensajes parecidos. Los mercados no envidiarían en nada a los astilleros. Al tiempo.