domingo, 22 de septiembre de 2019

Les queda grande

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 22 septiembre 2019

Llevamos cuatro años instalados en un ciclo electoral tedioso e inexplicable. Las instituciones del Estado funcionan al ralentí. No hemos sido capaces de aprovechar la salida de la crisis económica cuando asoma un nuevo ciclo de desaceleración. La producción legislativa necesaria para permitir que España progrese ha sido insuficiente. Lo mismo que las inversiones, prácticamente inexistentes porque la prórroga de los presupuestos así lo establece. Con esta clase política el país no va bien, nada bien. Y eso que los españoles hemos aprendido la lección del funcionamiento electoral y sabemos votar. Votamos mucho, votamos muchos y votamos bien. Lo atestiguan los organismos internacionales que califican a nuestro país como una de las veinte democracias plenas del mundo, en la que la participación electoral y las garantías en los procesos de elección de representantes políticos son muy elevadas. Después de algunos titubeos propios de la falta de entrenamiento en la Dictadura, hoy las elecciones en España son un ejemplo. Más de medio millón de ciudadanos participan en las mesas electorales, las campañas transcurren con limpieza (aunque con alguna que otra bronca) los cuerpos de seguridad se saben los procedimientos de carrerilla, las juntas electorales sólo tienen que intervenir en incidencias menores. Y los españoles acudimos a votar. Los vivos y los que cumplimos los requisitos legales. Los muertos ya no votan –ni cobran la pensión-, y tampoco lo hacen los caciques llenando las urnas con papeletas falsas ni algunos nostálgicos falsificadores de actas. Lo dicho, los españoles sabemos votar y votamos en conciencia y en directo, no votamos con derecho a devolución de las papeletas, ni votamos en diferido, ni casi votamos, ni votamos a medias. Entonces ¿es razonable que tengamos que volver a votar en noviembre? Definitivamente no. Es legal, es la solución a que nos aboca la actual clase política, es lo establecido en el artículo 99 de la Constitución. Y es una mala alternativa, derivada de la incapacidad, insolvencia, irresponsabilidad e inmadurez de muchos de los nuevos líderes políticos. El liderazgo de los partidos políticos y especialmente, el papel de representantes de la soberanía popular, les queda grande, muy grande. Son políticos de la inmediatez, del selfi, del vídeo adorando sus egos, de gestos, de luces cortas. Desde las elecciones de abril -limpias, democráticas e ilusionantes- han demostrado su afán por destruir a su enemigo y aún peor, su total desprecio hacia la voluntad expresada en las urnas. Es muy preocupante el escenario que se abrirá a partir del once de noviembre con estos políticos del pinchocarneiro, de la voltereta que no conduce a ninguna parte. 

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