domingo, 25 de julio de 2021

La plaza de Armas, de armas tomar

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 25 julio 2021

¿Qué cómo estaba la plaza? La plaza estaba a punto de colapsar. Materiales fatigados, estructura agrietada, el hormigón con los hierros corrugados al aire, agua filtrándose por todas partes, y cosas así, impedían acometer su reparación. El coste de sustituir el aparcamiento por otro, al parecer, era demasiado elevado a la vez que improcedente. La decisión estaba tomada y sólo faltaba encontrar un proyecto rompedor, distinto, sorprendente. Carlos Pita, profesor de arquitectura y arquitecto archi galardonado, ganó el concurso para el nuevo diseño de la plaza de Armas con un diseño de armas tomar. Una plaza muy vacía (Pita opina que Ferrol necesita oxigenarse, ventilarse, permitir que corra la brisa atlántica por la Magdalena ilustrada) perimetrada por tilos y con pavimento hecho a base de una mezcla de áridos. Arena gruesa compactada, dicho en ferrolano. Estaba llamada a ser el “lugar de todas las cosas” que posteriormente devino en “lugar de todas”, quien sabe si por sugerencia de algún militante en el mareante lenguaje inclusivo. Una plaza con vocación de recuperar el espacio central para celebrar todo tipo de actividades: musicales, escénicas, exposiciones, mercadillos y ferias temáticas, etcétera.

El tiempo y el jurado de la asociación Fomento de las Artes y el Diseño (FAD) le han dado la razón.  A la nueva plaza de Armas le concedieron el premio en la categoría de Ciudad y Paisaje, poniendo en valor el atrevimiento al convertir ese espacio en algo más humano y acogedor. La respuesta en las redes sociales, muy ferrolana y mucho ferrolana que diría aquel político amigo de fumarse puros ante cualquier disyuntiva, fue la esperada. Polarizada, extremadamente polarizada. Y, en todo caso, alejada de la mesura, la razón y la templanza. El concejal Basterrechea, que tomó el galardón como si fuera el Pritzker de arquitectura, anunció que saldría desnudo a la plaza a celebrarlo. No sabemos si lo hizo. Los partidarios de la autodestrucción -de lo que sea- respondieron con el estilo habitual: eso no es una plaza, es un descampado; es una lameira; la arena se escurre; si querían quitar a Franco se podía hacer de otra manera (esto, de la plaza de España, vale para cualquier hilo de cualquier tema de conversación); lo que debían hacer era arreglar las fochancas que rompen los palieres; Ferrol está muerto porque no se puede aparcar; y todo así.

La plaza de Armas, de la fuente de Churruca, del Carmen, del mercado de leña o de los tilos ilustrados, que tanto da, ya tiene su premio FAD. Su nuevo pavimento de arena durará lo que dure una corporación cogobernada por Mato y Suárez. En cuanto la presida Rey Varela la plaza cambiará de aspecto. Una vez más. Veremos.

domingo, 18 de julio de 2021

Las cabrias que curaban las redes, en Redes

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 18 julio 2021

A las puertas de las casas, escribía Castillo Puche en los años cincuenta -lo reproducen en un soberbio trabajo Freire Camaniel y López Naveiras en la revista A Tenencia de 2019-, están sentadas las mujeres, que tienen en las manos largas, interminables y tostadas ristras de redes. “Las redes que no están en las manos de las mujeres están en la playa colgando de las cabrias, dando a los diminutos y breves acantilados un aspecto como de decoración de teatro”. Para Castillo Puche la red era el escudo de armas de Redes. El pueblo entero, decía, estaba “guarnecido, protegido y cubierto por  tupidas murallas de redes”.

Cada barco llevaba unas 6 piezas de 60 brazas (aprox. 100 metros) de largo por 9 de alto. Estaban reforzadas por un rapé en la línea de flotación y aplomadas en el borde inferior. Eran débiles, hechas de fibras naturales. Cada mes y medio, más o menos, había que “cocerlas en las bodegas de la casca”. Se introducían en agua con cáscara de pino hervida durante seis horas, se escurrían en grandes cajones de madera y después se llevaban a secar a las cabrias. En las cabrias, esas extraordinarias construcciones arquitectónicas, se colgaban diariamente las redes que hubiesen trabajado en esa marea. La de Celia, la de Vicente O Valeiro, la del Tío Justo, la de O vello Pío, la de Manolo O Meiriño, las de Paco Bello, la del molinero de Limodre, y así hasta las más de treinta que delineaban la costa desde la playa de la Plateira hasta la punta del Castillo. Redes era un pueblo que mostraba sus redes, aparejos imprescindibles para la pesca de la sardina, bien enmallada al xeito o embolsada al cerco. Muchos de sus vecinos vivían de la pesca desde tan antiguo como acredita el censo de Ensenada del siglo XVIII. Tal vez de esa época sean ya las cabrias, artefactos tan simples y a la vez tan eficaces que no necesitaron modificar su diseño mientras fueron utilizadas.

Para dentro de unos días, a finales de este extraño y atrofiado mes de julio, los afanados miembros de la Agrupación Instructiva de Redes y Caamouco anuncian una nueva edición de la Festa da Cabria en la ribera del Pedregal. Los mayores enseñarán a los cativos a subir a las cabrias, andar por ellas, sujetarse y sujetar las redes para dejarlas tendidas al sol. Les hablarán de la importancia de cuidar barcos y redes, herramientas de las que dependía la durísima vida de entonces. Se hará una pequeña fiesta acompañando a las cesteiras y redeiras que se niegan a ver cómo desaparecen sus oficios. Redes, ese lugar mágico acostado al fondo de la ría de Ares, volverá a lucir su esencia marinera de gentes orgullosas que se han mantenido en pie, erguidas como sus cabrias.

sábado, 10 de julio de 2021

Velocípedos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 4 julio 2021

El cartel publicitario contiene información detallada sobre como era la bicicleta, cuánto costaba, cómo se podía pagar, dónde se podía hacer el pedido y quién era el avisado emprendedor que estaba detrás de tan extraordinaria novedad. “Velocípedos ingleses. Diploma de honor en Coruña agosto 1884. Precios y clases sin competencia. Bicicletas montadas todas sobre bolas desde pesetas 300. Venta a plazos con garantía. El representante de esta fábrica se halla de paso en esta población y recibe pedidos de bicicletas y accesorios en la Fonda Suiza. Pídanse catálogos y precios a Guillermo V. Martin, Galiano 12 Ferrol”.

Guillermo Ventura Martin, ferrolano hijo de un ingeniero inglés llegado a la ciudad naval en la llamada segunda ola a mediados del siglo XIX, formado en Inglaterra y siempre vinculado a aquel país, fue un gran amante y conocedor del mundo de la bicicleta. Como corredor fue campeón de Galicia en carreras de velocidad. Como empresario abrió negocios de venta de bicicletas en Ferrol, Valladolid y Madrid. Como industrial impulsó una nueva fábrica de bicicletas con tecnología puntera en España. Como aficionado fue directivo del Club Ciclista de Ferrol. Como promotor organizó la construcción de un velódromo y como inventor y diseñador trabajó en el prototipo de una bicicleta de mar, por supuesto. Y todo esto lo hacía el señor Martin al margen de sus quehaceres empresariales en el sector naval, cervecero, minero y naviero, sus tareas como vicecónsul de Inglaterra, la presidencia del Círculo Mercantil, la dedicación a distintas misiones benéficas y al fomento de la cultura y el deporte. El equipo de fútbol no se llamaría Racing si no tuviese el carácter inglés de sus fundadores.

Un siglo y pico más tarde estamos de nuevo en el fomento del uso de la bicicleta. Por primera vez en España un gobierno firma una Estrategia Estatal de la Bicicleta y la sustenta con 150 millones de euros de presupuesto. Se formarán a los niños en las escuelas en el manejo de las bicis y su reglamento de circulación; se crearán infraestructuras ciclistas interurbanas; se obligará a los nuevos edificios a contar con espacios para su aparcamiento; y hasta se modificará la normativa fiscal para que las empresas puedan ofrecerlas como medio de transporte. Todo para que España alcance el uso de la bicicleta como otros países europeos y el paisaje de la movilidad en las ciudades cambie radicalmente: menos coches y más bicicletas, transportes colectivos y espacios peatonales. El paraíso para los velocípedos ingleses (y también los fabricados en Ferrol) de Guillermo Ventura Martin, el empresario, filántropo y diplomático que antes se había vestido de corto para pedalear y ser campeón ciclista de Galicia.