domingo, 18 de octubre de 2015

Suicidio demográfico

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 18 de octubre de 2015

En el reciente congreso español de directivos y ejecutivos (CEDE), celebrado en A Coruña, el abogado Garrigues Walker me sorprendió citando en su ponencia, de modo reiterado, el concepto de suicidio demográfico. Vamos, que me dejó mal cuerpo, como se dice por ahí. Porque hasta hace pocos años este término, con la crudeza que implica, no se manejaba en los foros empresariales y directivos tal vez porque tampoco era frecuente escucharlo en los departamentos universitarios a los sociólogos, antropólogos, psicólogos sociales y, especialmente, demógrafos. Desde hace treinta años, más o menos, se acuñaron términos como crisis demográfica, en los años 80 y 90; posteriormente irrumpió el de catástrofe demográfica (e incluso quiebra demográfica), ya en la primera década del 2000; y ahora, por lo visto -y comprobado en la red, dónde si no- se está consolidando el de suicidio demográfico. Discutible, en cualquier caso, por la voluntariedad autodestructiva que implica el término, pero parece indudable que el concepto se afianza.

La clase política, en general, ha tenido durante este tiempo diferentes comportamientos ante este grave asunto. Desde la negación del problema en épocas de vacas gordas, a la indiferencia cuando los censos de población se arreglaban con un alto índice de inmigrantes. Recientemente están bajando de la nube fundamentalmente porque los indicadores económicos (más que los sociales) son dramáticos, reconocen la seriedad del problema y comienzan a tomar algunas medidas, aunque de momento no sean más que un conjunto de acciones un tanto deslavazadas y de escaso recorrido.

En pocos lugares de Europa este problema tiene la dimensión que alcanza en Ferrol y en el conjunto de Galicia. En la última remodelación del gabinete de la Xunta el presidente Feijóo nombró al exalcalde ferrolano Rey Varela conselleiro de Política Social. Entre otros negociados le pintó en su organigrama una flamante Dirección Xeral de Familia, Infancia e Dinamización demográfica. ¡Tela marinera! Seguro que algo parecido exclamó el conselleiro Rey recordando su etapa de alcalde en ese Ferrol que perdió un 30% de su población en las últimas décadas, pasando de cerca de cien mil habitantes a discutir con el INE si actualmente bajó de setenta mil o no. Ferrolano arriba o abajo el dato es incuestionable. La ciudad no ha sido capaz de mantener la expectativa de vida de la tercera parte de su población. Y continúa sin hacerlo expulsando cada año a 800 vecinos a los que no les ofrece un proyecto de futuro. No sé si el conselleiro Rey le llamará a esto suicidio, quiebra, crisis o catástrofe. El asunto es que acierte en las medidas que palíen y ayuden a solucionar este terrible problema.

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