domingo, 15 de noviembre de 2015

La esencia de la Plaza de Armas

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 15 de noviembre de 2015

Allá por 1480, cuando los Reyes Católicos estaban armando España a golpe de Ordenanzas (en nuestro país somos muy dados a reinar o gobernar produciendo ordenanzas, decretos y leyes a tutiplén) se dictaminó en una de ellas que la Plaza Mayor de una ciudad tenía que tener suficiente espacio para celebrar el mercado y además debía acoger la Casa Consistorial del Ayuntamiento. Cinco siglos más tarde, en la pasada década de los cincuenta, en Ferrol se decidió que la Plaza de Armas, que ya acogía un mercado, fuese el lugar donde se instalase el edificio del Ayuntamiento. La Plaza de Armas se transformó en la Plaza Mayor de Ferrol. ¡Y de qué forma y manera! Se cambió la funcionalidad de la plaza y se dio el pistoletazo de salida para cometer en ella toda clase de disparates y tropelías, hasta llegar a nuestros días convertida en una plaza sin alma, una plaza a la que se le robó su esencia.

A la plaza de Armas le robaron muchos metros cuadrados cuando se le instaló el “castillo de los pirulitos”, como le llamaba Torrente Ballester o “ese edificio de color ladrillo y cemento con chirimbolos en el tejado”, que diría Luis Otaduy, el abogado-escritor ferrolano. A la plaza de Armas le arrancaron de cuajo la fuente del Obelisco de Churruca y la mandaron al exilio y, además, mutilada sin los caños para que dejara de ser fuente. Y le arrancaron del suelo los árboles que daban sombra y la hacían acogedora. A la plaza de Armas la despojaron de su condición de plaza confortable con los vecinos y la llenaron de los coches de los vecinos. La desproporcionaron, le quitaron la simetría con su gemela de Amboage y rompieron alguna de las alineaciones dentro de un conjunto en el que todo se había trazado de manera simétrica, lineal, perfecta. A la plaza de Armas la convirtieron en plaza Mayor pero le quitaron su esencia, eso que en la filosofía clásica se define como la propia e indisoluble identidad de las cosas. Ahora Ferrol tiene plaza Mayor, sí, ¡pero qué plaza Mayor!

La corporación actual tiene el propósito de arreglar la plaza y volver a hacerla un espacio singular dentro del casco histórico. Por eso acaba de convocar un concurso de ideas para su reforma, al parecer muy abierto, en el que se podrán presentar todo tipo de propuestas. Esto está bien. Los arquitectos, ingenieros, urbanistas, paisajistas, historiadores del arte, sociólogos y demás disciplinas interesadas podrán aportar sus soluciones técnicas. Su grado de acierto, creo yo, no debiera medirse con la innovación que sigue una moda, ni con la copia de un diseño que encajó en otra ciudad. Debiera primar el proyecto que respire Ferrol, su cultura, su arquitectura, su arte, su historia, su manera de ser. Su esencia.

 

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