domingo, 6 de febrero de 2022

Espontaneadas

De guarisnais 
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 6 febrero 2022

Hubo un tiempo en el que Galicia tuvo la mayor tasa de hijos ilegítimos de España. Ferrol era su mayor población y también de toda la cornisa cantábrica. En la villa naval había más de veinticinco mil habitantes, cifra que no alcanzaba Bilbao, Santander, Gijón, Santiago, y mucho menos el resto de ciudades gallegas. Dos terceras partes eran hombres, militares y trabajadores del astillero. En 1773 había censabas 142 tabernas, la mayoría atendidas por mujeres. Al pie del astillero y del cuartel de Batallones creció un importante foco de prostitución. Era común el vino y el aguardiente, la falta de higiene, el analfabetismo, y una alimentación escasa. El teniente vicario castrense José Mateo Moreno se quejaba en carta al alcalde: “…los escándalos de Sodoma y Gomorra fueron menores que los de esta villa de Ferrol y sus confines…el pudor cristiano falta, el desenfreno de los hombres y mujeres es excesivo, el escándalo es una moda civil, y tan moda que la gala más estimada en las mujeres es la disolución…”. Y tanto que era así, aunque al teniente vicario se le olvidó mencionar que una buena parte de los hijos ilegítimos lo eran de curas de su misma iglesia. Las autoridades trataron de combatir la costumbre de abandonar niños en las calles, los tenderetes de los mercados o los portales de las casas. En ocasiones expulsaron a “mujeres de mala vida a son de tambor y afeitadas las cabezas y las cejas”. A veces ingresaron a solteras o viudas embarazadas en “casas de recogida”. Y, de forma llamativamente numerosa, las mujeres de Ferrol y comarcas cercanas, hicieron público y declararon ante notario su embarazo fuera del matrimonio. El fiscal de la Real Audiencia Vicente Vizcaíno escribió en 1787: “…son demasiado frecuentes las causas que en él se llaman de espontáneas, desconocidas en otras provincias pero no en nuestro Derecho”. Era una fórmula civilizada en una sociedad todavía poco impregnada de los beneficios de la Ilustración. Las autoridades controlaban que las mujeres no abortaban ni abandonaban al recién nacido y ellas recibían un salvoconducto que les evitaba insultos, burlas, ataques de los vecinos, pérdida de sus trabajos o expulsión de su lugar de residencia. El historiador Ángel Arcay estudió 555 registros de espontaneadas de las comarcas de Ferrol en el Archivo Notarial de La Coruña, fechadas entre los siglos XVIII y XIX. Las mujeres trataban de justificar su conducta por causa del apetito carnal o por que los hombres las habían seducido con “palabras de casamiento”. Mientras tanto se había instalado un torno en las puertas del Hospital de Caridad para aquellas embarazadas engañadas que no quisieron ser espontaneadas. Era 1786, un momento brillante de este Departamento del Norte.

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