domingo, 15 de noviembre de 2020

Aquel noviembre

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 15 noviembre 2020

Este noviembre de cafés vacíos y hospitales llenos reunía todas las condiciones para convertirse en uno de esos meses malditos, de los que sobran en el almanaque. Este noviembre era un mes de paro, confinamientos, cierres de negocios, curvas ascendentes de contagiados  y decenas de informes publicados acerca de las serias consecuencias de la pandemia. Este noviembre, en el que estamos, hablaba de soledad, de frustración, de la ruptura de proyectos de vida, de depresión, de ansiedad, de incertidumbre ante el porvenir y de indefensión. Sobre todo de indefensión. No podíamos defendernos ante un virus terrible porque era nuevo. Un intruso. Necesitábamos conocerlo mejor, tener certidumbre acerca de su comportamiento para poder defendernos, destruirlo y continuar con nuestras vidas de relaciones, de contacto social, de charla en las plazas y partidas de dominó. Este noviembre era un mes dramático hasta que recibimos el anuncio de que muy pronto tendremos una vacuna contra el covid 19 que, además, está mostrando una eficacia extraordinaria. Las líneas de fabricación están trabajando a pleno rendimiento, los operadores logísticos diseñando las cadenas de distribución y hasta las agencias de turismo ya están planificando las próximas campañas. La vida, más pronto que tarde, volverá a ser lo que era, nos aseguran, y el virus será uno más en el catálogo de vacunas.

Aquel noviembre, el de 1803, era también un mes maldito. Moría el treinta por ciento de los niños infectados por la viruela, entre ellos una hija del rey Carlos IV. Una de tantos muertos que alentó a que el cirujano Francisco Javier Balmis fuese autorizado (y financiado) para organizar la Real Expedición de la Vacuna a los territorios de ultramar. Aquel noviembre los doctores Balmis y Salvany, algunos auxiliares de cirugía, la rectora del Hospital de Caridad de La Coruña Isabel Zendal Gómez y veintidós niños expósitos de entre 3 y 9 años de edad, embarcaron en la corbeta Maria Pita con el único objetivo de intentar salvar vidas aún a costa de las suyas. Consiguieron vacunar a medio millón de personas, formaron a cientos de médicos y crearon Juntas de Vacuna en América y Filipinas.

Aquel noviembre de 1803, escribió más tarde el Dr. Edward Jenner, fue el principio de una gesta que quedará inmortalizada en la Historia. Así fue. En 1950 la OMS reconoció a Isabel Zendal, aquella niña de Órdenes que habían enviado a La Coruña a servir como criada, como la primera enfermera de una misión internacional; y en 1980 declaró la viruela como la primera enfermedad humana erradicada por la acción de la ciencia. Aquel noviembre de 1803 el compromiso con la vida superó la incertidumbre y la indefensión ante otro virus mortal. 

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