domingo, 23 de enero de 2022

Las filosofías moralistas de la negación

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 23 enero 2022

Estamos todavía siendo zarandeados por un virus dañino a escala mundial,  como en medio de una fuerte marejada indefensos mirando los partes meteorológicos y el horizonte. Llegamos a la cresta de la sexta ola, al parecer, y aún queda un arduo camino hasta poder decir que la pandemia se extinguió. En todo el mundo se cuentan más de cinco millones y medio de muertos aunque probablemente sean más, según expertos asesores de la OMS. La humanidad aprenderá de todo esto, de eso no hay duda. Conocerá qué parte de la población continúa negando la importancia de los avances científicos, en particular los empleados en el diseño, fabricación e inoculación de las vacunas que tanto sufrimiento y tantas muertes han evitado. Una vez más. 

Los movimientos negacionistas occidentales tienen fuertes raíces en determinadas filosofías moralistas norteamericanas. El fenómeno no es nuevo. Hace más de dos siglos el espíritu de la Ilustración se tradujo en normas de convivencia como la libertad de expresión, la no violencia, la cooperación, el cosmopolitismo y los derechos humanos. Su puesta en práctica se hizo a través de instituciones como la ciencia, los medios de comunicación, los gobiernos democráticos y las organizaciones internacionales. Fue en ese momento cuando surgieron los movimientos contra ilustrados, los negacionistas. A los valores de la razón, la ciencia, el  progreso y el humanismo opusieron la creencia en entidades sobrenaturales y el bien supremo como expresión de la gloria de una colectividad, una raza, una clase, una nación. Se acusó a la ciencia de despojar a la vida de su encanto y de privar a los hombres de libertad y dignidad. Los moralistas más recalcitrantes insistieron en que la vacunación, la anestesia, las transfusiones de sangre, el seguro de vida, el matrimonio interracial y la homosexualidad eran malos “por su propia naturaleza”. Y así hasta ahora, que asistimos a las declaraciones de José Luis Mendoza, presidente de la Universidad Católica de Murcia, argumentando que las vacunas servirían para introducirnos microchips, que están hechas con células de fetos abortados o que la pandemia es una prueba inequívoca de la existencia del anticristo.

Ni el negacionismo ni el conservadurismo rancio y primitivo ni las creencias supersticiosas ni los partidarios de que la supuesta libertad individual está por encima de la salud pública, serán capaces de torcer el progreso social. Con la Ilustración aprendimos que la vida es mejor que la muerte, la salud mejor que la enfermedad, la abundancia mejor que la penuria, la libertad mejor que la coerción, la felicidad mejor que el sufrimiento y que el conocimiento es mejor que la ignorancia y la superstición. Y así será.


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