domingo, 15 de octubre de 2017

Compostela

De guarisnais
Publicado en La Voz de Galicia, edición Ferrol, el 15 de octubre de 2017

Faustino Santalices, aquel sabio músico y gaiteiro, recuperó en los años 50 el romance de Don Gaiferos de Mormaltán. Lo interpretaba con su zanfona, instrumento mítico y mágico que, especialmente en las calles compostelanas, nos hace viajar mil años en el tiempo. La primera estrofa dice así: “I donde vai aquil romeiro / meu romeiro a donde irá / camino de Compostela / non sei se ali chegará”. El romance se cantaba a mediados del siglo XII, época en la que peregrinar a Compostela era tanto como iniciar un camino en el que se ponía en riesgo la vida: pestes, escasa y mala alimentación, asaltadores, ausencia de higiene. 

Hoy llegar a Compostela, al Campus Stellae del fin de la tierra, es muy sencillo. Casi todos los caminos están en muy buenas condiciones si el viaje se quiere hacer andando. En los tramos gallegos se avanzó notablemente en el acondicionamiento de los caminos francés, del norte y primitivo, todos ellos amparados por la Unesco. Se están preparando para su reconocimiento los caminos portugués y de invierno, ese que cruza la Ribeira Sacra. El más rezagado, ya es mala fortuna, es el camino inglés, en su doble salida de Ferrol y La Coruña. Problemas con el trazado en varios ayuntamientos, cruces en polígonos industriales, mala señalización, falta de albergues, guías y publicaciones incompletas o de muy baja calidad… ¡qué les voy a contar a ustedes!

La corporación ferrolana debiera hacer el camino inglés. Al menos los últimos metros. Llegados a Compostela los representantes políticos podrían acercarse a la plaza de Platerías, contemplar el reloj de la Berenguela y sincronizarse con la hora de Europa. Muy calladitos tal vez escucharían el sonido de la maquinaria construida por el ferrolano Andrés Antelo en 1831, infalible desde entonces. Y la voz de Torrente Ballester, desde la fundación que acoge su literatura y sus cachivaches a unos pocos pasos en la rúa do Vilar: “Compostela se hace en torno a la campana. La campana lo hace todo día a día, siglo a siglo, sin más que dar las horas. Y la niebla es el caos de donde la campana va sacando las horas”.

El reloj de la Berenguela marcará las horas empujado por la máquina fabricada en la maestranza ferrolana. Al llegar al 2021 se encenderá la luz en lo más alto de la torre para alumbrar el siguiente año Xacobeo. Al gobierno ferrolano le quedan pocos años, visto el ritmo al que acometen sus quehaceres, para tener el albergue preparado y el tramo de salida del camino inglés en buenas condiciones. Será bueno que los peregrinos se sientan acogidos y no tengan aquellas dudas del romance de don Gaiferos. Llegarán a Compostela y se acordarán del buen comienzo que tuvieron en el puerto de Curuxeiras. Así debiera ser. ¡Buen camino!

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