domingo, 16 de octubre de 2016

Peatones, coches y viceversa

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 16 de octubre de 2016

A estas alturas del siglo el debate en las ciudades está en cómo continuar ganando espacios para los peatones en detrimento de los coches. Digo en las ciudades, en su conjunto, y no sólo en sus cascos históricos donde esto ya se ha superado hace más de treinta años. Bueno, dejo de lado a Ferrol, ya saben, por aquello de que los ritmos, los tiempos y las inversiones, aquí, se miden de otra manera.

El ejemplo más reciente lo tenemos en París con las declaraciones de su alcaldesa Anne Hidalgo: “estamos sacando el coche de la ciudad con determinación”. Naturalmente no pretendo comparar a la ciudad departamental con la ciudad de la Luz, ni tampoco con Londres, Barcelona o Lisboa. Tal vez sea más propio comparar lo que aquí se hizo con las prácticas de movilidad y peatonalización llevadas a cabo en Cádiz y Cartagena, también ciudades departamentales. Y más aún, con las ciudades de más de cincuenta mil habitantes de Galicia. Muchos de ustedes habrán visto las plazas de Cervantes, del Toural o la rúa del Villar compostelanas llenas de coches. Y la plaza de María Pita coruñesa, la calle del Paseo y la plaza Mayor ourensanas y hasta el atrio de la catedral de Lugo utilizado como aparcamientos. Y qué me dicen de Pontevedra. ¡Ah, Pontevedra!, la ciudad que camina, la referencia en todas las tertulias y los análisis urbanísticos que se celebran en la ciudad naval. Pontevedra, la ciudad modelo que expulsó los coches de la plaza de Herrerías, la Alameda, la plaza de la Verdura o la plaza de la Leña, y ahora, ya peatonalizado su casco histórico continúa buscando soluciones para hacer compatible la movilidad con los peatones en sus ensanches. 

Todas estas ciudades llevaron a cabo sus propuestas de peatonalización bajo dos premisas: se empezó por los cascos históricos y, más tarde, en algunos casos, se continuó con los ensanches; y se llevaron a cabo en momentos de crecimiento poblacional, con serios problemas derivados del aumento del parque automovilístico: aparcamientos, doble fila, contaminación, ruido, tráfico lento, accidentes, etc…

En nuestra ciudad -sitio distinto- se hizo esta transformación justo al revés, comenzando hace unas décadas por una plaza de “fuera de puertas”, la plaza de España, al tiempo que se derribaba Esteiro, se abandonaba Ferrol Vello y se olvidaba La Magdalena, los tres núcleos históricos. En la plaza de España, la mayor plaza de Galicia, se enterraron los coches, las ilusiones y los dineros en un sinsentido difícil de arreglar. Ahora toca reparar la desfeita realizada en la plaza de Armas y volver a hacer de la Magdalena el barrio ilustrado, amable, cómodo para vivir, comerciar y divertirse, que en su día fue. Utilícese, como en su día, la razón.

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