domingo, 13 de diciembre de 2020

El cartucho

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 13 diciembre 2020

Pues no sabría yo decirles con exactitud cuándo comenzó el astillero a entregar a sus trabajadores esa cesta navideña que en Ferrol llamamos cartucho. En esta villa retitulada en ciudad no podemos remontarnos a un pasado romano. Los patronos, en aquel imperio, repartían cestos de comida llamados “sportula” entre sus criados y empleados cuando llegaban estas fechas. Podría ser más probable la influencia inglesa de repartir el “christmas box” (caja de Navidad) que daban los nobles ricos a sus criados y los ciudadanos a muchos servidores públicos: carteros, policías, serenos, barrenderos, etc… Desde finales del siglo XIX y principios del XX esta costumbre arraigó también en España, particularmente en las empresas y organismos públicos, y el astillero ferrolano cumplía esos dos requisitos: era una empresa de interés público en la que también intervino el capital británico. ¿Tuvo algo que ver la colonia británica en la Constructora Naval con la tradición del cartucho navideño? Ahí se lo dejo.

La verdad es que la tesis menos romántica y más sencilla (suele ser la que predomina) es que el cartucho navideño del astillero es un cartucho bazanero. Un cartucho vinculado al racionamiento en aquellos años de hambre y miseria en una España devastada por una guerra y sometida a un régimen dictatorial. En 1943 se inaugura el Economato de Bazán y, muy probablemente, el cartucho comenzó a salir de entre las viandas de sus almacenes: aceite, café, conservas, azúcar, turrones, melocotón en almíbar, higos, peladillas, nueces, mazapanes…

El cartucho bazanero era un cartucho esperado, un cartucho que alegraba por unos días a miles de familias vinculadas a la construcción naval. Sobrevivió a Bazán y a Izar, pero ahora las está pasando canutas con Navantia. Es, en este momento, un cartucho menguante, tan menguante como el astillero, la ciudad y la comarca. Desde hace muchos años se transformó en un complemento retributivo más, una línea del presupuesto de personal correspondiente a los salarios en especie: 90 euros por beneficiario (más o menos). Es un cartucho externalizado, sin gracia, que mantiene el espíritu paternalista de la política salarial del astillero militarizado en la dictadura, tan difícil de explicar a las nuevas generaciones de empleados. Cada año más pequeño (en proporción al total salarial) el cartucho naval va camino de convertirse en cucurucho. Allí no cabrá ni un buque de aprovisionamiento ni un dique cubierto (tampoco cabía un dique flotante) ni un simple buque transporte para el Ejército de Tierra. Se convertirá en un cartucho de síntesis en un astillero de síntesis, que parece que con el programa de las fragatas F 110 se juega uno de sus últimos cartuchos.

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