domingo, 13 de junio de 2021

Meninada, arte inmaterial

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 junio 2021

El artista italiano Salvatore Garau lo ha vuelto a hacer. Acaba de vender otra escultura inmaterial, una estatua titulada Yo soy. Una estatua invisible pero existente, dice el autor, que en el conjunto de explicaciones sobre la obra deja caer perlas del tipo que allí “hay un vacío”, que es algo así como un “contenedor de posibilidades” o que se puede apreciar un “concentrado de pensamientos”. Además de todo esto el comprador de la famosa escultura se ha podido llevar por el ajustado precio de 15.000 euros, un certificado donde se indica como colocar la estatua invisible sobre un pedestal de tales dimensiones, marcando el espacio con una cinta en el suelo y mantener en el lugar determinadas condiciones climáticas, térmicas y lumínicas. Todo para que se pueda apreciar este arte inmaterial en todo su esplendor. El escultor Salvatore Garau hizo su trabajo, vendió su arte y se llevó su dinero, y no es la primera vez que vende la nada. Hasta aquí todo correcto.

Pero el desacomplejado escultor se vino arriba y quiere apropiarse de la paternidad de esta forma de hacer arte, del liderazgo de esta revolución en la historia de la creación humana. Y no, esto no, en esto los ferrolanos no podemos transigir. Para eso desarrollamos la habilidad de mantener pedestales sin esculturas en la pequeña galería de personajes ilustres que acompañan la fuente wallace del parque. Una vez se hacía invisible un busto, otras se convertían en inmateriales varios, pero siempre, siempre, había una pieza escultórica vacía o llena de posibilidades y pensamientos, pero sin el personaje famoso tallado en piedra. Una maravilla. Sin olvidar que también somos especialistas en plantar esculturas anónimas para que el espectador juegue con su imaginación. Y por supuesto, no hay pueblo en la tierra que nos gane a la hora de invisibilizar por vía del anonimato o la expatriación a los vecinos meritorios. Trasladamos al arte etéreo las obras de Sotomayor, Villaamil e Imeldo Corral. Exiliamos los legados de Torrente Ballester, Carballo Calero y Concepción Arenal. Ninguneamos al naturalista López Seoane. Olvidamos a Alonso López y José Canalejas. 

Para corregir semejante agravio les adelanto que estoy preparando mi propia obra de arte invisible que colocaré en el lugar vacío que dejó el Cristo de la Tahona. Escribiré al pie de un espacio blanco enmarcado en cinta: “Título: Meninada. No pinten nada sobre ella. Prohibido lavar la pared con detergentes abrasivos. No utilicen flash. Tampoco la miren a los ojos; es, además de invisible, tímida e huidiza. Son 15.000 euros”. Cuando la vea el escultor Salvatore Garau reconocerá en la pared de Canido un buen contenedor de posibilidades.                                          

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