domingo, 13 de septiembre de 2015

En inglés queda más fino

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 13 de septiembre de 2015

Si tiene un nombre inglés parece más moderno, más tecnológico, más avanzado, y además tiene total garantía de éxito, de que la cosa va a funcionar. Bueno, todo menos el Summer Market de Ferrol Vello, que resultó un fiasco de no-mercado del que todavía no sabemos las consecuencias. A una jornada comercial festiva se le llama la Fashion Night.  A la aplicación de nuevas tecnologías a la ciudad, proyecto Smart City. La manifestación reivindicativa-pictórica de las Meninas de Canido fue definida como un happening artístico. La implantación de Internet en el comercio minorista, smart commerce. Y así hasta el infinito. Nos tropezamos con celebraciones de outlet summer, con gentes que nos dicen que van de shopping, o a tomar el brunch.

La cosa es preocupante. Por ridícula y absurda. E innecesaria para cualquier gallego o castellano hablante, idiomas capaces de ofrecernos el término adecuado para nombrar estas actividades. Es preocupante para todos menos para los ferrolanos, acostumbrados como estamos a lidiar con avalanchas de influencias inglesas. Este fenómeno lo describe magistralmente Guillermo Ferrández en su libro “Ferrol: la llave inglesa”, una de esas piezas que, junto a “El ferrolano, un estudio del habla local”, deberían ser textos de lectura obligatoria. Ferrández nos detalla la influencia inglesa en tres períodos históricos de gran relevancia para el desarrollo de la ciudad. El primero, consecuencia del viaje de Jorge Juan a Inglaterra, en 1749, bajo la apariencia de un vendedor de libros, quien fue a observar de primera mano las técnicas de construcción naval inglesas. Vamos, que fue a espiar. Pero, además, se encargó de contratar a constructores, carpinteros, herreros, maestros de jarcia y de otros oficios, para que se instalaran con sus familias en Ferrol y trabajasen en sus astilleros. La segunda oleada fue la llegada de maquinistas e ingenieros, ya en el siglo XIX, necesarios para la construcción de los primeros barcos a vapor. Las máquinas eran inglesas, y los libros técnicos, los planos y otros documentos. Y la tercera, a principios del siglo XX, con la creación de la Sociedad Española de Construcción Naval. Los ingleses aportaron un 40% del capital y los equipos de dirección de la empresa, conocida como la Constructora.

Se creó el cine New England, el teatro Dramatic Recital, el club de fútbol British Community Victory Club, del que derivaría el Racing de Ferrol, los movimientos Scout y el London Institute. Ni que decir tiene que era muy frecuente utilizar palabras inglesas para describir nuevas costumbres y hábitos sociales. Palabras que, con el tiempo, fueron adaptadas al habla ferrolana. Como tomar unos guarisnais.

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