domingo, 29 de mayo de 2022

Acontecimientos reales

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 29 mayo 2022

 

Tendrían que consultar a M. Rajoy, veraneante en Sanxenxo, sobre el asunto de los acontecimientos, de sus explicaciones, consecuencias y expectativas futuras. “No adelantemos acontecimientos”, solía decir el expresidente del Gobierno para, acto seguido, escabullirse de los periodistas. Sabia sentencia. Así no estarían agobiando, los periodistas digo, a su emérita majestad Juan Carlos de Borbón, también asiduo de Sanxenxo, con la dichosa preguntita. Explicaciones, explicaciones…explicaciones ¿de qué? ¿Y a quién? ¿Al actual monarca, Borbón titular de los derechos dinásticos? ¿Al Gobierno? ¿A las Cortes Generales? ¿Al pueblo español, soberano aunque no lo parezca? Menudo lío, habrá pensado su emérita majestad lo que, sin duda, le hizo tomar su real decisión: no le doy explicaciones ni a mi sombra. Además, hay que entenderle, este emérito monarca no tiene los datos, las cuentas, las cifras, los bancos, los testaferros y las comisiones en la cabeza, ¡otro agobio! Hizo miles de quilómetros gastando muchos miles de euros y quemando muchos litros de combustible sólo por un asunto de la máxima trascendencia: regatear en su flamante (y gratuito) velero. Y tiene los sentidos puestos en el noble arte de navegar, por supuesto. A ver cómo está el campo de regatas; a comprobar cómo rola el viento a la hora de la competición; a cerciorarse de que el Bribón (al barco me refiero) esté perfectamente alistado y la tripulación en buena forma; a estudiar a los rivales para la copa del mundo, y detalles así. Estarán conmigo en que a su emérita majestad, además Almirante Capitán General de la Armada que lo fue, no se le puede distraer con otros acontecimientos menores. Sería, por lo demás, una pérdida de tiempo y un acto redundante por que las explicaciones ya las dio cumplidamente la Fiscalía Anticorrupción. Calificó como hechos probados el fraude y los delitos fiscales cometidos, al menos, entre 2008 y 2012, estimados entre 30 y 56 millones de dólares, en función de si los 100 millones recibidos de Arabia Saudí (los 65 millones de euros que guarda su ex amante, con perdón, Corina) fueron en concepto de regalo o ganancias patrimoniales no justificadas. Explicó que se trataba de una mordida difícilmente explicable dentro de un contrato calculadamente ambiguo por la construcción del AVE a La Meca. Y que entre los años 2008 y 2012 no se incluyeron las rentas y rendimientos de esos dineros depositados en el Banco Mirabeaud a nombre de la fundación Lucum, de la que su inviolable majestad era titular. Lo demás, lo habitual de la tradición borbónica: amantes, lujos, regalos, apropiación indebida de patrimonio, máquinas de contar dinero (ah no, esto es una novedad de Juan Carlos) y cosillas así.

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