domingo, 7 de abril de 2019

Un ajuste muy necesario

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 7 de abril de 2019

Estos días en que los partidos políticos ponen en marcha sus maquinarias internas para elegir a sus candidatos, los votantes asistimos a un espectáculo dramático. Sus líderes se acercan a los micrófonos para decir: de este proceso de primarias salimos más unidos; habrá mano tendida para los integrantes de la otra candidatura; aquí no ha perdido nadie ni sobra nadie, todos sumamos, y frases de este tenor. Sus caras y sus gestos en realidad están expresando todo lo contrario. El resultado es que cada ganador elige como compañeros de candidatura a los que le dieron su apoyo, con el pretexto de que son quienes le inspiran confianza y tratan a los demás como rivales políticos, como si fuesen de un partido adversario. Con algún matiz. Existen candidaturas ganadoras en una primera vuelta que son retocadas por los órganos de dirección. O candidaturas que contaron con el apoyo de los militantes pero no de los compromisarios. Incluso candidaturas que quisieron ser impuestas utilizando pucherazos. También las que salieron elegidas a través de un proceso telemático con una participación pírrica, insignificante desde un punto de vista estadístico, aunque legal. 

Todos estos procesos de elección interna de candidatos solo nos demuestran una cosa: en España los partidos políticos no tienen del todo desarrollada su democracia interna. Necesitan mejorar sus procedimientos por varias razones. La primera y más importante es por un mandato constitucional. La Constitución de 1978 –esa que muchos representantes políticos no han leído y otros muchos son incapaces de entender- dice en su artículo 6: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”. La segunda razón es porque estos desajustes internos y la falta de pericia democrática de sus estructuras está propiciando el abandono de muchos candidatos jóvenes, aparentemente bien preparados y con vocación de servicio público. Ahí están los casos de Eduardo Madina, Soraya Sáez de Santamaría y el relegado Íñigo Errejón, por citar algunos. Y, por último, el ajuste democrático tendría que hacer que los procesos electorales internos se convirtiesen en procedimientos ágiles, discretos y generadores de confianza para los militantes y simpatizantes de cada formación. Lo opuesto al esperpento de luchas internas, guerras entre facciones, dimisiones inexplicables, pucherazos y demás triquiñuelas que inundan los telediarios.

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