domingo, 18 de marzo de 2018

Alonso López, un liberal por la Pepa

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 18 de marzo de 2018

Cada mes de marzo conviene recordar, además de a las Pepitas ferrolanas, a la Pepa de Cádiz. La Pepa, así llamada la Constitución de 1812 promulgada por las Cortes de Cádiz, supuso la culminación de uno de los momentos más brillantes de nuestra historia. Recién finalizado el siglo de las Luces comenzaba a consolidarse eso que dio en llamarse “el público” como destinatario de los procesos de comunicación basados en la prensa recién nacida. 

Un público que quería opinar libremente y ser receptor de noticias y consejos escritos en los “papeles públicos”, los periódicos. Favorecido por el liberalismo, movimiento político que hizo suyos los principios de la Ilustración, el público -la opinión pública- comenzó a reclamar un nuevo estatus dentro de nuestras anquilosadas tierras españolas. Con bastante retraso con relación a otros países europeos los españoles soñaban con la condición de ciudadanos libres y la igualdad jurídica para todas las personas. Se entendía necesaria la educación, se reclamaban escuelas y periódicos, se solicitaban libros y folletos, se crearon representaciones teatrales y se estableció como tarea imprescindible derrotar el analfabetismo. 

Los cafés gaditanos se convirtieron en el centro neurálgico de los liberales y lugar de encuentro de los librepensadores ilustrados. Entre ellos destacaba el Café Apolo, lugar al que acudía un miembro destacado de las Cortes, protagonista de algunas de las mejores páginas del parlamentarismo español. El ferrolano José Alonso López y Nobal, elegido diputado en 1810, fue un marino, ingeniero y escritor que se significó como un gran defensor de la educación, la asistencia social, la igualdad y la libertad, al tiempo que se declaró enemigo de los postulados del absolutismo, el clero y los privilegios de la nobleza. Alonso López lo demostró en más de cuarenta intervenciones parlamentarias y en ocho comisiones de proyectos reformistas en las que participó. Fue un firmante y firme defensor de la Pepa hasta su derogación por el rey Fernando VII, quién disolvió las Cortes de Cádiz y reinstauró la Santa Inquisición y los privilegios de clérigos y nobles absolutistas. Después de muchas peripecias y acosos, nuestro Alonso López se retiró a su casa de Canido y se entregó a la lectura, las artes y la música. Fue perseguido por un cura fanático que ordenó saquear su biblioteca y quemar los libros en el patio de su casa. Allí finalizó sus días este gran humanista de aficiones volterianas y gran conocedor de la enciclopedia. De su legado se deben extraer importantes enseñanzas, en este revoltijo político actual plagado de mentiras y posverdades en el que -como entonces- se amordaza la cultura y la libertad de expresión.

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