domingo, 3 de mayo de 2020

Aprendizajes a filispín

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 3 mayo 2020

En idioma ferrolano tenemos la suerte de poder elegir entre múltiples formas de decir que vamos a toda velocidad: A fume de carozo, a toda mecha, a uña de caballo… o a filispín. Nos apropiamos de los vocablos ingleses escritos en los telégrafos de órdenes que comunicaban el puente de gobierno y las salas de máquinas de los barcos. Cuando llegaba el momento en el telégrafo se marcaba la posición full y se decía la voz en alto “full speed”. A los técnicos ferrolanos debió parecerles innecesarias utilizar dos palabras y lo dejaron en “filispín”. Y así se quedó.

A filispín llegó el virus sars-cov-2 a España, Europa y el mundo y lo infectó de la enfermedad covid-19. A filispín se propagó, nos contagió, nos infectó y llenó los hospitales y los cementerios en una escalada de muerte que no se acaba nunca. A filispín han tenido los sanitarios que improvisar métodos de trabajo y equipos de protección para luchar contra la peste. Y están los científicos corriendo todo lo que pueden para encontrar fármacos y vacunas. A toda velocidad nos adaptamos al teletrabajo, la enseñanza vía telemática y a reunirnos por videoconferencia. Y vimos cómo se montaban hospitales de campaña en tiempo récord. Aprendimos el valor de la higiene, la etiqueta respiratoria y la distancia de salvaguarda entre personas. Muchos han descubierto, en un suspiro, que los cielos son azules, se puede hacer pan en casa y no es tan dramático prescindir de quemar ninots, procesionar esculturas religiosas, correr delante de toros, embadurnarse con tomates, ir a los estadios deportivos, cantarle a las Pepitas o comprar rosquillas en la romería de Chamorro. Todo eso tiene remedio.

A filispín aprendimos que la Constitución contempla las declaraciones de alarma, excepción y sitio. Y lo importante que sería, para salir fuertes de una emergencia sanitaria, económica y social sin precedentes en el último siglo, que la tropa política aprendiese a comportarse como las tropas de la sociedad civil: unidos contra el patógeno que nos mata. Lamentablemente esto no fue así y no parece que lo vaya a ser ahora que empezamos a ganarle la batalla al coronavirus. El batiburrillo formado entre los 16 partidos políticos parlamentarios, las 17 comunidades autónomas, los ayuntamientos y diputaciones, los agentes sociales, empresariales y económicos, los especialistas en bulos y mentiras, los órganos de mando religiosos, el poder judicial, los socios europeos del norte que no son tan socios ni tan europeos… Todo nos hace pensar que, más pronto que tarde, aprenderemos a convivir en estados de alerta de forma desunida, desorganizada, improvisando soluciones y buscando culpables a los que destruir. En política no aprendemos tan rápido.

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