domingo, 21 de marzo de 2021

Ni madrinas ni mandolinas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 21 marzo 2021

Segundo año pandémico y seguimos sin Pepitas, sin madrinas, sin rondallas y sin mandolinas. Ni Ferrol ni sus Pepitas tienen quien les cante. Bueno, en verdad sí tienen los mejores cantantes, músicos, poetas y trovadores, pero están con la mascarilla puesta cual bozal que les enmudece. Como todos. Por las calles no se oirá el himno de Manuel Masdías: “Es mi Ferrol sin igual / paraíso ideal / alegría de los corazones / en que la hermosa mujer / llena con gran placer / el ambiente y luz de las canciones”. Ni en las plazas ni en los teatros, y mucho menos al pie de los balcones, las Pepitas escucharán sus canciones: “Hermosa ferrolanita / de Galicia bello sol / eres la reina hechicera / de este galaico vergel / eres linda, con modestia / en amores eres fiel / zalamera con mesura / graciosa con pulcritud, etc…”.

El virus sars-cov-2, causante de la covid-19, es un virus que nos ataca a través del sistema respiratorio. Ya hay que tener mala fe vírica. Los ferrolanos necesitamos celebrar las Pepitas y para celebrarlas tenemos que cantarlas. Respirar libremente, cantar, gritar ¡guapa la madrina! ¡Vivan las mujeres hermosas, de rostro encantador, mujeres hechiceras, de encanto seductor!, y cosas así, algo incompatible con el control de las gotículas y aerosoles portadores de los virus. Pero además tenemos que cantar haciendo la ronda, como sentencian los sabios del tema como Juanjo de los Ríos: Hay que defender la ronda y recuperar los itinerarios tradicionales. En conclusión, las Pepitas exigen cantar, moverse y celebrarlo juntos, en compañía, cosas todas ellas que favorecen la transmisión del puñetero virus. No lo podemos permitir.

Pepita, Pepita / graciosa y lozana / moza ferrolana / princesa de amor / escucha este canto / que brota del pecho / y asciende derecho / hacia tu balcón. Tendrán que ser balcones virtuales o balcones decorados, aunque silenciosos y vacíos, sin rondallistas con capas tocando guitarras y mandolinas, cantando: “Sal, sal, Pepita / que tu eres más bella / que el sol, que la estrella / que el día y su albor”, o aquello otro de: “sirena de los mares / que Ferrol baña / graciosa maravilla / del cielo y mar / hermosa eres Pepita / moza de España / hecha para ser hija / de mi cantar”.

Y es que las Pepitas son de todo o nada. O se canta en grupos por las calles, rondando, o no es posible hacer un sucedáneo como en otras actividades. No cabe hacer como el fútbol sin público o las procesiones estáticas propuestas para semana santa (menudo oxímoron eso de pretender moverse quedándose quietos) o los conciertos musicales con espectadores sentados y separados. No queda más remedio que esperar, “mujer ferrolana / dulzura de amor / mágico candor / de feminidad…” 

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