domingo, 7 de septiembre de 2014

El Ensanche de Barcelona y la Magdalena


De Guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 7 de septiembre de 2014

No se preocupen que no les vengo a hablar de esos temas catalanes "de moda", ni del molt honorable Pujol que dejó de ser honorable, ni del molt honorable Mas que perdió en poco tiempo, además de la o de su nombre (quería que se le llamara Arturo hasta hace pocos telediarios) su condición de político tolerante y europeo para transformarse en otro de alcance de miras un poco más corto. Tampoco de lo de moda que está Barcelona, su crecimiento (¿exagerado?) de turistas, la calidad de sus universidades y escuelas de negocios o su excelencia en las artes y ciencias aplicadas, que conviven -todo hay que decirlo- con la economía sumergida de los pisos turísticos, los transportes sin licencia y las "faenas" del día a día sin contrato.

Sí les quiero contar algo de como le van las cosas a ese barrio del Ensanche barcelonés (l'Eixample) que en muchas páginas y publicaciones se compara, por su trazado, con el ferrolano Nuevo Poblado de la Magdalena. El barrio barcelonés proyectado por Ildefons Cerdá tiene como fundamento la potencia del trazado, sus calles rectas, anchas y arboladas cruzadas entre sí con aberturas "achaflanadas", y la repetición de los volúmenes de sus manzanas en forma de cuadrícula. Se trata del barrio que cambió la configuración de Barcelona, totalmente diferente a los barrios antiguos y de trazados medievales más cercanos al puerto, como los del Born y la Barceloneta, y que fue diseñado entre mediados y finales del siglo XIX coincidiendo con el desarrollo del Modernismo, movimiento cultural que tanto marcó la ciudad y que tuvo su máximo exponente en el ultrareligioso y masón maestro Gaudí. 

Un siglo y pico antes ya se había proyectado el barrio de La Magdalena. Tenemos en Ferrol uno de los más puros exponentes del urbanismo racional en un barrio trazado igualmente en forma rectangular, con estructura en cuadrícula y parcelado en numerosas manzanas idénticas, con una simetría perfecta delimitada por las plazas de Amboage y Armas (esta última alterada ahora por la ubicación del Ayuntamiento). Un barrio diseñado por los ingenieros militares de la Ilustración en el siglo XVIII, que conserva los balcones en hierro forjado y las galerías acristaladas de madera blanca, la mayoría con ventanas de guillotina, fruto de la evolución de los oficios de forja y carpintería que se aplicaban en la construcción naval. Es, quiero recordarlo, conjunto histórico artístico desde 1983.

Dos barrios con similitudes y diferencias, derivadas muchas de ellas de los más de cien años que separan su construcción con los aprendizajes y la utilización de nuevos materiales y técnicas constructivas que ello supuso. Dos barrios que merece la pena conservar y potenciar. En el Ensanche barcelonés lo están haciendo.

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