domingo, 4 de marzo de 2018

Vacío

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 4 de marzo de 2018

El alma ferrolana tiene tendencia a medir el vacío. Al alma ferrolana, racionalista y matemática, le ha salido un ramalazo existencialista que le lleva a preguntarse por su propio ser y sus circunstancias. El alma de los ferrolanos que se dedican a la política son un claro exponente de esta deriva existencial. Sus inquietudes filosóficas las trasladan a los plenos municipales. Allí la política, el diálogo y la negociación se transforman en insultos, menosprecios y monólogos broncos. Y siempre con el trasfondo de que cada representante político no pretende negociar nada con sus oponentes, sino que quiere destruir a sus enemigos. Sólo hay una excepción que permite el acuerdo: medir el vacío. Contar lo que no se tiene, lo que se tuvo y sobre lo que no se puede gestionar nada, parece la única forma de conseguir acuerdos en los plenos del consistorio ferrolano. El último ejemplo es el acuerdo para contar los locales comerciales vacíos, por enésima vez.

El gobierno municipal quiere hacer un censo de los comercios vacíos. Se refiere a los bajos comerciales cerrados, abandonados, sin ocupación y transformados generalmente en espacios que atentan contra las normas elementales de ornato, higiene y salubridad. Esta es otra consecuencia. Se cierra un comercio y como por arte de magia el dueño del inmueble se desentiende de su cuidado, permite que ese local se convierta en un espacio inmundo y degradado y a la corporación municipal lo único que se le ocurre es sumarlo al inventario de locales vacíos. Nada más.

Al inventario de comercios vacíos se le debe sumar el de los pisos vacíos y el de solares vacíos. Algunos ya son emblemáticos y dan a plazas como la de Amboage aportándole su grado de pintoresquismo. Se le puede añadir el inventario de plazas de aparcamiento vacías en los parkings de pago. Y los puestos de trabajo vacíos en la nómina municipal. Si los concejales estuviesen atentos comprobarían como están quedando vacíos importantes edificios de la Armada, como el cuartelillo de Atocha o el fantástico edificio de Intendencia. Se suman a los edificios vacíos de Aduanas, la Comandancia de Marina, el edificio de Hacienda y otros. Y al catálogo de puestos de venta vacíos en los mercados de abastos, a lo vacío que se está quedando el padrón de habitantes y a las partidas presupuestarias vacías del no-nacido presupuesto municipal. Aunque esto, bien mirado, podría considerarse un éxito e incorporarlo al alma ferrolana, de la ciudad y sus políticos. Pasará a la historia del municipalismo al convertirse en la primera corporación que transite toda la legislatura sin aprobar ni un sólo presupuesto. Para que luego nadie pueda decir que dejaron la hoja de servicios vacía. 

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