miércoles, 24 de septiembre de 2014

Una pirueta de encaje comercial

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 21 de septiembre de 2014

Estos días El Corte Inglés está presente en toda la prensa debido al fallecimiento de Isidoro Álvarez, presidente los últimos 25 años, y al nombramiento de su sobrino Dimas Gimeno como nuevo presidente, tutelado por Manuel Pizarro como su adjunto. Se ha dicho todo acerca del éxito de esta empresa, de los cambios que introdujo en la forma de comprar (tarjeta), de su innovación en publicidad (Ya es primavera en El Corte Inglés), de servicio posventa (Si no queda satisfecho le devolvemos el dinero) y de otros servicios que ayudaban a "hacer la compra más fácil". 

A Ferrol llegó también El Corte Inglés. Un poco "de aquella manera", pero llegó. En su día la empresa desarrolló nuevos formatos de tiendas y enseñas: Hipercor para hipermercados; Supercor para grandes supermercados; Opencor para pequeños supermercados de proximidad; y El Corte Inglés como sus tiendas "insignia". Primero en Vigo y después en La Coruña implantó sus grandes almacenes. El formato elegido para Santiago fue el de un Hipercor. Y en Ferrol optaron por implantar un Supercor en el edificio comercial construído por Simago y que después, durante un breve período de tiempo, pasó a manos de supermercados Champion. El Corte Inglés no construyó uno de sus centros con los modelos y categorías con los que operaba, sino que prefirió instalarse en un edificio que había construído un competidor. El resultado fue malo, muy malo. Simago apostaba por ubicaciones con  "buena accesibilidad y alta frecuentación de los lugares más céntricos". Y eso fue lo que hizo, en 1975, una vez le permitieron derribar la casa señorial de los Caamaño, un magnífico edificio del s. XVIII, de tres plantas, adornada la primera de ellas con balcones enrejados. Esta tienda pasó a ser Champion en 1998 y en ella es dónde se instaló Supercor. En un edificio insuficiente para operar con su línea de negocio, sin poder ofrecer sus servicios habituales y sin parking. Algo no encajaba en su desarrollo estratégico, a no ser que tuviesen un plan alternativo, que se "guardasen un as en la manga". Y así era. Hasta poco antes de que estallara la crisis estaban seguros de que se solucionarían sus problemas con alguna de estas alternativas: o se construía un aparcamiento en la Plaza de Amboage; o compraban el edificio del cine Avenida y lo transformaban en parking; o se iban a otra ubicación en algún ensanche, con uno de sus grandes almacenes tradicionales. Nada de esto sucedió.

En fin, el comercio -una de las más nobles expresiones de la actividad humana- sigue aún en momentos de crisis. El Supercor que no encontró su sitio dio paso a un Corte Inglés pequeño, en una pirueta de "encaje" como solo se hacen en Ferrol. Por cierto, ¡qué pena el derribo de la casa Caamaño!

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