domingo, 21 de julio de 2019

La lotería de la política

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 21 julio 2019

Ramón Gómez de la Serna era un apasionado de los cafés. Escribía en los cafés, mantenía tertulias en los cafés, pensaba en los cafés…vivía en los cafés. Estaba tan convencido de su importancia que reprochaba a los políticos que no le otorgasen un papel más relevante. En su obra La sagrada cripta de Pombo escribió: “Los partidos políticos, al confeccionar las muchas Constituciones con que han intentado hacernos felices, han cometido un grave error no colocando entre sus leyes orgánicas la institución del Café, ese gran nivelador de la sociedad española…” Una afirmación semejante la defendió en el Café de la Iberia (el de Madrid, aunque hubo otros así llamados como el ferrolano de la calle Magdalena), el café político por excelencia. Era el café donde los políticos se reunían “a jugar al ajedrez o a la lotería de la política”.

Hoy a la lotería de la política se juega, y se juega mucho, en Twitter y en las entrevistas de televisión. Se juega a la política virtual, la posibilista, la política efímera o, como escuché recientemente, la yenka política. Los jugadores, los nuevos líderes políticos, han querido jugar el papel, unos, de redentoristas, regeneradores de un sistema trasnochado y corrupto; otros, de apocalípticos, defensores de los valores sagrados enraizados en la piel de toro; y algunos más de adanistas, inventores de la democracia, creadores del bienestar y la felicidad de los pueblos de España. 

Pero todos, casi sin excepción, se olvidaron que para conseguir las metas políticas es preciso recurrir al entendimiento entre los de su clase, permitir que las instituciones funcionen, se gestionen adecuadamente y la sociedad pueda hacer frente a los desafíos futuros. Aquí los actuales jugadores políticos fracasan. Porque desprecian el pasado, eso que Saramago decía que es lo único que no pasa, que siempre está ahí. Desprecian el entendimiento o lo hacen tan difícil como creía Ignacio Aldecoa: “Es muy difícil entenderse; las conversaciones, las voces, los chillidos de todos forman una mezcolanza que absorbe lo que se quiere decir”. Y no muestran voluntad para afrontar el futuro, más allá de la próxima cita electoral.

Memoria, entendimiento y voluntad, las tres potencias del alma (sea esto lo que sea) que Camilo José Cela colocaba en sus personajes con maestría. Cela aconsejaba leer con calma los periódicos para estimular “los instintos, los sentidos y las potencias del alma: la memoria para recordar la bonanza y la calamidad, el entendimiento para saber de qué va la cosa y la voluntad que nos mantiene alerta contra el hastío”.

Pues eso. Combatamos el hastío leyendo la prensa y con un buen café, deseando que nos toque la lotería de la política. 

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