domingo, 21 de febrero de 2016

Plan de usos

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 21 de febrero de 2016

He de confesarles que llevaba un tiempo intranquilo, como desasosegado. No leía en los titulares ni escuchaba a los políticos de turno decir aquello de que era necesario hacer un plan de usos. Y es que Ferrol, sin planes de usos, no es lo mismo. Los planes de usos -parafraseando a Luis Otaduy Guerreiro con relación al marisco- tienen la sede social en Ferrol. Están arraigados en la jerga política, cultural y social, como lo está el recoger firmas, hormigonar las calles empedradas, contratar esculturas estrafalarias o dejar caer los edificios emblemáticos. Hubo un tiempo en que no se hablaba de ellos, porque el protagonismo lo tenían los planes estratégicos. “Hay que hacer un plan estratégico para la colocación del mobiliario urbano” se decía, o para regenerar la ría, para ahorrar en la factura de las farolas o para podar los árboles del Cantón. Los planes estratégicos tuvieron sus buenos tiempos, pero después decayeron y dieron paso a los programas. Cosas de los arquitectos que, un tanto quisquillosos, querían empeñarse en saber para qué se quería un edificio, quién lo iba a ocupar y qué utilidad se le daría. A todo eso le llamaban programa, concepto con menos glamur y mucho más pegado a la realidad. Pero recientemente todo cambió, y se puso de moda esto de los planes de usos. “Será necesario hacer un plan de usos para la toupeira de la plaza de España”, advirtió un edil hace unos días. Y, por supuesto, habrá que hacer planes de usos para los edificios y terrenos del Sánchez Aguilera, para el edificio de Aduanas, para el antiguo de Hacienda, para los demás inmuebles incluidos en el convenio con Defensa, etcétera. ¡Planes de usos por todas partes y a fume de carozo!

A mí me parece entrañable esta forma de hacer las cosas, haciendo frente a los propios usos de la ciudad, al devenir de sus aconteceres: lento y errático, por lo general. En Ferrol, lo habitual es que un político haga un plan de usos antes de contratar una obra, la obra se ejecute (a su ritmo y con sus tiempos, que esa es otra) y, una vez acabada, venga otro político para decir que ese lugar no se puede destinar a lo que estaba previsto. Por eso se arregló la Casa del Gobernador en el Castillo de San Felipe y permanece cerrada, sin uso. Por eso se construyó una pajarera-invernadero-expositor en el Cantón y, ahora terminada, no tiene uso. Por eso se hizo una terraza-pérgola en San Francisco y está intacta, deteriorándose y sin uso. Por eso se rehabilitó (con muy buen criterio) la primera fase del Hospicio y el edificio continúa prácticamente vacío. Y cuando se rehabilite la parte que falta, las piezas diseñadas por Ucha que dan a la plaza de Amboage, seguro que quedarán estupendas y no se usarán. 

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