domingo, 9 de octubre de 2022

Ingleses al rescate

Escribanía de mar

Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, 9 octubre 2022

 

En los últimos tres siglos se consolidó la tradición de poner los astilleros en manos de técnicos ingleses. Cada vez que venían mal dadas -cosa harto frecuente- se recurría a la Gran Bretaña para tratar de deshacer los entuertos, hacer que los talleres funcionaran, los buques de guerra se pudieran botar y no se destrozase el erario público más de la cuenta. Todo comenzó en el siglo XVIII, cuando el espía Jorge Juan consiguió contratar para los arsenales de la Ilustración a los mejores constructores británicos. A Ferrol llegó Richard Rooth, acompañado de sus oficiales, armadores, herreros, carpinteros de ribera y de lo blanco, aserradores y sus correspondientes familias. Rooth era católico, constructor de navíos de gran prestigio y accedió a venir a Ferrol a cambio de tener poderes absolutos y un salario estratosférico. Los astilleros salieron adelante.

 

A mediados del s. XIX y de nuevo en situación calamitosa, se importaron ingenieros, técnicos, maquinistas y personal especializado, todos con gran experiencia en máquinas de vapor. Mr.Nation fue nombrado jefe del taller de maquinaria; Mr.Cranford del de fundición; Mr.Balmford del de forja y Mr.Prior del de plantillas. Trajeron a decenas de trabajadores y se compraron barcos de vapor con propulsión a ruedas y todo tipo de maquinaria inglesa. Los astilleros salieron adelante. 

 

A principios del siglo XX, por tercera vez, se repetía la historia. El país estaba arruinado y de los astilleros no quedaba ni el solar. Se creó la Sociedad Española de Construcción Naval con la participación de Altos Hornos de Vizcaya, Banco Urquijo, Compañía Transatlántica y la Vickers Sons & Company, John Brown y W.G.Armstrong, estos últimos con participación mayoritaria. La Constructora estaba, como no, en manos de los ingleses, dirigida por A.J.Cambell y H.J.Spiers, con categoría de ingenieros, salarios muy altos y la cabeza puesta en la eficiencia y productividad. Les acompañaron expertos en delineación, gálibos, pinturas, electricidad, calderería, carpintería, herreros, plomeros y demás profesionales situados como jefes de departamento. El cronista Wenceslao Fernández Flórez, director del Diario Ferrolano, atestiguó que se oía golpear la chapa día y noche, festivos incluidos, y que no había mano de obra suficiente para cumplir con todos los encargos de la Armada. Los astilleros, por supuesto, salieron adelante.

 

Estamos en el siglo XXI, los astilleros pierden dinero a chorros, año tras año y tengan muchos o pocos barcos en las gradas. Sólo falta saber a qué altura del siglo, década arriba o abajo, se volverá a echar mano de los flemáticos hijos del Reino Unido para salir del atolladero. Por aquello de respetar las tradiciones.

No hay comentarios :

Publicar un comentario