domingo, 3 de abril de 2016

Botafumeiro

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 3 de abril de 2016

Después de una profunda reflexión llegué al convencimiento de que a Ferrol lo que le hace falta, de verdad, es un botafumeiro. Y no me explico cómo no lo tiene. Esta ciudad tan adelantada en hacer los empedrados de las calles, sus alcantarillados, las alamedas, el cementerio en un lugar alto y ventilado. Esta ciudad que se preocupó siempre de contar con los últimos avances en sanidad e higiene, en cuidados alimentarios, de sus aguas potables, en el fomento de la actividad al aire libre. Esta ciudad tan ilustrada y tan racional -probablemente por esa misma razón- se olvidó de dotarse de un buen botafumeiro que ayudase no sólo a eliminar los olores pestilentes y las miasmas dentro de las iglesias, sino también que pudiese contribuir a insuflar consenso y acuerdo en todos sus afanes. Porque de lo que no hay duda es de que hoy día, si el botafumeiro es un símbolo de algo, lo es de concordia y entendimiento. Vean sino lo que sucedió en los “ayuntamientos de las mareas” en estas fechas recientes. En La Coruña la Semana Santa pasó sin pena ni gloria, dicho sea con el debido respeto. Fuera de las iglesias, en las manifestaciones populares -se llama así ahora a las procesiones- lo más llamativo fueron las opiniones de los cronistas locales recogiendo el brillante papel que hicieron las mujeres costaleras procedentes de Ferrol: hay que ver qué bien desfilan; y qué bien vestidas van; y cómo bailan los tronos…En Ferrol el protagonista, un año más, fue el público. El presidente de las cofradías parece que se abonó al número tres en sus declaraciones: vinieron trescientas mil personas, gastaron más de treinta millones de euros, y desfilaron tres mil cofrades. Vaya, pues ya es hora, pensará el presidente, de comenzar con los preparativos del próximo año y pedir otros treinta mil euros. En Compostela, la tercera ciudad mareante, tampoco hay gran tradición de sacar los tronos a las calles. El Concello no quiso participar en una actividad religiosa por coherencia con su ideario laico. Pero en esto llegó el momento de procurar que el botafumeiro no se parase. El botafumeiro compostelano ya no forma parte de la misa, según indican los curas que la ofician; es una actividad turístico-cultural sobre la que se ha generado un extraordinario consenso. Se rige por una comisión formada por representantes de los hosteleros, de la Cámara de Comercio, de la Catedral y de Turismo -o sea, el Concello-. Por unanimidad y sin mayores discusiones, aportan 4.000 euros cada entidad para correr con los gastos de mantenimiento y pagar a los tiraboleiros. Por eso creo que Ferrol tiene que dotarse de un botafumeiro que inspire este tipo de acuerdos y consensos. Hecho de chapa fina y en Bazán, naturalmente.

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