martes, 3 de marzo de 2015

El PP al rescate de Rajoy...o no

Cuadrante de reflexión
Publicado en Economía Digital, edición Galicia, el 3 de marzo de 2015

En el reciente debate sobre el estado de la nación el presidente Rajoy perdió el control por que le cambiaron el paso. Hablaba del no-rescate y el líder de la oposición, Pedro Sánchez, le contestaba con Bárcenas. Pasaba a la recuperación económica, la contestación era más Bárcenas. De los cientos de miles de miniempleos que se crearán, la respuesta era la corrupción. Que si él fue quien controló la prima de riesgo, la réplica era la financiación irregular de varias sedes del PP. Y así todo el debate. El presidente haciendo una lectura de su discurso acerca de lo bien que está España, el país que más crecerá de Europa, el modelo a imitar, etcétera. Una lectura ordenada, con sus énfasis, sus citas (sin decir ya lo del “fin de la cita”), y sus pausas para los aplausos que se encontró con un líder de la oposición que, en lugar de replicar ordenadamente sus argumentos, como dios manda, se dedicó a repetirle un “váyase señor Rajoy” expresado con otras palabras: Bárcenas, corrupción y desvergüenza. Y así no hay forma de mantener la compostura, oigan. El presidente se desorientó, perdió el hilo argumental, trató de improvisar algunas notas en su escaño, salió en la contrarréplica con un montón de papeles a la tribuna y se salió del guión. Se le salieron del guión sus argumentos y sus emociones, y aparecieron los exabruptos. No podía entender con su mente cartesiana de registrador de la propiedad, que el diputado Sánchez no se ciñera a replicar los datos que había señalado en la primera intervención, que para eso era el presidente. Y que tuviera el atrevimiento de pronosticarle que su legado quedará unido al de Bárcenas, su historia estaría indisolublemente unida a la de su tesorero. ¡Cuánto echó de menos a Rubalcaba y a Zapatero, sobre todo a este último a quién ganó su único debate de nueve disputados! Y para colmo de los días aciagos, los demás líderes de partidos de ámbito nacional continuaron incidiendo en los mismos temas. Rosa Díez (“mi apellido es Díez no Díaz” le recordó por enésima vez la diputada), especialista en poner de los nervios al presidente desde que tomó por costumbre llevar los asuntos turbios del PP a sede judicial, le recordó la fecha en la que tenía que haber dimitido: el día en que el juez Ruz escribió que había indicios razonables de financiación irregular del partido Popular. Y Alberto Garzón en su primer gran debate le espetó, como quien no quiere la cosa, que era una lástima pero que ya no se volvería a repetir este encuentro, porque sería el último para el señor Rajoy.

Así le fueron las cosas. Mal. Para una vez que traía unos números positivos que convertían a nuestro país en el campeón del crecimiento, la recuperación económica y la creación de empleo, y que además se atrevió a decir un par de veces la palabra “social”, los demás líderes le afean el discurso y le retan ante los españoles a que explique todo eso de la contabilidad B, los sobresueldos y los mensajes de ánimo a un amigo camino de la cárcel.

Y mal le fueron también si atendemos a los gestos y manifestaciones de sus compañeros de filas. “Yo nunca lo había visto así”, “Con lo tranquilo que es el presidente” “Ya conocen su estilo pausado y reflexivo”. Eso decían. O lo que es lo mismo pero traducido: se avecina tormenta en sus filas. Algunos lo definen como cuestionamiento. ¿Hasta dónde se le cuestionará? ¿Qué pasará si en las próximas elecciones municipales y autonómicas el PP no recupera dos o tres millones de votantes que formaban parte del grupo de los fieles de toda la vida? ¿Rescatarán los barones a Rajoy como candidato a las generales o se atreverán a proponer otro candidato?.

¡Qué año electoral le espera a don Mariano! Dentro del Congreso la tortura de los líderes de nueva generación que no comulgan con los argumentos de primero la Economía y después la Economía. Y fuera de sus paredes, las fuerzas emergentes Podemos y Ciudadanos que también lo quieren amortizar. A esto se suman las encuestas de valoración como líder, situándole en todas ellas como el peor valorado por la ciudadanía. Y los ruidos dentro del partido generados por el expresidente Aznar, que dice ahora que está disponible y que nunca se fue, ¿a dónde? y que, por lo tanto no tiene que volver, ¿de dónde?.

Así no hay cuadro macroeconómico que valga. Ni agenda ordenada como es debido. Con sus dos legislaturas que seguro ya tiene anotadas, como Zapatero y Aznar. Qué, casualmente, ya le llevarían hasta sus 65 años, edad espléndida para pasar al Consejo de Estado o algún puesto así, como buen estadista y servidor público de vocación. Hay que ver la que le están armando. Entre unos inexpertos diputados, y otros que todavía no lo son, se empeñan en querer cambiar el orden establecido, el ritmo de los acontecimientos, y las cosas bien hechas, como dios manda. Con un empeño que pone al presidente en apuros, al borde del rescate por su propio partido. O no.


No hay comentarios :

Publicar un comentario