domingo, 28 de junio de 2020

Los periódicos en los cafés

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 28 junio 2020

La Organización Mundial de la Salud (OMS), ese gran consultorio de cabecera, afirmó recientemente que leer el periódico en el café es una actividad segura. ¡Menos mal! En ninguna parte del mundo se han reportado casos de contagios a través de la prensa escrita, aún siendo compartida por diferentes usuarios. Al parecer, el papel es inocuo, las tintas utilizadas generalmente son muy agresivas con los patógenos y el propio proceso de impresión hacen que el periódico sea considerado un elemento inerte, amigo de las personas y enemigo de los virus. Los periódicos pueden regresar a los cafés (y peluquerías, ateneos, salas de espera de los dentistas y demás escenarios habituales) lo que hará que la nueva normalidad se parezca un poco más a la normalidad de toda la vida, la de siempre, la normalidad sin postizos.

Ferrol es una ciudad de periódicos y cafés. La verdad es que en esto sí que se parece a una ciudad normal a pesar de ser una ciudad nueva. Es ciudad con título desde la época isabelina -mediados del siglo diecinueve-, justo el momento en que también apareció la prensa escrita en el barrio de la Magdalena. En los talleres de las imprentas Taxonera y Pita comenzaron a imprimirse un buen número de periódicos y revistas, además de otros papeles volanderos. La ciudad naval llegó a contar con catorce cabeceras, nada menos, constando como la primera la del periódico El Águila, en 1845. De las más destacadas fueron El Eco Ferrolano, periódico de ciencias y literatura; El Pensamiento de Galicia, revista quincenal de información variada; El Brigantino, diario de intereses morales y materiales y La Aurora, periódico de literatura, moralidad y recreo. Los chicos repartidores de prensa voceaban las noticias por los mercados y plazas, el puerto, la entrada de los astilleros y en las puertas de las tabernas. En poco tiempo los periódicos se hicieron hueco en los primeros cafés ferrolanos, el Café del Ángel y el Café de la Iberia. En este último, contiguo al Teatro Principal en la calle Magdalena, tendrían presencia permanente en el gabinete de lectura de la segunda planta, al lado de la sala de naipes y la mesa de billar. La prensa escrita encontró igualmente su lugar en las sociedades de recreo. Había periódicos en el Circo de Recreación, el Circo de Jóvenes, el Liceo de Artesanos y el Casino Ferrolano. Los grupos sociales más cercanos a la burguesía podían acceder a la lectura de periódicos, mientras los grupos más populares recibían las noticias cantadas por los chicos de la prensa. Todo normal. Con sus gripes, pestes y demás epidemias. Los periódicos estaban allí. Un par de siglos más tarde zarandeados por el covid-19 vuelven a la acogedora normalidad de los cafés.

domingo, 21 de junio de 2020

La mili

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 21 junio 2020

Cartagena, esa maravillosa ciudad milenaria comprometida por el Estado como Ferrol y Cádiz en la acogida de las capitanías de las antiguas zonas marítimas, cuida un sencillo y valioso monumento: la estatua de un marinero. A pocos pasos del cuartel de instrucción, hoy reconvertido en Museo Naval, se ve al marinero con el petate reglamentario vistiendo lepanto, peto de gala y pañuelo tafetán. Es un homenaje a los miles de hombres (hubo una época en que sólo hacían la mili los hombres) que recibieron allí su instrucción marinera, el período inicial de lo que se llamaba el Servicio Militar Obligatorio. El marinero representa una etapa que marcó la vida de la ciudad como también lo hizo en Ferrol, aunque aquí se prefiera colocar en un lugar destacado la escultura de un toro, dada la enorme tradición ferrolana por los toros, los toreros, las corridas, los pasodobles, el flamenco y la tauromaquia en general. Ustedes ya me dirán.

El Servicio Militar Obligatorio dejó de existir en 2001. Dejó de existir porque dejó de tener sentido, naturalmente, además de provocar un fuerte rechazo por buena parte de la población. España no consideró necesario prepararse para una guerra que no llegaría y los ejércitos no podrían mantener los costes de un personal tan numeroso ni mucho menos su motivación. La mayoría de países occidentales dejaron de hacer obligatorio su servicio de armas porque consideraron que atentaba contra la libertad individual y de conciencia, en muchos casos truncaba la carrera educativa y profesional de sus jóvenes y además habían constatado que un porcentaje muy alto de sus ciudadanos no estaban “hechos para el entrenamiento militar”. La mili obligatoria ya no volverá a tener cabida en nuestro modelo social, aunque se siga manteniendo en más de sesenta países.

En los últimos años se recuperó una figura distinta aunque con ciertas similitudes. Algunos países cercanos implantaron una especie de servicio nacional, a veces voluntario, en el que los adolescentes y jóvenes conviven unas semanas aprendiendo a comportarse ante situaciones de emergencia, conocer técnicas de primeros auxilios, leer mapas y situarse en el territorio o la mar, conocer la estructura de Defensa nacional y materias similares.

La Operación Balmis puso a los ejércitos al servicio del país para ayudar en el estado de alarma ante la calamidad provocada por un virus que paralizó el mundo. El debate acerca de si en España tendría que implantarse un nuevo tipo de servicio que hiciese competentes a los ciudadanos para poder ayudar en momentos críticos ha vuelto con cierto brío. Ferrol, ciudad experta en instrucción marinera, está alistada para acoger y entrenar a miles de jóvenes, como siempre hizo.

domingo, 14 de junio de 2020

El rey emérito preside la plaza de Armas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 14 junio 2020

El busto del rey emérito, Juan Carlos I, preside la plaza de Armas desde la fachada del palacio municipal. Allí lo colocó el alcalde Quintanilla en sustitución del de Francisco Franco a principios de los 80. Al dictador le acompañaban las efigies de Carlos I, Concepción Arenal, el Marqués de la Ensenada y Carlos III, aunque poco después estas cuatro figuras fueron desterradas al parque, a la galería de insignes personajes que rodea la fuente wallace. La verdad es que la instalación de esculturas en un edificio que pretendía tener inspiración neoclásica no encajaba con la propia filosofía de ese movimiento artístico, más propio de ensalzar los elementos arquitectónicos de forma rigurosa y omitir adornos y complementos estilísticos. Pero en la época de construcción del nuevo palacio municipal, año 1953, era inevitable homenajear al dictador Franco, hijo de aquel “Ferrol señalado por la providencia, ciudad a la que le fue dado el poder ofrecer a la Patria el astro de primera magnitud al ser la cuna del Caudillo…”, según se podía leer en las crónicas periodísticas del momento. Así fue adjudicado el lugar de honor en la fachada consistorial: primero Franco y después Juan Carlos I, cuyo busto allí continúa a pesar de no ser ni el rey titular ni, por tanto, el jefe del Estado. Le acompañan únicamente algunos animales y el reloj. Encima de su cabeza se encuentran las dos sirenas que flanquean el escudo de Ferrol; más abajo están los dos leones que protegen la balconada. Todos con un cierto aire somnoliento, tal vez provocado por los aromas de la tila ilustrada de la nueva plaza.

Estos días conocimos que tanto la fiscalía general como los fiscales anticorrupción elevan al Tribunal Supremo la investigación sobre el paradero de muchos millones de euros cobrados por el rey emérito en concepto de comisiones. El asunto es muy feo. En los primeros escritos se recoge la posibilidad de que Juan Carlos pudiera incurrir en delitos de blanqueo de capitales, delitos fiscales, ocultación de fondos en paraísos fiscales como Panamá y la utilización de una red de empresas y fundaciones en Suiza para ocultar ese gran patrimonio al fisco español. Todo esto suena rematadamente mal, hasta el punto de que el actual monarca Felipe VI, su hijo, manifestó su rechazo a cualquier herencia que no fuera obtenida de forma lícita.

Me pregunto que pensaría el añorado doctor Quintanilla. El sacó a Franco del Ayuntamiento y las corporaciones recientes no son capaces de desescalar a Juan Carlos cuando ya no es el jefe del estado y sí es el titular de un expediente lleno de euros ilícitos, comisiones, fraudes y amoríos impropios de quien debiera ser el primero de los servidores públicos.

domingo, 7 de junio de 2020

Amenazas a la salud

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 7 junio 2020

La reputación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) progresa adecuadamente. Como los niños en sus notas escolares. Y mejora más cuando es atacada ferozmente por los líderes de partidos y movimientos populistas, ultranacionalistas y fanáticos de esta condición. Es sabido, y esta pandemia lo ha vuelto a confirmar, que las ideologías populistas no se llevan bien con los criterios científicos. Son defensores de ideologías totalitarias y principios maximalistas que no atienden ni a la razón ni al contraste empírico ni a la experimentación ni al método científico. La tierra es plana, las vacunas producen autismo, las transfusiones de sangre atacan a mis creencias religiosas, el cociente intelectual es superior en mi raza, etcétera, son ejemplos de axiomas falsos que se convierten en eslóganes fácilmente repetidos por quien quiere creerlos y defenderlos, incluso en foros políticos y públicos. La OMS tiene el deber de cumplir la misión contraria: recoger las certezas que conforman el corpus de conocimiento actual y ponerlo al servicio de la sociedad. 

En enero de este año así lo hizo, una vez más, publicando una lista de trece desafíos que amenazan nuestra salud, la de todos. En los resúmenes de las Noticias ONU los líderes mundiales pudieron leer las recomendaciones de los expertos en Salud Pública y promover actuaciones en consecuencia. Poner la salud en medio del debate climático es el primer desafío: lucha contra el calentamiento global y sus consecuencias perniciosas para la salud. Hacer que la salud llegue a lugares en conflictos y a las poblaciones desplazadas. Conseguir que la atención médica sea más justa y supere las brechas socioeconómicas. Ampliar (universalizar) el acceso a los medicamentos. Detener las enfermedades infecciosas como la tuberculosis, malaria, VIH y enfermedades tropicales. Prevenir y afrontar pandemias de forma precoz, como la covid-19 que ha paralizado el mundo. Asegurar alimentos y productos saludables para todos. Invertir en los profesionales que defienden la salud, la asistencia social y los sistemas públicos de prevención. Proteger a la infancia y adolescencia. Utilizar positivamente las nuevas tecnologías. Proteger los medicamentos que nos protegen. Mantener una atención médica limpia, con acceso a agua y electricidad. Y, por último, ganarse la confianza pública para seguir los consejos médicos y científicos.

Es el momento, afirma la OMS, de construir una alfabetización científica y mejorar la educación para la salud. También lo es, en nuestro caso, de reconducir las inversiones en investigación y ciencia, reforzar el estado del bienestar y mejorar el sistema nacional de salud. Menos alardes –falsos- y más apuesta por la salud pública.