domingo, 23 de diciembre de 2018

Días de mar

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 23 de diciembre de 2018

El tiempo navegando en alta mar tiene mayor duración que en tierra. Cada día a bordo es eterno, como todo el mundo sabe, incluidos los que nunca estuvieron en alta mar. Las horas en un buque de guerra se llenan con multitud de ocupaciones. Hay un tiempo para el destino, para cumplir con las obligaciones del puesto de cada uno. Y tiempo para la guardia cada vez que toca el turno. Hay tiempo para formarse, estudiar y aprender de las instrucciones de los superiores y los especialistas más cualificados. Tiempo para el adiestramiento colectivo que se ocupa en maniobras, ejercicios, ensayos constantes que garantizarán que toda la tripulación esté siempre preparada para cumplir la misión que se le encomiende. Tiempo también para conocer otras ciudades, otros puertos, otras costumbres sociales. Tiempo para compartir con profesionales de las Marinas aliadas con las que se realizan maniobras. Tiempo para uno mismo, en ratos libres entre una y otra tarea que se aprovecha para leer, conversar con los demás, hacer deporte, ver una película o distraerse con cualquier juego de mesa. Y hay tiempo de oro, escaso e imprescindible, para comunicarse con los suyos, con los que dan sentido a ese gran sacrificio de estar tanto tiempo en mares tan alejados. Los días de mar ocupan todos esos tiempos. Son mucho más que el tiempo que transcurre desde el orto hasta el ocaso, desde el principio hasta el final de cada ejercicio, desde la entrada a la salida de las guardias prima, media o alba. Los días de mar a bordo de un buque de la Armada incluyen la disposición a afrontar las obligaciones diarias con condiciones de mala mar, frío, lluvia o calor; en ellos se puede calibrar el auténtico valor del tiempo, se aprende rápidamente que todo tiene límites y todo es relativo. La mar es enorme, infinita y poderosa. Hace empequeñecer al buque que amarrado a un muelle o dentro de un dique parece indestructible. En esos días en los que la mar se enfurece el buque sufre, se queja, y los marinos se arman de prudencia, respeto y humildad, no sólo por jugarse la vida enfrentándose a situaciones tan adversas, sino porque de verdad se aprende lo fácilmente que se puede perder. Son días que llenarán la memoria de recuerdos y las hojas de servicio de palabras que crearán algo así como el cuaderno de bitácora personal. Se escribirán junto a los destinos en tierra, los cursos de formación, las órdenes de ascenso, las condecoraciones y reconocimientos. Estos días regresan las fragatas, patrulleros y buques de apoyo al Arsenal que los acoge y protege. Llegan repletos de días de mar, días infinitos que no caben en las horas de los relojes ni en las hojas de los calendarios. Bienvenidos.

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