domingo, 20 de noviembre de 2022

Devaneos campechanos

Escribanía de mar 

José Picado Carballeira, 3 noviembre 2022. NO publicado


Hablaré claro y por derecho de este asunto tan infame como impropio de una sociedad que se pretende moderna y democrática. Lo haré apoyándome en el Diccionario de la Lengua Española. La palabra “devaneo” tiene tres acepciones. 1, delirio, desatino, desconcierto. 2, distracción o pasatiempo vano o reprensible. Y 3, amorío pasajero. ¿Cuál creen ustedes que se ajustaría mejor al comportamiento del campechano rey emérito Juan Carlos I? Efectivamente, la tercera, la de los amoríos pasajeros aunque no erraríamos calificando su conducta de desatino o de distracción reprensible. Hablamos de la refrendada esta semana por el exministro socialista Narcís Serra en una entrevista publicada por algunos medios relevantes (entre ellos La Voz de Galicia) pero ocultada por la mayoría de los de ámbito nacional. Serra, ministro de Defensa y Vicepresidente con Felipe González en los años 80 y 90, confirmó que autorizó “los dispositivos del CESID para ocultar los devaneos de Juan Carlos”. La finalidad era alquilar chalés para que acudiera con amantes y que pudiera “desarrollar estos encuentros dentro de un control”. Y todo se hacía para “apuntalar totalmente la figura del rey”. Vamos con la traducción de esta jerga política al castellano de la calle. El rey necesitaba ser apuntalado y para eso se le pagaban las citas con mujeres al margen de la ley. El rey era un adúltero, un Borbón incapaz de mantener el control sobre sus impulsos sexuales (como tantos otros Borbones predecesores) y tenía que disponer de una especie de harén que le ayudase a mantener el ego de macho dominante. Algo así como un derecho de pernada pagado por todos los españoles y gestionado por los servicios de inteligencia de la época, nada menos. Un comportamiento a todas luces inmoral, reprochable, contrario a la ejemplaridad que se le supone a un jefe (de Estado o de lo que sea) y opuesto a los valores católicos que tanto decía defender. ¿Juan Carlos no tenía un sueldo con el que pagarse sus vicios inconfesables? ¿Entre las funciones de los servicios de inteligencia se encuentra la de procurar satisfacción a las anomalías psicopatológicas de un monarca débil? ¿Dónde estaban Felipe González y Alfonso Guerra? ¿Y los medios de comunicación? ¿Y la oposición política, la jerarquía eclesiástica, sus asesores de la Casa Real y las cabezas pensantes del Consejo de Estado y demás altas instituciones? Y sobre todo, ¿dónde estaban los valores y principios socialdemócratas de Narcís Serra? Mirando hacia otro lado o, peor, no estaban en ningún lugar. Pagar un carnet socialista y ocupar cargos públicos en nombre del PSOE no garantizan conocer, defender y comportarse bajo los principios de la Socialdemocracia. Serra es ejemplo de ello.

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