domingo, 24 de marzo de 2019

El arte de pasear

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 24 de marzo de 2019

El Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (USA) ha informado recientemente que España será el país más longevo del mundo en 2040, con una esperanza de vida de 85,8 años. Buena noticia, un tanto esperada y de la que ya estábamos apercibidos. Los españoles nos esforzamos en vivir más y mejor. Es una manía que tenemos de siempre, aunque a veces la hemos disimulado con guerras fratricidas y dictaduras sanguinarias. Pero últimamente no. Se nos ha dado por profundizar en eso que llamamos el estado del bienestar, entre otras cosas, y nuestra esperanza de vida aumenta año tras año. Los científicos americanos destacan cinco factores en los que los españoles somos catedráticos. El primero de ellos, el paseo. Es verdad que pasear constituye un arte no exclusivo de nuestros conciudadanos, aunque sí es muy propio de la larga tradición europea. Charles Dickens paseaba de noche por Londres, buscando el sosiego que combatiera su insomnio. Nícola Tesla mantenía la disciplina de pasear 12 kilómetros cada día. Charles Darwin hacía tres paseos diarios de 45 minutos, imprescindibles para estimular su creatividad. Albert Einstein andaba 5 kilómetros diarios hasta la Universidad de Princeton, donde impartía clases. Y Alexander von Humboldt paseaba bajo los tilos ante la Academia de Ciencias de Berlín, hasta cumplir 89 años. Los grandes científicos y pensadores fueron amantes del paseo, en compañía con la que mantener amenas charlas o en solitario para dialogar consigo mismo. 

El paseo, en el caso español, evolucionó hasta convertirse en una proeza en sí mismo, sin necesidad de tener que producir nada relevante. Ni una idea genial, ni un descubrimiento, ni un avance científico. Los españoles aprendimos a pasear por pasear, a pasear para perder el tiempo, a pasear para no hacer nada. Y ahí radica la clave del éxito del paseo español. Julio Camba explicaba la importancia del paseo: “es preciso que vayamos a él con la misma seriedad con que iríamos a un entierro”. El paseo, decía, debe ser el pulmón de la ciudad, un lugar al que ir sin prisas ni ansias. Un lugar “delicioso”, podríamos añadir los ferrolanos cuando bautizamos ese lugar especial como el Paseo de las Delicias (ahora Cantón de Molíns). A pasear, escribió Camba, hay que ir para darle una tregua saludable a los nervios y al espíritu. Hemos de darle la razón a los científicos americanos. Hoy paseamos por parques, alamedas y cantones. Tenemos paseos marítimos, hacemos paseos por las playas y los cascos históricos. Paseos sin rumbo, reflexivos y solitarios o con compañía y conversación. Paseos al estilo español, con un arte y prestancia que nos alarga la vida.

domingo, 10 de marzo de 2019

La pipa de la paz

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 10 de marzo de 2019

Pues claro que en los plenos municipales se toman acuerdos muy beneficiosos para la ciudad. Faltaría más. Por ejemplo, la aprobación del tratado sobre prohibición de armas nucleares. Los veinticinco concejales, hace unos días, repasaron el cuaderno de asuntos pendientes y necesidades municipales y vieron que estaba todo cubierto. En la ciudad naval no hay nada que hacer, las calles brillan, los jóvenes tienen trabajo, los vecinos salen a las plazas sonrientes y felices. Pensaron, entonces ¿qué hacemos? Pues lo obvio, declarar Ferrol territorio libre de armas nucleares. Y así fue. Se aprobó una declaración “simbólica”, nos dicen, sin efectos prácticos porque los Ayuntamientos son incompetentes en estos asuntos. Y, además, España ya tiene firmado con carácter indefinido desde 1995 el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. No importa. Ferrol ya tiene su declaración plenaria (irrelevante, simbólica, líquida o como quiera adjetivarse) y con eso ya nos quedamos más tranquilos y somos más pacifistas que nadie. Además, en esta ciudad inexpugnable no nos hacen falta los misiles nucleares para nada. ¡Menudos somos si algún enemigo nos quiere invadir! Rápidamente extendemos la cadena entre los castillos de San Felipe y San Martín y cerramos la entrada a los buques de guerra. Y la red antisubmarina Bullivant, las minas hidrostáticas Carbonit y los torpedos automóviles Schwartzkopff, activados de nuevo por la Estación Torpedista. Por supuesto, volveríamos a montar los enormes cañones Vickers que no acertaban en el blanco ni por casualidad, pero cómo asustaban. Y colocaríamos los cañones de la Cortina en sus cureñas, para que se vieran bien desde fuera de la ría y se lo pensaran dos veces antes de atacarnos. Las Herrerías volverían a producir a toda mecha toda clase de armas blancas, especialmente chuzos, con los que siempre tuvimos una habilidad especial. Y la Sala de Armas recobraría su función inicial; únicamente enseñando su foto en las redes sociales (los conflictos bélicos actuales se retransmiten por televisión y canales de internet) ya les infundiría un temor insuperable a los potenciales invasores.

Definitivamente queda demostrado el acierto de los concejales. Ferrol no necesita misiles nucleares. Es momento, ahora que tienen tiempo libre y la ciudad convertida en un paraíso, de que organicen una comitiva y visiten las sedes de la ONU y la OTAN para llevarles la resolución del pleno. Y explicarles, ya de paso, la gran ventaja que supone no tener bombas atómicas ante el largo período electoral que se nos avecina. Los candidatos tendrán que luchar cuerpo a cuerpo, como debe ser, y no lanzándose misiles desde quilómetros de distancia. Y al final, fumar la pipa de la paz.

domingo, 3 de marzo de 2019

Mercados de abastos 4.0

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 3 de marzo de 2019

Los mercados de abastos ferrolanos, Caranza, Recimil y Magdalena, están desatendidos, desamparados, faltos de cuidados. Lo digo así, con cierta “finura”, pero ustedes ya saben a qué me refiero y utilizarán el calificativo qué mejor les parezca. Siéntanse libres, por favor. Los mercados de abastos, propiedad de los municipios, están siendo rehabilitados y puestos en valor en muchas plazas de Galicia y España. Para no cansarles sólo citaré los ejemplos de Lugo, ya totalmente operativo, y Pontedeume, a punto de estarlo después de una profunda restauración. La lista es larga (en Galicia hay 105 mercados) y muy variada, si bien es cierto que en la mayoría de los Concellos se han tomado medidas para mejorar este canal comercial: ampliación de horarios, promociones, servicio a domicilio, aprovechamiento de todos los puestos de venta, diversificación, mejora de la hostelería, y cosas así. 

En Ferrol, poco o nada. Ahora que estamos en vísperas de elecciones algunos partidos políticos se acuerdan de las abandonadas plazas. El señor Rey Varela, candidato a recuncar a la alcaldía por el partido conservador, ha sacado del cajón una propuesta para los mercados de abastos que tenía traspapelada y se le olvidó ejecutar cuando era alcalde y tenía mayoría absoluta y a todas las administraciones gobernadas por sus compañeros de partido. El señor Suárez, actual alcalde y también candidato a recuncar por los Comunes (eso parece), ha presentado por enésima vez sus proyectos. Para Recimil un estudio de una empresa consultora; para Caranza unos planos “que ya son una realidad aunque las obras no han comenzado”; y para el mercado de la Magdalena unos proyectos para el derribo de la nave provisional “que tendrán que esperar a que se disponga de fondos”. La explicación, en este caso, se quedó corta y tendría que continuar “…ya que los dineros que había los hemos destinado a amortizar deuda en lugar de invertirlo en la ciudad para quedar bien con los bancos”.

Pero mantengamos la esperanza. Hay muchos alcaldables en liza y alguno nos presentará su propuesta Mercados de Abastos 4.0. Ya lo estoy viendo. Robots limpiando los pasillos, carritos autónomos que siguen a cada cliente, drones haciendo recados, pantallas de plasma contando cuándo fueron pescadas las parrochitas, sensores que se ocupan de purificar el aire, acomodar la temperatura y la luz ante cada puesto e, incluso, un sistema inteligente que avise si se pretende salir sin hacer bien la compra: “Señor Fandiño, se le olvida comprar el pan y un trocito de empanada de raxo”, “Doña Chuca, pásese a recoger los tomates y los pimientos del Couto”, y mensajes parecidos. Los mercados no envidiarían en nada a los astilleros. Al tiempo.