domingo, 14 de julio de 2019

La Cartilla de Antelo

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 14 julio 2019

En nuestra querida ciudad naval, cuna de las fragatas, capital mundial de las anclas y sede acogedora –que lo fue- del departamento marítimo del Cantábrico, ha pasado totalmente desapercibida la celebración del Día Internacional de las Ayudas a la Navegación Marítima. Se celebró, por primera vez, el pasado 1 de julio. Y eso que sobre las ayudas a la navegación tendríamos mucho que decir. ¡Muchísimo! Tanto como recordar la figura de Agustín Antelo, ferrolano, maestro mecánico relojero y piloto de la marina mercante. Agustín Antelo, hijo de Andrés Antelo, (ya se acordarán, el sabio que además de inventar prodigios en el Arsenal y en la Fábrica de Jubia, construyó el reloj de la catedral de Santiago y otros relojes de torre por toda Galicia), fue el creador de un mecanismo de relojería encargado de hacer rotar la linterna de la Torre de Hércules. Sus conocimientos del mundo de la mar y el “crédito de que gozaba, por la bondad de la fabricación de sus maquinarias”, escribió sobre él Tettamancy, le hicieron acreedor del nombramiento como director de la primera Escuela de Torreros de Faros creada en España, en 1849, con sede en la Torre de Hércules. Tenía pocos años de vida la Comisión de Faros (1842) y era reciente la puesta en marcha del Plan General para el Alumbrado Marítimo de las costas españolas (1847). Había llegado el momento de seleccionar y entrenar a los torreros de faros, esa tan honrosa como árida profesión, y Agustín Antelo asumió el reto. De forma inmediata redactó la Cartilla de Instrucción para servicio de los Faros Catadióptricos y Catóptricos, publicada en La Coruña en 1851, libro de enseñanza imprescindible que pasó a conocerse como La Cartilla de Antelo.

En la Cartilla de Antelo se enseña la importancia de los faros y la responsabilidad de prestarles servicio. Se explica como se colocan las lámparas sobre el aparato de rotación, como se carga el aceite, como se procede al encendido y se realiza la limpieza diaria. También el modo de reducir el exceso de humo, cambiar las válvulas, los émbolos y demás piezas necesarias para que la “sagrada luz pueda alumbrar las costas y ayudar a los Marinos”. Fue el libro de cabecera para el entrenamiento de 150 torreros que se formaron en el Faro de Hércules, hasta que en 1854 la escuela se trasladó al Faro del Cabo Machichaco. Torreros que tenían además la misión de hacer observaciones meteorológicas, auxiliar a náufragos, vigilar la costa y hasta defender su faro y a su familia, con la carabina corta y munición para 20 disparos que les enseñaban a manejar. Torreros destinados por la península y las islas españolas, que llegaron a recitar de memoria la famosa Cartilla de Antelo, de los Antelo de la calle del Carmen de Ferrol.

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