sábado, 23 de julio de 2022

Chocolate, medicina universal

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 23 julio 2022

Esto lo explica todo. Los gallegos vivimos mucho, pero que mucho, mucho. Ferrol, sin ir más lejos, bate el récord como ciudad envejecida. Y le tenemos un apego a la tierra que no se puede explicar racionalmente. Con eso de la morriña, de no querer salir de Galicia o regresar en cuanto es posible, de presumir de naturaleza verde y fresca, de aguas limpias, de comer los mejores alimentos del mundo, y cosas así. ¿Es algo genético? ¿Son las brumas, las meigas o la influencia de la Santa Compaña? Pues no, nada de eso. Es el chocolate y el cacao. ¡El chocolate!, esa delicatesen ultramarina que los gallegos domesticamos como nadie y consumimos por encima de nuestras posibilidades. Y muy por encima del resto de los españoles, como nos indica un año más el Informe Anual del Consumo Alimentario editado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Página doscientos y pico (no les aconsejo que se lo lean de una tacada porque tiene más de setecientas): “los gallegos tienen el consumo per cápita más alto del país”. Categoría: chocolates y cacaos. Nos zampamos el último año 5,16 kilos por nachiño/nachiña del noroeste peninsular, un 28,5% superior a la media nacional. Y eso que España tiene un consumo más alto que el promedio de Europa, que además creció durante el confinamiento y la pandemia. Pero Galicia, imbatible, creció más que el promedio de España. Especialmente el chocolate negro, el catalogado como más saludable. La SEDCA, Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación lo pone por las nubes: ayuda a reducir la presión arterial, mejora el estado de ánimo, evita la depresión, mejora la piel, previene el envejecimiento, mejora la memoria y reduce el riesgo de infarto. Nada menos. Aunque aquí, entre nosotros, les contaré que todo eso ya lo conocíamos desde 1796, cuando nos lo contó el cirujano real Antonio Lavedán en su libro sobre las propiedades del tabaco, café, té y chocolate. Citaba en él: “El chocolate es bebida divina, celestial, sudor de las estrellas, semilla vital, divino néctar, panacea y medicina universal”, para a continuación detallar la interminable lista de efectos milagrosos que producía esta milenaria bebida de los aztecas. A saber: alarga la vida a viejos y decrépitos; repara fuerzas; es remedio estomacal; repara debilidades, congojas, crudezas, vómito y cardialgia; fortalece a tísicos y gotosos; engendra sangre más espirituosa; vivifica la sustancia del corazón; retarda las canas y aumenta la virilidad; y dilata la vida hasta la decrepitud”. Esto, decíamos, lo explica todo. Explica por qué Hernán Cortés y sus muchachos lo trajeron a España en 1550. Y por qué los gallegos lo convertimos en nuestra medicina universal. Hasta hoy.

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