martes, 6 de mayo de 2014

Hacia un consumo sostenible

Gentes de trato

Hace pocas semanas algunos de los máximos responsables comerciales de las  cadenas de distribución que operan en España (hipermercados, supermercados) mostraban total acuerdo acerca del alto grado de conocimiento que tiene el consumidor español sobre lo que compra, las características de los productos, el manejo de los precios y el "ajuste" de lo que necesita en cada visita a la tienda. A esto se suma la evidencia de que los españoles acudimos con más frecuencia a las tiendas, compramos menos cantidad en cada visita (almacenamos menos) y elegimos como mejor opción las tiendas y supermercados que tenemos más cerca.

Por otro lado España forma parte de una región del mundo que dispone de un sistema excelente en materia de sanidad y seguridad alimentaria. Han sido constantes las mejoras en la legislación que regula el etiquetado y la información al consumidor, además de ser muy estrictas las normas de trazabilidad exigidas a la cadena productor-fabricante-distribuidor-detallista. Esto hace posible detectar y retirar del mercado cualquier lote de productos en los que se constate una alteración de sus ingredientes.

Sin renunciar a la alta seguridad alimentaria es preciso ahora profundizar en las medidas (imprescindibles) que impidan generar tal cantidad de desperdicios alimentarios como se hace actualmente. Insiste la FAO machaconamente en que la suma de los desperdicios más lo que comemos es superior, ya, a lo que producimos. Por eso asistiremos en los próximos meses a decisiones de este tipo: posibilidad de sustitución de fecha de caducidad por consumo preferente, obligación de desembarque de todo lo que se pesca, o prohibición de descarte de la fruta que no alcanza su estándar de apariencia (un 30% de lo que produce cada árbol). 

Son medidas que van en la buena dirección, la de un consumo más responsable, más racional, sostenible.



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